Your browser does not seem to support JavaScript. As a result, your viewing experience will be diminished, and you may not be able to execute some actions.
Please download a browser that supports JavaScript, or enable it if it's disabled (i.e. NoScript).
Las cosas, de momento iban bien, los chicos comenzaban a moverse buscando un sitio seguro donde ubicarnos y dejar las motos dormir, y poco a poco, se comenzaba a ganar dinero, ¿cómo? pues de momento, de forma legal, ensuciándonos las manos en los bajos de los vehículos al norte de Los Santos, en un pequeño taller abandonado de la mano de Dios, en Gasepeed y así poder conseguir algunos billetes para reparar la moto, y ponerle algún que otro extra a la pequeña.
Además de todo eso, conseguir contactar con un antiguo compañero mío de ruta, con quién en su día, compartí cierta chupa y algunos parches defendiendo un Club que ahora mismo, desconocía a todos sus actuales miembros.
Después de unos cuantos días dando vueltas y vueltas, necesitábamos despejar un poco la cabeza, y aprovechando aquel día soleado, el presi, y demás miembros parcheados, decidimos dar una vuelta por la zona norte de Los Santos, aprovechando el día que hacía, el sol y la temperatura, para así poder despejar un poco la cabeza y las ideas que teníamos, tantas, que no nos convencía ninguna.
Y para más colmo del asunto, la moto no cesaba de dar problemas, se apagaba el motor por algún fallo tonto seguramente, algún chispazo soltaba en el lateral de esta, así que si o si necesitábamos conseguir dinero para reparar estas y tenerlas a punto día tras día.
Después de un día duro descargando pescados en el lago de Sandy de sol a sol, el presidente del Club, mi hermano, me llamó para entregarme un pequeño regalo que había conseguido para el, y para mi, de momento, a falta de conseguir alguno más para los demás miembros parcheados del Club.
En cuanto me presenté allí, el muy cabrón saco una pistola para hacer la gracia, apuntándome con esta y riéndose por mi reacción, ya que en absoluto me esperaba algo así, y por fin me di cuenta, de que empezábamos a hacer contactos en la ciudad, y que poco a poco la gente nos iba conociendo, sin aún llevar los parches de forma publica, ya que únicamente llevábamos las chupas de vez en cuando, con algún que otro parche personal. Tras hablar con el alguna que otra cosa sin importancia, finalmente terminó por darme la que había conseguido para mi. Estaba vieja y algo oxidada, pero mientras que disparase una bala cada vez que apretase el gatillo, era más que suficiente para tener algo con que defenderme.
Tras una larga ruta en nuestras antiguas y reparadas motos, para ver que tal respondían a las duras curvas y largas rectas de la autopista de Los Santos hacía el norte, pudimos encontrar un pequeño almacén, principalmente abandonado, dónde terminamos pasando un par de días, durmiendo en el interior y haciendo algún que otro contacto por el pueblo de Paleto Bay. Pero tras comprobar que no nos salía demasiado rentable estar tan lejos de Los Santos, y prácticamente a la otra parte de la isla, decidimos desechar aquella idea y volver a buscar un buen sitio lo más cercano a Los Santos posible.
Una pena, aquel sitio era una autentica ganga y nos gustaba demasiado, apartado en un pequeño pueblo con poca gente y poca actividad, y así podíamos haber pasado más desapercibidos.
Los chavales estaban contentos, el presidente también viendo el trayecto que poco a poco íbamos consiguiendo, así que lo próximo era volver a Los Santos, amueblar el piso en la torre de forma temporal, y conseguir algunos contactos más para tener algo para defendernos, de posiblemente, otros MC's. Aunque la idea de salir con las motos a buscarlos y así hacer amigos, no era tan descabellada.
Por fin, y tras estar de nuevo en la ciudad, Korey y yo nos pusimos manos a la obra para organizar una pequeña ruta por la zona norte de Los Santos, visitar a algún que otro MC con el cual empezábamos a tener contacto, y así dejarnos ver como lo que éramos; un grupo y una familia unida.
Uno de nuestros mejores hombres se adelantó para acercarse hasta la Ruta 68 y así poder tener una pequeña conversación con uno de los MC más importantes de la zona, aceptando así el poder reunirnos, conocernos, charlar y tomar algunas cervezas aprovechando el atardecer que nos brindaba aquella zona apartada de Los Santos.
Todo había ido bastante bien, Korey y su presidente se habían conocido finalmente, nuestros secretarios habían dado sus respectivos números, y parecía que la cosa había empezado con buen pie. Después del encontronazo que habíamos tenido que un miembro de ellos en uno de nuestros viajes a Paleto, que menos que acércanos personalmente a pedir disculpas y darnos a conocer.
Después de la pequeña reunión que tuvimos la noche anterior con alguna gente del Norte, me desperté bien tarde, casi a la hora de comer, y adormilado tuve que acercarme al banco central para arreglar unos papeles y sacar algo de dinero para las arcas del Club, ya que teníamos que seguir amueblando el piso que habíamos comprado temporalmente.
Los chicos poco a poco comenzaban a funcionar cada vez más, y cada vez mejor, la organización y la jerarquía comenzaba a dar sus frutos, Korey cuidaba de todos, yo cuidaba de los muchachos y a su vez, los muchachos cuidaban de los chavales. Aunque aquella mañana, había recibido una llamada y una buena noticia; nos seguía llegando más sangre irlandesa a combatir nuestra causa y a ayudarnos en nuestras filas.
Nora, la autentica Nora, la chica guerra del colegio, la cual no se dejaba pisar ni por nada, ni por nadie, suficiente tenia en casa defendiendo su puesto de hermana pequeña, con la horda de hermanos mayores que tenia por encima de ella. Una chica que llegaba con las ideas bien claras y con un carácter indomable, lo que necesitábamos como apoyo fuerte dentro del Club, aunque de momento, vendría como invitada unos cuantos días. Así que lo primero que tuvimos que hacer, fue presentársela a nuestro Sgt, y que uno de los novatos pusiera un par de cervezas mientras la conocían, a falta del resto del grupo y sobretodo, del Presidente.
Tras unos cuantos días en la ciudad, los chicos y yo necesitábamos un poco de aire fresco, de estar varias horas sentados en nuestros motos disfrutando de la carretera y del paisaje, y que mejor zona que irnos al norte, o eso fue lo que hablé en un principio con Korey, y a los pocos minutos ya habíamos montado una ruta con varias paradas, que en total fue casi de unas cuatro horas.
A los chicos les gustó bastante, estábamos casi todos, y fue una buena forma de poder integrar poco a poco a Nora en el grupo, aunque aún no nos habíamos puesto manos a la obra con su moto vieja, que la había traído directamente desde Irlanda. Parecía que a los chicos les había caído bien, y aquello era un buen punto de inicio; comenzar con muy buen pie.
Tras aquel pequeño encontronazo que tuvo uno de nuestros miembros parcheados con aquel grupo de personas frente al garaje de quedadas, parece que hicimos las paces y con ello, una buena y fuerte amistad, eso sí, nos tuvimos que pasar un par de chavales y yo a hablar con ellos e intentar arreglar las cosas.
Se trataba de una familia, abuelo, madre e hija, y les gustaba usar las herramientas como a nosotros, además de que tenían pensado montar un pequeño taller, un negocio familiar cerca nuestro y claramente, aquello nos venía de lujo para tener a nuestras pequeñas siempre preparadas y atendidas día tras día.
Al final, y tras un par dar de horas hablando con ellos, terminé firmando un contrato para comenzar a trabajar allí, y así tener un pequeño taller bien cerca nuestro, un punto para conocer más gente, y aprovechando la ocasión terminé metiendo a un par de los nuevos chicos a trabajar allí, ayudando así al negocio familiar. Era una buena idea para poder captar la atención de gente apasionada de las motos como nosotros, y quién sabe si futuros Prospects para el club.
Después de unos cuantos días en Irlanda por problemas personales, y aprovechando estos para tener una excusa y visitar a nuestra familia, por fin volvía a Los Santos con más ganas que nunca de estar con mi hermano y con el resto de miembros del Club, de volver a montar en la moto y disfrutar de un buen viaje por la carretera, escuchando el ruido del motor rugir, y a mis hermanos pasándolo bien, como siempre.
Pero nada más llegar, y como siempre... Korey ya me puso a trabajar, para eso soy su mano derecha, su vicepresidente, ¿no? además de su hermano pequeño... ¿y qué tuvimos que hacer nada más llegar? Limpiar las motos, echar gasolina, pillar el chaleco, y subirnos hasta el norte para una pequeña reunión con unos nuevos, aunque viejos conocidos en el Yellow Jack.
En uno de nuestros primeros viajes al norte, para ir a conocer Paleto, aprovechamos la ruta para continuar perfeccionando la formación y los puestos de cada uno de nuestros de cara al día de mañana. La cosa iba bien, pintaba bastante bien e iba viento en popa, nuestros chicos estaban muy animados con el grupo, con el Club y con el proyecto que, Korey y yo, con el resto de miembros, teníamos en mente montar en Los Santos, estableciéndonos finalmente en La Mesa.
Además de que aprovechamos aquella pequeña ruta hacía el norte, para ir a conocer a un chaval que estaba interesado en unirse a nuestra causa y ayudarnos con el Club, de momento, desde la confortable zona de invitado. Un tipo bastante peculiar, el cual le cayó rápidamente bien a nuestro honorable Sargento de armas, dándole el visto bueno.
Y de paso, aprovechamos para dejar bien claro a los novatos, que sus motos eran nuestros jodidos retretes si era más que necesario, dejando una buena meada en la rueda trasera de uno de ellos, entre varios miembros, antes de comenzar a tomar el camino de vuelta a Los Santos.
Los días pasaban y poco a poco nos íbamos encontrando aún más cómodos pero de vez en cuando, uno necesita desconectar, uno necesita apagar el walkie y hablar consigo mismo, saber sus necesidades, y tratar sus preocupaciones, sus problemas interior y buscar una solución después de muchas horas de reflexión.
Las rutas iban bien, cada día mejor, e incluso el chaval que conocimos en Paleto y odiaba el sur, poco a poco estaba más cómodo entre las calles llenas de gente de la ciudad, y cada vez se pasaba más por el Club. Queriendo conocernos mejor, y dejarse conocer, además de querer invitarnos a cervezas y ayudarnos con el taller.