[BIOGRAFÍA] Alfonso "Capitán Racines" Rendón



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    "No, pero qué es esto por Dios. ¿Qué pasó aquí viejito? Hay que tener cuidado porque estos manes son mas peligrosos que un enanito voliando machete".


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    Alfonso Rendón nació en Pamplona – Antioquia, el 01 de septiembre de 1980. Hijo de padre enfermero y madre docente, creció en un hogar de buenas costumbres, siendo hijo único y concentrando en sí toda la atención de sus padres. Gozando de una infancia normal en un lugar como Pamplona, creció rodeado de insumos médicos: estetoscopios, tensiómetros, jeringas, tapabocas, etcétera. Ello despertó la curiosidad y el interés de Alfonso por la medicina, aunque no por la misma rama de su padre, y a futuro, no con el mismo objetivo de vida.

    Con el pasar de los años, a medida que iba creciendo, y transitando su etapa escolar, hizo que le llovieran apodos y adjetivos calificativos. El ser anti-social, estudioso, e introvertido, sumado a sus “kilos de más”, le terminaron por convertir su apodo en una mutación de su condición física y su nombre o apellido: Algordo, o Gordón, o Panzón, entre otros tantos apodos que en la infancia son hasta aceptables.

    Claro está, este tipo de acontecimientos marcaron la personalidad y el carácter que fue forjando el pequeño Alfonso, haciéndolo más introvertido, rencoroso con la sociedad que lo rodeaba, y hasta culpándose de el maltrato que recibía de sus compañeros. Todo esto sucedía a espaldas de sus padres, a quienes nunca les contaba lo que vivía en la escuela, por vergüenza o timidez.

    Pasaban los años de la escuela primaria, y Alfonso cada vez estaba más exhausto de no poder llevar una vida normal, porque siempre era el hazmerreír de sus compañeros. No disfrutaba en lo absoluto asistir a la escuela, y cada vez que podía, fingía tener fiebre o un resfrío para faltar y no tener que cruzarse con aquellos a los que juraría destruir en un futuro.


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    Y llegó el día en el que había que cambiar de ambiente. Al papá de Alfonso le salió una gran oferta laboral en Clínica Medellín, por lo que sin dudarlo armó maletas, vendió un par de muebles que no podían mudar, y con su esposa y Alfonso, emprendieron viaje rumbo a la capital mundial de la música urbana, y del gran Pablo Emilio Escobar Gaviria.

    El llegar a un ambiente tan movido y pesado como lo era Medellín, cambió totalmente la mentalidad de Alfonso, convirtiéndolo en una persona extrovertida, que aprovechaba sus defectos para hacer reír a su círculo social, para llamar la atención, y ser “el alma de la fiesta” en los eventos a los que asistía.

    Por primera vez, sentía que todo el sufrimiento y la tortura que había pasado en su infancia, le servían ahora a su favor para poder hacerse un lugar en la escena socialité de los barrios de estrato medio de Medellín. Consigo, empezó a ganarse un apodo un poco mas aceptable y agradable, que iba de la mano con su aspiración profesional, y fue aquí donde empezó a llamarse ‘El Jeringa’.

    Con su mayor concurrencia a reuniones sociales, fiestas clandestinas en barrios populares y más de alguna invitación a alguna chica linda, Alfonso eligió empezar a hacerse su propio dinero vendiendo dulces en los buses de la ciudad, y aprovechaba para estudiar en el Colegio Bachillerato Nocturno, dependiente de la Universidad de Antioquia. De esta manera, después de varios años incursionando en ese y otros negocios, no solo pudo disfrutar de sus ahorros con los vicios de la adolescencia paisa, sino que logró reunir el suficiente capital para poder inscribirse en una Universidad y estudiar la carrera que lo apasionaba: la medicina.


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    Los planes de empezar a estudiar medicina se vieron truncados cuando saliendo de una fiesta, un camión del Ejército detuvo a Alfonso pidiéndole la libreta militar, misma que no tenía y que nunca había gestionado. Y como le pasa a muchos jóvenes en Colombia, fue retenido por los militares y llevado al batallón para su incorporación en el Ejército Nacional.

    No sirvió la excusa del pie plano, ni de la obesidad que tuvo en su infancia, ni de sus deseos de estudiar medicina, y tampoco es que hubiese mucho dinero para poder costear la libreta militar, así que a regañadientes tuvo que empezar su etapa con soldado; pero fue bastante útil ya que luego de los primeros meses donde sufrió en carne propia el ser un 'primíparo', los entrenamientos militares, ejercicios de tácticas de combate y conocimientos en contra-inteligencia, fueron forjando la mente de Alfonso para convertirlo en alguien analítico y táctico.

    Al terminar su servicio militar, continuó en la institución aunque ahora sí, cumpliendo su deseo de estudiar medicina. Por adelantado, es importante saber que Alfonso al abandonar la institución castrense años después, llegó hasta el rango de Capitán.


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    Al culminar sus estudios de bachiller, y pasar por el servicio militar, con el sueldo que percibía como miembro del Ejército, decidió inscribirse a la carrera de medicina en la Universidad EIA, más conocida como la ‘Escuela de Ingeniería de Antioquia’. Allí, pudo conocer de cerca la pasión que traía desde chico: el cuerpo humano, la anatomía, la sangre, las enfermedades, las lesiones, los tratamientos, etcétera. El tener acceso al cuerpo humano y tener en sus manos el poder de mantener con vida a una persona o arrebatársela para siempre, como si jugara a ser Dios, llenaba de ambición y soberbia a Alfonso, que gracias a lo que aprendió de su padre en su niñez, pudo tener excelentes calificaciones en cada asignatura que cursaba en su carrera.

    Pero sus estudios de medicina no eran lo único que circulaba por la mente de Alfonso, ya que por sus amistades de su círculo socialité, pudo conocer a varios ‘dealers’ de cocaína, éxtasis y marihuana de los principales barrios populares de Medellín. Tenía que saber bien como llevar una vida de soldado y a la vez, moverse por el mundo underground de Medellín. Y era inteligente, porque no consumía, sino que compraba las dosis para venderlas a un mayor precio a través de 'camellos' a los que les encargaba la transacción, a realizarse en los sectores mas codiciados de la farándula y la vida nocturna paisa.

    Esta ‘doble-vida’ que llevaba, entre estudiante de medicina y soldado, y ‘asesor comercial de estupefacientes’, lo llevaron a ganarse una reputación que pocos conocían. Pero no solo era una reputación en el círculo de la vida nocturna en Medellín, sino en las mas altas esferas del narcotráfico en Colombia. Tal vez, Alfonso se estaba convirtiendo en una piedra en el zapato para estas personas, o tal vez, era un ávido sujeto para los negocios del narco, que junto con los cada vez mas altos méritos y conocimientos que adquiría dentro del Ejército, podría generarles mayores dividendos a los capos de la droga.

    Algunos años después, finalmente se egresó como médico, eligiendo como especialización las cirugías estéticas, una rama de la medicina que en Medellín era éxito seguro, siendo esta también la Capital de la Cirugía Plástica en América Latina. Si bien no pudo ejercer inmediatamente su carrera, ya que siguió enfocado en su carrera militar, al alcanzar el rango de Capitán decidió darse de baja, cuando la transparencia que tenía dentro del Ejército se iba manchando poco a poco, y evitando una Corte Marcial, prefirió irse con la frente en alto. Fue así como luego de su etapa militar empezó a ejercer la medicina estética y allí fue donde el Dr. Rendón se fue ganando también un nombre, con su alter-ego de médico cirujano, en la farándula regional, siendo el principal elegido por las modelos de Colombia y Brasil para retocar su físico.


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    El ahora Dr. Rendón, seguía haciendo crecer su negocio de la cirugía estética en Medellín como si cargamentos de cocaína a Florida se tratase, y no dejaba de recordar en su mente las andanzas que tuvo en su época como estudiante de medicina. Lo mejor es que los contactos aún estaban, y ‘El Jeringa’ volvía a aparecer en el radar de los capos del narcotráfico en Antioquia. Claro está, su apodo ya no tenía reconocimiento en el negocio, y decidió empezar a involucrarse en cargamentos grandes de cocaína a los Estados Unidos de la mano de su nuevo alias, “Capitán Racines”, y siendo subalterno de un grupo paramilitar conocido como 'Las Águilas Negras'.

    Resultó ser muy útil para la logística y recepción de la droga en los Estados Unidos, pues su fama como cirujano estético lo llevó a visitar el país del norte regularmente, logrando abrir un consultorio en Miami, permitiéndole obtener la ‘green card’ que le daba vía libre para entrar y salir de la Tierra del Tío Sam cuando quisiera, sin levantar la más mínima sospecha.

    Obviamente estos negocios no son tan sencillos como lo plasman los textos, y tanto en Colombia como en México, el ‘Capitán Racines’ iba adquiriendo rivales que querían truncar sus negocios turbios en las playas cálidas de la Florida, por lo que decidió ante un llamado de los cabecillas del Bloque Capital de Las Águilas Negras, desaparecer del radar un tiempo y emprender un viaje por una larga temporada a Los Santos, del otro lado de los Estados Unidos, a cubrir el puesto que Isidro "Guadaña" Robles dejaba, y dándole la batuta de la organización en aquella ciudad.

    Allí, empezaría a escribir su historia, en una aventura totalmente nueva y que traerá mas incógnitas que certezas, pero quién sabe. En la tierra de los famosos y el dinero, todo es posible.


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