Biografía Alan Makris



  • En el año 2000, en la calurosa ciudad de Bakersfield, California, nació un niño llamado Alan. Su madre Luz, una mujer fuerte y valiente, falleció el mismo día de su nacimiento, dejando a su padre, Don José, con el corazón roto pero decidido a criar a su hijo con amor y dedicación. José era un inmigrante latino que había llegado a Estados Unidos en busca de un futuro mejor, y aunque la vida le había dado golpes duros, estaba decidido a que Alan creciera con los mejores valores.

    A medida que Alan crecía, su padre le enseñaba el valor del trabajo duro, la humildad y, sobre todo, la importancia de ayudar a los demás. A menudo, los fines de semana, Alan acompañaba a su padre a repartir alimentos a las personas sin hogar, y Don José siempre le decía: "Hijo, nunca sabemos por lo que alguien está pasando, pero una mano amiga puede cambiarle el día, o incluso la vida".

    Con el tiempo, Alan se convirtió en un joven amable y trabajador, inspirado por las lecciones de su padre. A los 21 años, estudió para ser trabajador social, buscando devolverle a su comunidad todo lo que había aprendido de su padre. Siempre recordaba que su fuerza provenía del sacrificio de sus padres y de los valores que su papá, con tanto amor, le había inculcado.

    En el año 2024, la vida de Alan dio un giro trágico e inesperado. A sus 24 años, ya había terminado sus estudios como trabajador social y seguía el ejemplo de su padre, ayudando a las personas más necesitadas. Sin embargo, una noche de verano, Don José, su querido padre, fue víctima de la violencia que él tanto había intentado evitar. Mientras regresaba de su trabajo, unos delincuentes lo atacaron en un intento de robo, y, a pesar de su resistencia pacífica, le quitaron la vida.

    La noticia devastó a Alan. Su padre, el hombre que le había enseñado todo sobre la bondad y el respeto, había sido arrancado de su vida de manera violenta e injusta. En su corazón se encendió una mezcla de dolor y determinación. Recordando las lecciones de justicia y servicio que siempre le inculcó su padre, Alan tomó una decisión trascendental: dedicar su vida a proteger a los demás y combatir la delincuencia.

    Decidió unirse a las fuerzas de Seguridad, no por venganza, sino por un profundo deseo de hacer justicia y evitar que otras familias sufrieran lo que él había vivido. Con el recuerdo de su padre en su corazón, Alan comienza su camino para convertirse en un Hombre de Justicia, con la ley de sulado y motivado por el compromiso de mantener viva la enseñanza de José: ayudar y proteger siempre, sin importar las adversidades.


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