Urban Riders



  • URBAN RIDERS

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    Introducción

    Todo empezó en los barrios bajos de Los Santos, en un pequeño barrio en Davis, donde un grupo de jóvenes pandilleros se cansó de tener que ganarse la vida robando y vendiendo droga. Nacidos entre graffitis, sirenas y traiciones. Robaron su primera moto, la arreglaron con piezas robadas, y esa misma noche, ganaron respeto en una carrera clandestina. Con el rugir de los motores, encontraron una nueva forma de dominar las calles: la velocidad. Lo que empezó como escape, se convirtió en imperio. Dejaron atrás la etiqueta de pandilleros, pero nunca el barrio. Hoy son un grupo dedicados a las carreras ilegales y actividades ilegales llamados Urban Riders: rápidos, letales, y más organizados que nunca. La calle fue su cuna, pero el crimen los hizo leyendas.

    Origenes

    Jordan nació y creció en Rancho, uno de los barrios más peligrosos de Los Santos. Desde joven, estuvo metido en el caos: peleas, grafitis, robos menores… lo clásico para sobrevivir donde el sistema no llega. Era líder por naturaleza, respetado por los suyos, temido por los ajenos. A los 17, fundó una pequeña pandilla con sus amigos de infancia, "La 88 Street", que se hizo notar rápidamente por su agresividad y su lealtad férrea al barrio.

    Pero todo cambió la noche que la policía lo atrapó con un alijo robado y una Glock en la cintura. Lo sentenciaron a cinco años, pero fue en prisión donde realmente despertó. Allí conoció a tipos pesados, mafiosos con trajes en vez de tatuajes, que le enseñaron otra forma de mover el dinero: más callada, más efectiva, más letal. Aprendió sobre redes de contrabando, lavado, contactos internacionales y cómo mover producto sin dejar huella.

    Al salir, ya no era solo un pandillero: era un hombre con visión. Reunió a sus colegas del barrio y les enseño esa forma de vida. Así nacieron los Urban Riders: una hermandad de velocidad, adrenalina y crimen. Cambiaron los enfrentamientos por carreras ilegales, los golpes por negocios turbios, pero el barrio siempre fue el centro de operaciones. Si uno de los suyos necesitaba ayuda, ahí estaban.

    Con motos deportivas como emblema y rutas clandestinas por toda la ciudad, los Riders se expandieron. Empezaron a controlar apuestas, tráfico de piezas, transporte de mercancía ilícita y lavado a través de talleres “legales”. Todo organizado, sin ruido innecesario, pero con la misma furia del callejón que los vio nacer.

    Hoy, Jordan es más que un jefe: es una leyenda urbana. El barrio lo sigue viendo como el que nunca se fue. El rugido de sus motores sigue diciendo lo mismo que años atrás: la calle es nuestra.

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    Barrio

    Aunque ya no son pandilleros, su base de operaciones sigue siendo en el barrio.

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    Así fue como los Urban Riders pasaron de ser simples pandilleros locales a convertir el barrio en un centro de operaciones para el negocio de drogas y armas que ellos mismos controlan. Con el tiempo, esa red de negocios se ira expandiendo, consolidando a los Urban Riders como una fuerza dentro de las calles de Los Santos.

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