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Nombre Completo: Andrés Martin Rojas Narváez Edad: 25 años Lugar de Nacimiento: Los Santos, California - 15/02/2000 Nacionalidad: Estadounidense Sexo: Masculino Padres: Martin Rojas y Michel Narvaez Apariencia Física: 1.75 cm de altura, Ojos cafés, Cabello negro, Físico atlético Personalidad: Líder nato pero distraído, extrovertido y aunque líder sabe seguir ordenes cuando debe, responsable pero arriesgado.
Historia
Andrés Rojas nació en Los Santos, California, en el año 2000, hijo de padres chilenos que emigraron a Estados Unidos en los años noventa. Su padre, técnico en refrigeración, y su madre, trabajadora doméstica, levantaron con mucho esfuerzo un hogar modesto pero lleno de amor, cultura y disciplina. En casa se hablaba español, se comía empanadas y se escuchaba cueca los domingos, pero en la calle Andrés se movía como cualquier chico estadounidense: con zapatillas Nike, música hip-hop y una pasión intensa por el fútbol y el baloncesto.
Desde pequeño fue un niño activo, de carácter fuerte pero noble. Siempre mostró liderazgo natural entre sus amigos del barrio, aunque no siempre canalizado de la mejor forma. En la escuela primaria, sus profesores notaban su potencial, pero también su tendencia a distraerse y a involucrarse en conflictos menores. Su adolescencia fue una etapa de altibajos.
Entre los 13 y 18 años, Andrés vivió momentos complicados. A pesar de tener buenos valores en casa, empezó a rodearse de personas que no siempre tenían buenas intenciones. Salía más de la cuenta, faltaba a clases y en más de una ocasión tuvo roces con la autoridad escolar. No llegó a tener problemas graves con la ley, pero sí se ganó la preocupación de sus padres y varios llamados de atención. Uno de los momentos más duros fue ver cómo un amigo cercano cayó en el consumo de drogas y terminó detenido por robo. Ese golpe lo hizo despertar.
A los 20 años, Andrés decidió que no quería seguir ese camino. Tomó distancia de su grupo de amigos de la adolescencia, se mudó temporalmente a vivir con un tío en otra ciudad, y comenzó a trabajar en distintos oficios: ayudante de construcción, mozo en un restaurante y más adelante guardia de seguridad. Al principio fue duro, pero ese proceso lo ayudó a madurar, a ganar confianza y a reconectar con los valores que sus padres siempre le enseñaron: respeto, responsabilidad y orgullo por sus raíces.
Actualmente, a sus 25 años, Andrés lleva una vida tranquila y enfocada. Vive solo en un pequeño departamento en Torre Adams, cerca de sus padres, con quienes mantiene una relación cercana. Dedica tiempo al deporte, lee sobre historia latinoamericana y trata de visitar Chile cada tanto para no perder conexión con la tierra de sus padres. También participa como voluntario en actividades comunitarias, especialmente con jóvenes en riesgo social, donde intenta compartir su experiencia y motivar a otros a tomar decisiones con conciencia.
Andrés no es perfecto ni pretende serlo, pero está orgulloso del camino que ha recorrido. No olvida de dónde viene, y aunque su historia tiene errores, también está llena de aprendizajes. Su vida es hoy un testimonio de que uno puede cambiar, crecer y encontrar un rumbo con sentido, sin perder su identidad.