Marlene Volkmann



    • Nombre completo: Marlene Fritz de Volkmann
    • Edad: 38 años
    • Lugar de nacimiento: Bremen, Alemania
    • Nacionalidad: Alemana
    • Sexo: femenino

    👨Padre: Benedikt Fritz
    Nacionalidad: Alemán

    Profesión: Juez federal retirado (Tribunal Superior de Justicia de Bremen)

    Personalidad: Frío, metódico, autoritario, extremadamente racional. Nunca levantaba la voz, pero su sola presencia imponía respeto. Creía firmemente en el orden, la disciplina y la ley… al menos, mientras le beneficiara.

    Apariencia: Hombre alto, de hombros rectos, cabello completamente canoso desde los 50 años, ojos grises y una expresión siempre neutra. Siempre vestía con sobriedad y era difícil descifrar lo que pensaba.

    Historia: Nacido en Berlín en 1956 en una familia protestante y conservadora, se trasladó a Bremen para estudiar derecho. Ambicioso y preciso, su ascenso en el sistema judicial fue meteórico. Era temido por su capacidad para manipular la ley en los límites de lo legal.
    Años después, su nombre apareció en documentos filtrados que lo vinculaban a la protección de empresarios involucrados en evasión fiscal, lo que precipitó su retiro forzado. Como padre, fue frío y distante: nunca vio a Marlene como una hija, sino como una extensión de su legado, moldeándola para el poder y el control.

    👩Madre: Elise Dubois
    Nombre completo: Elise Claire Dubois de Volkmann

    Nacionalidad: Alemana

    Nacionalidad: Francesa, con doble ciudadanía alemana

    Profesión: Diplomática (ex Agregada Cultural en la embajada francesa en Berlín, luego asesora en Relaciones Internacionales)

    Personalidad: Elegante, culta, manipuladora emocional, con una sonrisa suave que escondía intenciones. Muy hábil en la persuasión, sabía manejar los entornos sociales y diplomáticos como una coreografía.

    Apariencia: Mujer de complexión delgada, pelo rubio platinado siempre prolijo, ojos celestes muy expresivos y rasgos finos. De voz suave, hablaba con un marcado acento francés, incluso después de décadas en Alemania.

    Historia: Nacida en Lyon en 1962, proveniente de una familia aristocrática venida a menos. Se formó en Ginebra en ciencias políticas y protocolo internacional. Su carrera diplomática la llevó por varias embajadas europeas, donde construyó una red de contactos políticos y financieros clave. Su matrimonio con Heinrich Volkmann fue más un acuerdo estratégico que una unión afectiva.
    Fue una figura clave en la formación de Marlene. Le enseñó idiomas, etiqueta, diplomacia y análisis político desde temprana edad. Aunque más cercana que Heinrich, también trató a su hija como un instrumento dentro del tablero internacional. No solo toleraba las actividades ilegales de su entorno, sino que las facilitaba cuando convenía.

    • APARIENCIA FÍSICA:

    Marlene Volkmann es la imagen de la elegancia fría y calculadora. De cabello rubio claro y lacio, ojos celestes intensos y facciones refinadas, su presencia impone sin esfuerzo. Alta, delgada y de postura impecable, camina con seguridad y habla con voz firme pero serena. Viste con sobriedad y lujo discreto, optando por trajes de corte europeo y accesorios mínimos pero de alto valor. Su estilo combina sofisticación y funcionalidad, lista tanto para una reunión diplomática como para una operación clandestina. Su mirada penetrante, su fragancia sutil de ámbar y flores blancas, y una leve cicatriz en la clavícula completan el aura de una mujer implacable, que domina cualquier entorno sin perder el control.

    • PERSONALIDAD:

    La personalidad de Marlene Volkmann se define por una mezcla precisa de inteligencia fría, elegancia calculada y ambición silenciosa. Es analítica, meticulosa y emocionalmente contenida. No actúa por impulso: piensa tres movimientos por delante y rara vez muestra sus verdaderas intenciones. Tiene una gran capacidad para leer a las personas, identificar debilidades y utilizarlas a su favor, sin necesidad de amenazas abiertas. En público, proyecta serenidad, diplomacia y encanto; en privado, es exigente, estratégica y reservada. Es leal solo a quienes demuestran estar a su altura, y no tolera la mediocridad ni la improvisación. Su fortaleza no está en la fuerza bruta, sino en el control absoluto de las situaciones y su habilidad para operar desde las sombras. Marlene no necesita gritar para dominar; le basta con mirar.

    • INFANCIA:

    Durante su infancia, Marlene creció en un hogar rígido y distante, donde el afecto era escaso y las exigencias eran la norma. Sus padres, especialmente su padre Heinrich, imponían una disciplina férrea y esperaban perfección absoluta en todo. A los 11 años, en medio de una de esas frías y silenciosas noches en la mansión familiar, Marlene presenció una pelea violenta entre sus padres, una confrontación inesperada que terminó con ella intentando separarlos. En el forcejeo, Benedikt la empujó sin querer, y cayó contra una esquina de metal afilado que le causó una profunda herida en la clavícula izquierda.

    El accidente no solo le dejó una cicatriz visible, sino que fue un momento traumático que reveló la frialdad y tensión latente en su hogar. En lugar de recibir consuelo, fue ignorada y reprendida por interrumpir, reforzando su sensación de soledad y la necesidad de mantener sus emociones bajo control. Esa experiencia la marcó profundamente, enseñándole a ser autosuficiente y a esconder su vulnerabilidad, convirtiendo su cicatriz en un recordatorio permanente del dolor y la dureza que vivió desde niña

    • JUVENTUD:

    Durante su juventud, Marlene Volkmann ya era mucho más que la hija de una familia acomodada y estricta; era una operadora nata en un mundo donde lo legal y lo ilegal se mezclaban con sofisticación. Desde los 17 años, mientras estudiaba en internados privados suizos, se movía con facilidad entre círculos de élite y redes clandestinas, especializándose en el tráfico de información y la manipulación de vacíos legales. Su fluidez en alemán, francés, inglés e italiano le permitía tejer una red de contactos compleja y poderosa que utilizaba para intermediar entre bufetes de abogados y estructuras criminales que necesitaban limpiar sus operaciones.

    A los 19 años, cuando se mudó a Hamburgo para estudiar derecho penal, su interés principal no era solo académico sino estratégico: quería comprender y controlar los movimientos portuarios y judiciales que facilitaban la entrada de capitales y mercancías ilegales a Europa. Fue en esa ciudad donde, en su segundo año, conoció a Frankito Torrez, un joven argentino recién llegado con un perfil similar al suyo: inteligente, calculador y con una doble vida que pocos podían imaginar.

    Lo que comenzó como una relación superficial, basada en la mutua admiración por sus habilidades para leer entre líneas y moverse en las sombras, pronto se transformó en una alianza intensa y peligrosa. Marlene y Frankito compartían secretos, contactos y operaciones que los involucraban cada vez más en el mundo clandestino europeo, combinando sus talentos para evadir la ley y maximizar beneficios. Su vínculo no solo fue romántico sino también profesional, una sociedad que los fortalecía y hacía que sus enemigos los temieran.

    En ese entorno, Marlene consolidó su papel como intermediaria clave y estratega legal, mientras que Frankito complementaba sus conocimientos con entrenamiento en defensa, espionaje y finanzas ilícitas. Juntos, se convirtieron en una fuerza imparable, forjando una relación que sería crucial para los años venideros y que cambiaría para siempre sus destinos.

    Después de cinco años viviendo en Hamburgo, Frankito y Marlene regresaron juntos a Argentina, el país natal de él, motivados principalmente por la creciente presión y riesgos que sus actividades clandestinas comenzaban a generar en Europa, además del llamado urgente de la familia de Frankito para que él retomara el control de negocios familiares que estaban en crisis.

    • VIDA EN ARGENTINA:

    En Argentina, Marlene adaptó rápidamente su experiencia europea para consolidar su influencia en el entramado delictivo junto a Frankito. Mientras él tomaba el control del negocio familiar y expandía sus operaciones por el Cono Sur, ella se encargaba de fortalecer la estructura legal y financiera que sostenía esas actividades. Desde la sombra, gestionaba la intermediación entre bufetes de abogados, jueces corruptos y redes criminales, asegurando que cada movimiento quedara protegido por una fachada impenetrable de contratos, vacíos legales y lavado de activos.

    Su dominio del derecho penal y su habilidad para manipular los sistemas judiciales le permitieron blindar las operaciones que incluían tráfico de tecnología avanzada, armas modificadas y movimientos de criptomonedas. A la par, supervisaba equipos especializados en borrar rastros y desarticular investigaciones que pudieran amenazarlos. En lo social, mantenía una imagen impecable, frecuentando círculos diplomáticos y empresariales que le servían tanto para ampliar sus conexiones como para ocultar sus verdaderas actividades.

    La vida de Marlene en Argentina fue, así, un reflejo del poder silencioso y calculador que ambos compartían: mientras Frankito manejaba la fuerza bruta y las rutas de contrabando, ella tejía la red invisible que mantenía todo bajo control y les garantizaba impunidad. Juntos, se convirtieron en una dupla imparable dentro del mundo ilegal del Cono Sur.

    • CAIDA Y EXILIO:

    Cuando Frankito tenía 35 años, la traición llegó desde dentro de su círculo más cercano: un ex socio, alguien en quien confiaban plenamente, vendió información sensible al Departamento del Tesoro de Estados Unidos y a la Europol. En cuestión de días, las consecuencias fueron devastadoras: cuentas bancarias congeladas, puertos intervenidos y aliados clave desaparecidos o neutralizados.

    Marlene, siempre a su lado, no dudó en acompañarlo en la huida. Consciente del peligro inminente, usó toda su experiencia para facilitar la evasión: gestionó documentos falsos, coordinó rutas seguras y desactivó posibles seguimientos legales o tecnológicos. Su capacidad para manipular el sistema judicial y su red de contactos le permitieron proteger a Frankito durante ese caos.

    Llegaron a Los Santos con identidades nuevas, pero Marlene sabía que debían empezar desde cero. Mientras Frankito levantaba una fachada con una empresa de "logística internacional", ella trabajaba detrás de escena, reconstruyendo sus redes legales y financieras, estableciendo alianzas silenciosas y eliminando posibles amenazas que pudieran revelar su paradero o actividades.

    Aunque lograron mantener un perfil bajo y evitar la captura inicial, la sombra de la traición volvió a cernirse sobre ellos. Una nueva filtración desde dentro de su organización en Los Santos provocó una caída similar a la anterior. En ese momento, Marlene, aunque golpeada, se mantuvo firme junto a Frankito, compartiendo el peso del silencio y la vigilancia constante. Ahora, ambos caminan con cautela por la ciudad, preparando su próximo movimiento, conscientes de que esta vez no habrá margen para errores ni perdones.

    Pero Marlene nunca dejó cabos sueltos. Mientras Frankito se movía en las sombras de Los Santos, ella, paciente y meticulosa, trabajaba en silencio para limpiar sus nombres de cualquier base de datos. Activó antiguos favores, contactó a viejos conocidos en Suiza, Bélgica y Dubái, y coordinó una operación digital tan precisa como letal. A través de una combinación de sobornos, ingeniería legal, y la contratación de un grupo de expertos en ciberinteligencia, logró infiltrar los servidores de la Europol y del Departamento del Tesoro, eliminando cada rastro, cada documento, cada conexión que los atara a su pasado.

    Fue un trabajo quirúrgico, irrepetible, y extremadamente peligroso. Pero lo logró. Los sistemas quedaron sin huella, los algoritmos sin coincidencias. Para el mundo oficial, Frankito Torrez y Marlene Volkmann simplemente no existían.

    Ahora, en Los Santos, viven en la tranquilidad que solo el anonimato absoluto puede ofrecer. Ya no son fantasmas perseguidos, sino leyendas urbanas. En los círculos del poder, su historia aún se susurra como un mito, pero nadie puede probar que alguna vez estuvieron ahí. Por fin, libres del pasado, aguardan en silencio. Y si alguna vez deben volver al juego, lo harán invisibles… y letales.

    • EDUCACIÓN:

    Formación académica:

    Internados privados suizos con enfoque diplomático y jurídico

    Licenciatura en Derecho Penal (Universidad de Hamburgo, Alemania)

    Diplomaturas en Derecho Internacional y Criminología Aplicada

    Dominio fluido de alemán, francés, inglés e italiano

    Formación criminal:

    Introducción al tráfico de información en círculos estudiantiles de élite

    Intermediaria entre bufetes legales y organizaciones criminales desde los 17 años

    Especialización en explotación de vacíos legales, borrado de antecedentes y blindaje jurídico

    Coordinación de operaciones de lavado de activos y manipulación de contratos internacionales

    • OTROS/RESUMEN:

    Marlene Volkmann es la encarnación del control silencioso: elegancia suiza, precisión alemana y una mente entrenada para anticipar el caos. Criada entre abogados implacables y jueces corruptos, aprendió desde niña que la ley puede ser un arma si se sabe usar. Habla con la calma de una diplomática, pero actúa con la frialdad de una estratega criminal.

    En Los Santos, se mueve con la sutileza de quien ya borró su pasado. No necesita amenazas ni alardes: su poder está en lo invisible. Marlene no lidera desde el frente, sino desde las sombras, donde cada decisión suya puede cambiar el rumbo de una ciudad. Porque si algo aprendió, es que el verdadero control no se impone… se construye en silencio.


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