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Infancia en las sombras de Los Ángeles:
Nací en el sur de Los Ángeles, en un apartamento pequeño donde apenas cabíamos mi mamá, mi papá y yo. Mi mamá, Elena Ramírez, era enfermera y trabajaba casi todo el día, a veces ni la veía porque se iba antes de que despertara y volvía cuando ya estaba dormido. Mi papá, Carlos "Big C" Glock, trabajaba como mecánico, pero todos en el barrio sabían que tenía conexiones con gente peligrosa. Yo era un niño, no entendía mucho, pero siempre supe que algo no estaba bien.
A los 8 años, mi mundo se rompió. Una noche, mientras cenábamos, la policía entró a la fuerza por la puerta. Gritos, llantos, y luego vi a mi papá con las manos esposadas. Me miró una última vez antes de que se lo llevaran. Nunca voy a olvidar esa mirada, llena de tristeza y arrepentimiento. Después de eso, todo cambió. Mi mamá tuvo que trabajar el triple para mantenernos, y yo aprendí a crecer rápido.
Adolescencia: Calles, pérdidas y decisiones
Las calles donde crecí no son un lugar fácil para un adolescente. A los 14 años, vi por primera vez a alguien morir. Era mi amigo Kevin "Kev" Rojas, un chico que siempre me defendía cuando alguien intentaba meterse conmigo. Kev decidió meterse en una pandilla buscando protección y dinero fácil. Un día, una bala perdida le quitó la vida. Yo estaba ahí, lo vi todo, y no pude hacer nada.
Después de eso, me prometí a mí mismo que no terminaría igual. Mi mamá me repetía todos los días: "Mijo, tú no perteneces a este lugar. Eres mejor que esto."
Esas palabras se me quedaron grabadas.
Durante la secundaria intenté mantenerme alejado de los problemas. No fue fácil, las pandillas siempre te quieren cerca, y cuando no te unes, te conviertes en un objetivo. Pero resistí, y aunque a veces sentía que no valía la pena, seguí adelante.
El motivo para ser policía
Un día, cuando tenía 16 años, un policía llamado Oficial Damian Brooks me encontró en un parque después de una pelea. Me senté en una banca, con los nudillos llenos de sangre y la mirada perdida. En lugar de arrestarme o gritarme, se sentó a mi lado y me dijo: "Las calles no son un lugar para alguien como tú, chico. Tienes algo en los ojos, algo que los demás no tienen. No dejes que este lugar te lo quite."
Hablamos por casi una hora, y por primera vez, alguien con uniforme azul me trató como a una persona y no como a un sospechoso. Esa conversación me cambió. Entendí que no todos los policías son iguales, y que tal vez, si yo llegaba a ser uno de ellos, podría ayudar a alguien más como el Oficial Brooks me ayudó a mí.
Actualidad: Un nuevo comienzo en Los Santos
Ahora tengo 20 años, y llegué a Los Santos con un solo objetivo: entrar al Departamento de Policía de Los Santos (LSPD). No es por el poder, ni por el uniforme, ni por el arma. Es porque quiero ser ese tipo de oficial que puede cambiar aunque sea un pedazo pequeño de esta ciudad.
En mi tiempo libre, escribo letras de canciones. El drill y el afrotrap son mis géneros favoritos porque siento que sus letras reflejan lo que vivimos muchos de nosotros. También paso tiempo en los barrios más peligrosos, no porque me guste, sino porque quiero entender lo que todavía está roto para saber cómo arreglarlo.
Rasgos personales:
Leal: Siempre protejo a los míos.
Resiliente: Si me caigo, me levanto. Siempre.
Idealista: Creo que todavía podemos cambiar algo.
Estratégico: Nunca actúo sin pensar antes.
Frase característica: "No quiero ser un héroe, solo quiero que los niños puedan jugar en las calles sin miedo a una bala perdida."