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Nombre: Andres Loaiza
Edad: 23
Nacimiento: São paulo, Brasil
Altura: 185
Descripción Física: -Piel blanca , ojos claros. -Endomorfo. -Gran cantidad de tatuajes en su cuerpo. -Barba.
Habilidades: -Gran conductor de moto. -Gran negociador.
Debilidades: -Le gusta el dinero fácil. -Conflictivo.
Conducta Psicológica: -Se altera rápido con acciones pequeñas. -Miedo a ser encarcelado.
Conducta Física: -Tiende a reaccionar de manera violenta. -Tiende a ser violento con las personas que no se lleva bien.
Andrés Loaiza nació en São Paulo, Brasil, en el seno de una familia marcada por el peligro y la inestabilidad. Su padre, un hombre brasileño inmerso en los oscuros caminos de las favelas, y su madre, una colombiana que siempre buscó ofrecerle un futuro mejor, influyeron profundamente en su vida. Desde joven, Andrés fue testigo de la violencia y el caos que reinaban en su entorno, donde las favelas no solo eran su hogar, sino también su campo de batalla.
Con una estatura imponente de 185 cm, piel blanca, ojos claros y una barba que añadía un aire de dureza a su rostro, Andrés parecía una figura tallada por las calles. Su cuerpo endomorfo estaba cubierto de tatuajes que narraban historias de su vida en las favelas, recuerdos permanentes de un pasado que nunca lo abandonaba. Aunque desde niño aprendió a ser fuerte, a moverse con agilidad y a sobrevivir en un entorno donde la violencia era la norma, nunca dejó de anhelar una vida diferente.
La muerte de su padre, asesinado por los mismos caminos oscuros que había recorrido, marcó un punto fuerte en su vida. Andrés y su madre dejaron atrás las favelas para mudarse a Bogotá, Colombia, donde su madre creía que podría darle una oportunidad de empezar de nuevo. Fue en ese momento que se le asignó el apellido Loaiza, de su madre, mientras dejaba atrás los rastros más visibles de su vida pasada.
A pesar del cambio de entorno, Andrés nunca pudo escapar por completo de su herencia. Psicológicamente, las cicatrices de la violencia permanecían profundas. Su madre hizo todo lo posible por mantenerlo alejado de problemas, pero Andrés llevaba el temperamento de su padre: se alteraba con facilidad, reaccionaba de manera violenta ante los pequeños problemas, y en lo más profundo de su ser, tenía un temor constante a ser encarcelado, algo que lo perseguía desde su vida en las favelas.
Con el tiempo, sus habilidades empezaron a brillar de maneras particulares. En su juventud, se convirtió en un experto conductor de moto, capaz de moverse con velocidad y destreza por las calles. Esta habilidad se complementaba con su capacidad innata para negociar, algo que heredó de su padre. En cualquier trato, Andrés tenía la capacidad de sacar provecho, usando su astucia para inclinar las situaciones a su favor. Sin embargo, estas habilidades no siempre eran usadas con buenas intenciones. A Andrés le gustaba el dinero fácil, un deseo que lo empujaba constantemente hacia caminos peligrosos.
Al cumplir los 18 años, decidió que necesitaba un cambio, algo que le permitiera alejarse definitivamente de su pasado. Se mudó a Los Santos, una ciudad donde las oportunidades estaban al alcance de la mano, pero también las tentaciones. Andrés pensó que podría empezar de cero, construir una vida diferente. Sin embargo, pronto descubrió que la tentación del dinero rápido era demasiado fuerte para ignorarla.
A pesar de los esfuerzos de su madre y sus propios deseos de mantenerse en el lado correcto de la ley, Andrés rápidamente se vio inmerso en el mismo ciclo de violencia y criminalidad que había conocido en las favelas. En Los Santos, sus habilidades como conductor lo convirtieron en una figura clave en algunos de los negocios turbios de la ciudad. La adrenalina de las persecuciones en moto y la satisfacción de cometer actos ilícitos le daban una sensación de poder que no podía resistir.
Pero con ese poder venían sus debilidades. Andrés era conflictivo, y su carácter explosivo lo metía en problemas con frecuencia. Las personas que no se alineaban con sus intereses o que no respetaban sus tratos solían ser víctimas de su ira. Físicamente, tendía a reaccionar de manera violenta, incapaz de controlar los impulsos que lo llevaban a golpear o amenazar a aquellos que lo desafiaran.
Aunque su vida en Los Santos parecía estar en ascenso, Andrés no podía escapar del temor constante de terminar como su padre: muerto o tras las rejas. A menudo, el miedo a ser encarcelado lo mantenía despierto por las noches, pero no lo suficiente como para alejarlo de los caminos peligrosos que recorría diariamente.
En Los Santos, Andrés Loaiza es un hombre que, a pesar de sus habilidades y su deseo de cambiar, no puede liberarse de la sombra de su pasado ni del legado que corre por su sangre. Un hombre marcado por la violencia, la adrenalina, y una lucha constante por sobrevivir en un mundo que siempre lo arrastra de vuelta a los mismos caminos oscuros que alguna vez trató de dejar atrás.