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NOMBRE COMPLETO: Seraphine Vellier
EDAD: 20 años.
LUGAR DE NACIMIENTO: Marsella - Hospital Caroline
NACIONALIDAD: Francesa/Estadounidense
SEXO: Mujer.
HISTORIA: Camille Beauregard y Louis Vellier se conocieron en la secundaria, en los márgenes olvidados de Marsella. Unidos por una vida de carencias, pero también por un amor sincero, decidieron construirse un destino juntos. Él comenzó a trabajar en la construcción, haciendo de todo: albañilería, pintura, electricidad. Ella, con la misma entrega, limpiaba casas y escuelas para aportar al hogar.
El dinero nunca fue suficiente, pero el hogar rebosaba afecto y esperanza. Con el tiempo, y sin haberlo planeado, nació su primera hija: Juliette Vellier. Al año siguiente llegaría Lilith, y dos años después, una tercera niña completaría la familia, Seraphine. Pese a la pobreza, eran una familia unida, trabajadora y feliz.
Un giro inesperado cambió sus vidas para siempre. Camille consiguió empleo limpiando la casa de una familia adinerada que no podía tener hijos. Lo que parecía una oportunidad terminó siendo una trampa. Consumidos por la envidia hacia el amor que los Vellier compartían con sus hijas, y movidos por una oscuridad oculta, aquella familia secuestró a las tres niñas y huyó con ellas a Estados Unidos.
Camille y Louis, destrozados pero decididos, no dejaron de buscarlas. A medida que se acercaban a la verdad, descubrieron que la familia para la que Camille trabajaba estaba involucrada en narcotráfico y trata de personas. Aquellos criminales, temiendo ser descubiertos, los asesinaron sin piedad, borrando cualquier posibilidad de rescate.
Los años pasaron, y las tres hermanas crecieron sin conocer la verdad completa, creciendo engañadas de que habían sido adoptadas y sus padres habían fallecido. Cuando tenían 12, 11 y 9 años respectivamente, sus padres adoptivos también fueron asesinados en un ajuste de cuentas vinculado al mundo delictivo en el que estaban inmersos. Juliette y Lilith quedaron juntas separadas de su hermana, angustiadas por una profunda desesperación teniendo que crecer sin ella. quedaron solas, ya que habían sido enviadas a diferentes hogares en distintas partes de Estados Unidos, aisladas, sin saber si volverían a encontrarse.
Así comenzó una nueva etapa de sus vidas, marcada por la pérdida, la confusión, la desesperación y la angustia. Aunque hayan sido separadas por el sistema siempre se prometieron estar juntas por ende siempre buscarían la forma de volver por Seraphine.
Con solo nueve años, vive en un orfanato, separada de sus hermanas. Es tímida, vergonzosa e introvertida, siempre en silencio y al margen. A pesar del miedo, muestra una valentía inesperada cuando alguien la necesita. Inmadura, pero con un corazón fuerte, guarda dentro una esperanza que se niega a desaparecer.
Desde los doce hasta los dieciséis, la vida de Seraphine pasó sin ruido. Callada, invisible, una sombra más entre las paredes frías del orfanato. No tenía grandes metas, ni razones para luchar. Solo contaba con Sam, su única amiga. Sam era risueña, rebelde, y la única que lograba sacarla de su caparazón. Pero también fue quien la malacostumbró al consumo de marihuana, como una forma de evadir el vacío.
Fumaban juntas en el techo del orfanato, entre risas y silencios, convencidas de que nada afuera valía la pena. Para Seraphine, era una forma de no sentir. De olvidar, aunque nunca supiera bien qué.
Todo cambió el día en que, a los dieciséis, dos jóvenes llegaron preguntando por ella. Decían ser sus hermanas, Juliette y Lilith. Habían sido separadas de chicas. Traían fotos, recuerdos, palabras que le sonaban ajenas. Pero Seraphine no recordaba nada. Solo sintió miedo, confusión… y culpa por no sentir lo mismo que ellas.
En vez de acercarse, se alejó más. Cayó más hondo en la adicción. Sam no supo cómo detenerla. Una noche, su cuerpo no resistió: una intoxicación severa la llevó directo al hospital. Fue la sacudida que nadie esperaba.
Pero ahí estuvieron: Sam, con lágrimas en los ojos, y las dos hermanas, firmes como si nunca se hubieran ido. No le reclamaron nada. Solo se quedaron.
Con su compañía, su paciencia y su cariño, Seraphine comenzó de a poco a levantarse. No fue fácil, ni rápido, pero a los dieciocho años, pudo salir del orfanato por la puerta, no arrastrada por el sistema, sino sostenida por quienes, sin entenderla del todo, decidieron no soltarla.
ACTUALIDAD: A los 19 años, Seraphine cargaba más cicatrices de las que se veían. Había salido del orfanato hacía poco, con una mochila vieja, un par de recuerdos sueltos y la compañía de sus hermanas, con quienes apenas aprendía a reconocerse. Aunque estaba fuera del sistema, el mundo no la recibió con suavidad.
En el bajo mundo donde se movían —entre barrios rotos, favores sucios y calles donde nadie pregunta— ser francesa, blanca y pobre era casi una condena. Las trataban como extrañas, como si su acento o su piel les robara espacio. Las miradas eran constantes, juzgaban sin hablar. Seraphine aprendió a caminar rápido, a no mirar atrás, a no confiar.
Fue en ese contexto que vivió lo más oscuro: un abuso por parte de alguien en quien había intentado confiar. Alguien despreciable que le robó más que el cuerpo. Poco después, sola, confundida y llena de miedo, perdió un embarazo no deseado que nunca tuvo oportunidad de entender. No lo lloró frente a nadie. Solo lo escribió en su cuaderno y lo cerró.
Desde entonces, el contacto con hombres le provocaba un rechazo visceral, como si cada mirada masculina le recordara lo que le quitaron. No fue inmediato, pero con el tiempo entendió que la ternura, el consuelo y el deseo que buscaba, solo lo encontraba en las mujeres. No como una huida, sino como una verdad que empezó a sentirse suya.
Aunque el mundo seguía duro, ella seguía de pie. Sam aún estaba cerca, y sus hermanas, aunque distintas, la sostenían con paciencia. Había días malos, sí. Pero también momentos de claridad: cuando cocinaban juntas, cuando reían por tonterías, cuando se permitía querer sin miedo.
El 20° cumpleaños de Sam no terminó con velas ni abrazos. Terminó con un disparo. Uno solo, seco, en medio de una calle cualquiera donde la vida vale poco y la muerte llega sin anunciarse. Iban juntas, como siempre, riéndose de algo absurdo. Sam había dicho que no quería fiesta, solo una caminata, algo simple. Seraphine le había comprado un cigarro suelto y una bebida barata. Era su forma de celebrar: pequeña, íntima, sucia pero sincera.
Nadie sabe bien de dónde vino el disparo. Un ajuste de cuentas que no era para ellas. Una cara confundida. Un error. Un acto sin sentido. Sam cayó antes de soltar el vaso, con la misma expresión que ponía cuando se enojaba jugando a las cartas. Seraphine gritó su nombre, pero ya no había nada que responder.
Hoy, sobrevive en los barrios bajos de Los Santos junto a sus hermanas, Juliette y Lilith. Son francesas, blancas, y por eso mismas, siempre fueron miradas con desconfianza, con deseo o con desprecio. Pero aprendieron a moverse entre las grietas del sistema, a caminar sin pedir permiso.
Ya no son niñas perdidas. Son mujeres marcadas, sí. Pero vivas. Juntas. Y esta vez, nadie las va a separar. Solo buscan una cosa: seguir adelante y hacer lo que les dé la gana. Porque el mundo les quitó mucho, y ahora… es su turno.
PERSONALIDAD: Tímida e introvertida, evita el centro de atención y se esconde tras el silencio. Vergonzosa en lo social, pero sorprendentemente valiente cuando importa, actúa con firmeza incluso si el miedo la acompaña. Aún inmadura, sus decisiones a veces son impulsivas, pero su autenticidad y corazón la hacen profundamente humana.
APARIENCIA FÍSICA: De estatura media, con 1.60 metros y 57 kilos, su figura es ágil y bien proporcionada. El cabello negro enmarca un rostro intenso, donde destacan unos ojos celestes que hipnotizan con solo una mirada. Su piel está cubierta de tatuajes que narran historias personales, convirtiéndola en un lienzo viviente. Su presencia combina misterio, fuerza y rebeldía, dejando una impresión difícil de olvidar.