Aleksandr Ivanov, historia y su pasado.



  • Aleksandr Ivanov nació en San Petersburgo, Rusia, en el invierno del 2005. Hijo único de una madre enfermera y un padre alcohólico que desaparecía por semanas, creció aprendiendo que la vida no regalaba nada. La infancia de Aleksandr estuvo marcada por discusiones en casa, noches de hambre y una desconfianza natural hacia cualquier figura de autoridad.

    Con 16 años, decidió abandonar Rusia. No fue por aventura, fue por necesidad. Su madre había muerto de una enfermedad que nunca pudieron costear, y su padre terminó en prisión. Aleksandr quedó solo, con un rencor profundo contra el sistema que, según él, se llevó todo lo que amaba. Con ayuda de contactos turbios, tomó un vuelo con papeles falsos rumbo a Los Santos.

    Los primeros años en la ciudad fueron brutales. Aleksandr trabajó de cargador en muelles, de lavaplatos en un restaurante barato y hasta de repartidor, pero el dinero nunca alcanzaba. En un callejón del barrio de Vespucci, conoció a un pequeño grupo de criminales rusos que lo adoptaron como “el chico nuevo”. Con ellos aprendió a manejar armas, a mover mercancía y a ganar respeto en las calles.

    Aunque siempre estuvo en el lado ilegal, Aleksandr no es un monstruo sin alma. Detrás de su mirada fría, guarda cicatrices invisibles:

    Tiene pesadillas con su infancia en Rusia y a veces despierta empapado en sudor, odiando sentirse vulnerable.

    Desconfía de todos, pero en silencio anhela una “familia” que no lo abandone.

    Es violento, sí, pero no disfruta matar: lo hace porque aprendió que, en este mundo, es eso o ser la víctima.

    Aunque odia a la policía y a las agencias federales, en el fondo ese odio es también miedo disfrazado: miedo a perder todo lo que construyó, miedo a volver a ser el niño pobre que dependía de otros.

    Ahora, con 20 años, Aleksandr es medio millonario gracias a los negocios ilegales. No presume su dinero: viste sencillo, maneja autos caros, pero solo los usa como herramientas. No gasta en lujos innecesarios, su riqueza es un escudo contra la pobreza que lo marcó de niño.

    Lo que realmente lo define es su guerra personal contra las autoridades: LSPD, SASPS, FIB, LSSD, USMS… todos son, para él, el reflejo del mismo sistema que lo abandonó. Pero más allá del odio, Aleksandr carga con un deseo secreto: construir algo propio, un “imperio” que nadie pueda arrebatarle.

    En la calle, es frío y calculador. Con los pocos que gana como aliados, muestra un lado inesperado: protector, incluso fraternal. Nunca olvida un favor y jamás perdona una traición. Aleksandr Ivanov es un hombre hecho a golpes por la vida, alguien que no eligió ser criminal… pero que entendió que, para él, nunca hubo otra salida.


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