Historia William Shelton



  • PRECEDENTES

    Corría el año 1989, allá por el mes de octubre, cuando una pareja, en aquel momento, desafortunada, que vivía al son de la penuria y la miseria; decidieron gastar algo del poco dinero que tenían en pasar una noche que cualquier persona joven ansiaría tener, llena de música y alcohol.

    Esa noche tuvo lugar lo que mucha gente conoce como el milagro de la vida: el embarazo, pero esta vez, no deseado. Este resultado fue la consecuencia del sexo sin ningún tipo de protección fruto de la embriaguez.

    HISTORIA

    El día 17 de junio de 1990, concretamente, un miércoles a las 4:47 de la madrugada, nació en Los Santos, por suerte o por desgracia, un niño al que decidieron llamar “William” (sí, ese soy yo). Decidieron llamarme así por mi abuelo, un supuesto teniente de las fuerzas armadas de los Estados Unidos caído en una misión (según ellos, porque yo no he visto una foto en la vida).

    Los inicios de la infancia, en el ámbito familiar, para nada fueron fáciles. Como se ha mencionado anteriormente, la estabilidad económica brillaba por su ausencia, y si ya era complicado el mantenimiento de dos personas… de tres será “misión imposible”.
    Pese a que era un niño no buscado, mis padres me cuidaban como podían en ese momento, se quitaban sus alimentos para dármelos a mi e intentaban en la medida de lo posible ahorrar para poder pagar los impuestos.

    A los 3 años inicié mi escolaridad en un colegio en el que desayunaba y comía de manera gratuita por una ayuda que daba el Estado (según me han dicho) para la gente con dificultades económicas.

    A los 7 años, durante el transcurso de la escuela primaria, a mi padre se le ocurrió la brillante idea de comprar unos billetes de lotería, concretamente dos. A los pocos días, llegar a mi casa después del colegio con mi madre, recuerdo ver a mi padre dar saltos de alegría. La verdad es que en ese momento no me enteraba ni del clima y solo pensaba en jugar, comer y dormir, no me interesaba hacer otra cosa, de hecho, pasaba de los estudios como si de una colilla usada se tratase. Bien, pues a mi familia le había tocado 2 millones de dólares (1 por cada billete).

    Recuerdo que lo primero que hicimos, además de pagar las deudas, fue cambiarnos de casa; nos fuimos a la Torre Davis. Menuda diferencia de casa, tenía tres habitaciones, dos cuartos de baño, un buen salón (un lujo vaya). También me acuerdo que pasé de no tener casi nada, a tenerlo prácticamente todo.

    Resulta que el dinero suele corromper a la gente y eso es justo lo que pasó con mi padre. El dinero le consumió en no poco más de 3 años, pues decidió empezar a comprarse todos los caprichos que se le antojaban y no hablamos de cosas baratas.

    Quería disfrutar de todo aquello que no pudo en su pasado (o eso tengo entendido). El caso es que ese subidón económico comenzó a generar ciertos problemas, pues se prestaba más atención a los hobbies y los bienes materiales que a la familia.

    A mis 11 años, el ámbito familiar, que antes estaba unido por la miseria, comenzó a deteriorarse ya que cada cónyuge comenzó a viajar por su lado, a invitar a ciertos amigos y amigas. Pasó aquello que era previsible si se seguía en el mismo camino, es decir, las malas costumbres. No tengo conocimientos de algún problema legal, pero sí hubo exceso de gastos.

    En esa edad, como digo, me enteraba de poco (por no decir “de nada”), yo era feliz en la escuela estudiando como podía y jugando. Recuerdo que conocí a Anthony Barton, muy amigo mío en la actualidad.

    A los 14, a mi familia la engañaron y le robaron gran parte de su dinero (nos quedamos prácticamente con una mano delante y otra detrás). La cosa es que yo recuerdo ciertos cambios como que volvimos a la antigua casa y aunque no teníamos necesidades, no era lo mismo.

    El enganchón económico supuso problemas matrimoniales y crisis familiares. Tanto es así que ninguno pudo más y terminaron por separarse cuando yo tenía 17 años.
    Dicen que la separación de los padres no es plato de buen gusto para nadie, bueno pues yo sinceramente no lo pasé tan mal, de hecho, lo agradecí bastante porque sabía que las discusiones en mi casa se habían terminado (o eso pensaba yo).
    Comenzó la guerra por mi custodia… y sinceramente prefiero no hablar de este tema.
    En resumen, la custodia fue compartida. Aquí la situación familiar se estabilizó.
    A los 18 años empecé mis estudios universitarios, concretamente el de Grado en Derecho, la idea era acceder a un buffet de abogados y dedicarme a defender a la gente en juicios.

    A los 22 la terminé, pero bastante quemado, así que decidí tomarme un año sabático yéndome de fiesta, y trabajando donde podía.

    A los 24 inicié el Grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos, una carrera, que sin lugar a dudas, me gustó muchísimo y quería dedicarme a eso. Este sueño duró poco, pues a los pocos meses recibí una llamada del hospital en la que el director D. Paul Carter me comunicaba el fallecimiento de mis padres por un accidente de tráfico, un conductor borracho se había estampado contra ellos en una autopista cuyo nombre no recuerdo ni quiero recordar.

    En ese momento todas mis expectativas cambiaron, me armé de valor y me fui del país a montar una empresa. Tristemente, tras muchos años ha acabado cerrando; mi amigo Tony me ha ofrecido un puesto como subdirector en Barton Security en Los Santos.


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