THE RED LINE [Actualizado]



  • Historia

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    |=|-|=El grupo criminal organizado "The Red Line" nace a raíz del antiguo motor club Sons of Shadows, club el cual residía en Sandy y controlaba todo el norte de la ciudad, tras varios años trabajando codo con codo llegan a la conclusión de que no iban a poder progresar en sus negocios legales e ilegales siendo parte de un motor club y deciden quemar las chupas de cuero, vender las motos y poner rumbo al sur de la ciudad en busca de nuevos y más grandes retos.

    Encuentran un lugar tranquilo en el sur de la ciudad donde comienzan a trabajar y a dar ideas para ganar dinero, tras días de largas reuniones llegan a la conclusión de que uno de los principales trabajos que deben estar vinculados al transporte dado que en el grupo se encuentran grandes conductores y mecánicos acostumbrados a manejar vehículos de gran potencia.
    Haciendo cálculos llegan a la conclusión de que el negocio donde más cantidad de dinero pueden llegar a ganar es el de las armas, desde pistolas hasta fusiles de gran calibre, aunque son conscientes del riesgo que esto conlleva la decisión fue unánime.
    Los mecánicos del grupo se ponen manos a la obra y empiezan a buscar que clase de vehículo podrían utilizar para mover una cantidad significativa de armas en el menor tiempo posible de una punta a otra de la ciudad. Tras varias semanas de búsquedas intensivas, habiendo revisado todos y cada uno de los concesionarios, todas las webs relacionadas con el mundo del motor y hasta en las revistas tunning mas antiguas, llegan a la conclusión de que el vehículo que más les interesa para recorrer grandes distancias en tiempos récord es el "Sultán", este sería a partir de ahora el coche insignia del grupo.
    Después de adquirir los primeros vehículos los mecánicos deciden darle su toque personal y añadir una franja roja en el techo y capó del coche, haciendo una referencia al nombre del grupo.

    The Red Line ya cuenta con socios y clientes de su paso por el motor club y empiezan a trabajar con ellos llegando así sus primeros ingresos transportando pequeñas cantidades de pistolas de combate.
    No tardaron en llegar nuevos clientes dada su gran rapidez para mover a cualquier punto de la ciudad estas armas.

    Pero no todo iba a ser el transporte, en la sede de The Red Line se planea un nuevo negocio. Menos riesgo que el negocio principal pero una gran recompensa económica, el robo de vehículos, la banda cuenta con grandes mecánicos estos enseñarían a robar a los demás miembros cualquier vehículo.
    Un contacto en Rusia sería el primer interesado en comprar coches de alta gama robados en Los Santos.
    Una vez los coches son robados, los esconden en un lugar secreto y los mecánicos los modifican para que no sean reconocidos al transportarlos en los aviones.

    Con el dinero que van ingresando deciden invertirlo en vehículos de competición, para que los pilotos de los que dispone el grupo también generen dinero.
    Empiezan a competir en distintas carreras.=|-|=|

    Foro antiguo: Enlace Foro The Red Line Antiguo



  • Fiesta en el Yate

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    Anoche tuvimos el placer de asistir a un evento exclusivo organizado por el maravilloso Los Santos Nautical Club, del cual tenemos el honor de ser socios. En un ambiente distinguido y lleno de estilo, disfrutamos de una velada única con música en directo, una selección exquisita de bebidas y, por supuesto, las incomparables vistas de la ciudad de Los Santos iluminada bajo el cielo nocturno.

    Además del ambiente inmejorable, el evento nos brindó la oportunidad de fortalecer lazos, cerrar algunos negocios prometedores y conocer a personas realmente interesantes dentro de la comunidad. Sin duda, una noche para el recuerdo que refleja la elegancia y el dinamismo que caracterizan al Club Natucio.

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  • Hotel Continental

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    Anoche asistimos a una de esas reuniones que no se anuncian, pero que dejan huella. Invitados por nuestros poderosos amigos rusos, fuimos recibidos en los salones privados del imponente Hotel Continental, un lugar donde el lujo y la discreción conviven con la tensión que solo los verdaderos jugadores del tablero entienden.

    La velada transcurrió entre brindis de un vodka ruso de la más alta pureza —servido helado, como dicta la tradición— y conversaciones en voz baja cargadas de dobles intenciones. No era una noche para simples espectáculos: era una cita para los que mueven piezas desde las sombras.

    Mientras los acordes suaves de un cuarteto de cuerdas llenaban el aire, se negociaban cargamentos de armas, rutas discretas y cifras que superaban con facilidad los varios millones. El ambiente olía a poder, a peligro y a promesas selladas con un gesto, no con palabras.

    Los Santos nunca duerme, y anoche fuimos testigos de cómo se reescriben las reglas del juego, una copa de vodka a la vez.

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  • La dosis I

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    Se les contactó por canal seguro y se envió ubicación. Confirmaron sin demora.
    Esa noche, en el almacén, se colocó sobre el suelo del almacén una caja grande de madera, junto a ocho bolsos negros. Todo estaba empacado con cuidado, sin marcas visibles, pero con el contenido exacto que se había acordado.

    Dentro de la caja: frascos con PCP, viales de fentanilo y varias navajas automáticas. Los bolsos contenían pastillas de éxtasis y cargadores de pistola, distribuidos en compartimentos acolchados.

    La organización aliada llegó sin demora. Revisaron cada elemento en silencio, con la precisión de quienes ya conocen el juego. No hubo palabras innecesarias.

    Una señal rápida confirmó que todo estaba en orden. Se hizo el intercambio, limpio, sin contratiempos.

    Minutos después, el almacén volvió a quedar en calma. El trato estaba cerrado.

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