Crystal Bloodworth ⌛️



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    CRYSTAL, POR DENTRO Y POR FUERA

    Crystal es una mujer de 32 años moderadamente alta, esbelta y de cabellos rubios que caen hasta la altura de sus hombros. Su tez es clara y le acompañan pecas por todo su rostro y parte de su cuerpo. Tiene unos amplios ojos verdes que casi siempre cubre con unas gafas de sol oscuras, y rara es la ocasión en la que no se encuentra mínimamente maquillada y elegantemente vestida como le exige su trabajo. Bajo sus trajes, uniformes y prendas de ropa, esconde multitud de tatuajes por toda su anatomía.

    La personalidad de Crystal ha sido convulsa y variante a lo largo de sus casi treinta años de existencia, lo que la ha nutrido de una gran madurez y experiencia vital. Actualmente Crystal es una mujer sosegada, paciente y activa. Pese a su diagnosticada ansiedad social considera que es más extrovertida que la mayoría de los que padecen su condición, y gracias a su estabilidad emocional, puede decir que es feliz en una sociedad caída en el pozo de la decadencia. Gusta de pasar tiempo con sus compañeros de trabajo, su familia y su pareja. Es una mujer risueña cuando se encuentra en confianza y goza de un muy buen sentido del humor.

    Debido a ciertos sucesos del pasado, Crystal con recurrencia tiene baches en su estabilidad anímica tales como ataques de ansiedad, ira o apatía esporádica, lo que genera algunas épocas oscuras en su vida personal y su trabajo. No suele ser muy amigable ni habladora con desconocidos y prefiere mantenerse al margen de las reuniones, evitando a toda costa ser el centro de atención.

    El mayor miedo que puede sentir Crystal es quedarse completamente sola, que sus seres queridos la abandonen y no tenga donde sentirse arropada ni un sitio al que llamar hogar. Además, tiene otras preocupaciones como su trabajo, la salud de su familia o la economía familiar. Por suerte es una mujer segura de sí misma y confía en su profesionalidad, su experiencia y su fuerza, por lo que no tiene grandes dilemas morales.

    La vida de Crystal ha estado marcada por numerosas idas y venidas, que al mismo tiempo que han arruinado parte de su personalidad, la han dotado de rasgos que difícilmente habría conseguido de haber tenido una vida común y corriente como la mayoría de personas de su edad.

    LA HISTORIA DETRÁS DE CRYSTAL

    Siendo hija de un motero alcohólico y una prostituta, la infancia de Crystal dejó mucho que desear y la hizo una niña que solo tenía botellas rotas y paquetes de tabaco vacíos para jugar. Poco tiempo pasó hasta que los servicios sociales la arrancaran de la caravana en la que vivía en las afueras de Mississippi y la llevaran a un centro nacional de menores huérfanos, donde conoció a la mayoría de personas que formaron parte de su vida temprana y a los que llamó amigos durante muchos años.

    En su primera década de existencia, una pareja neoyorquina acaecida por la infertilidad adoptó a la pequeña Crystal y su vida se trasladó a una gran casa en uno de los mejores barrios de Manhattan, donde creció con la mejor de las educaciones y un sinfín de actividades extraescolares que avivaron sus habilidades musicales, físicas y creativas. Michael y Danielle Cane, los padres adoptivos de Crystal, tenían una vida sencilla; ella se encargaba de las tareas del hogar y Michael era juez de distrito, un entorno idílico para una jovencita que acababa de salir de un pozo de desgracias atípico para su edad.

    En su adolescencia, sin embargo, Crystal decidió optar por otras actividades de dudosa legalidad. Las amistades corrompen a cualquier adolescente, más si cabe si como Crystal, la vida anterior de sus padres biológicos aún pesaba en sus hombros. Ésta entró en una espiral de drogas y alcohol y todo lo que habían intentado construir sus padres adoptivos se fue diluyendo año tras año, hasta que finalmente cuando Crystal cumplió los 21, los Cane decidieron no hacerse cargo de ella durante más tiempo.

    Crystal al principio vagó acompañada de sus amigos de instituto, una banda de moteros que vivía saltando de un motel a otro por todo el estado de New York. Su vida era triste y vacía; lo que alguna vez pensó que era divertido pronto cambió y se volvió contra ella, lo que la hizo arrepentirse de todas sus acciones pasadas. Sus padres ya no la reconocían como hija y se encontró completamente sola cuando se desprendió de sus amigos moteros. Solo le quedaban su moto y un reloj de oro que le regaló su padre cuando cumplió los 16 años.

    Con la determinación que había aprendido de su padre y con el dinero que consiguió vendiendo su viejo reloj, comenzó una nueva vida. Trabajó durante meses en supermercados y bares de mala muerte para poder pagarse la carrera de Derecho y unos años más tarde y tras muchas dificultades, se convirtió en la mujer que sus padres habrían querido.

    Poco tiempo después de su graduación, Crystal fue testigo de un intento de homicidio cuando salía del trabajo; una pareja discutía de forma violenta y el hombre acabó sacando un cuchillo y clavándoselo de forma torpe a la mujer. Días después de este suceso, tuvo un papel muy importante en dicha investigación al ser la única testigo y a consecuencia de ello, conoció a Zakk Bloodworth, el fiscal que llevaba el caso.

    El señor Bloodworth gozaba de un perfil muy similar al de Crystal, y como compartían el gusto por las leyes, tras el caso decidieron seguir en contacto y tiempo más tarde se embarcaron en una relación sentimental que acabaría en boda tras dos años de convivencia.

    Gracias al contacto de su marido y tras aprobar las oposiciones del Departamento, Crystal comenzó a trabajar de secretaria del fiscal y tiempo más tarde y gracias a sus continuos esfuerzos, pudo llegar a trabajar mano a mano con Zakk como su ayudante en el Departamento de Justicia de New York.

    Un par de años más tarde después de una estabilidad atípica para ella, Crystal y su marido tuvieron que tomar la decisión de trasladarse a Los Santos para continuar allí una investigación de vital importancia para su familia. Con la incertidumbre sobre sus hombros y un destino nublado ante sus ojos, Crystal una vez más tuvo que coger su moto y adentrarse en lo desconocido.


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