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Un nuevo comienzo, Tom Callahan
Tiempo ha pasado desde que Tom salió de la cárcel, numerosas aventuras y anécdotas ha vivido desde aquella tarde en la que hizo una llamada a un número desconocido.
Tom, se mudó al norte del estado y comenzó a hacer vida con los lugareños de la zona, pero el destino no se hizo esperar. Pronto estuvo haciendo recados de aquí para allá para unos nuevos amigos que estaba conociendo y con los que compartía ideales. Grandes personas, terribles para sus enemigos, pero grandiosas para los que no lo son.
A menudo le llamaban para realizar movimientos de vigilancia y seguridad en muchos lugares, como en la empresa de la noche Goddess o en otros sitios más oscuros.
Gracias a estas relaciones, conoció a grandes amigos como un norteño llamado Phil y una chica algo rara llamada Lexi, con los cuales suele pasar sus ratos libres o ir a beber a algún lugar alejado de la mano de dios. Grandes momentos ha vivido con ellos.
El tiempo pasa y Tom cada vez va cogiendo más confianza con su nuevo grupo de amistades. Suele trabajar codo con codo con un gran amigo llamado Opie, con el que las risas están aseguradas.
A medida que Tom se va fusionando cada vez más y más a lo que se conoce coloquialmente como “la hermandad”, más y más gente conoce. Leon, Kyran, Recker… grandes ejemplos a seguir para Tom, el cual los mira con respeto e intenta seguir sus pasos hacía lo desconocido.
Con el tiempo, Tom empezó a ser reconocido ya entre los lugareños del norte y las amistades siguieron surgiendo. Así como nuevos trabajos y oportunidades.
Hasta que el día llegó, “A” encargó la responsabilidad de gestionar la recogida y el pago de un trabajo a Tom. Sorprendido ante ello, nervioso y junto a un novato llamado Nash, se encargaron de ello. Todo salió a la perfección y ningún obstáculo salió al encuentro de ellos.
El gran momento no se hizo esperar, al cabo de poco tiempo, “A” citó a Tom junto a algunos de sus amigos en una tienda de tatuajes para convertirlo en un hermano más, grabándole con tinta y sangre el mérito reconocido. Así pues, para Tom, ya no son amigos, sino algo más… hermanos.
Esa misma noche se celebraba el regreso de un importante hermano, “J”, con un torneo de boxeo entre toda la hermandad y para sorpresa de muchos, Tom, gracias a su maestro y ejemplo a seguir “Leon”, salió victorioso y campeón del mismo, coronando ese día como uno de los mejores y que siempre recordará de su vida.
La Hermandad es lo primero.
Recordar a mis amigos de la hermandad es como caminar por un sendero lleno de espinas, cada recuerdo es un dolor agudo que me atraviesa el corazón. Hank fue mi primer contacto con la hermandad, un hombre sencillo pero con valores inquebrantables. Fue gracias a él que entendí la importancia de la lealtad y el compromiso con la hermandad. Su muerte fue un golpe duro, pero sabía que había traicionado a los nuestros y que la ley de la hermandad era implacable.
Luego vino Leon, mi instructor y amigo. Él me enseñó que el dolor era solo una construcción de la mente y que podía superarse con la fuerza de la voluntad. Pero a pesar de sus enseñanzas, cayó presa de las drogas y perdió su camino. Su muerte me dejó con un vacío en el alma que nunca he podido llenar.
Wade fue un gran hermano, un compañero de sangre en todo sentido. Era el tipo de persona en la que podías confiar ciegamente, y él siempre estaba dispuesto a dar la vida por la hermandad. Su muerte fue un recordatorio cruel de que nadie está a salvo de la traición, incluso dentro de nuestros propios muros.
Sadie, la niña traviesa, tenía un futuro brillante por delante. Pero su camino se desvió y terminó traicionando a los nuestros. Su muerte me dejó con un sabor amargo en la boca, preguntándome si podría haber hecho algo para evitar que tomara ese camino.
Por último, Nash, un novato que aprendió junto a mí y se convirtió en uno de mis amigos más cercanos. Su muerte fue la más dolorosa de todas, no solo porque su mente lo había traicionado, sino porque yo mismo fui quien tuvo que poner fin a su vida. Pero la hermandad es lo primero, y la ley de la hermandad no admite excepciones.
Cada uno de ellos significó algo especial para mí, y cada uno dejó un vacío en mi vida que nunca se llenará. Sus nombres y sus recuerdos aún me persiguen, como una sombra que nunca puedo dejar atrás.
Pero sé que sus muertes no fueron en vano. Fueron un recordatorio de que la Hermandad es lo primero, por encima de todo. Por encima de tu vida, de tu país, tu familia y de Dios. Y yo estoy aquí para asegurarme de que así sea. La Hermandad es lo primero.
A P B