Viktor Palermo



  • Viktor nació en la madrugada de un lluvioso lunes de octubre del año 1993, en un pequeño barrio bastante conflictivo de Barcelona conocido como el Raval. Hijo de un italiano y de madre española, nacido en el seno de una familia de clase baja nunca conoció el lujo y muy pocas veces pudo disfrutar de algún capricho más allá del par de chuches que le compraba su abuela los viernes por la tarde cuando pasaba a recogerlo del colegio. Durante esta época, por su apellido y su nariz bastante pronunciada estuvo sometido durante toda su más tierna infancia a recibir comentarios y actitudes racistas por parte de los compañeros de clase. Si desaparecía algún juguete o a algún compañero le robaban algo de la mochila siempre era a él al primero que acusaban. Nunca lo reconocerían, pero todos sabían que en parte era debido a que sus padres estaban en paro y todos conocían las dificultades económicas que pasaban en casa, así que se veía siempre obligado a defenderse y a estar alerta a su entorno y a todo lo que pasaba. Normalmente solía salir airoso de todas estas situaciones, y habitualmente no gracias al uso de la fuerza pues siempre ha destacado por tener un agudizado ingenio que le servía para zafarse de las más complicadas situaciones y para demostrar su inocencia, aunque a veces no había manera de hacerlo por las palabras y se veía obligado a llegar a las manos.
    Al llegar a la adolescencia entró en el instituto, por aquel entonces ya pasaba la mayor parte del tiempo en la calle con sus colegas y el menor de sus intereses por aquella época era estudiar, además de que se le daba fatal. Finalmente acabó abandonando los estudios a los 16 años sin sacarse la ESO.
    A esta edad fue cuando empezó realmente a fraguarse el comportamiento y personalidad de Viktor.
    Pasaba mucho tiempo en la calle, donde empezó a fumar porros con amigos más mayores que conocía del barrio, a meterse en peleas o a realizar pequeños encargos de trapicheo para sacarse un dinero o directamente cobrar en hierba. También empezó a salir de fiesta con un DNI falso y a conocer el mundo de la noche en todo su esplendor. A los 17 ya había hecho sus primeros pinitos con las drogas, el alcohol y las mujeres (algunas de ellas prostitutas de profesión).
    Una de esas noches que estaba de fiesta, con 18 años, en una conocida discoteca de los bajos fondos de la ciudad condal conoció a los miembros de una banda callejera que se dedicaba al control de la venta de marihuana en su barrio y entró a formar parte de la organización oficialmente como camello de bajo rango, haciendo todos los trabajos que le encomendaban con diligencia y sin preguntar más allá de lo que le incumbía. Desafortunadamente, en paralelo y para sorpresa de todos, la policía catalana: los Mossos d’Esquadra, estaban ligando las ultimas pesquisas de una investigación a la organización con el fin de desarticularla. A las pocas semanas, y durante una noche en la que se encontraba en casa de “el Jefe” con otros muchachos de la banda celebrando la recolección de 7toneladas de cogollos, entraron los efectivos policiales de la división de Narcóticos y empezaron a detener a todos los miembros. Esa noche la vida de Viktor cambió para siempre de dos maneras: Una de ellas, paradójicamente y gracias al poco tiempo y rango que llevaba en la organización, se libró de la perpetua ya que no había pruebas concluyentes de su implicación en la banda y durante el juicio siempre declaró que él se encontraba en la fiesta por amistad personal con uno de los asistentes y no como miembro activo de ella, haciendo gala de nuevo de su ingenio. Finalmente, el juez lo condenó a 2 años y 1 día de privación de libertad por encubrimiento de organización criminal.
    El otro momento clave en su vida, y ya en la cárcel, fue cuando se dio cuenta de que debía terminar de dedicarse a su vida marginal y tenía que aspirar a un futuro mejor. Aprovechó la educación gratuita que le proporcionaba el Departamento de Reinserción de prisión y se sacó la ESO y el bachillerato.
    Cuando por fin fue libre, con sus deudas saldadas con la sociedad y con el gran estigma social que provoca ser un exrecluso, decidió que era el momento de hacer lo que nunca había hecho y de convertirse en un miembro productivo de la sociedad, así que realizó las pruebas de acceso a la universidad convencido de que el futuro sería mucho mejor de lo que había sido su vida hasta ahora. Desgraciadamente, la vida no volvería a ponérselo fácil a Viktor, ya que una vez aprobó el examen de acceso, al ir a inscribirse en la Universidad de Derecho de Barcelona, se dio cuenta de que no tenía dinero para pagar ni la primera cuota de las tasas por lo que le invadió una profunda frustración y entendió que el “sistema” realmente no ayuda a nadie y mucho menos a un exrecluso.
    Arto de una vida de delincuencia de poca monta y frustrado por las bajas probabilidades de dar un cambio significativo a su vida, sabiendo que no tendría opción de dedicarse a nada honrado y con unos padres tremendamente decepcionados con su actitud, en ver de enfrentar sus problemas in situ decidió reunir el poco dinero ahorrado que tenía e irse a vivir al país de Infames para empezar de 0.
    No fue una decisión fácil, pues era conocedor de que tendría que empezar otra vez de nuevo, sin conocer a nadie y haciéndose hueco en una de las ciudades más peligrosas y a la vez más intensas del mundo, pero todo eso era más fácil que enfrentarse a lo que le deparaba el destino, aunque todo eso él aún no lo sabía.


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