Mimiku_Benelux



  • Mimiku Benelux es una mujer que nació en los lujos más absolutos, una niña criada en el epicentro del glamour de la CDMX. Su madre llamada Valentina Jimenez, una actriz mexicana famosa por su elegancia y belleza, era un ícono del cine, conocida por sus papeles en telenovelas y películas. Su padre, Robert Benelux, un multimillonario de E.U que construyo su imperio en el mundo de las inversiones tecnológicas, ofrecía a Mimiku todo lo que cualquier niña pudiera soñar: coches deportivos, ropa de diseñador y los mejores tutores privados, etc.

    Sin embargo, a pesar de las apariencias, la vida de Mimiku no era tan placentera como la gente creía. Su madre pasaba la mayor parte del tiempo filmando en sets de Hollywood y todo el mundo, por otra parte su padre, ocupado con sus negocios rara vez estaban en casa. Desde pequeña, Mimiku se sintió sola, atrapada en un mundo de apariencia y riqueza, pero carente de amor verdadero y conexión genuina.

    A medida que crecía Mimiku se distanció de la vida superficial de sus padres, buscando un propósito más allá de las alfombras rojas y los eventos de alta sociedad. Ella queria sentir el mundo real, el de las personas comunes, entonces recordo que una vez en una gira de su madre visitaron Los Santos, ella pensaba que ahi podria encontrar lo que esta buscando...

    El problema comenzo cuando Mimiku cumplió 19 años. Después de años de hacer lo que sus padres querian, de asistir a reuniones de caridad y de tratar de encajar en el mundo de ellos, comenzó a sentirse sofocada y que no era ella misma.
    Una noche en la cena con sus padres, tuvo una fuerte pelea con ellos. Su madre insistía en que debía seguir una carrera en el cine y "hacer algo importante con su vida", mientras su padre le ofrecía entrar en el mundo de los negocios familiares. Pero ella no quería eso. No quería ser una cara bonita en la pantalla ni una figura en un informe financiero. Quería algo diferente, algo real.

    Se agarro de valor y gritó en la cena. "Estoy harta de este mundo vacío. ¡No soy lo que ustedes esperan que sea!"

    Mimiku dejó la mansión de sus padres para siempre. Sin una dirección clara, solo un deseo ardiente de escapar de todo lo que había conocido, salió a las calles de Los Santos.

    La vida en las calles fue dura para una chica que había vivido rodeada de lujos. Mimiku se encontró de repente en un mundo de inseguridad, pero también de oportunidades. Al principio, vivió en un pequeño apartamento en Davis, un lugar lleno de pandillas y delincuentes. Sin embargo, Mimiku se adaptó rápido, utilizando su carisma y habilidad para hacer amigos. Su rostro familiar se volvió común en los rincones de la ciudad, no por su linaje, sino por su humildad y su manera de tratar a los demás.

    A pesar de su pasado, Mimiku no se adentró en el crimen de inmediato. Prefería mantenerse al margen, observando, aprendiendo. En sus ratos libres, comenzó a pintar grafitis en las paredes de la ciudad, una forma de expresión que la conectaba con la cultura de las calles.

    Mimiku, con su capacidad para hacer amigos en cualquier lugar, comenzó a ganar respeto. Las pandillas del barrio, que normalmente desconfiaban de los recién llegados pero comenzaron a aceptarla. Aunque no se involucró directamente en el crimen.
    Los líderes de varias pandillas comenzaron a verla como un puente entre ellos, alguien capaz de calmar los ánimos sin necesidad de violencia.

    Con el tiempo, Mimiku se unió a una pequeña pandilla local conocida como "VAGOS".
    Una pandilla especial ya que se hablaba de ellos por toda la ciudad gracias a que todos los que integraban saben defenderse y no se dejan hacer menos por los demas.

    Ahi aprendi el famoso lema que dice: "LEALTAD ANTES QUE SANGRE".

    Aunque nunca buscó protagonismo, su presencia fue esencial para el grupo. Su habilidad para hacer que la gente confiara en ella le abrio muchas peurtas a varios lugares "Mimiku nunca se mete en líos, pero siempre está ahí para escucharnos", decían sus amigos.

    Lo que más la caracterizaba era su perseverancia. A pesar de la vida que llevaba, nunca perdió la esperanza de encontrar un propósito verdadero. Mientras otros se rendían, Mimiku persistía, y su actitud positiva comenzó a influir en su entorno. A veces, la gente de los barrios la veía como un ejemplo de que, sin importar las circunstancias, siempre había una forma de salir adelante y mantener la paz.

    A los 23 años, Mimiku Benelux ya no era solo una exiliada de una familia millonaria. Era un VAGO como sus amigos.

    Mimiku nunca olvidó sus raíces, pero aprendió a forjar su propio camino. Y, aunque sus padres seguían en el mundo de la fama y el dinero, ella sabía que su verdadera casa estaba en las calles de Los Santos, entre amigos, y en el arte que había hecho por las calles junto con sus amigos.


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