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Koah Moquit nació y creció en los barrios bajos de la ciudad, un lugar donde la vida siempre estuvo llena de desafíos. Desde joven, fue testigo de la desesperación y la lucha diaria de su gente. La pobreza, la violencia y la falta de oportunidades eran constantes, pero eso no lo quebró. En lugar de hundirse en la oscuridad de su entorno, Koah decidió ser una luz para su barrio. Con el paso de los años, se convirtió en un pilar para su comunidad. Sin ninguna formación formal en medicina, pero con un corazón lleno de compasión, Koah comenzó a aprender por su cuenta lo básico para atender a los heridos. Armado con apenas unos pocos conocimientos y recursos, realizó verdaderos milagros: curando, ayudando y salvando vidas de aquellos que no podían permitirse asistencia médica. A pesar de las limitaciones, se hizo conocido por su inquebrantable voluntad de ayudar, arriesgando su vida más de una vez para proteger a sus amigos y vecinos. Cuando la gente no tenía a quién recurrir, Koah siempre estaba allí, ya fuera para brindar un vendaje improvisado o palabras de aliento que devolvían la esperanza. En la actualidad, se encuentra frustrado por las vidas que perdió, por aquellos que no pudo salvar a tiempo. La culpa lo acompaña a cada paso, pero sigue luchando. A pesar del dolor, continúa ayudando a su comunidad, buscando más conocimientos y recursos para que nunca más tenga que ver morir a alguien por falta de ayuda. Para su gente, sigue siendo un héroe, aunque él mismo se sienta incompleto, cargando con el peso de las vidas que no pudo salvar.