Historia de Yun Mei



  • Nombre Completo: Yun Mei Gao
    Edad: ###
    Lugar de Nacimiento: Wuhan
    Sexo: Femenino
    Nacionalidad: China

    Físico: Tiene un rostro ovalado con mandíbulas suaves, una nariz recta y fina que no es muy prominente, y labios delgados. Sus ojos son ligeramente almendrados, transmitiendo cierta melancolía, mientras que sus pómulos son discretos, sin marcar demasiado el contorno del rostro. El cabello es liso, oscuro y cae hacia adelante, cubriendo parcialmente la frente y los lados de la cara.

    Infancia: Yun Mei nació en una pequeña ciudad costera del sur de China. Su padre era marinero y pasaba meses fuera, mientras su madre trabajaba largas jornadas en una fábrica textil. Desde niña, aprendió a estar sola: regresaba de la escuela y encontraba la casa silenciosa, iluminada apenas por la luz que entraba entre los tablones de madera.

    alt text

    Su madre, agotada y siempre con olor a tela teñida y químicos, rara vez tenía paciencia para escucharla. Su padre, cuando volvía de los viajes, la colmaba de regalos baratos y promesas que nunca se cumplían, como enseñarle a tocar el erhu o llevarla a conocer las montañas. Con el tiempo, las ausencias fueron más largas que las presencias.

    En la escuela, Yun Mei destacaba por su mirada observadora y su letra delicada, pero también era la niña que nunca llevaba el uniforme limpio ni los útiles completos. Sus compañeras se reían de sus zapatos desgastados, y ella aprendió a guardar silencio, a no pedir ayuda y a resolver por sí misma sus problemas.

    A los doce años empezó a pasar más tiempo en la calle que en su propia casa. Allí descubrió que la ciudad tenía dos rostros: uno lleno de luces y mercados bulliciosos, y otro hecho de callejones estrechos donde la vida era más cruda. Encontró refugio en pequeños grupos de chicos mayores que ella, que hablaban de sueños imposibles: huir a Shanghái, ser cantantes, abrir un restaurante propio. Yun Mei escuchaba y callaba, pero en el fondo también anhelaba escapar de esa rutina gris.

    Su adolescencia transcurrió con esa mezcla de soledad y búsqueda. Su madre apenas la veía, su padre ya casi no regresaba, y ella fue aprendiendo a valerse de sí misma demasiado pronto. No era la niña rebelde ni la mejor estudiante: era simplemente la que flotaba entre los demás, invisible para muchos, pero con un mundo interno lleno de preguntas que nadie se preocupaba en responder.

    Actualidad: Llegó cargando sueños sencillos: trabajar en algo estable, tal vez abrir un pequeño negocio, encontrar un lugar donde su historia no la persiguiera. Al principio, su determinación la sostuvo, pero la ciudad se mostró más dura de lo que imaginaba. El dinero se iba rápido, las puertas se cerraban, y la falta de contactos la dejó sola en medio de una urbe que parecía no tener espacio para ella.

    Poco a poco, la necesidad la empujó a volver a lo que conocía, aquello que le aseguraba la supervivencia inmediata: las calles y las noches de Los Santos. Lo que en principio quiso dejar atrás, se convirtió en la única salida.

    En medio de esa rutina difícil, comenzó a indagar por un lugar para asiáticos, un rincón donde pudiera encontrar rostros familiares, voces en su idioma, alguien con quien compartir un té sin sentirse extranjera. Era su manera de aferrarse a una identidad que, entre luces de neón y avenidas interminables, parecía diluirse cada vez más.

    alt text


Accede para responder