++ $t("links.title") ++
Your browser does not seem to support JavaScript. As a result, your viewing experience will be diminished, and you may not be able to execute some actions.
Please download a browser that supports JavaScript, or enable it if it's disabled (i.e. NoScript).
Aleksander Sokolov nacio una gelida noche de enero en un barrio humilde del este de Moscu. Su madre, enfermera de un pequeño hospital, y su padre, un antiguo soldado convertido en conductor de tranvia, lo criaron con esfuerzo y principios firmes. Desde niño, Aleksander fue reservado, inteligente y observador. Tenia un talento natural para resolver problemas y una mirada que parecía leer entre lineas.
En los margenes de la ciudad, donde las oportunidades eran escasas y la ley se aplicaba con desigualdad, el crimen organizado era una sombra inevitable. A los 15, Aleksander ya comprendia que la policia no siempre protegia a los inocentes, y que en su barrio, a veces, sobrevivir significaba callar.
Su primo mayor, Dimitri, fue quien lo arrastro sin querer hacia el borde del abismo. Al principio era inocente: entregar paquetes, conducir motocicletas sin hacer preguntas. Pero Aleksander empezo a notar que los favores pedian mas que tiempo; pedian lealtad a algo que no tenia rostro ni alma. La Bratva, como todos le decian en voz baja.
Cuando Aleksander se nego a hacer un ultimo encargo —transportar un maletin con dinero sucio a un contacto en el centro de Moscu—, todo cambio. Esa misma noche, su casa fue registrada sin orden alguna. Su madre fue suspendida de su trabajo sin explicaciones. Su padre recibio amenazas. No habia duda: lo querian callado o fuera del mapa.
Entendio entonces que en Moscu ya no había lugar para el.
Con ayuda de un viejo amigo de su padre, un expolicía desilusionado que conocia demasiado bien el lado oscuro de la ciudad, Aleksander escapo. Tomo un tren hacia el oeste con apenas una mochila, una fotografia familiar y un pasaporte falsificado con otro nombre.
Mientras el tren se alejaba de la ciudad cubierta de nieve, Aleksander miro por la ventana, sabiendo que su vida como la conocía habia terminado. Pero también sintio algo nuevo: libertad. No tenía rumbo fijo, pero si una decisiin firme: no repetiria los errores de los que lo rodearon. Moscu se quedaba atras, con su corrupcion, sus secretos y sus fantasmas.
El mundo no seria más fácil alla afuera, pero seria suyo.