++ $t("links.title") ++
Your browser does not seem to support JavaScript. As a result, your viewing experience will be diminished, and you may not be able to execute some actions.
Please download a browser that supports JavaScript, or enable it if it's disabled (i.e. NoScript).
Nombre completo: Kleo Tilde Lugar de nacimiento: Santo Domingo, República Dominicana Fecha de nacimiento: 12 de marzo Edad actual: 28 años Nacionalidad: Dominicana
Capítulo 1: Sin Nombre La madrugada era húmeda y oscura en Santo Domingo cuando una enfermera encontró a un recién nacido envuelto en una manta desgastada, abandonado en la parte trasera del Hospital Doctor Moscoso Puello. No había nota, ni documentos, ni rostro conocido que lo reclamara. Solo una palabra bordada al borde de la manta: Tilde.
Le llamaron Kleo Tilde. Un niño sin apellido, sin madre, sin padre. Solo con una mirada profunda y un llanto silencioso que parecía entender, desde el primer momento, lo cruel que sería el mundo con él.
Capítulo 2: Frío entre paredes Los primeros años de su vida se los llevó el sistema: orfanatos fríos, cuidadoras rotativas y noches de insomnio compartidas con otros niños olvidados. Kleo no destacaba por hablar mucho, pero sí por observarlo todo. Sabía cuándo esconderse, cuándo hablar, y cuándo guardar la rabia.
Nunca recibió una llamada de adopción. No tuvo visitas en su cumpleaños. No conoció a nadie que compartiera su sangre. Solo tenía su sombra… y una creciente convicción de que no podía depender de nadie.
Capítulo 3: El hijo de la calle A los 12 años, Kleo escapó de su último centro. Fue una decisión silenciosa, sin plan ni adónde ir. Solo sabía que prefería el peligro real de la calle al encierro disfrazado de protección.
En los barrios de Capotillo y Villa Juana, aprendió lo que era sobrevivir. Dormía en ruinas, comía lo que podía, y se ganaba el respeto a golpes. No quería ser delincuente, pero entendía que en ese mundo no había espacio para ser débil. Empezó a mover paquetes pequeños, hacer favores a cambio de comida o protección. Nunca se dejó pisar. Nunca perdió la mirada fría.
Capítulo 4: El punto de quiebre Un día, ya con 17 años, Kleo presenció la muerte de su único amigo real, Chucho, un chamaco que compartía el sueño de "salir del hoyo". Lo mataron por una deuda que ni era suya. Kleo lo sostuvo mientras se desangraba en el callejón, y aunque no lloró, supo que algo dentro de él se rompió para siempre.
Ese fue su punto de quiebre. Decidió que no quería morir como uno más. No por orgullo, sino porque su vida tenía que significar algo más que sufrimiento.
Capítulo 5: El cambio Empezó poco a poco. Se alejó de los círculos callejeros, buscó trabajo en talleres, descargando camiones, barriendo patios, lo que fuera. A veces dormía donde trabajaba, otras veces en casas abandonadas. Se inscribió en un programa comunitario que ofrecía clases básicas y aprendió a leer y escribir bien.
La rabia que antes usaba para pelear, ahora la canalizaba para superarse. Kleo, el niño que nadie quiso, el joven sin apellido, empezaba a reconstruirse.
Capítulo 6: Un propósito firme La vida aún era dura, pero Kleo había encontrado dirección. Ya no vivía para resistir, sino para proteger. En su cabeza, nació una idea: convertirse en agente de policía, no para seguir órdenes ciegamente, sino para estar del lado correcto en un sistema que él conocía desde abajo.
Entró a la academia con esfuerzo y disciplina. Algunos lo miraban con prejuicio, por sus tatuajes, por su pasado callejero, por no tener "familia". Pero él se ganó su lugar con trabajo, inteligencia callejera y una ética que no se enseñaba en libros: la lealtad a los suyos y el respeto al barrio.