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Nombre completo: Sade Holden Alias: Cookie Edad: 18 años Nacionalidad: Estadounidense Padres: George Holden y Tasha Freeman Apariencia física: Afroamericana, medidas 1,64 peso 65Kg. Cabello rizado negro azabache. Constantemente se hace trenzas, rastas o simplemente se deja el cabello afro. Grandes ojos verde oliva acompañados de grandes pestañas, labios y nariz gruesos, propios de sus raíces africanas. Posee caderas y piernas muy gruesas, en la que su muslo derecho tendría una cicatriz. Cintura y senos pequeños haciendo así, una inusual figura de reloj de arena.
Personalidad: El carácter de Sade se describiría como alguien tenaz, fuerte y crudo. Usará el humor negro como escudo para interactuar con las personas a su alrededor. La independencia y el ser libre son pilares fundamentales que le ha permitido sobrevivir a los sucesos estresantes del ambiente, por lo que, rápidamente encontrará la manera de fluir y destacarse. Para calmar el hervor de su carácter, se sumerge en drogas, donde es capaz de perder el control tras prolongar los efectos. Será impulsiva, descuidada y muy enérgica bajo los efectos de la coca, su droga favorita. Otras drogas recreativas como la marihuana y el éxtasis tendrán el efecto de siempre
Biografía Son las 3:22 de la mañana de un frío 24 de octubre. Aquí estoy, sentada en la esquina del bloque 23 con una manta isotérmica cubriendo todo mi cuerpo. Hay una mezcla de colores reflejados entre las llamas que no paran de avivarse, la sirena de los bomberos y el corte policial que está cerrando las calles norte y sur. Estoy sedada por tantos calmantes que tuvieron que ponerme. Una gran venda cubre mi pierna derecha, que, sin verlo, sé que me dejará una gran cicatriz. Intento darle sentido a lo que ha pasado unas horas antes, pero todo me da vueltas. Entre los porros y esta mierda metida intravenosa, no se qué ha ocurrido realmente.. Qué desastre..
Pasada unas horas, los bomberos logran apagar las llamas. Yo despierto de mi letargo confundida, con los ojos achinados sin saber qué pasa. De repente, mi lentitud es increpada al ver dos bolsas negras en el suelo, transportándolos en unas camillas.
-Srta Holden, ¿sabe quién o quienes se encontraban en el apartamento 12 del bloque 23?
Si.. Bueno..Mi apellido era medianamente conocido en el departamento policial. “Los Holden’s” era un matrimonio de afroamericanos que emigraron a Estados Unidos a mediado de los 90. A pesar de que intentaron a medida de lo posible darme una mejor vida, haciendo las cosas poco a poco bien, la cosa no resultó como esperaban. Fueron víctimas de múltiples abusos raciales, por lo que la decadencia y la falta económica los hizo adentrarse en uno de los bloques de Chamberlain Hills.
Los primeros años fueron muy duros para ellos, pero la mano amiga de los vecinos les hizo caer en la tentación. Y .. negro.. no tenían idea en qué se estaban metiendo. Tasha, mi madre, fiel creyente de la religión siempre se autocastigaba y se excusaba diciendo que haría cualquier cosa antes de hacer pasar hambre a su familia. George, a pesar de no ser mi padre biológico, sería su apoyo incondicional, el en cambio, si que sabía patear en la calle. Pasan los años, y o se cómo mi madre se convertiría en una cocinera de puta madre en el arte de la meta. Ellos querían estar siempre bajo perfil, pero desde mis 4 años sabía que mi familia era diferente a la de los demás. Ese olor a sulfato siempre me hacía ver mi casa a un purgatorio, por lo que prefería siempre estar en las calles haciendo, o intentando hacer, cosas de niños.
Fui una niña bastante avispada, no me gustaba dejarme ir por el rebaño, y siempre intentaba llevar a mi terreno a los niños del barrio con juegos “truncados” para siempre ganar un par de centavos gratis. Obviamente, a nadie le gusta perder, y los niños siempre serán niños. No era ningún misterio que todo el barrio supiese a que se dedicaba mi familia, por lo que para molestarme me comenzaron a llamar “cookie” (un juego de palabras entre cocinar y galleta), al cabo del tiempo, terminé adoptándolo. Tampoco es de extrañar que la vida en el barrio es muy dura. Incontable fueron las veces que veía pasar furgones de policías, allanamientos y tiroteos de bandas Bloods increpando nuestro hogar. Aun así, era parte de mi y nunca me aburría de ver dichas escenas.
-Voy a tomar tu temperatura, signos vitales y asegurarme que esta quemadura no llegue a más ¿De acuerdo chica?
-Adelante… - se podría notar los ojos de Sade cansados y casi entumecida por tantos calmantes.
-¿Puedes decirnos como saliste de esa casa?, tuviste suerte eh…
-Ni yo lo sé.. solo quiero saber quién ha sido.
Bueno.. Recuerdo es caluroso 12 de julio de hace 4 años. Llegó un todoterreno al bloque 23 y se bajaron de ellos unos tíos con una pinta de miedo. El que más imponía era uno vestido bastante elegante pero informal, y no paraba de morder el gran puro de su boca. Se adentraron junto a los líderes de ese tiempo del barrio y luego de una larga conversación salieron. “El patrón” hizo contacto visual conmigo y soltó una carcajada. No entendía nada, pero días después me enteré uniendo una cosa con otra que el Cartel había exigido cantidades semanales de meta, y los únicos que podían producirlo eran mis padres. Y .. ya sabemos como trabajan esas personas, o cumples o sales con los pies por delante.
Ese verano, mi casa apestaba a todo tipo de químicos. Mis viejos no paraban de producir ya que la sentencia estaba impuesta sobre la mesa. Yo quería salir de ese círculo vicioso, por lo que comencé a vivir más el barrio. Para mi desahogo, comencé a fumar canutos produciéndome así ese cosquilleo y esa risa tonta, vivía pegada en inspiraciones reflejadas en mi libreta, que luego convertiríamos poco a poco en arte en las paredes de los bloques, y alguna que otra valla de Vinewood. También me encantaba retar mi paciencia abriendo con una horquilla los cerraduras y candados de bloques y parkings abandonados. Pasan los años y “mágicamente” mis padres están cómodos económicamente, por lo que intentan ayudar algunos vecinos de Chamber…y aunque todo parecía ir sobre ruedas.. fue el punto cumbre para una ola de tragedias.
12 de mayo, mis ojos van enfocando la luz del día Y llegan a mi habitación mis padres lleno de cajas de regalos y un enorme pastel. Cumplo 16 años y me siento ya mayorcita. Entre pasa miles de cosas que recibí, un sobre lleno de billetes de 100 dólares es colocado encima de la colcha de mi cama; “ve y compra todo lo que quieras” diría mi madre, y aunque me pareció extraño la situación, sabía de dónde venía toda esa pasta. Hice caso omiso y me fui todo el día.
Llego tambaleándome a mi casa a eso de las 2 y tantas de la mañana, producto de la mezcla de alcohol y porros. Caigo rendida en mi cama cuando un olor a quemado me despierta, gritó y veo a los alrededores de los pasillos calcinados por llamas y mi instinto de supervivencia me hace saltar del primer piso rompiendo la ventana con mi pierna. Los cristales me hacen sangrar y caigo nuevamente inconsciente en el asfalto.
-Nos puedes explicar cómo escapaste de allí? ¿O tendremos que seguir interrogándote más horas?
-Ya les he dicho.. salí por la ventana..
-claro.. ¿Y como explicas que fuiste la única sobreviviente?
-¿La..única?? – diría con una voz temblorosa y frenada -
-Pues ya que no quieres colaborar, nos apoyaremos en la evidencia.*
Y sí.. las pruebas concluyentes hacen que me metan 2 años en un reformatorio ya que no podían meterme a la cárcel por ser menor. Esos dos años me hacen llenarme de rencor, de ser muy desconfiada y vengativa. Sin un duro, llegó al bloque donde vivía con mis padres, y no se si me habré vuelto más loca en esos años de cautiverio, pero un olor ahumado me impregna. Miro por la ventana y nuevamente la orquesta de bocinas, ladridos de perros, sirenas y luces policiales me hacen sentir como en casa.
Sheika Holden Coco Estadounidense 21 de julio del 2002 – 18 años Niles Holden y Tanisha Cleveland. Afroamericana. Medidas 1,66 Peso 67 Kg. Cabello negro azabache rizado, que constantemente alternará de color debido a las trenzas que se hace ella misma. Cuando se cansa de estas, deja un natural afro. Ojos rasgados color miel, adornados con grandes pestañas. Tiene un pequeño corte en su ceja izquierda debido a que, de pequeña, era bastante torpe. Labios carnosos, nariz ancha. Su cuerpo se caracterizaría por un torso con senos pequeños, donde el contraste se hallaría en sus piernas y caderas gruesas. Debido a varias cicatrices que mapean su piel, es adicta a tatuarse.
El carácter de Sheika Holden sería impulsiva, tenaz y sádica. A pesar de que muestra un semblante de chica independiente, necesita el apoyo incondicional de una figura a su lado (llámese pareja, familiar o amigo). No aguanta la soledad, ya que al sumergirse en este desarrollará pensamientos paranoides que sabotearan su manera de actuar en el entorno.
Suele ser una persona supersticiosa ya que la muerte de su padre estuvo arraigado a esta idea (véase la historia de personaje). Emocionalmente, es una persona que resuelve el mínimo de presión social/ambiental con la violencia, haciendo uso de lo que tenga en mano (armas blancas o de fuego), sin importarle las consecuencias de las mismas.
Para calmar el hervor de su carácter, se sumerge en drogas, donde es capaz de perder el control tras prolongar los efectos. Será impulsiva y muy enérgica bajo los efectos de la coca. Otras drogas recreativas como la marihuana serán casi vitales para su sistema, debido a que la abstinencia le provocará cambios físicos (fuertes jaquecas, cambios de humor, insomnio, nerviosismo). También se inclina a rozar una personalidad sádica, donde usaría diferentes métodos de tortura, reflejando así la rabia interna producto de la infancia de su padre en su víctima.
No es de extrañarse que las grandes tragedias ocurren en los lugares abandonados por Dios. Pero, ¿Quién soy yo para juzgarlo? Quizás la rabia me haga desahogarme y hallarnos aquí, fumándonos este buen canuto y explicarte el porqué de mis pecados.
Nos encontramos con un día soleado de verano, donde el calor abrasador en los tejados de alguna casa del barrio de Groove Street siempre permanecía vigente, incluso sin haber nacido sentí el calor del sol estando en el vientre de mi madre, Tanisha Cleveland. No negro, no estoy loca, si que lo sentía, no estoy fumada.. ¿Me entiendes? Sígueme con esta idea…
Con tan sólo 16 años reposaba en su vientre lo que en 9 meses sería yo. Nunca le puse cara, pero sí que pude salvar unas fotos viejas donde me deslumbró su belleza. Y pensar que tan joven, tan noble, tan pura tuvo que caer en las garras de aquel bandido. Creo que fue muy inocente, y la mezcla de adrenalina que pasamos todos en nuestra adolescencia le hizo escapar de un hogar corrupto de violencia y malos tratos por parte de mis abuelos. Digamos que, mi difunto padre, si es que lo puedo llamar así, fue muy listo, y tomó una joya perdida de ese infierno. Niles “Stone” Holden fue de los traficantes más movidos de los barrios más abandonados de la zona entre Groove Street y Davis. No tenía escrúpulos ni miedo a llevarse por delante a quien se interponía en su camino. Tanto miedo le tenía en el bloque que a pesar de los gritos que pegaba Tanisha a las constantes palizas que le daba, los vecinos no eran capaces de llamar a la policía para parar la masacre. Viví 5 años de mi vida con eso en mi mente, nuestra casa con techos a punto de derrumbarse por el poco mantenimiento que tenía y paredes de ladrillo no silenciaba el sufrimiento de mi madre.
Todo explotó una madrugada de septiembre en el que los gritos de auxilio de mi madre me despertaron de mi letargo. Estaba tan asustada que me escondí debajo de las sábanas, cerré mis ojos y esperé que la pesadilla terminara, como todos los días. Sin embargo, al cabo de unas horas, la figura robusta de mi padre bombardeó mi habitación. Respiraba tan agitada y profundamente que me recordó a los gorilas cuando terminaban una pelea. Mis pupilas se dilataron cuando sádicamente sonrió y se secaba las manos con una toalla sucia. La tiró en la habitación y volvió al salón. Esa fue la última vez que vi y escuché a Tanisha.
A pesar de que mi madre pasó a mejor vida, no me salvé de los malos tratos de Stone. Era su forma de “educarme” y de ser “más fuerte” ante la vida, maldito perro. Con correas, varillas calientes o cualquier clase de objeto me “fortaleció”, dejándome cicatrices que más adelante cubrí con la tinta, pero más que fuerte, me volvió una persona rencorosa y violenta. Los siguientes años bajo su tutela y sus constantes parejas que iban y venían fueron un total infierno. El hogar que intentaba mantener Tanisha con flores y el aroma a vainilla que impregnaba el hogar se tornó un agujero en el que cada rincón inimaginable se hallaban drogas, altas sumas de dinero en efectivo y alguna que otra arma. “Stone” era un tipo duro, agresivo y sumamente impulsivo, pero a los años descubrí que su talón de Aquiles era el alcohol y la idea de creerse invencible.
A pesar de la ceguera de Stone con esa maldita manera de hacerse el omnipotente, era creyente, si negro, creyente. Cuando se dignaba a salir de la casa, en estado de euforia total por la harina, siempre se santiguaba y le pedía a Dios que lo cuidara. La verdad, no se si eso funcionaba, pero la única vez que se fue sin hacerlo debido a que la ira recorría sus venas, no volvió con vida. La sed de venganza y un pollo de cocaína nubló su juicio y lo llevó a su perdición.
Con 9 años me hallaba en una encrucijada legal para hallar algún familiar que pudiese encargarse de mí. Pasé 3 años bajo casas de cuidado donde no controlaba la ira de mis acciones, y constantemente era castigada encerrándome en un agujero mohoso. Las primeras veces me traumaba la idea de estar en total oscuridad, me sentía sola, desamparada. Pero al cabo de la costumbre, me ayudó a reflexionar, o de pensar maliciosamente como hacer mis trastadas sin que me atraparan tan fácilmente.
Con 13 años, mi tía Shanty se hace cargo de mi tutela legal y con mis cuatro camisas me mudé a Rockford Hills. Ésta si fue lista negro..… Se casó con un médico de Pillbox que le dio las facilidades de la vida, facilidades que sin suerte tuvo mi santa madre. Lamentándolo mucho, yo ya era un traste. No me siento orgullosa de lo que tuvo que aguantar esa familia por mi culpa, pero tanto era mis ganas de joder a todo aquel que me sacaba un poco de mis casillas, que me metí en muchos problemas.
Me movía todas las putas noches desde el paseo de las estrellas hasta llegar a la movida y emocionante vida de los barrios sureños y oscuros de Los Santos, trapicheando donde siempre podías verme, y sigues viéndome hermano. Las adicciones comenzaron a fermentarse, ya que, tenía el pensamiento de probar lo que vendía, tenía que vender lo mejor.. ¿me entiendes?.
El sabor de la hierba es algo que toca mis pupilas desde hace años, me encanta.. Es como el desayuno que siempre debe tener mi cuerpo. Ese estilo de vida no aguantable para la familia Cleveland, así que me dieron un ultimátum en el que sin pensármelo, tomé mi pequeña maleta vieja y me fui a por la vida.
Asentada en una pequeña casita en los alrededores de Groove, comencé a vivir. Las peleas callejeras, la venta de droga en los lugares menos esperados, el tiroteo, los allanamientos, las luces rojas y azul que perpetraban los bloques y los ladridos de perros son mi ambiente, mi vida, mi caótica manera de vivir.
Y tú.. Querido lector.. ¿Te apetece un porro?.