Diego Alejandro Hernandez



  • —Creo que es más complicado que eso- le dije al señor que está a mi derecha en el avión, vaya, ¿De verdad le acabo de contar toda mi vida a un extraño?, debo estar lo suficientemente desesperado por llegar, 1… 2, ¡¿Qué?! ¿Apenas llevo 2 horas de vuelo? Pff… en fin, siempre habrá alguien más para contar mis desgracias.
    Nacido en la bella y contaminada Ciudad de México, Diego Alejandro Hernández, vaya nombre de telenovela, Diego, pueden llamarme Diego, Nací un 15 de marzo del año 2000, bla, bla, bla. ¿Esto debería ser como las presentaciones de la Escuela?, en fin, nací en una colonia, bastante bien la verdad, pudo haber sido peor, mis padres desde pequeño se esforzaron para brindarme las necesidades básicas y tal vez más allá de ellas, familia de clase media alta dirían los expertos. Cómo ellos se la pasaban trabajando desde pequeño fui encargado siempre a alguien más, estando en varias guarderías, que en México son como parkings para bebés, estando en ellas, mis padres descubrieron a muy temprana edad que iba a ser un dolor de huevos durante toda mi vida, supongo que desde pequeño traté de llamar su atención, metiéndome algún chícharo a la nariz, estrellándome contra una viga a pleno receso entre clases, ahora que lo pienso mejor creo que era torpe, pero bueno.
    Cuando empecé a ser lo suficientemente grande como para estar en una guardería, aproximadamente a los 4 años mis padres me encargaron a la tía más cercana que tenía, ella se encargaba de recogernos a mí y a mi hermana en la escuela, pasábamos toda la tarde con ella y mi padre nos recogía para que, al fin, después de todo el día prácticamente nos llevaran al departamento dónde rentaban.

    —Tenías una hermana? - Preguntó interrumpiéndome aquel señor que al parecer ya estaba lo suficientemente interesado con la historia
    —Si, ¿No lo mencioné?, Igual, no tiene mucha relevancia, sale antes del segundo acto- dije mientras sonreía de forma burlona
    Creo que responsabilizo a mi tía de la forma en la que me formé, tanto para lo bueno como para lo malo, realmente no hizo un mal trabajo, y no la culpo si no sabía lidiar con nosotros, al final no éramos sus hijos, ya había criado a su hijo y no tenía la necesidad de criar otros dos. Realmente fue ella quien me ayudó con los problemas que tenía, aprendí a comer con la boca cerrada, a pensar con la boca cerrada, y solo a abrirla cuando sea conveniente y constructivo, por otro lado, cómo no era su hijo, no sentía la necesidad de enseñarme otras cosas que hasta muy tarde comprendí que eran igual de importantes, en su mayoría hábitos, hacer la tarea, levantar el plato de la mesa, lavarme las manos antes y después de comer, niñerías que nadie le toma atención una vez que ya las tienes como hábitos, o cuando te das cuenta que no los tienes y de verdad los necesitas.
    Cómo era evidente, bastante evidente si me preguntas a mí, en algún punto mi tía se hartó de soportar dos niños que ni eran suyos, por lo que tomó la decisión de dejar de tener aquella responsabilidad. Cuando me encontraba feliz porque al final iba a tener a alguno de mis padres junto a mí, me frenaron en seco aquella ilusión, pues no iban a estar conmigo, decidieron en su lugar, que mi hermana ya era los suficiente grande para cursar el bachillerato y cuidarme al mismo tiempo, por lo que a mis cortos siete años comencé a vivir con mi hermana, ella y yo contra el mundo, quince y siete años contra todas las adversidades que se venían.
    A partir de ahí mi vida fue bastante tranquila, o al menos así lo recuerdo, de vez en cuando peleábamos, pero al final siempre resolvíamos todo, ja… de hecho creo que no durábamos más de diez o quince minutos. Hasta que algo grande pasó, mi hermana, harta de la situación que había pasado durante 4 años, decidió no querer soportar más y a sus 19 años se fue de casa, realmente no fue pesado para ella, o al menos eso creo yo, se fue a vivir con la familia de su padre, ah, es verdad no es mi hermana como tal, mi madre la tuvo con un wey que no me acuerdo como se llama, se divorció y después se casó con mi papá y me tuvo a mí, pero bueno, es mi historia no la de ella. Se fue de la casa y a los 11 años ya no éramos 2 contra el mundo, era yo, yo y solo yo tenía que ver por mí mismo, salir de la escuela, llegar a casa hacerme de comer, cocinar, lavar etc. etc. etc. Si lo vemos de cierta forma, no es algo que esté mal, a final de cuentas son cosas debo hacer, tarde o temprano, la diferencia es que lo que no sabía hacer, lo aprendí, solo, a los 11 años.
    —¿Qué si fue duro?, pff no lo sé, supongo que lo fue, pero creo que siempre he sido lo bastante resiliente — dije sin voltear a ver al señor a mi lado — Pero hey, no te he contado lo peor jaja
    Después de un proceso de adaptación de 1 año aproximadamente, ya en la secundaria descubrí que me gustaba mucho debatir, por lo que entré al club de debate de la escuela con la pequeña diferencia que era en inglés lo cual le daba una pequeña dificultad extra, pero me encantaba complicarme la vida. No quiero hacer mucho énfasis en este punto ya que todo es muy borroso. Lo importante de mencionar en este punto es que al final del concurso del debate y de haber pasado las eliminatorias escolares, regionales y nacionales, logré llegar al concurso internacional de debate de una escuela. Lo gracioso aquí fue, la misma semana en la que teníamos que viajar, mi madre sorprendió a mi padre siéndole infiel, Una vez, me quedaba sólo para afrontar mis problemas, solo que ahora cargaba también con el divorcio, cosa que, si a mí me preguntas, no era muy mi problema en realidad. Lo que si recuerdo de esta etapa fue lo mucho que crecí como persona, maduré mucho y por fin el estar solo durante todo el día dejó de ser un peso para mí. A pesar de ser lo más pesado que me había pasado hasta ese momento, fue lo que más fácil pude sobre llevar, para lo que no estaba preparado era para lo siguiente…
    Con tan solo 17 años, 3 años después de la separación de mis padres, tomé la muy riesgosa y difícil decisión de independizarme, salir de casa de mis padres y empezar a ver por mí mismo, bueno, ahora de forma económica. A pesar del llanto de mi madre y los gritos de mi padre 2 semanas después de mi cumpleaños simplemente hui de casa, sin saber a dónde ir y sin saber que será de mi vida. Tomé lo esencial, ropa, dinero, el cargador de mi celular y emprendí mi viaje, la primera noche la pasé en casa de mi mejor amigo, sus padres me aceptaron sin dudar y aunque insistieron en que me quedara el tiempo que fuera necesario, simplemente no quise aceptar, no me sentía a gusto, estaba haciendo esto para valerme por mí mismo, no quería aceptar ayuda en ese momento, y no lo hice. Para el primer día que estaba fuera intenté buscar un trabajo, tarea que era más complicada de lo habitual ya que era menor de edad y nadie quería tener un problema legal solo por ayudarme. Tardé aproximadamente 2 semanas en encontrar un trabajo, el cual no me dejaba mucho dinero, pero era suficiente para comer y pagar la renta de algún cuarto chiquito y feo. Duré así 1 año pude cambiar de trabajos durante este tiempo y poco a poco fui teniendo más lujos, como agua caliente o internet en casa.
    —Bueno, pero al menos al cumplir la mayoría de edad pudiste conseguir un mejor trabajo y mejorar tus condiciones de vida, ¿verdad? — Me comentó el señor, que al parecer me estaba prestando más atención que al principio
    —Si bueno, algo así — dije mientras seguía contando la historia
    Al cumplir la mayoría de edad, y después de notar que la escuela no era mucho lo mío, tomé la que creo yo que fue la mejor decisión de mi vida. Tomé todos los papeles necesarios, desperté temprano ese día y me encaminé a las oficinas de la secretaria de la Defensa Nacional para enlistarme, básicamente la SEDENA es el ejército mexicano. Después de mucho esfuerzo, bastantes pruebas y demasiado desgaste mental, pude entrar a SEDENA, dónde he encontrado las mayores amistades de mi vida. Y también es dónde viví el mayor desastre natural de mi vida, a muy pocos meses de haber sido aceptado en SEDENA un terremoto de 8.2 de magnitud golpeó la costa suroeste de México en el estado de Chiapas, fue ahí donde tuve mi primer servicio como soldado, llevando a cabo el plan DN III, el cual es un plan ante contingencias naturales en México. Ojalá me hubiera tocado sólo repartir despensas y cuidar de las carpas, pero no fue así, en el momento en que llegamos se nos asignó las labores correspondientes, en mi caso me pusieron a apoyar en las zonas de los escombros, ayudar en lo que necesitara las unidades de rescate, los paramédicos etc, de ser posible también tenía que llevar el control de las personas rescatadas, nombre, edad, hospital a donde se trasladó etc. Estuvimos apoyando y sirviendo por aproximadamente 12 días, 12 días durmiendo 3 horas y apoyando 20, fue en el día doceavo cuando otro terremoto sacudió México, afectando ahora a la Ciudad de México, afortunadamente fui uno de los soldados que trasladaron de nuevo a la ciudad para apoyar allá. No tengo palabras para describir el miedo que sentí cuando me dijeron que el lugar dónde iba a poyar era en la misma calle de casa de mis padres, Calle Coquimbo Colonia Lindavista, delegación Gustavo A. Madero, era lo que decía la hoja de servicio que se nos fue entregada. Durante todo el traslado a la zona lo peor se me pasaba por la mente, llevaba mucho tiempo sin hablar con mis padres, y si hubieran muerto ahí, creo que nunca me lo pude haber perdonado. A tan sólo 1 cuadra de casa de mis padres un edificio lleno de departamentos había caído ante el terremoto. Después de varias horas de trabajo sin descanso, una señora muy amable se había acercado a mí para brindarme comida para mí y para todos los que estábamos ahí, vaya sorpresa la mía en cuanto noté que aquella señora era mi madre que ahora sabía que estaba trabajando en SEDENA, y no sólo eso, sino que también lo estaba haciendo sin haberle notificado, cosa que al parecer le indigno bastante y terminó sólo con romper nuestra poca “amistad” que quedaba.
    Estuve sirviendo en la Ciudad de México aproximadamente 3 años más después del terremoto, después de haber tomado bastantes cursos y haberme preparado en combate se me fue trasladado a la ciudad de Tijuana, ciudad al norte de México la cual tiene frontera con Estados Unidos. En esa ciudad fue dónde empecé a arriesgar mi vida de hecho, ciudad llena de narcotráfico, bandas y mafias, tráfico de armas y la lista podría continuar. Pasaron 2 meses de mi servicio en Tijuana, cuando el mismísimo secretario de la Defensa me ofreció un ascenso por mi buen desempeño en tan poco tiempo de servicio en la ciudad, sin dudarlo tomé la oportunidad, en primera por el beneficio económico que representaba y porque que el secretario te ofrezca ese tipo de cosas no es algo que pase todos los días, así que tomé la oferta.
    Durante 4 o 5 meses más, yo con 20 años había vivido cosas bastantes densas durante mi estadía en Tijuana, enfrentamientos armados y operaciones especiales. Lo que aún no vivía era la situación más complicada en la historia de la ciudad. En tan solo un intento de secuestro se necesitó para capturar al gobernador del estado, aproximadamente 45 minutos de enfrentamiento armado entre 2 de los carteles más grandes del país, el ejército mexicano y la policía federal, el Cartel de Sinaloa había logrado secuestrar al gobernador. El secretario de la Defensa había negociado aproximadamente 4 horas por su vida, gritos, planeaciones, herido y doctores era lo único que importó durante esas horas en la oficina gubernamental, los heridos descansaban, los que salimos ilesos estábamos informando a todas las familias de los difuntos, consiguiendo más médicos, trasladando constantemente a los heridos de gravedad, y preparándonos para un posible segundo enfrentamiento. Habíamos logrado capturar a un miembro del CDS durante el primer enfrentamiento, por lo que aquellas tensas horas de negociación, Inteligencia las amó, cada vez que los negociadores le daban más vueltas a las propuestas, eran más minutos en los que podían sacarle información, de él del cartel y de todo lo que se nos pudiera ocurrir, la sorpresa nos la llevamos todos cuando descubrimos que no teníamos bajo custodia a ningún miembro cualquiera, teníamos capturado a un familiar del líder del cartel, bastante bien acomodado en las filas del CDS y sobre todo, era esa persona que no iban a dejar morir. Así que surgió una idea que no a muchos les gustó, teníamos que dejar libre a aquel que teníamos capturado para que ellos a cambio dejaran libre al gobernador y ningún bando tuviera bajas importantísimas en sus filas.
    Al fin había terminado la negociación llegamos al punto acordado y todo parecía listo, los francotiradores posicionados, unidad aérea cerca de la zona para la extracción del gobernador, y bastantes soldados, cabos y tenientes estábamos en unidades terrestres listos para un posible enfrentamiento. Cuando se iba a realizar el intercambio y estando todo listo, un sicario del cartel comenzó a abrir fuego contra la unidad del secretario, una unidad del cartel subió al gobernador y simplemente huyó de la zona sin importarle al detenido que teníamos. Los mayores 2 enfrentamientos armados que había vivido México desde que Felipe Calderón le había declarado la guerra al narcotráfico, habían sucedido el mismo día, en el mismo estado y con muy pocas horas de diferencia, sin saberlo, ese día habíamos sido parte de la historia.
    A sólo 1 hora de haberse acabo aquel conflicto armado ya se estaba desarrollando un plan para dar con el paradero del gobernador y la posible sede del CDS, todo dios estaba involucrado, SEDENA, MARINA, Policía Federal, todos estábamos ahí preparando La Operación Omega.
    La operación Omega al mando del secretario de marina fue una operación de fuerzas especiales con el objetivo de rescatar a Pedro el entonces gobernador de Tijuana. Inteligencia Naval confirmo que el CDS lo tenía capturado en uno de sus túneles para cruzar droga entre el estado de Tijuana y el Condado de San Diego, aproximadamente 46 miembros de la seguridad de Tijuana acudimos al llamado donde gracias a una excelente ejecución del plan no hubo un enfrentamiento armado, A base de francotiradores y una entrada de película a dicho túnel, los miembros del cartel no tuvieron tiempo de responder con agresión. El objetivo era sencillo, no armar una carnicera y extraer lo más rápido posible al gobernador de ahí, objetivo que logramos cumplir en menos de 2 horas.
    Pero sin duda lo que más me molestaba de lidiar con los altos mando de la ciudad, era toda la mierda que corría por el gobierno mexicano, comenzando por el siguiente gobernador cuando Pedro terminó su mandato, Alejandro, un tipo arrogante prepotente y sobre todo corrupto, desde el principio siempre tuvo nexos con otro cartel mexicano, que no solamente era un tránsito de drogas libre por el territorio de Tijuana, sino que también el mayor tráfico de armas que ha existido en algún gobierno mexicano, EN TODA LA HISTORIA, no solamente dejando que circularan con mucha facilidad, sino que también el mismo compraba estas armas y las vendía a distintos miembros de facciones, usándolas en contra de sus compañeros, o simplemente las revendían para continuar en una circulación constante por la ciudad y a su vez haciéndolas mucho más difíciles de rastrear.
    Así que sí, después de haber contactado con un amigo que vive en esta ciudad, he decido dejar mi país de origen por las acciones de unos pocos, el hecho que condicionen la seguridad pública para fines privados o personales se me hace la mayor bajeza que alguna persona puede cometer, podría soportar que ellos mismos se pongan en riesgo, que sus familias estén en riesgo por SU culpa, lo que nunca he podido soportar es que gente inocente esté en peligro a causa de que la billetera de un gobernador se esté inflando.
    —Eso de hecho tiene sentido, creo que nunca había escuchado a alguien tan enojado por algo tan común — agregó el señor después de haber escuchado con atención
    —Supongo que lo tiene, no quiero saber más de ahí, en principio voy de visita, pero espero conseguir la ciudadanía pronto — agregué
    —Y por qué no simplemente reportaste todos estos delitos a algún órgano superior del gobierno — preguntó con ternura
    —Creo que es más complicado que eso — le dije al señor que está a mi derecha en el avión


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