Daron Mcalister



    • Nombre: Daron
    • Apellidos: Mcalister
    • Edad: 30
    • Lugar de nacimiento: Argentina
    • Descripción física: Hombre de tez blanca, cabello castaño, ojos color azul y barba corta.
      Tiene un par de tatuajes y normalmente usa pendientes.
      -Descripción psicológica: Daron es una persona muy reservada y desconfiada.
      Constantemente tiene recuerdos no muy agradables de su niñez, pero intenta que eso no
      influya en su día a día. Suele ser alguien impulsivo y hasta cierto punto explosivo, aunque
      trata de controlarlo y contenerlo para evitar herir sensibilidades. Es emprendedor, siempre
      busca la forma de sobresalir.
    • Trasfondo histórico:
      Daron Mcalister nació el 8 de junio de 1990 en Argentina, específicamente en un barrio
      humilde llamado Billinghurst de Gran Buenos Aires. Hijo de un padre ex militar, totalmente
      atormentado por sus vivencias y una madre que en lo único que pensaba era en
      desaparecer.
      Su infancia fue bastante complicada en cuanto a lo afectivo se refiere, creciendo en una
      burbuja tóxica la cual llamaba hogar. Se preguntarán: ¿por qué describir de esta forma tu
      hogar? Lamentablemente toda su niñez se desarrolló dentro de las cuatro paredes de su
      casa, con un casi nulo contacto con gente de su edad, la cual solo veía en su escuela; se
      puede decir que no asistía a fiestas de cumpleaños, no iba a jugar con vecinos, ni nada de
      lo que un niño normal haría. Solamente le era permitido estar dentro de su casa.
      Esta soledad, mezclada con la inocencia característica de un niño, lo único que generaron
      fueron sentimientos negativos dentro suyo, pero al mismo tiempo, le enseñó a valerse por sí
      mismo. Uno pensaría que su momento de luz dentro de tanta niebla, sería en su escuela, al
      tener contacto con más gente con quienes reír y divertirse, pero la realidad es que no fue
      así, ni de cerca. Daron fue objetivo de burlas y, cuando había peleas en la escuela, lo más
      probable era que Daron sea partícipe de ellas, recibiendo por supuesto varios golpes, a los
      cuales no podría responder por su pequeño tamaño en comparación al resto.
      Pasaron los años y lo anteriormente relatado fue acumulandose en su ser, sentimientos de
      soledad, depresión, oscuridad; todo aquello nublaba su forma de ver el mundo, pero aun
      así, y a duras penas, llegó a lo que fueron sus últimos años de escuela. Se puede decir que
      en su cabeza no habitaban los típicos pensamientos de un chico de dieciocho, no pensaba
      en qué carrera seguir, qué futuro esperar ni mucho menos formar una familia, ya que solo
      desarrolló un esquivo comportamiento con las personas.
      Así continuó, hasta que llegó el momento esperado, ese momento que en su cabeza
      fantaseó por años; el momento de dejar la escuela y desaparecer de la vida de todos.
      Estaba rindiendo los últimos exámenes con los que culminaría, por fin, su vida escolar.
      Cualquiera diría que aquellos eran los días más complicados y tensos de la vida estudiantil,
      pero para Daron no era así, pues le parecía sumamente fácil y los hechos relataron lo
      mismo. Aprobó cada una de las asignaturas sin ningún inconveniente, a pesar de que
      habían muchas que no le gustaban para nada, sin embargo, no tenía nada más para hacer,
      que estudiar.
      Un día en uno de los constantes y comunes ataques de ira que caracterizaban a su padre
      se enfrentó a él y en un torbellino de emociones tomó un poco de dinero y sus cosas, las
      cuales no eran muchas y se fue de su casa. Estuvo vagando sin rumbo durante horas. Una
      vez que se alejó todo lo que pudo, pensó: ¿qué me queda por hacer aquí? ¿para qué voy a
      volver? Entonces, se acordó que había un sitio en particular que él quería conocer, así que
      compró un ticket y viajó a New york, EEUU. La idea en su cabeza era simple: rehacer su
      vida, pero ¿cómo empezar de cero cuando por dentro se encontraba totalmente roto? Era la
      pregunta que resonaba en su cabeza cada noche.
      Pasaron los días y nada salió como esperaba, dormía en lugares abandonados y cuando
      tenía algo de suerte, se alojaba en hoteles de paso. Sobrevivía al hambre con una lata de
      conservas de cena entre gritos y disparos de fondo, pero a pesar de ello, él creía que
      cualquier cosa era mejor que su mal llamado “hogar”.
      Una noche fría, en uno de esos callejones húmedos de New York, se escucharon varios
      gritos, pero no eran los típicos gritos de alguien siendo atracado, sino que eran en su
      mayoría hombres gritando y exclamando: ¡sangre! Daron se despertó de golpe, asustado y
      sobresaltado. A pesar de sentirse de esa manera, se asomó con cuidado desde el edificio
      abandonado donde se encontraba, y divisó cómo en ese lugar se llevaban a cabo lo que
      parecía ser unas peleas ilegales. Luego de comprender lo que estaba sucediendo y, por un
      acto involuntario de su cuerpo, se levantó, se vistió y caminó hacia la puerta totalmente
      decidido a participar de la misma. ¿Por qué lo haría? Quizás porque la vida lo había
      golpeado tantas veces y de formas diferentes, que instintivamente tuvo el impulso de hacer
      lo que mejor conoció a lo largo de toda su vida: pelear.
      La adrenalina que sentía en medio de la pelea, la misma que le impedía sentir el dolor de
      los golpes, era como una droga en el cuerpo de Daron. En ese preciso instante, había
      encontrado la manera perfecta de huir de sus problemas: mediante peleas callejeras.
      Después de aquella noche, las peleas callejeras se volvieron una rutina para Daron. Había
      conocido gente que vivía en condiciones similares, y peores a las de él, por lo que se
      adentró en un mundo totalmente oscuro. A medida que se hacía de amistades, cada vez
      más peligrosas, comenzó a realizar otro tipo de actividades delictivas, como: venta de
      drogas, procesamiento de las mismas, tráfico de materiales ilegales, y de vez en cuando,
      también ayudaba a realizar pequeños robos.
      Este ritmo de vida, sumado al consumo de drogas, lo llevó a perder el control de muchas de
      sus acciones. Un día, estando bajo los efectos de estupefacientes múltiples, se involucró en
      una pelea callejera como tenía por costumbre, pero a diferencia de las otras, en esta última
      terminó fatal. Tras quedar gravemente herido y abandonado en un callejón, una persona
      desconocida se acercó a socorrerlo, quien se convertiría en alguien importante para Daron.
      Esta persona, al tener conocimientos de primeros auxilios, pudo ayudar a Daron sin tener la
      necesidad de llevarlo a un hospital, ya que en este le harían muchas preguntas y
      seguramente terminaría preso. Con el paso del tiempo, ambos logran construir una amistad
      duradera mientras Daron se recuperaba de todas sus heridas. En ese lapso, Daron logró
      comprender desde otro punto de vista, que la vida no solamente se trataba de huir y buscar
      salidas fáciles a sus problemas, sino buscar la forma de mejorar su vida o quizás, incluso,
      ayudar a salvar la de otros como hicieron con él. Logró superarse personalmente y se
      estableció en aquella ciudad. Buscó trabajos aunque fueran temporales y de poca paga,
      pero que le ayudaran a crear un pequeño capital para poder vivir bien, aún así las viejas
      amistades lo perseguían, por lo que decide viajar nuevamente y esta vez su destino sería
      Los Santos.

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