Sarah Franzani



  • Tráiganse un café porque esto se viene largo xD

    A continuación, dejo la presentación de mi personaje para postular a la whitelist y rolear en el servidor, me disculpo por la extensión y de antemano agradezco que se tomen el tiempo de revisarla 🙂

    Nacida en 14 de diciembre de 1998, es hija única y se crio en el sur de Chile, específicamente en la ciudad de Osorno. Pasó su infancia en la ciudad, pero al cumplir los 18 ella se fue a la universidad y sus padres se mudan a un sector rural, en busca de una vida tranquila antes del retiro (jubilación).
    Su padre, Lorenzo Franzani, es un inmigrante italiano que llegó a Chile en los 80, un abogado reconocido, formó su propio estudio jurídico junto a su amigo de la infancia, Facundo Balcarce; y desde entonces ha dedicado su carrera a cubrir casos relacionados a la violencia contra las mujeres y derechos de los niños.
    Sobre su madre no hay mucho qué contar, salvo que fue una mujer amorosa y dedicada durante todo el tiempo que estuvo con Sarah. Se llamaba Andrea Velasco, conoció al que sería el padre de su hija cuando era adolescente, y fue madre a los 17 años. Lejos de irse, Lorenzo se quedó junto a Andrea, la apoyó en el embarazo llevándola a vivir con él, ya que la familia de ella no tomó bien la noticia por ser ella muy joven aún (estaba en su último año de escuela). Sin el apoyo de sus padres ni hermanos, algo dentro de Andrea comenzaba a romperse, pero nadie se daría cuenta de lo que estaba por venir hasta años después. Al nacer Sarah, parecía que todo estaría bien y los tres formarían una hermosa familia. Andrea dedicó todo su tiempo a la niña, mientras Lorenzo comenzaba a consolidar su nombre entre los mejores abogados del país.
    Cuando Sarah ya tenía 5 años y debía ingresar a la escuela, comenzó una complicada etapa para la madre. Con la niña en la escuela y su pareja trabajando, toda la pena de no haber contado con el apoyo de su familia renace con más fuerzas. No había visto a sus padres en años, sus hermanos no respondían sus llamadas… los mismos que decían que siempre estarían para ella, ahora le daban la espalda. Sin darse cuenta, Andrea se hundía en una depresión que poco a poco la llevaría a una drástica decisión.
    Era una tarde marzo por el año 2004, la madre de Sarah llevaba meses de tormento, nunca lo habló con su pareja ni buscó ayuda profesional. Se había acostumbrado a cubrir la pena con una sonrisa, pero ya estaba agotada. Mientras se encontraba sola en casa, llenó la tina de agua, llevó una estufa a gas al baño, sacó calmantes de su cartera que había obtenido con revendedores en la calle. Abrió la llave del gas, entró en la tina y se dio un baño, se volvió a vestir y se recostó en la tina ya vacía, tomó tantos calmantes como pudo y cayó en un sueño del cual no volvería a despertar.
    Lorenzo la encontró cuando llegaba con la niña de la escuela, Sarah alcanzó a ver el cuerpo de su madre cuando la sacaban en una camilla, nunca olvidaría esa imagen. A partir de ese momento, algo se enfrió dentro de ella; solo 5 años, pero sentía una mezcla de pena por perder a la mujer que le dio todo su amor, y rabia porque esa misma mujer acababa de abandonarla sin explicación alguna.
    Pasaron los años, Sarah tenía 12 años y desde la partida de su madre, la relación con su padre se fortaleció inmensamente, ya que solo se tenían el uno al otro. Para apoyarla con la crianza de la niña, la madre de Lorenzo se mudó a vivir con ellos, siendo ella la nueva figura maternal para la pequeña. Con la abuela, Sarah desarrolló muchos talentos como la música, el canto, la cocina y la solidaridad con aquellos que viven en situaciones menos ventajosas.
    A los 15 años, Sarah era una adolescente con un carácter particular, una muchacha fría, distante y con poca habilidad para entablar nuevas amistades. Los chicos y chicas de su edad la tenían como una persona arisca, no desagradable, pero si les daba cierto temor acercarse a ella. Los pocos amigos que tenía eran hombres, los entendía mejor, y ella pensaba que las chicas a esa edad eran un dolor de cabeza, ya que se preocupaban de cosas vanas y superficiales.
    Además de lo que aprendió con su abuela, ésta le contaba historias sobre su difunto esposo. El señor era un amante de las motos y el whiskey, en su juventud iba con sus amigos por las carreteras de todo el país (en Italia). Fue en una de esas paradas donde ellos se conocieron, y con el tiempo el abuelo cambió sus prioridades, pasando a casarse y formar una familia con ella. Las motos ahora eran solo un pasatiempo por placer, aunque el whiskey nunca lo dejó de lado. Cada tarde se le podía ver en la terraza con un habano y un vaso.
    La abuela le mostraba fotos antiguas de las motos que él tenía, sus viajes, los amigos, de todas las aventuras que vivió sobre esas dos ruedas. Al oír todo eso, Sarah quedó sorprendida, la idea de dejar todo atrás, montarse en una moto y solo seguir la carretera, conocer lugares nuevos (gente nueva, no tanto) y luego volver al lado de su padre. Era definitivo, Sarah quería ser mayor para poder tener su propia motocicleta y partir. Se lo comentó a su padre, y éste algo dubitativo, accedió a regalarle la moto apenas ella cumpliera los 18, con el compromiso de que antes se enfocara en sus estudios, que las motos sean solo una afición y no cambie los planes de ir a la universidad.
    Llegó su cumpleaños 18, y con mucha emoción recibe el tan esperado obsequio, que resultó ser una Harley-Davidson Fat Boy S 2016, no podía estar más feliz cuando su padre le entregó las llaves y se montó para dar su primera vuelta en esa hermosa motocicleta. Ella había practicado hace meses con la moto de su amigo Franco, al cual aprecia mucho ya que se conocen desde que tenían 10 años, gracias a ello pudo obtener su licencia a tiempo para el gran día.
    Sarah pasó todas las vacaciones de verano paseando con Franco principalmente, recorriendo las costas chilenas con las motos. Casi terminaba febrero, el muchacho se arma de valor en una de las paradas que hicieron en la zona austral de Chile, y le confiesa que está enamorado de ella. La joven no sabía qué decir, pues esto de los sentimientos no es algo sencillo para ella. Claro que le tiene afecto por tantos años de amistad y lealtad, pero cambiar todo eso por otro tipo de sentimientos era algo nuevo para ella. Luego de unos minutos de silencio, y con la frialdad que la caracteriza, Sarah le dice que no está interesada en tener una relación, que sus objetivos no incluyen a una pareja y que espera que él pueda entender. Agrega que ella le dará tiempo si lo necesita, que el reflexione sobre esos sentimientos y que si se acerca de nuevo debe ser como el amigo que ha sido siempre, o de lo contrario prefiere que se aleje de ella. El chico queda descolocado, ya que, si bien conoce el carácter de su amiga, esas palabras lo han lastimado.
    Luego de esa respuesta, ella tomó su moto, le repitió que lo esperaría como amigo si él estaba dispuesto y se marchó, dejándolo solo con sus sentimientos y un amor no correspondido. Sarah emprendió el viaje de vuelta a casa, para ver a su padre antes de que fuese momento de comenzar el año escolar en marzo. Sin embargo, las sorpresas no pararían allí, pues su padre tenía algo más para entregarle.
    Se reunieron a cenar en un restaurant campestre de la zona, comieron, rieron, hablaron sobre la universidad y finalmente, hablaron sobre Andrea. Comenzaron a recordarla, luego de tantos años, Sarah ya no sentía esa rabia por el abandono, sino que la rabia se había transformado en culpa. Ella se sentía responsable por la muerte de su madre, porque ella fue el motivo por el cual la familia la dejó de lado y eso desencadenó la depresión y posterior suicidio.
    A pesar de ello, Lorenzo y Sarah la recordaban con amor, por su dedicación y por haber luchado con todas sus fuerzas ella sola. Ambos deseaban haber notado las señales de que necesitaba ayuda, pero Sarah era una niña, y Lorenzo también vivía con la espina de no darse cuenta a tiempo de que su pareja se perdía con cada día que pasaba. Al terminar de conversar, el padre le entrega una carta a su hija, es un sobre morado con flores en el que se lee “Para Sarah, de Mamá”.
    Sarah no aguanta las lágrimas, le dice a su padre que lo llamará después y sale corriendo del lugar. Toma su motocicleta y conduce hasta un sector montañoso donde suele ir a pensar cuando quiere estar sola. Era una noche de luna llena, no había nubes y las estrellas eran su única compañía. Saca la carta del bolsillo y la observa algo confundida. No está segura de querer leerla, no sabe si eso le volverá a sentir el mismo dolor que el día de su muerte. En ese momento de llega un mensaje de su padre: Esa carta la dejó tu madre en nuestra habitación el día que murió, junto a otra donde me pedía que te la entregara cuando entraras a la universidad, no sé qué diga ahí, pero es tu decisión ver lo que haces con ella, tómate tu tiempo, yo siempre estaré para ti.
    Pasaron horas, Sarah se estaba acostada en el césped, mirando al cielo sin saber qué hacer. Finalmente, decidió no abrirla pues no se sentía lista. Al día siguiente regresó a casa y guardo la carta en una caja junto a recuerdos de su niñez. Le dijo a su padre que más adelante la leería, más en este momento quería centrarse en sí misma.
    Casi llegaba marzo y ella se había decidido por estudiar trabajo social. Si bien Sarah es una persona fría en cuanto a relaciones interpersonales, su padre le había inculcado el sentido de ayuda a los demás, la nobleza, la humildad y la caridad. Es por ello que, aunque ella no se comunicara fácilmente con las personas, si alguien necesitaba ayuda ella era la primera en actuar aún sin conocer a la persona en cuestión. Prefería mantenerse en el anonimato y ser de bajo perfil, ayudando desde las sombras a quienes tuviesen dificultades. Esa esa su forma de aportar al legado de su familia, y de una forma u otra, eso la hacía feliz.
    Gracias a su dedicación completa, cumpliendo el trato que había hecho con su padre, logró terminar su carrera antes de lo normal. Así, en medio de la crisis sanitaria que afectaba a todo el mundo, Sarah logró obtener su titulo profesional. Justo a tiempo para comenzar a trabajar en ayudar a quienes por culpa de la pandemia habían quedado sin trabajo y sin recursos para mantener a sus familias.
    Tenía planes de abrir una ONG junto a su padre y un par de compañeros que se titularon con ella, pero fue entonces cuando todos los planes cambiaron. Durante los años en que estudió, estuvo tan enfocada en su objetivo, que no tuvo tiempo ni de pensar en la carta de su madre, ni en la confesión de Franco, ni en nada que la distrajera. Pero ahora que ya había terminado, las preocupaciones volvían con más fuerza, de forma similar a como pasó con su madre. Sarah se encontraba desamparada mentalmente, estaba perdiendo el rumbo que durante años tuvo tan claro. La diferencia es que ella lo habló con su padre y llegaron a un nuevo acuerdo. Ya que ella había trabajado tan duro y era una profesional, podía tomarse un tiempo para descansar y reorganizar su vida, en otras palabras, tenía la oportunidad de irse a otro lugar comenzar de cero, cambiar de aire y volver cuando estuviese lista, solo le pedía que no perdieran el contacto, que si necesitaba ayuda la pidiera, pero sobre todo que tratara de quitarse esa coraza que le impedía ser ella misma.
    Su padre sabía perfectamente que su hija no era un ser frio sin sentimientos, todo lo contrario, tenía una inmensa vocación por ayudar, pero las circunstancias la habían llevado a reprimir su verdadera personalidad y usar la indiferencia como escudo para no salir lastimada nuevamente. Ella pensaba que, si no se encariñaba con el alguien, no saldría lastimada cuando esa misma persona se fuera de su vida.
    Con este nuevo trato, muchas heridas por sanar y un afán de volver a encontrarse a si misma, Sarah toma sus pertenencias y decide mudarse a Los Santos para iniciar una nueva etapa. Para este nuevo inicio, algunos de sus objetivos son:

    • Lograr una estabilidad que le permita leer la carta de su madre.
    • Sacar fuera su verdadera personalidad y vocación de ayudar.
    • Tener el valor de conocer gente y permitirse generar lazos afectivos.
    • Comprarse una nueva moto para recorrer las nuevas carreteras.
      Personalidad y aspiraciones:
    • Como se menciona, actualmente es alguien distante, con inseguridades, que se abstiene de sentimientos hacia otros.
    • Aun así, por dentro se preocupa cuando alguien tiene dificultades.
    • Es directa para decir las cosas, pudiendo llegar a ser hiriente sin querer.
    • Es ordenada y metódica, le gusta que las cosas se hagan correctamente.
    • Perfeccionista con lo que hace, los detalles importan si su nombre está en juego.
    • Aspira a conocer gente que la acompañe a recorrer la ciudad en moto, aunque no quiera aceptarlo.
    • Quiere conseguir un trabajo que le ayude a ocupar su mente, pero dejándole espacio para pensar sobre sus temas pendientes.
      De aquí en adelante, los cambios que puedan existir en su personalidad, manera de ver la vida y el papel que cumpla dentro de la ciudad dependerán de la gente que conozca y las experiencias que viva durante su estadía. Actualmente, se encuentra en una situación vulnerable (mentalmente), pero su orgullo no le permitirá mostrar debilidad ante los demás. Aun así, su principal batalla es encontrarse a sí misma y liberar su verdadera forma de ser, perder el miedo a salir lastimada al perder a alguien y finalmente saber qué es lo que su madre tenía para decirle.

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