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Nombre Actual: Amiri Klein Nombre de Nacimiento: Amiri Von Reichenbach Edad: 24 años Género: Masculino Lugar de nacimiento: Nueva York Nacionalidad: Estadounidense
Historia Amiri Von Reichenbach nació como el cuarto de seis hermanos en una familia donde el apellido valía más que las personas. Los Von Reichenbach eran una dinastía envuelta en dinero viejo, negocios turbios bien maquillados y un linaje que se repetía como una fórmula. Desde pequeño, Amiri entendió que allí nadie criaba hijos, moldeaban herederos.
La relación con sus hermanos fue tan fría como el mármol que adornaba la mansión familiar. Competencia, comparaciones, silencio. Ninguno era realmente familia, sólo piezas del tablero. La única excepción fue el hermano mayor, Nathaniel. Seis años mayor que Amiri, Nathaniel fue lo más cercano a un protector, un faro dentro de aquella prisión disfrazada. Nathaniel fue el primero en hacerlo. A los 18, dejó todo, sin mirar atrás. La familia lo tachó como traidor. Amiri lo vio como un héroe.
Tras su partida, la mansión se volvió aún más asfixiante. Amiri pasó los años siguientes como un fantasma con corbata, ausente en cuerpo y alma. Hasta que, a los 13, comenzó a escapar. No del todo, pero por ratos. Se escabullía entre las sombras dejando atrás los pasillos de oro para sumergirse en los barrios bajos de Los Santos. Fue allí donde lo encontró la vida real. desordenada, sucia pero autentica auténtica.
Entre peleas clandestinas, garajes ilegales y noches de humo, mujeres y risas, encontró un grupo que lo trató sin filtros ni intereses. No sabían su apellido, y eso lo hizo libre. Compartió comida, golpes, historias. Y descubrió que la verdadera lealtad se forja entre los que no tienen nada que ofrecer… salvo todo lo que son.
A los 18, repitió el mismo acto que Nathaniel: desapareció. Legalmente se deshizo del apellido Von Reichenbach y adoptó uno nuevo: Klein. En honor a esa “familia chica” que lo adoptó sin pedir nada.
Lo que vino después fue inevitable. Amiri no nació para arrodillarse. Aprendió rápido a moverse en los márgenes, primero como corredor de piezas robadas, luego como intermediario en transacciones de alto riesgo. Hoy, es un nombre respetado en el tráfico internacional de armas. Su firma está en negocios que ningún gobierno reconoce, pero todos conocen.
Paralelamente, Amiri alimenta su obsesión: coleccionar vehículos únicos. Desde muscle cars reconstruidos hasta prototipos militares que jamás llegaron a producción. Cada máquina que guarda tiene historia. Algunas, incluso, tienen cicatrices y aunque nunca lo diga en voz alta, en algún rincón de ese imperio dinero, drogas y mujeres aún espera volver a cruzarse con Nathaniel.