Ignacio Vergara



  • Nombre : Ignacio Ramón.
    Apellido : Vergara.
    Fecha de nacimiento : 8/8/2003.
    Edad : 18 Años.
    Procedencia : Buenos Aires, Argentina.
    Familia : María Teresa Núñez (Madre), Rafael Junior Vergara (Hermano)
    Profesión/formación : Secundario completo con muy bajo promedio, luego de terminar el colegio comenzó a trabajar en un taller de su tío Carlos como aprendiz de mecánico.
    Antecedentes penales : A sus 15 años lo detuvieron robando una tienda de un barrio de clase media. Como era menor no tuvo mayor repercusión.
    Historial médico : Historial toxicológico: A los 15 años el consumo de paco lo deja en un estado de desnutrición el cual debió ser tratado con urgencias.
    Clase social : Baja
    Raza : Latinoamericano.
    Altura : 174
    Peso : 69
    Complexión : Normal.
    Modificaciones personales : Tatuaje con el nombre de la madre en el antebrazo izquierdo.
    Personalidad / Carácter : Ignacio actualmente es una persona que carga con una infancia muy dura la cual fortaleció un carácter bastante particular, es muy mal hablado, carece de modales pero con quien lo considere es muy respetuoso, a la hora de decir las cosas no tiene tapujos y es firme cuando debe de tomar algún tipo de decisión, le cuesta muchísimo pedir ayuda pese a su gran egocentrismo que demuestra con firmeza cuando está con gente, lo que no demuestra es que realmente es una persona muy frágil la cual está en una constante cuerda floja.
    Intereses / Gustos : Nacho es un apasionado de los motores, el skate, las bicis, la música de su país, los dibujos animados y el futbol.
    Aversiones : Detesta la desigualdad social, los esnobs y la gente tibia/indiferente.
    Fortalezas : Nacho es muy perseverante, empático, practico y fuerte.
    Debilidades : Su mayor debilidad es su madre, las drogas y su temperamento.
    Objetivos : Viajo a Los Santos para conseguir un mejor trabajo y poder darle una mano a su madre, hará lo que sea necesario para proveerla.


    Biografia :
    Ignacio Ramón Vergara es hijo de María Teresa Núñez, una simple empleada doméstica que trabajó día y noche para criar a sus dos hijos, y Rafael Jesús Rodríguez, un total desconocido para Ignacio. Nació y se crio en el sur de la provincia de Buenos Aires, Argentina, más específicamente en una villa llamada Villa Cartón. Villa Cartón es una barrio que concentra una gran cantidad de pobres de la provincia Argentina, la tasa de inseguridad, drogadicción y narcotráfico que posee esta comuna es muy alta, por lo tanto, no hay muchas oportunidades.

    Nacho para sus familiares y amigos, Ramon para aquellos que consideraba desconocidos, fortaleció sus primeros años de la infancia jugando al futbol con su hermano mayor Rafael Junior, al que consideraba como un padre, pese a que Rafael Jesús, su padre biológico, abandonó a su familia al enterarse de la llegada de Ignacio. Esos primeros años fueron muy felices para Nacho, quien al salir del colegió y esperaba sentadito durante horas frente al aula donde asistía su hermano mayor. Al salir del colegio, ambos caminaban kilómetros hasta llegar al barrio Manitas. Para ese entonces eran las 16 horas y ninguno de los dos había almorzado, esto era muy común para ambos. De vez en cuando, el cantinero del colegió al que asistía Nacho se conmovía al verlo esperar y ofrecía a éste un Sándwich. Al llegar a casa junto a su hermano merendaban lo poco que había y salir a jugar al futbol con los amigos del barrio. Estaban horas y horas hasta que su madre María Teresa, junto con dos bolsas grandes en cada mano, pasaba por el potrero de barrio cuando llegaba de trabajar, les hacía un chiflido particular y ambos iban corriendo a ayudarla.

    Al pasar el tiempo Nacho ya no esperaba a su hermano mayor frente del aula, Rafael Junior había dejado el colegio para poder trabajar en una verdulería del barrio Manitas para poder así colaborar con su madre. Con once años, el pequeño Ignacio caminaba solo todos esos kilómetros para llegar al barrio, sentarse en la vereda del negocio y jugar con sus cordones mientras esperaba que Rafael Junior cargara cajones de verduras y frutas. Junior fue pillado más de una vez por su jefe dándole frutas a su pequeño hermano Ignacio, el hermano mayor era consciente de la mala alimentación que sostenía su familia. Esto, al jefe de Rafael no le gustó nada, quien tuvo que tomar medidas y despedirlo.

    Ignacio siempre fue una persona de pocos amigos, su único amigo hasta ese día había sido su hermano mayor Junior, los compañeros del colegio no eran muy agradables que digamos, muchos se burlaban de su aspecto físico… Al pasar un tiempo se animó a volver a jugar futbol en el potrero del barrio Manitas, donde conoció a un grupo de chicos mayor que él, quienes lo adoptaron al grupo y bautizaron como Gacela, por lo flaquito y gran velocidad a la hora de jugar futbol, las cosas para el pequeño Nacho iban mejorando, en cambio para Rafael Junior no se pusieron nada bien, pues, conseguir empleo sin tener siquiera estudios secundarios era muy difícil, en su barrio comenzó a correr rumores que le robaba al verdulero y nadie quería emplearlo, fue así como tuvo que recurrir a un viejo amigo del colegio, quien no tenía fama de cometer actos legales...

    Junior comenzó a vender drogas de muy mala calidad en el barrio, escondía la mercadería debajo de su colchón, colchón que compartía con su hermano menor Ignacio.

    Una tarde de sábado, el pequeño Nacho jugaba con su pelota de trapo recostado boca arriba en su cama, desgraciadamente ese día la pelota cayo bajo ésta y al recogerla, una pequeña bolsa color canela se asomaba, la bolsa contenía mucha mierda a la que denominaban Bazuco. Ignacio saco la bolsa que estaba haciendo presión con la madera de la cama, se olvidó de la pelota y se sentó en su cama junto con ella. Abrió la bolsa y un olor muy fuerte invadió el olfato de Ignacio, poco le importó porque tenía hambre... con la yema de su dedo pulgar y su dedo índice, cogió una pizca de ese polvo cuasi amarillento llevándoselo a la boca, automáticamente le escupió, pero sus labios y lengua quedaron medio dormidos.

    Al rato pasaron a buscarlo su grupo de amigos para jugar futbol en el potrero, a las horas, volvieron todos cansados y hambrientos, pero como de costumbre en la casa del pequeño Nacho no había nada más que esa bolsa... Bolsa que ofreció inocentemente a su grupo de amigos, uno de ellos se rio irónicamente pensando que la Gacela les estaba haciendo un chiste, pero al ver su reacción se dio cuenta que no.

    -"Eso no es comida parce..." dijo con un tono entre risas. -"¿De dónde usted ha sacado eso?" Le pregunto mientras se acercó a olfatear la bolsa. El muchacho le explicó a Nacho que eso no era comida, sino que droga y que se consumía con una pipa, éste le pidió que le diera un poco a cambio de una pipa casera, Nacho lamentablemente accedió.

    Fue así como a los quince años el pequeño Ignacio conoció la pasta base, droga que hacía que perdiera el apetito, apetito que frecuentaba tener regularmente...

    Los meses fueron pasando, y ese año fue muy gris para el pequeño Nacho. Comenzó a drogarse frecuentemente con uno de sus amigos mayores el cual estaba en una situación similar a la de Nacho, pues en el barrio de las manitas no era todo color de rosas, casi no había rosas...

    Una tarde salieron del barrio y comenzaron a recorrer las calles de Buenos aires donde pasaron por una tienda, ambos estaban bajos los efectos de la pasta base. -"Oiga parce, mire esas zapatillas" Le señaló el amigo al pequeño Nacho un par de zapatillas que había en una de las vidrieras de la tienda. -"¿Le gusta verdad?". Se arrimo a la puerta mientras miraba a Nacho y volvía a exclamar... -"Avíseme si viene alguien Gacela". El joven sacó un arma de fuego de la parte trasera de su pantalón deportivo y apunto al dueño de la tienda. El pequeño Nacho comenzó a transpirar y el calor que sintió en el cuerpo era incomparable, miraba para todos lados paranoico, parecía que el muchacho no iba a salir nunca de la tienda. A los pocos segundos el dueño de la tienda le da el dinero y al salir el muchacho recoge el par de zapatillas que estaba en la vidriera.

    Ambos comenzaron a correr desaforadamente en dirección al sur, estaban muy lejos de su barrio, por suerte ese día no paso nada, el joven Nacho recibió el par de Nikes que había en esa vidriera y no podía creer que las había conseguido sin haber hecho nada.

    Este tipo de actos comenzaron a realizarse con frecuencia, no solo se juntaban a drogarse, sino que también salían a delinquir. Atracaron un estacionamiento, una juguetería, una licorería y hasta una farmacia.

    Nacho sentía que estaba preparado para salir a delinquir solo, pues, su primer objetivo era la vieja verdulería donde trabajaba su hermano, verdulería la cual siempre se habló mal en la casa de los Vergara.

    Era de noche, la verdulería estaba cerrando, Nacho le había pedido prestada el arma a su amigo y sin pensarlo dos veces se acercó encapuchado y con el arma en la mano apunto a la espalda del comerciante. -"Se queda calladito y me da todo lo que tenga en la caja, viejo gonorrea". El dueño del local comenzó a quitar el dinero de la caja fuerte mientras intentaba disimuladamente ver al asaltante, un ruido extraño en el exterior del comercio hace que Nacho gire bruscamente a ver qué pasaba, en ese momento el dueño del local hace una maniobra agresiva quitándole el arma al niño, le apunta y le dice que se quite la capucha, al quitarse la capucha el viejo se queda boquiabierto, el joven Nacho al ver que el viejo lo reconoce sale corriendo sin importar nada.

    Esa misma noche, la policía tocó a la puerta de la señora María Teresa preguntando por su hijo Ignacio Ramón, éstos tenían una orden de requisar la casa en busca de armas de fuego. María Teresa se reía, no podía creer lo que estaba pasando.

    Fue así que la policía encontró bolsas de pasta base y marihuana bajo la cama de los hermanos, la policía se llevó detenida a María Teresa y su hijo Rafael Junior. Ignacio esa noche durmió helado en la comisaría donde no paro de llorar culpable por todo lo que había sucedido. Al día siguiente Rafael Junior declara en la comisaria que todo lo que había en la casa era suyo y que liberaran a su madre que nada tenía que ver con eso.

    Rafael fue condenado en un tribunal penal con una condena de 12 años por tráfico de drogas.

    María Teresa estaba destrozada, Ignacio sentía una culpa encima que jamás se lo perdonaría, ni él ni su hermano. Fueron varios días donde doña Teresa lloraba por las noches, sin ganas de levantarse al día siguiente para ir a trabajar. Nacho, con muchísima vergüenza, pues ya hacía varios días que no se dirigían la palabra, se acerca a su madre a pedirle disculpas y comentarle lo que estaba sintiendo.

    Fue así que ese día la madre entro en razón y se dio cuenta de lo que estaba pasando, miro de arriba abajo a su hijo menor y le pidió perdón, Nacho no entendía, pero abrazó muy fuerte a su madre.

    Al comentarle a su madre sobre el frecuente uso de drogas, doña Teresa se dirigió al pastor del barrio las manitas a comentarle la situación de su hijo. Ese mismo día tuvo una charla con el sujeto y comenzó su tratamiento de rehabilitación.

    Nacho tuvo que dejar el colegio para ir a una granja de rehabilitación a las afueras de la ciudadela. Los primeros meses fueron dificilísimos para él, pues la abstinencia que sentía por ese estupefaciente era muy grande. A medida que paso el tiempo se fue recuperando, aprendió a trabajar con los animales y con los cultivos. Cuando creyeron que Nacho ya estaba rehabilitado lo mandaron nuevamente a su casa donde su madre lo esperaba con una sonrisa de oreja a oreja. Le hizo prometer a su madre que al año siguiente se reincorporaría al colegio y que terminaría sus estudios, pero que mientras tanto trabajaría.

    Fue así que recurrió a pedirle trabajo a su tío Carlos, quien era hermano de su madre. El taller del tío Carlos no quedaba cerca de la ciudadela, pero eso no era un problema para alguien que se cruzaba media ciudad caminando desde los ocho años.

    Al año siguiente Ignacio volvió a estudiar, cuando salía del colegio iba a trabajar... cada tanto solía ir a jugar al futbol con sus amigos, esa rutina la repitió hasta terminar el secundario donde hizo poner muy contenta a su madre y al parecer a su hermano, quien le había escrito una carta desde el penal felicitándolo y expresando lo mucho que quería y extrañaba.
    Nacho siguió trabajando en el taller, donde lamentablemente no ganaba mucho, su tío no podía aumentarle más de lo que le pagaba, el taller era pequeño y los recursos escasos, fue entonces donde el tío Carlos le comentó sobre un conocido que tenía en Los Santos, que allí podía llegar a conseguir algo más de dinero y que podía hasta llegar a enviarle dinero a su madre. Trabajo unos cuantos meses más para poder sacar su pasaje, pidió la visa de trabajo y marcho a Los Santos.


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