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FECHA DE NACIMIENTO (REAL): 29-06-2000
EXPERIENCIA EN ROLEPLAY: 2 años y medio.
APELLIDOS y NOMBRE: Harrington, David
NACIONALIDAD: Española – Estadounidense
EDAD: 30
ALTURA: 180 cm
PERSONALIDAD: Frío, tranquilo excepto en momentos difíciles, perfil bajo para no levantar sospechas, intenta ser imprevisible, perfeccionista, exigente, estricto, serio y arisco con desconocidos, bromista con amigos de confianza.
MIEDOS: No conseguir sus objetivos, fracasar.
HECHOS QUE LE MARCARON: La muerte de sus padres.
HOBBIES: Enseñar, estar con los amigos, ayudar a mejorar.
Nací en Alicante, España, en el hospital del Centro Ciudad. Odiaba estudiar, no podía con los estudios, no me gustaba nada leer y encima mis padres eran las personas más estrictas que podías conocer en este mundo con respecto a estos temas. Querían que sacase en todas las asignaturas sobresaliente y no podía, me obligaban a estudiar desde que llegaba del colegio hasta que me fuese a cenar para irme a dormir. Hasta que un día... llegados los 13 años, me enfrenté a ellos con el objetivo de que me dejasen hacer mi vida tranquilo, que era ya mayorcito para saber lo que tenía que hacer y lo que no. Quizás, por el trato que me dieron mis padres en la infancia, me volví muy exigente, quería superarme prácticamente a diario, si no conseguía mi objetivo, me deprimía.
Recuerdo mi adolescencia, una adolescencia cuanto menos, aburrida. Anduve solo por la escuela, emocionalmente congelado, ellos me criticaban por ser demasiado exigente conmigo mismo. ¡JA! ¡Bocazas! ¿qué les importará a ellos como soy yo? Bah, eso no es lo que importa ahora mismo, el caso es que nunca supe en esa época qué era tener amigos, aunque tampoco mostraba especial interés por tenerlos, me llamaban más la atención otras cosas como labrarme un futuro y poder vivir la vida a mi gusto, solo y sin que nadie me moleste.
Recuerdo que mis padres me decían siempre “Es muy importante hacer amigos porque si tu familia falta ¿quién te hará compañía en tus momentos tristes?” Era frustrante el hecho de tener que darles la razón, odio dar la razón a las personas, no podía, por lo menos en aquella época.
Terminado el bachillerato en España, me llamó la atención el tema de Tráfico, por lo que me saqué el carnet y estudié para ser Examinador de la DGT. Estuve varios años preparándome tal objetivo.
Si os soy sincero, ese trabajo me gusta mucho, para mí es de vital importancia respetar las normas de tráfico. Me levantaba todos los días muy contento porque sabía qué hacía lo que me gusta… hasta que todo empezó a torcerse, tuve que dejar mi trabajo porque a mi padre le diagnosticaron una enfermedad y teníamos que ir a Los Santos, donde se hallaba el mejor hospital para tratar su problema y, por si fuera poco, era su ciudad natal.
Llegados a Los Santos, nos instalamos en un pueblucho de mala muerte a las afueras de la ciudad, no parecía tan malo como su imagen auguraba, el sosiego y la bondad de sus habitantes se hacían presentes durante nuestra estancia. Sin embargo... una noche entraron a robar a mi casa y mataron a mi familia excepto a mí, tuve la gran suerte de que un segundo antes de que dispararan me desmayé y caí al suelo al mismo tiempo que mi familia, así que intuyo que pensaron que estaba muerto.
Cuando me desperté y vi a mis padres muertos no pude contenerme el llanto y me puse a llorar como si no hubiese un mañana, fueron tres o cuatro días en los que no paré… estaba solo, necesitaba un amigo.
Habiendo enterrado a mis padres, juré que perseguiría a la orden criminal y los vengaría, los vengaría por su honor y por el mío, esos necios no podían quedar impunes, tenían que pagar por lo que habían hecho.
Conseguí la nacionalidad estadounidense y, con el poco inglés que sabía me puse a trabajar para conseguir dinero. Con el suficiente dinero recaudado, me saqué los carnets de coche, moto y camión y cambié de trabajo a camionero porque tenía entendido que se cobraba mejor, trabajaba menos y, de esta manera, tenía más tiempo para estudiar para policía
En el trabajo conocí a un hombre, un tal Harry Callahan, me cayó muy bien y nos hicimos muy amigos, a día de hoy no me separo de él, un chico con el que me río mucho y hace que mis días en el trabajo se hagan, si me lo permitís, un poquito más cortos. En este momento, me di cuenta de que hacer amigos era muy importante y que mis padres tenían toda la razón del mundo.
Al poco tiempo, me llegó la noticia de que los criminales que mataron a mis padres habían sufrido un accidente de tráfico letal escapando de las autoridades, suceso que había acabado en muerte, ese día no pude alegrarme más, el único inconveniente que le veía a esa noticia es no haber sido yo quién los metiese en la cárcel o los hubiese matado en un tiroteo policial.
Espero conseguir el objetivo, unirme a las autoridades y perseguir al criminal, pero no solo fuera del cuerpo, sino también a quienes dentro del mismo no tuvieren un buen comportamiento y su praxis fuere errónea.
Así pues, me encantaría formar una familia, conocer a una chica que me quiera, me cuide, me respete y esté a mi lado; pues a día de hoy, todavía me sigo acordando de la frase de mis padres "haz amigos o el día que faltemos, estarás solo". El problema que le veo a todo esto es que por mucho que quiera, soy una persona muy cerrada y me cuesta mucho confiar en la gente, no me preguntéis el porqué, ya que no lo sé, pero bueno, espero cambiar esto algún día, eso sin dudar.
Firmado: Harrington
Corría el año 1989, allá por el mes de octubre, cuando una pareja, en aquel momento, desafortunada, que vivía al son de la penuria y la miseria; decidieron gastar algo del poco dinero que tenían en pasar una noche que cualquier persona joven ansiaría tener, llena de música y alcohol.
Esa noche tuvo lugar lo que mucha gente conoce como el milagro de la vida: el embarazo, pero esta vez, no deseado. Este resultado fue la consecuencia del sexo sin ningún tipo de protección fruto de la embriaguez.
El día 17 de junio de 1990, concretamente, un miércoles a las 4:47 de la madrugada, nació en Los Santos, por suerte o por desgracia, un niño al que decidieron llamar “William” (sí, ese soy yo). Decidieron llamarme así por mi abuelo, un supuesto teniente de las fuerzas armadas de los Estados Unidos caído en una misión (según ellos, porque yo no he visto una foto en la vida).
Los inicios de la infancia, en el ámbito familiar, para nada fueron fáciles. Como se ha mencionado anteriormente, la estabilidad económica brillaba por su ausencia, y si ya era complicado el mantenimiento de dos personas… de tres será “misión imposible”. Pese a que era un niño no buscado, mis padres me cuidaban como podían en ese momento, se quitaban sus alimentos para dármelos a mi e intentaban en la medida de lo posible ahorrar para poder pagar los impuestos.
A los 3 años inicié mi escolaridad en un colegio en el que desayunaba y comía de manera gratuita por una ayuda que daba el Estado (según me han dicho) para la gente con dificultades económicas.
A los 7 años, durante el transcurso de la escuela primaria, a mi padre se le ocurrió la brillante idea de comprar unos billetes de lotería, concretamente dos. A los pocos días, llegar a mi casa después del colegio con mi madre, recuerdo ver a mi padre dar saltos de alegría. La verdad es que en ese momento no me enteraba ni del clima y solo pensaba en jugar, comer y dormir, no me interesaba hacer otra cosa, de hecho, pasaba de los estudios como si de una colilla usada se tratase. Bien, pues a mi familia le había tocado 2 millones de dólares (1 por cada billete).
Recuerdo que lo primero que hicimos, además de pagar las deudas, fue cambiarnos de casa; nos fuimos a la Torre Davis. Menuda diferencia de casa, tenía tres habitaciones, dos cuartos de baño, un buen salón (un lujo vaya). También me acuerdo que pasé de no tener casi nada, a tenerlo prácticamente todo.
Resulta que el dinero suele corromper a la gente y eso es justo lo que pasó con mi padre. El dinero le consumió en no poco más de 3 años, pues decidió empezar a comprarse todos los caprichos que se le antojaban y no hablamos de cosas baratas.
Quería disfrutar de todo aquello que no pudo en su pasado (o eso tengo entendido). El caso es que ese subidón económico comenzó a generar ciertos problemas, pues se prestaba más atención a los hobbies y los bienes materiales que a la familia.
A mis 11 años, el ámbito familiar, que antes estaba unido por la miseria, comenzó a deteriorarse ya que cada cónyuge comenzó a viajar por su lado, a invitar a ciertos amigos y amigas. Pasó aquello que era previsible si se seguía en el mismo camino, es decir, las malas costumbres. No tengo conocimientos de algún problema legal, pero sí hubo exceso de gastos.
En esa edad, como digo, me enteraba de poco (por no decir “de nada”), yo era feliz en la escuela estudiando como podía y jugando. Recuerdo que conocí a Anthony Barton, muy amigo mío en la actualidad.
A los 14, a mi familia la engañaron y le robaron gran parte de su dinero (nos quedamos prácticamente con una mano delante y otra detrás). La cosa es que yo recuerdo ciertos cambios como que volvimos a la antigua casa y aunque no teníamos necesidades, no era lo mismo.
El enganchón económico supuso problemas matrimoniales y crisis familiares. Tanto es así que ninguno pudo más y terminaron por separarse cuando yo tenía 17 años. Dicen que la separación de los padres no es plato de buen gusto para nadie, bueno pues yo sinceramente no lo pasé tan mal, de hecho, lo agradecí bastante porque sabía que las discusiones en mi casa se habían terminado (o eso pensaba yo). Comenzó la guerra por mi custodia… y sinceramente prefiero no hablar de este tema. En resumen, la custodia fue compartida. Aquí la situación familiar se estabilizó. A los 18 años empecé mis estudios universitarios, concretamente el de Grado en Derecho, la idea era acceder a un buffet de abogados y dedicarme a defender a la gente en juicios.
A los 22 la terminé, pero bastante quemado, así que decidí tomarme un año sabático yéndome de fiesta, y trabajando donde podía.
A los 24 inicié el Grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos, una carrera, que sin lugar a dudas, me gustó muchísimo y quería dedicarme a eso. Este sueño duró poco, pues a los pocos meses recibí una llamada del hospital en la que el director D. Paul Carter me comunicaba el fallecimiento de mis padres por un accidente de tráfico, un conductor borracho se había estampado contra ellos en una autopista cuyo nombre no recuerdo ni quiero recordar.
En ese momento todas mis expectativas cambiaron, me armé de valor y me fui del país a montar una empresa. Tristemente, tras muchos años ha acabado cerrando; mi amigo Tony me ha ofrecido un puesto como subdirector en Barton Security en Los Santos.
@Xatew La postulación en sí está muy bien, suena genial, espero que quede aceptada y pudiere llevarse IC, daría mucho juego.