Your browser does not seem to support JavaScript. As a result, your viewing experience will be diminished, and you may not be able to execute some actions.
Please download a browser that supports JavaScript, or enable it if it's disabled (i.e. NoScript).
Russell Bokenkamp nace hace 35 años en la ciudad costera de Bridgeport, Connecticut. Desde su juventud y al igual que su hermano menor, Russell aspiraba en conocer y vivir en la ciudad vecina de Nueva York, esa gran ciudad de luces que le dejaba con los ojos abiertos cuando algunos fines de semana la familia Bokenkamp visitaba la gran metrópolis.
El joven estadounidense no destacaba especialmente por sus estudios. Su padre -un abogado local de la zona- le obliga prácticamente a diario a leer libros aburridos de su biblioteca, esperando que el pequeño mejorase su actitud ante las materias. Pasaban los meses, y Russell acabó pilándole el gusto a eso de leer, sobre todo si eran de temas que le gustaban. Un día se topó con un libro bastante gordo que siempre acababa dejando para el final por su tamaño imponente. Se trataba de un viejo libro de leyes que compró su padre cuando estaba en la universidad.
Aunque a priori juzgó el libro por su portada, poco a poco fue leyéndolo y consultando con su padre en léxico de aquellas palabras de abogado tan específicas. Fue interesándose más y más por aquel laberinto de leyes y más leyes. Llegó el momento de entrar a la universidad y las presiones de su familia no fueron pocas, Russell no sabía muy bien que elegir, no tenía las cosas muy claras porque no le acababa de gustar nada en especial. El tiempo pasaba y el plazo para las solicitudes de acceso iba disminuyendo a diario.
El joven no tuvo más que tomar una decisión precipitada que condicionaría su vida a futuro, acabó apostando por lo fácil: lo mismo que su padre y ya está, además, era una idea que a su familia le hacía especialmente feliz. Sin especial emoción empezó una temporada de estudios para Russell que acabó en todo en descubrimiento: se ratificaba lo que leyó en aquellos libros, el mundo de las leyes le acabó resultando muy interesante y gratificante, y le ayudó a enfocar con ganas y ambición su carrera universitaria.
Tras cuatro años, el joven, ya no tan joven, Russell se gradúa en abogacía por la Universidad de Connecticut. Gracias a sus estudios, acaba encontrando trabajo como abogado en New Haven, donde estaría un par de años con pequeños casos no muy relevantes. Como una rutina cada fin de semana, Russell accede a la página web del Departamento de Justicia y revisa las vacantes. Sorprendido por una de las ofertas, se apresura a rellenar el formulario para opositar como Fiscal del Estado Auxiliar en Nueva York. Dentro del Departamento de Justicia desarrolla diversas funciones durante el transcurso de los años, hasta lograr un ascenso y traslado a Los Santos que encamina a Russell hacia un nuevo perfil judicial.