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Nombre completo: Mike Anderson Edad: 26 años Lugar de nacimiento: Austin, Texas Nacionalidad: Estadounidense Sexo: Masculino Peso: 85 kg Altura: 185 cm Rasgos psicológicos: Mike es una persona sociable, amigable, educada, responsable, cuando se propone algo no para hasta conseguirlo, también es muy meticuloso, perfeccionista y sobre todo es una persona con mucha disciplina. Pueden meterse con él, pero no a las personas a las que quiere, podría llegar a realizar cualquier cosa si hacen daño a una persona que quiere. Es una persona tímida en el tema del amor y su mayor miedo es quedarse solo. Historia: Su nombre es Mike, Mike Anderson y esta es su historia. Nació un 13 de marzo de 1996 en un hospital de Austin, Texas, junto a su hermano… si hermano, su hermano Jake Anderson. Vienen de una familia de clase baja-media, su madre Catherine Miller era una camarera que trabajaba casi todo el día en un restaurante de barrio bajo para sacarlos hacia delante y su padre John Anderson un obrero alcohólico, que contar de él… la verdad es que nunca estuvo ahí para ellos, para lo único que tenía tiempo era para ir de bar en bar y de prostíbulo en prostíbulo. En cambio, su madre siempre estaba ahí cuando uno de los dos la necesitaba. Cuando empezaron la escuela, a ninguno de los dos les apasionaba, pero no se les daba mal, tras acabar la primaria empezaron la secundaria y la verdad la acabaron a duras penas. Una tarde que paseaba con Jake vieron un cartel que decía: “El tío Sam te necesita alístese al ejercito de los Estados Unidos y defienda su país”. Mike ni se fijó, pero Jake se quedó embobado mirando ese cartel. Pasaron meses y aquel día llegó. Mike y su madre estaban en casa cuando llegó su hermano, con una carpeta en la mano. Fue hacia ellos e hizo que se sentaran en la mesa del salón. Jake abrió la carpeta y de ella sacó un papel, Mike leyó lo que tenía por título y menos de la mitad de la primera frase: “Solicitud de alistamiento aceptada” “Bienvenido al ejercito de los Estados Unidos de América […]”. Le miró serio con cara de tristeza, no se creía que se fuera y menos al ejército. Pasaron un par de días y su hermano se despidió y se subió al autobús, él aún no se creía que eso estuviese pasando, no se creía que se estuviese separando de su hermano, eran como uña y carne, eran inseparables y ahora el destino les había separado y Mike solo deseaba volverlo a ver. Pasaron los meses y Mike tenía 19 años, hacía un año del fallecimiento de su madre y cuatro años del fallecimiento de su padre y dos años desde que su hermano se fue al ejército, literalmente estaba solo y eso le aterraba. Hacia un par de meses que había empezado a trabajar en una empresa de repartos, no era su sueño, pero le daba para sobrevivir. Trabajó ahí durante un par de años, a los 21 cuando tenía el suficiente dinero ahorrado decido cambiar de vida. Se mudó a otra ciudad y allí fue donde encontró lo que realmente nunca había dejado de ser. Le pasó lo mismo que a su hermano. Ya hacía un par de meses que se había mudado, volviendo de su nuevo trabajo vio ese cartel, el cartel que le daría el trabajo que siempre había soñado. Se quedó por unos instantes mirándolo, era de color azul con letras enormes blancas que decían: “Únase a la policía, su ciudad le necesita, oposite ya”. Al momento le vino el recuerdo de aquel día en el que Jake vio ese cartel, así que sin pensarlo opositó, estudió y aprobó las oposiciones a la policía, ahora empezaba una nueva etapa en su vida. Empezó como cadete, el cadete Anderson, fueron unas semanas muy duras de aprendizaje, pero al final se graduó. Durante su estancia en la policía estuvo meses como patrulla ordinaria, en esos meses le ascendieron a oficial III y le hicieron instructor de la academia de policía, pero a él le atraía otra cosa. Pasó el tiempo y se abrieron oposiciones a las diferentes divisiones del departamento, Mike de cabeza y sin pensarlo se inscribo a los SWAT, el grupo de armas y tácticas especiales, sabía que era arriesgado y que solo los 10 mejores pasarían a formar parte de la división metropolitana. Llegó el día de las pruebas y ahí estaba, con un par de compañeros. Empezaron las pruebas y la verdad no fueron nada fáciles, por no contar como fue la entrevista personal con el capitán. Una vez acabadas las duras pruebas todo el mundo se marchó, la verdad ninguno de los oficiales que se habían presentado tenían la esperanza de haber aprobado las oposiciones. Tras pasar las pruebas de ingreso al SWAT, Mike se especializó en combate táctico, participó en numerosos operativos como sublíder del equipo ALPHA. Meses después fue ascendido a sargento y trasladado de comisaría de manera forzada, paso un par de meses en la otra comisaría sin sus compañeros de la división lo cual le hacía sentir-se solo. Durante su estancia en la comisaría hizo un par de amigos, que tras un tiempo se marcharon por problemas con el departamento, así que Mike al sentirse solo decidió pedir el traslado a su antigua comisaría. El traslado le llevó al descenso de sargento a PO III y su antiguo lugar en los SWAT. Pasaron los meses y a Mike le llego la oportunidad de trasladarse al departamento del Sheriff, así que mando la solicitud de traslado y cuando fue aceptado se marchó de la policía y de los SWAT, cosa que le resultó difícil ya que ahí había hecho una nueva familia, porque eso es lo que eran, una familia. Llegó al departamento del Sheriff, fue evaluado por el mismísimo Sheriff, el cual le dio el sitio de sargento y líder de la división de tráfico. Tras los años que pasó en el departamento del Sheriff fue ascendido a teniente y después a capitán. Pocos meses después de su último ascenso, ya cansado de ciertas actitudes dentro del Sheriff decidió dejarlo. Ahora solo espera la oportunidad de marcharse para siempre de la ciudad donde reside, para poder volver a ser policía y servir a los demás.
¡Hola a todos! para los que no me conozcan que no serán pocos mi nombre es Jake Moore nací en 1998 en el centro medico de Spring Valley Hospital, Las Vegas. Sí, nací en Las Vegas o como la suelen llamar por otros lugares del mundo La ciudad del pecado. Crecí en un barrio de clase baja pero muy humilde junto a mi madre Olivia Taylor y a mi padre William Moore. Los dos se dedicaban a la hostelería, regentaban un pequeño local en el mismo barrio donde vivíamos, ese barrio que hoy en día sigo pensando en él. Durante mi infancia en aquel barrio hice dos buenas amistades que con el paso del tiempo serian como hermanos para mí, Jacob y Ethan, ellos dos fueron dos piezas clave en parte de mi vida, los tres éramos inseparables. Siempre al acabar el colegio nos íbamos al pequeño descampado que había en frente de mi casa y allí pasábamos las horas, nosotros y los otros niños del barrio. Jugábamos a toda clase de juegos, hablábamos de todos los temas que por aquel entonces entendíamos y de esa manera matábamos las horas muertas. Yo con once años ya empecé a trabajar en el restaurante que regentaban mis padres, así podía ir haciendo algo de ahorros para poder pagarme la carrera en la universidad para poder empezar esa carrera que tanto deseaba desde pequeño. Ellos sabían que lo mío no seria continuar con el negocio familiar, ellos sabían que lo mío seria salvar vidas, las vidas de esas personas que necesitaban un médico, un médico que los escuchara y ayudara a resolver los problemas tanto patológicos como psicológicos. Y no lo sabían porque se los fuera dicho, si no porque cada tarde al acabar con mis amigos me ponía la televisión a ver series de médicos y a leer cosas de medicina. Casi con dieciocho años acabe la High School y con los ahorros que hice durante las horas que trabaje en el restaurante de mis padres, inicie mi carrera de medicina en la University of Nevada School of Medicine. Tras cinco años de estudios y yo con veintitrés años de edad conseguía graduarme junto a mis dos hermanos Jacob y Ethan de la carrera de medicina. Pasaron los meses tras aquella noche de graduación de la cual casi ni me acuerdo, solo me acuerdo que les dije a mis dos hermanos Jacob y Ethan que no quería hacer mi residencia en Las Vegas, así que durante ese mes empecé a buscar algún lugar de los Estados Unidos donde empezar la residencia. El único lugar que me convenció fue Miami, exactamente el Baptist de Miami. Me pague el viaje a Miami con algunos de los ahorros que me quedaban, al llegar recuerdo aquel calor infernal que hacía, nada más bajar del avión se me secó la boca, cogí mi equipaje y me dirigí a la salida, espere durante unos minutos a un taxi que me llevara al motel donde me alojaría los primeros meses. Durante aquel viaje en taxi hasta al motel, observe a través de la ventanilla aquella ciudad enorme que era Miami, repleta de hoteles, bares y puestos a pie de playa. Al llegar al motel me instale en la habitación, una habitación algo sencilla pero acogedora y baje a la calle y me dirigí al restaurante que tenía en frente, nunca olvidaré su nombre el Tacology. Entre en aquel restaurante y me senté en una de las mesas libres y esperé a ser atendido por el personal. Nunca olvidaré aquel día en que me atendió el amor de mi vida, me atendió una chica que llevaba una coleta alta, de pelo rubio y de ojos azules, me quedé expectante a ella durante unos segundos y pedí un plato de comida y algo de beber. A partir de ese día y hasta acabar mi residencia iría a comer a ese restaurante por tal de verla a ella, a esa camarera que tanto me encantó y me enamoro con su simpatía y dedicación. Me entrego el pedido con esa sonrisa hermosa que me acabó de enamorar. Un par de días más tarde yo seguía yendo a ese restaurante por tal de ver a esa camarera, pero mis resultados fueron totalmente inesperados, me dijeron que aquella camarera había dejado el restaurante y que no sabían nada de ella, yo algo decaído acabe de desayunar y emprendí el camino hasta el hospital donde empezaría la residencia. Entre en el hospital y cogí mi credencial, iría a los vestuarios y me equiparía con el uniforme de color gris con rallas verdes, salí del vestuario y me dirigí a la sala de reuniones junto con los demás residentes, me senté en una silla y me quede atento al discurso del director del hospital. Al acabar el discurso salí de la sala de reuniones y me dirigí a la cafetería del hospital para esperar a ser llamados para la asignación de grupos. Entre a la cafetería y la volvía a ver, volví a ver aquella camarera de la que me enamoré. La vi sentada en una de las mesas, me acerqué a ella con timidez y la saludé, ella me invito a sentarme en la silla de al lado, me presente y ella se me presento y empezamos a conversar hasta ser llamados. Ambos fuimos escogidos en el mismo grupo de trabajo y nos asignaron como compañeros en los mismos casos. Fuimos conversando día tras día y poco a poco fuimos afianzando nuestra relación de amistad. Días después Kristal me ofreció compartir su piso e irme a vivir con ella el tiempo que durara la residencia, yo tarde unos minutos en responderle, pero al final le dije que sí. Ese mismo día me mudé del motel a su piso. Al entrar en su acogedor piso, su hermana Emily empezó a interrogarla, yo hice ver que no escuchaba la conversación entre las hermanas. Poco a poco fuimos conociéndonos más profundamente y empezamos a enamorarnos el uno del otro. Una noche que fuimos a cenar al restaurante donde nos vimos por primera vez, ella me limpió los labios cunado de repente se le cayó la servilleta, me miro a los ojos y yo la mire a ella por unos instantes, nos acercamos el uno al otro hasta juntar nuestros labios y darnos el que seria nuestro primer beso, ese primer beso que jamás olvidaré. Pasó un año de relación desde que nos dimos aquel magnifico beso y nosotros seguíamos trabajando día a día en aquel hospital. Ambos cansados de la rutina, decidimos cambiar de aires, escogimos un nuevo destino donde poder empezar de cero lejos de aquella rutina, Los Santos aquel sería nuestro nuevo destino, donde poder continuar con nuestras carreras y nuestra relación lejos de lo agobiante que era Miami.