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Valentino Dinapoles nació el 15 de noviembre de 1996 en Roma, Italia, en el seno de una familia trabajadora y tradicional. Su padre, Luca Dinapoles, era un carpintero respetado por su dedicación y artesanía, mientras que su madre, Sofia, era profesora de historia en una escuela local. Desde pequeño, Valentino fue criado con valores sólidos, basados en la disciplina, el respeto y la importancia de la familia.
En 2006, cuando Valentino tenía 10 años, su familia decidió mudarse a San Andreas buscando nuevas oportunidades. Establecidos en una modesta casa en Los Santos, enfrentaron desafíos iniciales, como aprender un nuevo idioma y adaptarse a una cultura diferente. Fue en este período que Valentino comenzó a desarrollar su perseverancia y resiliencia. Su madre le inculcó el amor por el conocimiento, ayudándolo a mejorar su español mientras le enseñaba historia mundial.
Durante su adolescencia, Valentino encontró en las artes marciales un refugio y un camino para desarrollar su disciplina y autocontrol. Entrenó en un dojo local, donde aprendió no solo técnicas físicas, sino también valores como el respeto al adversario, la concentración y la humildad. Su maestro, un veterano de la marina retirado, vio en Valentino un joven prometedor y lo motivó a trabajar siempre en equipo, recordándole que ningún logro es completamente individual.
A los 16 años, Valentino se unió al equipo de atletismo de su escuela secundaria, donde destacó por su fuerza física y su determinación. A menudo asumía el rol de motivar a sus compañeros, demostrando un fuerte sentido de lealtad y compañerismo. Estas experiencias moldearon su carácter, enseñándole la importancia de trabajar por un objetivo común y de nunca abandonar un esfuerzo colectivo.
Tras graduarse con honores de la preparatoria, Valentino decidió dedicar tiempo al servicio comunitario. Se unió a un programa de voluntariado para ayudar a jóvenes en riesgo en los barrios más necesitados de Los Santos. Allí enseñó defensa personal, reforzó los valores de trabajo en equipo y compartió las lecciones de vida que había aprendido en su propio camino.
Hoy, Valentino es conocido como un hombre educado, disciplinado y confiable. A sus 28 años, sueña con unirse a una fuerza de seguridad o servicio público, donde pueda canalizar todos los valores que lo han definido desde su infancia: autocontrol, perseverancia, educación, fuerza, lealtad y compañerismo. Para Valentino, servir a la comunidad no es solo un trabajo, sino un propósito de vida que honra los sacrificios de sus padres y el legado que ellos le inculcaron.