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Leon Bentan nació el 24 de enero de 1993 en Montevideo, Uruguay. Su vida no fue nada fácil desde el principio. Hijo de Elizabeth Marston y Javier Bentan, creció en medio de la inestabilidad. Su padre, metido en negocios turbios y deudas, los metió en tanto lío que su madre decidió dejar a Leon y a su hermano Samuel en un hogar de adopción cuando él solo tenía 4 años. Ese fue el primer gran golpe en su vida.
A los 8 años, Leon fue adoptado por Joseph Jacobs, un ex sargento de policía, y aunque era un hombre bueno, la relación no fue fácil al principio. Leon extrañaba a su hermano y le costaba abrirse a esta nueva figura paterna. Pero Joseph fue paciente, siempre ahí para escuchar y esperar a que Leon bajara las barreras. Con el tiempo, empezaron a conectar, y Leon terminó viendo en él a un verdadero padre, aunque los recuerdos de su hermano siempre lo acompañaban.
A los 14 años, inspirado por Joseph, decidió probar suerte en la Escuela Militar de Aeronáutica. Sin embargo, el destino lo llevó por otro camino, y acabó estudiando arquitectura en la universidad. Durante esos años, se dedicó por completo a los estudios, pero en su tiempo libre nunca dejó de buscar a Samuel. Internet, archivos, lo que fuera, todo con la esperanza de reencontrarse con su hermano.
Cuando tenía 24 años, recibió una llamada que lo dejó en shock. Sus padres biológicos habían fallecido, y fue convocado a California para el funeral y la herencia. Esa noticia lo removió todo por dentro. No los había vuelto a ver, pero la sensación de cierre y el dolor de lo que no fue lo dejó pensando durante mucho tiempo. Fue a su funeral y, con la cabeza llena de recuerdos y emociones encontradas, tomó una decisión importante: cambiar su apellido a Marston, en honor a su difunta madre. Con este nuevo apellido, y con el corazón aún cargado de tristeza, sintió que era hora de empezar de nuevo. Se despidió de Joseph, su mayor apoyo, y partió rumbo a Los Santos, buscando un futuro diferente.
Hoy, con 31 años, trabaja como guardia en un centro comercial. Aunque valora lo que hace, Leon siente que puede dar más, que está destinado a algo más grande. La vida le enseñó a ser fuerte.
Sin embargo, Leon no se rinde. A pesar de sus desafíos, es perseverante y tiene un sentido de justicia bien arraigado, una herencia directa de Joseph. Busca aprender de sus errores y siempre encuentra la manera de seguir adelante, aunque a veces no sea fácil.
Leon es reservado, incluso algo tímido. Su mente es un torbellino de ideas que a veces lo desconcentran, lo que se suma a sus dificultades para distinguir la izquierda de la derecha, algo que siempre le ha causado problemas pequeños pero constantes. No le gusta ser el centro de atención y prefiere pasar desapercibido, aunque sabe cuándo dar un paso adelante si la situación lo requiere. Es introspectivo y lucha con su impulsividad debido a su TDAH, pero a la vez, su naturaleza inquieta lo empuja a buscar siempre la manera de mejorar. A pesar de sus defectos, Leon tiene un corazón noble, siempre dispuesto a ayudar a los demás.