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El 15 de abril de 2003, en un barrio modesto de Los Santos, nació Carmen Silva. Con raíces latinas, Carmen creció en un vecindario donde la pobreza era una constante, pero siempre estuvo rodeada del amor incondicional de su familia. Su padre, un hombre de gran esfuerzo y siempre dispuesto a sacrificarlo todo por su hogar, hacía lo posible por mantener a su familia unida, mientras que su madre, fuerte y resiliente, se encargaba de las tareas del hogar. En ese hogar también vivía Diego, el hermanastro de Carmen, hijo de su madre con otro hombre que los dejó cuando Diego era solo un niño. No obstante, el padre de Carmen nunca dudó en aceptarlo como suyo, criándolo con la misma dedicación y cariño que a su hija.
Cuando Carmen tenía apenas siete años, la vida les dio un golpe inesperado. La muerte de su padre los dejó devastados, y poco tiempo después, su madre, incapaz de sobrellevar el dolor, los abandonó. Carmen y Diego quedaron solos, enfrentando un mundo que parecía no tenerles cabida. Ante esa realidad, decidieron tomar el control de su destino y escapar del barrio que los había visto crecer, en busca de una oportunidad.
Con la esperanza de una vida mejor, Carmen y Diego emprendieron un arriesgado viaje. Cruzaron la frontera hacia Los Santos de forma ilegal, enfrentando múltiples peligros y obstáculos en el camino. Después de varios días de incertidumbre, llegaron a la ciudad, donde pensaban construir una nueva vida. Carmen tenía solo 16 años, pero ya había aprendido que la supervivencia en las calles de Los Santos requería astucia, determinación y, sobre todo, una red de aliados.
En las peligrosas calles de Grove Street, Carmen empezó a moverse con agilidad, conectándose con personas que le ayudaran a sobrevivir y a hacer negocios pequeños para subsistir. Mientras tanto, Diego, en honor a su padre y al hombre que los había criado, decidió adoptar el apellido Silva, sellando así el vínculo fraternal que los unía más allá de la sangre. Juntos, comenzaron a escribir su propia historia en un mundo donde solo los más fuertes y astutos sobreviven.