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Vi como le disparaban a mi mejor amigo.
Esa puta torre de vuelta, no lo podía creer.
Otra vez esa dichosa torre, para que volvimos ahi?
Mi móvil sonó y yo contesté, era uno de los chicos avisando que tres motos lo seguían hacía cuadras. Quisieron pararlo y no pudieron y volvió hacia la torre en busca de algo de refugio donde podamos tomar acción nosotros. Alcancé a doblar la esquina para ver todo desenvolverse.
Las motos abrieron fuego contra su coche y un policía apareció en el último instante, disparándole a una tipa y tirándola de su moto. Mi amigo estaba tirado en el suelo, era raro verlo así, pero solo atiné a mirarlo.
La oficial de policía que le disparó a la muchacha de la moto la tenía esposada en el suelo y estaba abstraída en su propio proceder. Yo no supe como reaccionar, la ambulancia estaba en camino, pero algo tenía que hacer. Lo reconozco, fui estúpido e impulsivo, no debí hacerlo. Corrí hacia la oficial y la tipa herida y la aparté con un empujón, pateando a la tipa del suelo cristo vaya a saber donde.
El desenlace era obvio, yo con los cables en el suelo y con las esposas puestas, pero no contaba con algo: Él apareció. Calvo, negro, con la prepotencia mas desfachatada que pude ver en mi vida y un desenvolvimiento descarado en la escena. "Yo me ocupo del chico" dijo y me tomó por las esposas subiéndome a su patrulla.
Creo que en el momento que el coche giró a la izquierda en la avenida tendría que haberme dado cuenta de que no iba a llegar a la comisaría, o al menos no como yo esperaba llegar.
Un coche rojo nos esperaba, el tipo había estado en la torre cuando me subieron. No sabía que sucedía, pero sabía que no terminaría bien. El oficial me bajó de la patrulla y me llevó detrás para que la Dashcam no me viera y ahí fue cuando dió la orden. El tipo del coche rojo me golpeó a gusto durante un buen rato, dejándome en el suelo. Una segunda patrulla llegó justo para ver como el oficial ponía manos a la obra y me daba patadas en el suelo, bajándose a ver la escena y a disfrutar del paisaje.
Lo último que recuerdo fue que me arrastraron contra el bordillo, un fuerte dolor en la cabeza y todo se puso negro.
Me desperté en unos bloques en Chamberlain, unos tipos de ahí me habían encontrado y me arrastraron hasta adentro, dándome agua y cubriendo mis heridas con trapos. Cuando me desperté me hicieron irme del lugar y me advirtieron que me quede callado si realmente apreciaba la ayuda. Llegué a un consultorio privado y me desplomé ya sin fuerzas.
Me crié en Vespucci, lo sabía. Era el mundo que conocía, era donde me movía y donde estuve desde que nací. En un lugar predominante negro, eramos de los pocos blancos, pero ya estabamos acostumbrados a eso y los demás se habían acostumbrado a nosotros. Las cosas no iban del todo mal, pero ya habían sido 3 años desde lo de Rachel y, quiera o no, me afectaba.
El coche no podía irse conmigo de momento. Estaba casi listo, pero era imposible. Hablé con el dueño del taller para renunciar y le compré una vieja Rancher que tenía en un galpón a modo de compensación y cargué mis cosas. Le avisé a mi madre un día antes y ella entendió todo perfectamente, aunque no quisiera que me fuera.
La decisión estaba tomada. Cargué todas mis cosas en la camioneta y a la mañana siguiente salí a tentar a la suerte. Sabía que para muchos no era la gran cosa independizarse, pero en mi caso tenía agregados como el asunto de mi padre, era difícil. Mi primera parada fue Davis, pero poco duré ahi. Un apartamento era barato, pero el sitio era una maldita jungla de infradotados que reducía todos sus conflictos a disparos. Tenía que irme de ahí, asique lo hice.
Tenía dinero en el bolsillo, mucho, de hecho. No había gastado tanto y el ahorro que hacía era prácticamente constante antes de irme. Trabajando en un taller del centro y haciendo un par de recados conseguí un piso en una vecindad de West Vinewood. Si, era un barrio alto, pero el sitio era bastante clase media, aceptable.
No iba solo, la ventaja de tener amigos es que, cuando abre un complejo inmobiliario nuevo y tienen dinero, pueden planear cosas juntos. Conocí gente en el camino que se fué sumando y vecinos mios que decidieron dar el mismo paso que yo. Toda esa mierda pandillera no era para nosotros, debíamos salir de Davis con urgencia y lo hicimos.
En West Vinewood la cosa era distinta, pero los problemas nos querían seguir. De un dia al otro desaparecimos del escenario de los barrios bajos y la gente estaba buscando donde estábamos. Por otro lado teníamos de vecinos a un grupo de gente que puso una oficina en el complejo. Al principio nos vieron torcido, pero congeniamos rápido.
Con el tiempo pude armarme una PC y dedicarme a leer y estudiar los documentos que me enviaba mi padre, trabajando en algunas cosas. Supuse que iba a estar todo en orden.
Crucé la calle y me encaminé por la avenida volviendo hacia el corredor marítimo. Había ido a comprar mi camisa nueva ya que mi madre pudo darme algo de dinero extra y estaba realmente alegre. El sol me daba en la nuca al llegar a la calle de mi casa.
A lo lejos vi a la hija de Donna, Rachel. Donna era la peluquera del barrio y Rachel aprendía el oficio con ella. Rachel se acercó a a paso rápido y cubriéndose con una mano el sol de la mañana que le daba en los ojos hacia mi y yo sonreí, manteniendo el paso y luciendo mi nueva camisa. Los gestos de complicidad entre ella y yo eran lo que endulzaba la mañana, aquello me bastaba para alegrarme el dia, realmente amaba a esa chica.
Era la mañana del 22 de Abril de 2019 a las 9:30 cuando la ambulancia llegó a ver a Rachel, ya muerta en el suelo. El conductor ebrio del descapotable gris que venía de amanecer de la fiesta en la playa tuvo el mismo sol de frente que ella tuvo al cruzar la calle corriendo hacia mi.
Los gritos de Donna retumbaron haciendo eco donde nunca creí que fuera a haberlo. Todas las caras conocidas se reunieron a ver, sin saber lo que encontrarían. Al notarlo el paisaje se cantaba solo. Yo parado, inmóvil y en shock viendo como Donna corría hacia su hija y se arrodillaba a su lado, tomando la cabeza de su hija. 16 años y las luces se habían apagado para ambos.
Durante todo el dia estuve sentado con mi camisa nueva en el tejado de mi vecindad, con las piernas colgando de la cornisa y mirando el paseo marítimo donde se suponía que pasaría el dia con Rachel. No pude emitir palabra por días.
Dos semanas después de todo eso fué la primera vez que vi a Olivier, mi padre. Se vé que mi madre le contó sobre lo que sucedió y sabía de su "salida previa". Nunca fué un padre ausente pero no fué su culpa. ¿Como podía culparlo por estar tras paredes de concreto y barras de acero? El estaba aqui ahora, era lo que importaba.
El desierto era un lugar interesante, todo el mundo se conocía, o al menos creían hacerlo. Todos tenían un nombre, y si no era un nombre era un apodo. Yo llevé mi moto a pedido de mi padre, asi tendría algo con que despejar la mente y divertirme. Un galpón a las afueras de Sandy Shores era el lugar donde "residía" conviviendo con su workshop, su moto y algún coche que cambiaba cada que podía. Era el manitas local y se apañaba viviendo de trabajos técnicos y de ingenio puro. Aprendí mucho en esos días y supe que mi padre me visitaría y que el estaría siempre en un sitio donde pudiera encontrarlo. Con eso me bastaba.
La historia de Jacques comenzó de una forma peculiar. Su padre, Olivier, cumpliendo sentencia en Bolingbroke, recibió una visita conyugal de su pareja hasta el momento, Alannah Farrell.
Alannah pasó sin mayores novedades durante un tiempo, hasta que las sospechas del embarazo fueron suficientemente grandes como para actuar en consecuencia. Al tiempo dió a luz al pequeño Jacques, con el que vivió en su modesto apartamento de Vespucci.
Jacques había heredado la fisonomía de su padre en parte, con su cabello pelirrojo y los ojos claros, las pecas y el rostro anguloso. El carácter extrovertido y problemático venía de su madre. Criado entre los chicos del barrio pasó su infancia en una escuela promedio y con una afición particular por las bicicletas, lo que derivó en que a su entrada a la preparatoria recibiera una moto como regalo de su madre. Alannah recibía ayuda monetaria de su padre, lo cual alivianaba las cosas considerablemente. Su trabajo en el parador playero rendía sus frutos, pero le consumía mucho tiempo. Ese tiempo que Jacques pasó solo lo ocupó en un taller del barrio.
Al recibir su moto era común verlo por el taller buscando refacciones, reparando algo roto o simplemente intentando aprender. Al llegar a sus 16 años recibió una sorpresa: Olivier, su padre, se había ido de rositas con un escape y aparecía eventualmente por la casa.
Olivier se había montado un workshop en las afueras, cerca de Sandy Shores. Desde ahí escribió cuadernillos de instructivos de electrónica, mecánica, algo de química y, aprovechando los ratos libres, llamaba a Jacques para que vaya con su moto al workshop y le enseñaba de lo escrito.
Las notas de Jacques, que siempre habían sido un desastre, comenzaban a subir. Su rendimiento académico era excelente, pero su comportamiento era una bomba de relojería. A pesar de ser un muchacho extremadamente delgado y midiendo 1,75 se las rebuscaba para estar metido en pelea si y pelea también.
Terminada su educación y llegados sus 18 años decidió ir por mas. Con la educación recibida de su padre emprendió su proyecto: armarse su propio coche de desguace. Seguía residiendo en Vespucci, por lo que el taller local le suministraba las piezas a cambio de un poco de trabajo, pero le llevaría tiempo.
Olivier se mantenía en la distancia, ayudando a su muchacho, mientras que Jacques emprendía camino dentro del mundo de los coches y las carreras callejeras. Aquel mundo ruidoso y peligroso que su padre le había mostrado lo había deslumbrado. Con su coche a medio armar se metía a jugar en terrenos donde sabía que no ganaría, pero se hacía del conocimiento necesario.
Con el paso del tiempo, jugando a no ganar, se llevó la sorpresa de su primera victoria. Y así en adelante.
Su personalidad le había ayudado a hacerse un lugar. Si bien era un bocazas y se exaltaba con muchísima facilidad, llegando a los golpes o peor, tenía talento para respaldarlo. Otra cosa que se destacó en su etapa de incursión fué su lealtad con su gente, quienes si resultaban estar en algún problema, Jacques pondría primero el pecho y alguna idea para solucionarlo. Haciéndose también una fama de piloto agresivo se granjeó la poca simpatía policial, lo cual resultaba en accidentes grandes o pilotos fuera de pista eventualmente. Una grúa en el camino no era un paisaje raro tras el paso de Jacques.
Quiénes somos?
Trizent es una iniciativa basada en la creación, formación y aporte mutuo de compañías pequeñas de diversas áreas, creando un ecosistema corporativo "budget-friendly" en constante crecimiento. Comenzando como un servicio de transporte vehicular, se amplió el abanico de servicios a ofrecer, invitando así a jóvenes y prometedoras figuras capaces de desarrollarse y desempeñarse en sus campos con el horizonte como único límite creativo.
Cuáles son los objetivos?
Nuestro rumbo se marca de camino a la formación del primer polo empresarial completamente formado desde los cimientos por gente corriente para dar un servicio de estatus global.
El desarrollo constante es la meta de todo esfuerzo, sin dejar en ningún momento de lado el ofrecer un ecosistema de trabajo sano y productivo que haga sentir al trabajador como en casa.
Cada una de las áreas integradas a Trizent Group como las que se planean integrar funcionando en armonía una con la otra para dar paso a un abanico integral de servicios al público.
Dónde nos ubicamos?
Nuestras oficinas se encuentran en el área de West Vinewood, aunque momentáneamente se ofrece la información de servicio vía contacto SMS o email. También se está reestructurando la aplicación desarrollada para nosotros con la meta de ofrecer un servicio óptimo. A la brevedad se publicarán datos de ubicación física para que puedan ver de primera mano el futuro del ambiente corporativo local.
Nacido en una familia conservadora del sur de Vice City, Francis, hijo de Robert Hennessey y Mariah Watson, creció viendo a su padre, un oficial de policía, como su ejemplo de vida. Un día, como recompensa por sus aplicadas notas en clase, Robert y Francis fueron a ver una carrera en el Hyman Memorial Stadium, donde participaban categorías menores desde kart hasta monoplazas pequeños en una categoría llamada Formula Junior.
El evento transcurrió con normalidad, pero aquel espectáculo despertó el interés absoluto de Francis, el cual Robert observó. Tras finalizarse la carrera y durante la comida hubo una charla padre e hijo, en la cual se convino que Francis participaría en una academia de pilotos y participaría en categorías de kart.
Francis tenía talento, eso se veía. El karting era una recompensa que motivó al muchacho en sus estudios. El padre trabajaba rutinariamente y la madre, preocupada ahora por el padre y el hijo, se mordía las uñas tras cada día de trabajo y día de carrera. Francis se mostraba rápido en los karts, lo que, a los 14 años, lo llevó a debutar en su primer monoplaza de Formula Junior para el equipo de la academia a la que acudía. El debut fue inmejorable.
El muchacho veía un futuro en las carreras y se lo estaba forjando a puño, dejando el karting definitivamente tras el debut en la FJ y participando activamente de esta.
A medida que el tiempo pasaba consiguió un par de campeonatos de FJ y muy buenos resultados, lo que, al cumplir sus 18 años le consiguió una oportunidad excelente.
Francis había sido invitado a la IMSA Michelin Pilot Challenge, participando en la temporada del 2012 justo pasado su cumpleaños número 18. El auto que conduciría sería un Mazdaspeed 3, el coche favorito para la categoría ST, que era en la que participaba.
La temporada corría sobre rieles y Francis venía delante sorpresivamente. Dominaba carreras, algunas terminaba detrás, pero los resultados le daban opciones matemáticas de llevarse el campeonato en su temporada debut.
Llegó la cita en la Mazda Raceway Laguna Seca, carrera de casa para el constructor. Debía presionar, debía ganar. Con presión consiguió llegar al grupo líder tras una salida mediocre, pero cercano al final de la carrera, pasando por Corkscrew, su coche deslizó mas de la cuenta durante la bajada, cruzándose en pista y chocandose contra un Honda Civic Si, que ocupaba puesto de podio. El impacto del coche de Francis fue justo en el centro, llevándose al Honda contra las contenciones y haciendo que este golpee de lleno, hiriendo de gravedad al piloto que lo conducía. La IMSA decidió apartar permanentemente a Francis del campeonato y descalificarlo del mismo.
Francis estaba devastado. Su futuro en la categoría que lo había ilusionado se había derrumbado por un mal fallo. Robert, quien ya había pasado a retiro, le recordó que siempre había caminos nuevos, que no se había acabado el mundo. Intentando guiar a su hijo por su propio camino le recomendó entrar al departamento de policía de Vice.
Las pruebas no fueron sencillas, menos teniendo que hacerlas en el campo de la guardia nacional en Fort Baxter. Tras mucho esfuerzo lo había conseguido.
Ni como cadete ni como oficial destacó demasiado en la fuerza, manteniendo un perfil bajo, cumpliendo con el día a día. Si bien sentía eso como una vocación, no podía olvidar su verdadero talento negado. Entrenaba duro y mantenía una forma fisica impecable para su contextura. Midiendo 1,80 y con un cuerpo atlético no tenía nada que envidiar a la forma de sus compañeros. De hecho, lo miraban con recelo por la costumbre que traía de su estilo de vida al ser piloto. Era su desquite, mantenerse en forma por si pudiera llegar a volver.
Vivió 7 años mas renegando de su pasado y presente, hasta que pidió la transferencia de Vice a Los Santos con motivo de buscar instrucción nueva y ampliar sus capacidades. Si, estaba decidido que era momento de cambiar de aires.
Los Santos era el destino, el viaje fue largo y agotador, pero según el, rindió frutos.
El Movaje Outpost es muy pequeño y muchos nos podemos cruzar jajaja, buena referencia y curiosa forma de encarar la historia, voy a esperar partes nuevas!
Tiempo y dinero tenía, los que venían conmigo tenían una forma muy particular de hacer las cosas y yo intentaba adaptarme, pero rápidamente empecé a desviarme a otros círculos en paralelo. Ser un mensajero era un trabajo rentable, sobre todo si había riesgo de muerte de por medio.
Empecé con un fajo, luego una bolsa, luego un maletín. La providencia era mi compañera y yo tenía la suerte de salir ileso siempre. Las carreras no iban mal, de hecho, había mejorado mucho en estos últimos tiempos, pero simplemente no dejaban las mismas ganancias.
Debería comprarme un traje? No lo se, fantaseé con esa idea varias veces, pero sería realmente raro, aunque no era lo mas raro que se vería en este agujero perdido de la mano de dios que era esta ciudad.
Aunque realmente mi problema era el siguiente: No podía terminar de despegarme de los barrios bajos. Siempre volvíamos en algún punto a pasar, lo que no terminaba muy bien en la mayoría de las ocasiones. Solo quedaba esperar.
Si, lo se, es un largo tiempo desde que decidí tomarme un respiro. Pasaron muchas cosas. La gente en que confiaba murió, desapareció o me traicionó, estoy solo.
Kasumi está muerta, no se que le pasó, solo supe donde estaba. Giancarlo se fugó del pais y cuando fuí por el un nuevo muchacho estaba a cargo de todo su negocio, eso no son noticias que quisiera recibir.
Mi padre me advirtió sobre todo esto y no quise escuchar. El único que quedó fue Brandon, oh Brandon, ese tipo parecía siempre volver de todo. Supo exactamente que era lo que tenía en mente y decidió ponerme en contacto con un tipo raro que iba a ayudarme con mis fines. No tardé mucho en hacer un trato favorable y extender los hilos de nuevo en una maravillosa trampa para los que me habían jodido. Si un lado de este mundo me había pateado, estaba dispuesto a ir al lado opuesto y patearlo de vuelta.
Gané mi libertad, gané mi credibilidad... corruptos, criminales y demás lacra estaban al alcance de mi mano como moneda de cambio. Ellos no habían demostrado ninguna benevolencia con nadie, porque yo debería?
Organicé mi salida de inmediato. Siendo técnico electrónico no me iba a ser dificil conseguir oportunidades, pero todavía quedaba el pequeño detalle de donde empezar. Tras hacer un backup de todos mis archivos y esconderlos, emprendí mi marcha al otro lado de este cuento, ahora no iba a ser el perseguido, iba a ser el perseguidor.