Autobiografía: Gianna Dauntless



  • Soy una peruana que se llama Gianna Dauntless. Nací un 11 de enero del año 2000, así que, a fecha de hoy, tengo 23 años. No tuve papá pues murió antes de que yo naciera. Obviamente, no tuve hermanos, debido que mi madre nunca se animó a “rehacer” su vida. A raíz de eso, ella se volvió una persona sobreprotectora conmigo, no me dejaba ser libre o tomar mis propias riendas… siempre se excusaba de que era por el peligroso barrio en donde vivíamos. He de admitir, que me cuesta un poco ser sociable pues no crecí con nadie. Además, mi mamá tenía dos jornadas distintas, donde intentaba rascar un poco de dinero para solventar nuestros gastos, sin embargo, no era suficiente.

    Aparte de ser a-social o tímida o como quieran llamarlo, soy una chica renegona, peleona y vengativa. Sé que no tiene sentido esto, pero me percaté que puedo demostrar mi verdadero ser con personas cercanas a mí, que lastimosamente, en su momento les hice daño. También, tengo el complejo de ser la mamá que siempre quise tener pues soy una chica que se preocupa por los demás, en especial, velo mucho por la salud y el bienestar ajeno. ¿Pueden creer que aprendí hacer RCP porque un tío me lo enseñó? Seguro en otro universo, fui paramédica.

    A pesar de haber vivido en los disturbios peruanos, nunca fui parte del barrio pues mi madre tenía miedo de que corriera con la misma suerte que mi papá. Supongo que no quería que le arrebaten el único lazo sanguíneo que le quedaba… mamá, si lees esto, discúlpame.

    Siempre tuve peleas con ella porque era alguien inestable. Me echaba la culpa de todo, supuestamente yo era la “culpable” de situaciones que no manejaba. Aquí, con 18 años, empezó mi resentimiento hacia ella. Aunque también desarrollé la culpa por pensar primero en mí, antes que en ella. Me escapaba de casa, haciéndola preocupar e incluso llorar por mi desconocido paradero, pero en realidad, estaba donde mi prima Cristel.

    Empecé a ser más cercana con mi prima, quién vivía un poco cerca de mi barrio. Mientras pasaban los años, crecía nuestra amistad, tanto así que nos llegamos a tratar como hermanas. Nos contábamos cosas familiares y el hecho de cómo queremos escapar de ahí. Así que, teniendo 19 años, empezamos a recaudar dinero trabajando de meseras en un reconocido restaurante del barrio. Nos demoramos como dos años en recaudar el dinero suficiente, pues íbamos poco a poco: comprábamos las maletas, los pasaportes, la VISA, ropa, elementos necesarios y estudiábamos inglés básico por youtube. Era común que su casa siempre se encuentre vacía, su familia era peor que la mía, así que aprovechamos en juntar nuestras pertenencias y guardarlas en un dormitorio extra que tenía.

    Una noche, mientras mi mamá quedó profundamente dormida por el alcohol, agarré las últimas cosas por empacar. Una que otra foto de mi madre junto a mi padre, una de ella sola y otra de nosotras dos. Me acerqué a darle un beso en la frente y dejarle una carta, donde le explicaba el por qué me iba y que no la culpaba de mis motivos. En cuanto la vi desde lejos, los ojos me ardían por el miedo de dejarla sola, por sentir culpa, por mi resentimiento y demás. Ahí fue que me percaté, que nunca dejé de ser alguien sensible. Me erguí la espalda, limpié las lagrimas y dejé las llaves de la casa en la misma mesa.

    Me fui a la casa de Cristel, para alistarnos e ir al aeropuerto. Sentíamos miedo, emoción y ansiedad, no sabíamos qué nos esperaba en USA pero fuimos de camino al viaje. Llegamos a las justas, nos aliviamos al saber que el vuelo aún no salía. Nos llamaron a que nos revisen las maletas, chequen todo y nos dejen pasar. Yo pasé con normalidad, pues mi pasaporte y VISA estaban bien pero fue a Cristel, que a último momento, no la dejaron pasar. Lloré cuando la agarraron y trataron de criminal, nunca entendí qué sucedió en ese momento pues yo ya tenía que embargar. Me la pasé llorando durante todo el vuelo, pensé: “¿Y ahora que se supone que hago? Si el plan era hacerlo juntas, ¡NO YO SOLA!” Quedé dormida en las horas restantes del vuelo y desperté con una hermosa vista, una ciudad oscura iluminada por las luces de los edificios. Traté de pensar como una adulta de 21 años, por ende, decidí seguir con el plan mientras espero a mi prima el tiempo que necesite pasar.

    Ya estando en E.E.U.U, el gobierno me ofreció 20k de dólares, así que decidí ir a comprarme un cuarto pequeño en la torre Adams. Hasta ahora recuerdo, como un taxista me recomendó que no comprase una torre en Davis porque era “peligroso”, lo recuerdo y río de la ternura. Aún sin tener a nadie a mi lado, decidí pasear por la ciudad y oír como hablaba la gente. Me sobró muy poco y juntándolo con el dinero ahorrado, no me alcanzaba para más de 2 semanas. Entré en desesperación, apliqué a todos los puestos de trabajos, pero ninguno me llamaba.

    Una tarde que me encontraba paseando por las calles del edificio Pillbox, me encontré con una señorita llamada Ivanna Fiorelli, ella me ofreció un contrato de bailarinas donde me juraba que se ganaría muchísimo dinero. Al principio desistí, pues no me veía como una de ellas, pero la necesidad de tener dinero fue por la cual acepté el contrato. Trabajé como 4 o 5 meses, allí conocí gente aburrida, gente idiota y gente “X”. Nadie quería realmente ser mi amiga o amigo, me veían como un objeto que solo bailaba, terminé por salirme de ese mundo creyendo que me encontraba estabilizada económicamente.

    Finalizando esa etapa, conocí a un tipo llamado Rodrigo Vialpando, quién solía juntarse con su hermano Raúl Vialpando y un amigo de ellos, Dani Haze. Empecé a ser cercana con Rodrigo y terminamos siendo pareja. Fue todo de rosas hasta que un amigo del colegio, Giacomo Ginocchio, me escribió al celular diciéndome que tenía pruebas de mi ex siéndome infiel. Me mandó la prueba por una app, donde era una conversación de una bailarina que yo conocía con Ginocchio, le decía que vio a Rodrigo entrar a un privado con una chica llamada Venus. ¿Lo peor? No había sido una vez, pues frecuentaba mucho con esa chica cuando yo dormía. A partir de ahí, había decidido cerrarme al amor, lo confronté y él me lo negó todo. Le conté la situación a Haze y a Raúl, ellos me apoyaron en confrontarlo y también en hacerle algo más… ¿qué cosa? No creo que sea conveniente decirlo, solo diré que terminé en prisión junto a Raúl.

    Es muy gracioso que el día que nos encarcelaron juntos, fue el momento donde empezamos a ser cercanos. Juntos molestábamos a su hermano, pues le daba celos que pasara tiempo con Raúl que con él. Claro está que Rodrigo intentó volver conmigo, lo que no sabía es que yo no soy una chica manipulable, por eso lo mandé a comer piso. Poco a poco, Rodrigo se fue olvidando de mí y yo comencé a frecuentarme con Raúl y Haze.

    Un 7 de marzo del 2022, Raúl me llevó a un muelle bonito. Me hizo sentar en la madera porque quería estar sentado al lado mío. Lo notaba nervioso y tenso, situación que me enterneció, pues nunca lo vi así. Me hizo la gran pregunta de ser pareja, le respondí sinceramente: “Me da miedo terminar igual que tu hermano. Me da miedo que me falles.” Me súper juró que él no sería capaz de ser alguien infiel, que él tiene sus propios valores y principios. Su respuesta me hizo sentir esa chispita de darle otra oportunidad al amor. Me volvió a preguntar lo mismo y le respondí con un beso. Nos miramos y sonreímos nerviosos, fue la noche más bonita de la vida. Se levantó, se fue donde su auto y sacó una cajita roja en forma de corazón para dármela. Me puse tan nerviosa que no podía ni abrir la caja, reía de lo estúpida que me veía frente a él. Me enseñó a abrir la caja sin romperla, dentro había chocolates y un osito blanco sujetando un corazón. Fue tan mágico y lindo, que le agradecí con otro besito.

    Fue ahí, que nunca más estuve sola. Siempre había aventuras por aquí o por allá, pero siempre juntos. Me llevaba a bonitos lugares, sitios donde los recuerdos hablan por sí solos y sitios a donde queremos ir. Además, empezamos a hacer negocios juntos como nuestra propia empresa de taxis: MyR transports; por problemas administrativos cerramos la empresa. Compramos un piso en Pillbox, me mudé para vivir con el amor de mi vida. Compré tres roperos para mí y otra para él, jiji. Amueblamos el baño, la cocina, los estantes y nuestro set ups. ¡Por cierto! Adoptamos una gatita atigrada, la llamamos Amelia y es nuestra hijita regalona.

    Mi novio siguió con sus propias empresas y yo decidí ganar experiencia laboral siendo mecánica en Benefactor, luego entró otro director en la misma sede, pero también me contaron la experiencia laboral. Ahora soy mecánica oficial en Redwood, gano lo suficiente como para solventar los gastos básicos de mi hogar, el mantenimiento de nuestra gatita y caprichos para mi enamorado.

    Los hermanos Méndez, Jorge (Mono) y Sebastián, son amigos de mi novio. Poco a poco los fui conociendo, me cayeron tan bien que se convirtieron en amigos míos. Me recomendaron al taller Benefactor, fue por su palabra que me contrataron porque no tenía experiencia laboral previa. Allí la amistad fue creciendo, agradezco por los momentos estúpidos que logran hacer reírme. Luego marcharon del Benefactor, sin embargo, se mantuvo el contacto mediante el celular. Los volví a encontrar en el taller Redwood, así que me siento como en casa.


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