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NOMBRE COMPLETO: Nyomi Lurati
EDAD: 24 Años
LUGAR DE NACIMIENTO: EE.UU
NACIONALIDAD: EE.UU
SEXO: Femenina
PADRES: Nombre del padre: Giovanni Lurati Edad: 57 años Origen: Italiano (nacido en Milán) Profesión: Ex-investigador criminal internacional, actualmente profesor de criminología en una universidad privada. Personalidad: Hombre serio, meticuloso y reservado. Tiene una mente estratégica y fría, pero con un fuerte código moral. A pesar de su apariencia distante, protege a su familia con firmeza. Relación con Nyomi: Exigente, pero siempre le inculcó disciplina y valores. Tiene una relación de respeto mutuo, aunque con tensiones por sus diferencias de carácter.
Nombre de la madre: Alicia Romero Edad: 52 años Origen: Argentina (nacida en Rosario, Santa Fe) Profesión: Médica pediatra voluntaria, con años de experiencia en contextos humanitarios. Personalidad: Empática, fuerte emocionalmente y muy intuitiva. Es el equilibrio emocional de la familia. Tiene una visión del mundo más idealista que su marido. Relación con Nyomii: Muy cercana. Es su confidente y consejera, aunque a veces choca con el lado más práctico y duro que Nyomi heredó de Giovanni.
APARIENCIA FÍSICA: Morena, de unos 1.55 de altura, ojos celestes, color de pelo blanco, peso 56 kg
PERSONALIDAD: es una chica decidida y curiosa, con una energía tranquila pero firme. Tiene una mirada que parece leer entre líneas y una risa que aparece solo cuando algo realmente la toca. Le apasionan los pequeños detalles: las sombras que dibuja la luz al atardecer, las historias que esconde la gente, las canciones con letras que nadie escucha.
No habla mucho, pero cuando lo hace, elige bien sus palabras. No le gusta aparentar, prefiere ser auténtica aunque eso la vuelva más vulnerable. Tiene una gran empatía, pero también una armadura: confía, pero no enseguida. Observa antes de abrir su mundo.
Inteligente, creativa, con un toque de ironía fina. Puede parecer reservada, pero su interior es un universo lleno de emociones, sueños y contradicciones que la hacen única.
Los domingos eran sagrados: desayuno en familia, música suave sonando en la cocina, y risas que llenaban cada rincón. Aprendió desde temprano a valorar los gestos pequeños: una merienda preparada con dedicación, una charla bajo las estrellas, una mano firme que la acompañaba en los momentos difíciles.
No le faltaron errores, ni lágrimas, ni momentos de rebeldía, pero siempre supo que tenía un lugar seguro al que volver. Esa base —sólida y amorosa— la hizo crecer confiada, con los pies en la tierra y el corazón bien despierto.
Hoy, a sus 24 años, recuerda su infancia con una mezcla de gratitud y nostalgia. No fue perfecta, pero fue suya. Y le enseñó algo que nunca olvida: que el verdadero hogar no siempre es una casa, sino la gente que te ama sin condiciones.
Estudia con intensidad, trabaja a medio tiempo y duerme menos de lo que debería. Lleva siempre un cuaderno lleno de apuntes, pero también un corazón que no se endurece a pesar de lo que ya ha visto. Le atrae la adrenalina, sí, pero más aún la idea de marcar la diferencia cuando los segundos cuentan.
No todos entienden su elección. Algunos le dicen que es una profesión dura, que no gana mucho, que puede ser traumática. Pero a ella no le importa. Ya eligió. Sabe que su vocación no se mide en plata, sino en vidas tocadas, en manos sostenidas, en calmar el dolor con presencia y acción.
Hoy vive entre estudios, prácticas, historias que la marcan, y una convicción firme: va a llegar. Y cuando lo haga, no va a salvar el mundo, pero sí va a estar allí para quien lo necesite, en su peor momento.