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En las carreteras más duras y salvajes, un nombre destaca con fuerza: Beasts of the East. Fundado por Viktor Maier, conocido como "El Oso", este club de moteros no es solo una hermandad, sino una comunidad forjada por el valor, la lealtad y la pasión por la vida en la carretera. Desde sus humildes comienzos en Siberia hasta convertirse en una leyenda sobre ruedas, Beasts of the East es la historia de cómo un grupo de almas indomables unió sus fuerzas para seguir un camino lleno de desafíos y aventuras. Descubre cómo nació esta mítica hermandad y qué significa realmente ser una Bestia del Este.
EL ORIGEN DE LAS BESTIAS Las Beasts of the East surgieron de la visión de Viktor Maier, alias "El Oso", un exsoldado cosaco que, tras años de servicio en las guerras rusas de los 90 y 2000, desertó en busca de un propósito más profundo. Durante sus viajes por Siberia, Europa y América, Viktor conoció a individuos excepcionales—campeones, exmilitares, sobrevivientes de las calles y mujeres guerreras—que compartían un espíritu indomable. Reconociendo en ellos lo que llamaba "verdaderas bestias", Viktor formó una hermandad que se convertiría en Beasts of the East, un club de moteros con un espíritu feroz y resiliente, inspirado en sus orígenes y en las experiencias de sus miembros.
CULTURA Y FILOSOFÍA Beasts of the East se identifican con la filosofía del 1%, un grupo que elige vivir al margen de las normas convencionales de la sociedad. Este enfoque refleja su compromiso con la independencia y la libertad, rechazando las limitaciones impuestas por el mundo exterior. Para ellos, ser parte del 1% es una declaración de su autonomía y su dedicación a vivir de acuerdo con sus propias reglas, sin conformarse con la aceptación general.
La cultura de Beasts of the East está profundamente arraigada en los valores de honor, lealtad y respeto. Cada miembro, conocido como una "Bestia", vive según un código no escrito que exige integridad en todas las acciones. Las Bestias no se rinden, no traicionan y siempre están dispuestas a ayudar a un hermano o hermana en necesidad.
El símbolo del club, una bestia rugiendo sobre dos ruedas, encapsula su filosofía. Representa la fuerza, la resistencia y el espíritu indomable de sus miembros, quienes ven en sus motocicletas no solo un medio de transporte, sino una extensión de ellos mismos. Las motos de las Bestias son clásicas, a menudo tuneadas y personalizadas, reflejando la individualidad y el carácter de cada miembro.
El lema del club,
es más que una frase; es una guía de vida. Para Las Bestias del Este, cada kilómetro recorrido es una oportunidad para dejar una marca, para vivir con propósito y para asegurar que sus acciones resuenen mucho después de que el sonido de sus motores haya desaparecido.
¿Sientes el rugido de la carretera en tu alma?
En Beasts of the East, buscamos a los más audaces, los que desafían las convenciones y viven con un propósito inquebrantable. Si tienes el valor de ser parte del 1% que elige la libertad y la lealtad sobre la conformidad, este es tu llamado.
Aquí, no solo montarás una moto, sino que abrazarás una filosofía de vida: honor, resistencia y una pasión feroz por el camino. Únete a una hermandad que no se rinde, que defiende a sus miembros con fervor y que deja una huella duradera en cada ruta que atraviesa.
Si estás listo para ser más que un motero, para dejar tu marca en la historia y para formar parte de una familia que vive y respira con la intensidad de cada giro de rueda, entonces Beasts of the East te está esperando. Busca al "Oso" que frecuenta por Sandy Shores y Grapeseed o lanza tu solicitud de ingreso en "Beasts of the East" y preséntate con las Bestias.
Cuaderno de Bitácora:
Ayer comenzó como cualquier otro día. Por la mañana, cada uno de nosotros estaba inmerso en sus respectivas ocupaciones, cumpliendo con nuestras responsabilidades. Sin embargo, cuando nos reunimos por la tarde para nuestra habitual ruta en moto, el día tomó un giro inesperado. En medio de nuestro recorrido, nos topamos con una lancha abandonada, una visión extraña en una de nuestras rutas habituales. No le dimos muchas vueltas, pero algo en esa situación nos hizo detenernos.
Hoy, el destino volvió a sorprendernos. Esta vez, fue una furgoneta, abandonada en circunstancias similares. La situación nos resultó demasiado curiosa para ignorarla. Dentro de la guantera de la furgoneta, al igual que en la lancha, encontramos un papel con una dirección. Sin dudarlo, decidimos llevar ambos vehículos a su destino indicado.
Quizá todo esto no sea más que una serie de coincidencias, un golpe de suerte, o simplemente el capricho del destino. Pero no podemos evitar sentir que, de alguna manera, el destino quiso que las Bestias del Este se encargaran de esto. Lo que sea que nos esté esperando al final de este camino, estamos listos para enfrentarlo, como siempre lo hacemos: juntos.
Hoy fuimos de acampada, un día tranquilo entre la hermandad, alejados del ruido de las carreteras. Mientras el fuego crepitaba y las motos descansaban a nuestro lado, me puse a pensar en el parche que llevamos en nuestras chupas, ese que lleva el término [NOMAD]. Este parche no es solo un adorno; es un símbolo que representa nuestra vida sin ataduras a un lugar fijo, un estilo de vida en el que no tenemos un hogar permanente, pero siempre encontramos refugio en el camino y en nuestra familia.
Ser un nómada es algo poético y, a la vez, contradictorio. Es una vida de libertad, donde cada día te despiertas en un nuevo lugar, sin raíces que te aten a un punto. Dormimos donde nos lleva la carretera, caminamos por donde se abre el camino, libres de las obligaciones que otros consideran necesarias. Sin embargo, también tiene su lado duro: no tener un lugar que puedas llamar hogar, un sitio que te pertenezca.
Con el tiempo, te das cuenta de que el hogar no es tanto el lugar físico, sino las personas que te acompañan. Para nosotros, nuestra familia no está hecha de paredes ni techos, sino de nuestros hermanos y hermanas, aquellos que están a tu lado, sin importar dónde te encuentres. El verdadero hogar es la manada, y mientras sigamos juntos, siempre estaremos en casa, sin importar cuán lejos viajemos.
Hoy fue un día curioso para las Bestias. Durante nuestra ruta, algunos de nosotros nos cruzamos con una campaña de donación de sangre para los hospitales locales. Sin dudarlo, decidimos parar y aportar nuestro granito de arena. Donar sangre fue nuestra forma de contribuir a la sociedad, de devolver algo a las calles que recorremos a diario.
Javi como siempre más pendiente de las doctoras que de los doctores...
Se estima que Viktor puede tener alrededor de veintisiete enfermedades conocidas y por conocer. Pese a ello, es donante universal.
Después de eso, como es costumbre, tocó reponer fuerzas. Nos fuimos al Yellow Jack, donde las cervezas fluyeron y nos dedicamos a lo que más nos gusta aparte de beber: jugar al billar. Pasamos una tarde entre risas, buenos golpes y el siempre grato encuentro con nuestros vecinos y colegas del norte, los Death Nation y los White Angels.
Partida entre Javi y Viktor, con Kyra aprendiendo a jugar.
La noche, sin embargo, nos trajo su propia dosis de caos. En una gasolinera, un pequeño conflicto escaló rápidamente, y en medio del calor del momento, Viktor perdió la paciencia y golpeó a uno de los nuestros. El impacto fue fuerte, tanto que lo dejó inconsciente. Al ser notificado por el dependiente, la policía no tardó en aparecer y, sin preguntar demasiado, detuvieron a Viktor y a Javi.
Javi, por fortuna, no tardó en salir. Viktor, sin embargo, enfrentó algo más grave. Por un malentendido y las circunstancias del incidente, fue acusado de homicidio imprudente, lo que complicó su situación.
A pesar de esto, Viktor supo cómo moverse, haciendo amigos dentro y demostrando su carácter. Gracias a su capacidad para ganarse el respeto, logró salir y pronto volvió a reunirse con nosotros, su manada, listo para seguir rodando con las Bestias del Este.
Anoche, el pequeño pueblo de Grapeseed fue testigo de algo que no ocurre todos los días. Las Bestias del Este se reunieron al atardecer, justo cuando el sol empezaba a perderse detrás de las montañas. Los rugidos de sus motos resonaban como un eco entre los campos, y aunque la noche estaba a punto de caer, parecía que su día apenas comenzaba.
Uno a uno, fueron llegando al punto de encuentro. Un grupo de figuras imponentes, vestidos de cuero negro con parches que contaban historias que solo ellos entendían. Entre ellos estaba "Toro", un tipo con una mirada que helaba la sangre.
Más tarde, cuando el frío de la noche comenzó a asentarse, llegaron al Yellow Jack, un bar de carretera donde se sabe que el billar y las cervezas son el idioma oficial. Allí, el ambiente se relajó. La música retumbaba en las paredes, y entre risas y tragos, los hermanos del club disfrutaban de lo que mejor saben hacer: vivir la vida al límite.
Fue en ese momento, cuando el humo de los cigarrillos ya flotaba pesado en el aire, que alguien pidió una historia. Y fue Viktor quien decidió contarla. Una historia que pocos conocen pero que explica por qué alguien como Jhames Gordon, alias "Toro", terminó siendo parte de esta hermandad.
-"Antes de ser hermanos, fuimos enemigos,"- comenzó, con su voz grave atrayendo la atención de todos. -"Nos enfrentamos durante años. Toro era un mercenario despiadado, alguien que no dejaba nada a su paso. Nos cazábamos el uno al otro, sin piedad. Hasta que un día, el destino nos cruzó en un lugar inesperado: Allí, en el único sitio donde no cabía el odio, bajamos las armas. Y en ese silencio, entre las paredes de ese lugar santo, entendimos que no había nada más que demostrar. Desde ese día, nuestras luchas no fueron contra nosotros, sino juntos. Y así nació lo que hoy ves aquí."_
El silencio se apoderó del bar. Los ojos de El Toro brillaban con una intensidad casi inhumana, pero en su expresión había algo que pocos podrían describir. Respeto. Al final, las Bestias no son solo hombres sobre motos, son una familia forjada en fuego y acero, en las historias que solo ellos conocen.
La noche siguió, pero como es costumbre entre estos hombres, las palabras dieron paso a la acción. El billar quedó a un lado cuando Viktor y Jhames decidieron que era hora de revivir una vieja rivalidad. La pelea que siguió fue más bien una danza entre dos titanes,
una de esas escenas que uno no olvida fácilmente.
Esta vez, Toro se llevó la victoria, pero como siempre, las Bestias saben que no hay ganador ni perdedor entre ellos. Solo hermanos que se prueban a sí mismos en el camino, en la mesa de billar o incluso en un golpe certero.
Y así terminó la noche, con risas, cervezas y el rugido de las motos que se alejaban hacia la oscuridad, dejando tras de sí una huella imborrable en la carretera.
Hoy, Oso y Halcón dedicaron la mañana a una tarea que no muchos considerarían digna de dos Bestias, pero que lleva el peso de algo más grande: clavar carteles por toda Blaine County.
Carteles que invitan a aquellos que se atrevan a formar parte de algo más grande que ellos mismos, a unirse al club de Las Bestias del Este.
Con orgullo, logramos definir y lucir nuestros parches, gracias al apoyo de los Bastardos del Desierto, quienes siempre han estado ahí para darnos una mano en nuestra travesía. Les debemos mucho, porque sin su ayuda, no habríamos llegado tan lejos.
Tal vez, para ellos, somos como esos hermanos pequeños que uno cuida y guía, con esa ternura que viene de haber vivido los primeros pasos del camino que ellos ya recorrieron hace mucho.
Ahora, solo queda esperar que estos carteles encuentren a los valientes, a los que quieran rodar con nosotros y formar parte de una hermandad en pleno crecimiento. Las Bestias del Este están apuntando alto, y cualquier nueva Bestia que se una, encontrará no solo motos y rutas, sino una familia con la que crecer y hacer historia.
((Si desean formar parte de este club y disfrutar de la experiencia de crecimiento y progreso en un club de moteros clásico, pueden ponerse en contacto con nosotros via IC (Postulación TAB> Organizaciones> Beasts of the East> Unirse) o preguntándo directamente a Hasko (disc: hasko6141), con quién se realizará el encuentro en Grapeseed como si se viniese gracias al anuncio, de manera presencial.))
Cuaderno de Bitácora.
Hoy, en lugar de un simple registro, me encuentro reflexionando sobre el camino recorrido. Las Bestias del Este han puesto sus pies en el norte, y cada paso resuena con más fuerza. Lo que comenzó como un grupo reducido, unidos por el asfalto y el acero, se ha transformado en algo mucho más grande. Hemos conocido a compatriotas dignos, nos hemos cruzado con otros clubes que ahora nos llaman amigos, y cada día, nuestro círculo crece, rodeados de rostros que se vuelven familiares.
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No ha pasado mucho tiempo desde que solo nosotros pronunciábamos el nombre de Las Bestias del Este,
pero hoy, clubes veteranos de estas tierras mencionan nuestro nombre como si habláramos de una leyenda naciente, poderosa y con un destino claro. El norte ya siente nuestra presencia.
Hemos adquirido una pequeña propiedad del norte y convertido en nuestro santuario, un lugar donde la hermandad y los lazos con otros clubes se fortifican, un lugar donde compartir momentos con amigos, vecinos del condado de Blaine County y compañeros de otros clubes en un ambiente como el que nos gusta a Las Bestias.
El orgullo que sentimos por el rumbo que hemos tomado es inmenso, y con cada día que pasa, las ganas de hacer historia son más fuertes.
Este es solo el comienzo...
A nuestros fieles lectores, aquellos que han seguido de cerca cada kilómetro que recorremos, queremos pedirles disculpas. Estos últimos días han estado llenos de eventos que nos han mantenido en movimiento constante, tanto que no hemos tenido tiempo de detenernos y contarles lo que ha sucedido. Pero lo de anoche cambió todo. Nos hizo parar y reflexionar. Es algo que no podemos ignorar, algo que marca un antes y un después para las Bestias.
Desde hace tiempo, hemos estado migrando al norte. Cada día más, nuestras ruedas han trazado caminos por Grapeseed, Sandy Shores y Paleto Bay. El sur, con sus viejos rincones y recuerdos, ya no se frecuentaba como antes.
Una foto del día que se adquirió el almacén en el Sur, en la foto pueden verse a los fundadores de Las Bestias del Este.
Viktor y Javi lo entendieron mejor que nadie. Después de pensarlo mucho, tomaron una decisión que, aunque dolorosa, era inevitable: vender el viejo almacén de las Bestias. Aquel lugar que durante años fue nuestro refugio, el sitio donde guardábamos no solo nuestras motos, sino también nuestras historias, batallas y sueños, ya no tenía el mismo sentido. Con la adquisición de una nueva propiedad en el norte, el almacén se convirtió en un símbolo del pasado, algo que debía ser dejado atrás.
Última foto de Viktor y Javi con su almacén desamueblado y listo para la venta.
La venta no fue sencilla. Despedirse de los muebles, las herramientas y ese único espacio que había visto tantas noches de charla y estrategia no fue fácil. Pero con el dinero que consiguieron, compraron un garaje en alguna parte del norte, un lugar más adecuado para el presente y el futuro del club. El sur ya no nos llamaba como antes, y nuestras ruedas comenzaron a girar hacia el norte con una frecuencia creciente.
Viktor y Kyra tocando unos temas en su garaje, Kyra sufre de esquizofrenia, ella se imagina la guitarra, pues puede ser un arma en sus manos, y Viktor lo sabe.
Mientras tanto, Viktor ha encontrado en Grapeseed algo que había perdido hacía mucho tiempo: la paz. Después de tantas guerras y caos, ha descubierto que trabajar de vez en cuando en el rancho O'Neil, cuidando cultivos y animales, le proporciona una tranquilidad que no había experimentado desde su juventud. Lejos de las batallas y del ruido de la guerra, la vida en el norte le ha dado un nuevo propósito.
Viktor recolecta unos tomates en la imagen, a la derecha, su cada vez más emblemático tractor.
Mientras él cuida del rancho, Javi y Joaquín, con su energía joven y espíritu incansable, se han hecho cargo de los negocios del club, manteniendo relaciones con otros grupos y fortaleciendo nuestra posición en el norte. Las Bestias han comenzado a tejer lazos, haciendo amigos y dejando una impresión duradera en cada rincón.
Javi y Joaquín, con su energía joven y espíritu incansable, se han hecho cargo de los negocios del club
Anoche, en el REX Diner, un lugar a la orilla de la carretera de Sandy Shores, se celebró la tercera juntada de moteros de Blaine County. Fue una noche especial, donde rodamos junto a otros clubes como los Desert's Bastards, quienes organizaron el evento.
La noche estuvo llena de risas, cervezas y conversaciones profundas, mientras conocíamos a más personas del lugar, como los empleados del taller AutoMoM en Sandy Shores, al sur del Alamo Sea. La camaradería fluía como el whisky, pero había algo más en el aire, una sensación de que algo importante estaba por suceder.
Algúnas imágenes de la III Juntada Motera de Blaine County.
En un momento de la noche, los Bastardos apartaron a Viktor y a Javi para una charla privada. Murray, de los Desert’s Bastards, les sonrió con una mezcla de orgullo y admiración. “Lo están haciendo bien, son queridos en el norte”, dijo mientras los dos lo miraban con atención. “No son algo pasajero aquí. Creemos que tienen futuro”. Con esas palabras, uno de los hombres de los Bastardos entregó algo que cambió el curso de la conversación.
Viktor miró lo que le habían dado: un parche, pero no cualquier parche. Era el parche de "GRAPESEED". Por primera vez en mucho tiempo, la sonrisa apareció en el rostro frío del Oso Soviético. Javi, a su lado, entendió al instante lo que eso significaba. Después de tanto esfuerzo, tantas rutas recorridas y tantas aventuras, Grapeseed ahora era oficialmente el hogar de las Bestias del Este.
Momento exácto en el que Murray entregaba el pache a Viktor.
De regreso al bar de las Bestias, en Grapeseed, en su mesa de billar desgastada por incontables partidas, Viktor concedió a Javi el honor de coser el parche en su chaqueta, un gesto que iba más allá de lo simbólico. "Es como un hermano para mí", dijo Viktor mientras Javi, con manos firmes y algo emocionado, arrancaba el parche de "NOMAD" de su chupa y cosía el de Grapeseed. Aquel "NOMAD" que alguna vez les identificó como nómadas sin hogar, sin raíces, fue colgado con orgullo en la pared del bar del garaje. Ese trozo de tela ya no era un simple emblema del pasado, sino un recordatorio de que, aunque empezaron sin un lugar fijo, las Bestias siempre supieron hacia dónde iban. Era una señal de orgullo y de respeto por el camino recorrido.
Javi cose el parche sobre la chaqueta de Viktor en la mesa de billar, Kenneth, mira.
Pero no solo fue el cambio de nombre lo que marcó la noche. Viktor y Javi también cosieron un nuevo símbolo en sus chaquetas: la "Bola 8" y un par de dados, un tributo a su amor por el juego. Para las Bestias, el billar no es solo un pasatiempo. Cada vez que encuentran una mesa, no pueden resistir la tentación de jugar una partida y, por supuesto, apostar. Son jugadores por naturaleza, apostadores natos que ven en cada golpe de la bola y en cada tirada de dados un reflejo de su filosofía de vida. Porque para ellos, la vida es un juego de azar, donde las decisiones y la suerte se entrelazan en cada movimiento.
Viktor y Javi en Grapeseed, con su nuevo pache bordado sobre sus chaquetas.
La noche terminó con una sensación de cierre y de inicio a la vez. Las Bestias ya no eran nómadas sin hogar; ahora Grapeseed tenía un nuevo habitante, una Bestia que llamaba a esa tierra suya, dispuesta a defenderla y a compartirla con quienes respeten su código. El norte ya no era una ruta más, ahora era hogar. Y todo aquel que quiera rodar con honor y mantener la paz en la región será siempre bienvenido bajo la protección y compañía de las Bestias del Este.
Este no es más que el fin de un principio, y el comienzo de algo más grande. Las Bestias ya dejaron su huella en el norte, y esto apenas comienza.
NOTAS DE VIKTOR:
Ruge la moto en la noche oscura, como el viento helado en Siberia cruda, donde Viktor luchaba, solo, a escondidas, como ahora lucha el Club, por esas cuatro vidas.
Faltan diez días para llegar a la meta, diez días de ruta, diez días de apuesta. Cada kilómetro, cada cicatriz, cuenta historias de lucha, de buscar raíz.
En la carretera, mil recuerdos quedan, las noches en Grapeseed, las risas que ruedan, los carteles que clavamos, los parches que honramos, y las promesas de seguir aunque nos caigamos.
Como Javi en sus carreras, en cada curva apretada, jugando la vida, con la mirada afilada, hemos trazado un camino, no siempre recto, pero firme y verdadero, sin un paso defectuoso.
Nos miran y dicen que somos pocos, pero el ruido que hacemos es el de muchos locos, que encuentran en la moto un lugar para ser, para vivir sin miedo, para vencer.
Diez días, diez noches, contando el tiempo, cada golpe en la mesa, cada promesa en el viento. Como Viktor en la guerra, como Javi al volar, las Bestias pelean para el sueño alcanzar.
Se siente la soledad, sí, pero no es nuestra enemiga, es la sombra que nos sigue y nos obliga, a ser más fuertes, a no dejar de rodar, a demostrar que las Bestias siempre van a luchar.
Quedan días para el logro, para ese destino, pero cada uno puede encontrar el camino, unirse al rugido, al ruido constante, ser parte de algo, ser firme y vibrante.
La ruta sigue, las ruedas giran, si quieres ser parte, no hay barrera, ni esquina, hay un sitio para ti, para unirte al destino, a las Bestias que siempre dejan huella en su camino.
-| Las Bestias del Este frecuentan en pueblo de Grapeseed, conocidos por sus chalecos negros y sus motos clásicas, si desean ingresar a este club, pueden buscarlos por este mismo pueblo, o se puede coordinar un encuentro dejando un mensaje a Viktor ((Discord: Hasko6141)), quien estará encantado de conocerles
Hay momentos que marcan la diferencia, y estos últimos dos días han sido precisamente eso para las Bestias del Este. Viktor, siempre ocupado con las tareas del rancho, no pudo evitar sorprenderse al ver el trabajo que Javi había hecho. Mientras él cuidaba de los animales y los cultivos, Javi se había encargado de lo que parecía imposible: atraer a nuevos cachorros para nuestra manada. Con una dedicación imparable y una pasión que se siente en cada palabra, Javi consiguió que aquellos que dudaban ahora quieran rodar con nosotros, hacer ruido, y ser parte de este rugido.
Viktor rodeado de los nuevos cachorros de las Bestias del Este; en primer plano, Javi, representando una parte fundamental, no solo de la imagen, sino del Club
Pero antes de esto, había algo aún más grande que celebrar. Las Bestias del Este al fin cumplieron sus merecidos cuatro años en la ciudad. Cuatro años de rutas infinitas, de desafíos, de victorias y pérdidas; de noches donde solo quedábamos nosotros, rodando bajo la luna sin saber lo que el destino nos depararía. Cuatro años de pelear por un sueño y ver cómo ese sueño se convertía en realidad. Para un club que nació del esfuerzo y la hermandad, llegar hasta aquí ha sido una prueba de nuestra resistencia, de nuestro espíritu y de nuestra voluntad de hierro. Y no fue solo cuestión de tiempo; fue cuestión de nunca parar, de seguir adelante cuando otros habrían caído.
Foto tomada en los inicios del club, hace 94 días, figurando en ella los cinco miembros iniciales.
El primer día de este nuevo capítulo fue todo un espectáculo. Presentamos a los nuevos prospectos a nuestros vecinos y a los clubes de Blaine County. Había miradas curiosas y sonrisas cómplices cuando vieron que las Bestias habían crecido, que ya no éramos solo un puñado de guerreros sobre ruedas. Había más motores, más espíritus ansiosos de salir a la carretera, y Javi se aseguró de que todos vieran lo que significa ser parte de esta hermandad. Cada uno de esos nuevos rostros traía consigo ganas de aprender, de probarse, y sobre todo, de dejar su marca junto a la nuestra.
Las Bestias se reunieron con vecinos y clubes del condado para presentar a los nuevos cachorros y hacer sus caras conocidas por el norte
Y hoy, el segundo día, fue para celebrar y consolidar lo que Javi había logrado. Nos reunimos con nuestros grandes amigos, los Desert’s Bastards, nuestros hermanos en la carretera. Era una tarde que solo se podía definir como pura esencia motera: cervezas frías, el sol de otoño dándonos la bienvenida a la ruta, y el rugido de las motos creando una sinfonía que solo entiende quien vive para esto.
Rodamos juntos, hicimos ruido, y cuando la adrenalina estaba a punto de desbordarse, llegaron las peleas amistosas que se sintieron más como un ritual que como un combate. Los Bastardos, con toda su veteranía, no se lo pusieron fácil a nuestros cachorros, pero las Bestias, jóvenes o no, siempre muestran los colmillos cuando toca defender su nombre.
Esas dos jornadas dejaron claro que estamos creciendo, que el nombre de las Bestias del Este resuena cada vez más fuerte en el norte. La manada se hace más grande, y no hay nada más hermoso que ver cómo más ruedas se unen a nuestro camino, dejando marcas en el asfalto que cuentan historias de libertad, hermandad y desafíos superados. Porque no importa si llevas el parche hace años o apenas lo estás conociendo; si formas parte de esto, formas parte de algo grande, algo Bestial
El rugido de nuestros motores sigue creciendo. Y si alguna vez te has sentido llamado por ese sonido que atraviesa el alma, si sientes que tienes lo necesario para ser parte de algo que nunca deja de rodar… entonces, ven. Las Bestias del Este están listas para recibirte.
Cuaderno de bitácora.
Halloween ha traído consigo un aire diferente. En cada esquina, disfraces creativos y misteriosos lectores de tarot dan un toque de intriga al estado, desde Los Santos hasta Blaine County. Las Bestias, aunque no solemos celebrar estas festividades, disfrutamos de ver cómo el ambiente cambia por un tiempo, recordándonos que somos parte de un mundo en constante movimiento.
Mientras tanto, nuestros cachorros van encontrando su lugar en la manada. Hay quienes aprenden rápido, quienes tropiezan un poco, pero lo importante es que, juntos, mantenemos el rumbo que define a este Club. La filosofía de las Bestias no solo es fuerza y lealtad, sino también honor y respeto, algo que atrae cosas buenas, aunque sabemos que el crecimiento siempre conlleva desafíos, conflictos y alguna mirada envidiosa. La reputación es un arma de doble filo, y eso es algo que todos aquí entendemos bien.
Ayer, recordamos viejas andanzas del Club. Me vino a la mente aquella vez, cuando éramos solo tres, y encontramos una furgoneta abandonada en la carretera, uno de esos momentos que parecen sacados de una película.
Click para recordar → Cuaderno de Bitácora: Fecha: 4 de Septiembre de 2024 - Cuando el destino lanza los dados...
Ayer, Martin, uno de los cachorros, vino a darnos noticias de otra furgoneta sin dueño, como si el destino nos recordara de dónde venimos. Como buenos carroñeros, no dudamos en desguazarla, llevándonos todo lo útil de su interior. Fue un pequeño botín, pero más que eso, una señal de que la historia de las Bestias sigue avanzando.
Tuvimos un momento para sacar una memorable foto con la adquisición.
Para celebrarlo, decidimos rodar todos juntos, una demostración de fuerza y hermandad que nos recuerda lo lejos que hemos llegado. La ruta fue una celebración en sí misma, hasta que, inesperadamente, nos encontramos con otros clubes reunidos en Sandy Shores. Allí estaban los Desert’s Bastards, hermanos de carretera, y los Death Nation MC, ambos clubes respetados en Blaine County y más allá. Fue un momento de conexión y camaradería, de esos que marcan.
Sin embargo, un pequeño conflicto nos recordó que las reglas del norte son sagradas. Uno de los nuevos clubes que se había asentado cometió un error: un miembro suyo infringió la ley sagrada del norte al robar a un vecino, y además, este, miembro de otro club.
Reunión clandestina de clubes veteranos con los nuevos vecinos que ocasionaron el problema, la tensión podía hasta palparse.
No era un error menor. Aunque la ofensa podría haber escalado, decidimos resolverlo de la mejor forma, sin rencores. Se ofreció una disculpa y, como es costumbre entre los nuestros, se zanjó con una pelea amistosa, de esas donde los puños enseñan más que las palabras. El encuentro no solo cerró la disputa, sino que también nos permitió aprender de los golpes y, sobre todo, ganar nuevos amigos y aliados.
Como es costumbre entre los nuestros, se zanjó con una pelea amistosa.
Al final de la noche, mientras tomábamos una última cerveza y volvíamos a casa, el orgullo de lo que hemos construido me llenó por completo. Las Bestias del Este ya no somos solo un puñado de moteros; somos una manada fuerte y unida, un Club que crece cada día en respeto y fuerza. Ser una Bestia es más que montar en una moto; es vivir bajo un código, aprender de los errores y marcar el camino del norte con nuestras huellas. El norte no olvida, y las Bestias siempre serán sus protectores y guardianes incansables.
Joaquín, decidió que era hora de decir adiós a la vieja Rusty Rebel, esa reliquia que había compartido con nosotros kilómetros de recuerdos, rutas inolvidables y aventuras en cada rincón del estado.
A falta de cama, buena era la tartana...
La Rusty Rebel, aunque destartalada y con piezas que se caían a cada curva, nos había sido leal.
Momentos inolvidables con la que ya es una vieja leyenda del club.
Sin embargo, para Joaquín, ya era tiempo de un cambio. Su visión de futuro y sus ganas de mejorar nos llevaron a una decisión audaz: reemplazar a la fiel Rusty por una Canis Mesa, robusta, imponente y de motor firme. Una inversión considerable —cerca de 350 mil dólares— que hablaba de cuánto hemos crecido y de la dirección en la que avanzamos como club.
La nueva Bestia del club. La CANIS Mesa.
La despedida fue tan dura como especial. Decidimos llevar la Rusty al vertedero, y Joaquín, en un arranque de nostalgia y determinación, se encargó de darle su adiós personal, ensañándose con ella hasta que cada golpe parecía contar una historia vivida.
Cuando la máquina de aplastar finalmente hizo su trabajo, tanto Viktor como Joaquín miraron con respeto cómo se cerraba un ciclo en el que esa furgoneta había sido más que un vehículo: era un símbolo de nuestros comienzos y de lo lejos que habíamos llegado.
Joaquín ha demostrado ser una bestia con instinto y visión, y con cada decisión deja claro que su compromiso con el club no es casualidad. Viktor, siempre observando y guiando, está orgulloso de verle asumir las riendas económicas del club, viendo cómo la manada reconoce en Joaquín como a un líder con ideas frescas y astutas, uno de esos lobos jóvenes que cazan con su clan pero que ya saben orientar su propia senda.
Joaquín, corazón de oro, mente en plata.
La vida, como la carretera, es un ciclo continuo de cambio. De igual forma que las viejas máquinas son recicladas y las nuevas toman su lugar, el camino de las Bestias sigue, en constante renovación. Aquello que dejamos atrás nos impulsa hacia adelante, nos recuerda el valor de cada pieza, de cada momento compartido, porque todo se transforma y evoluciona. Así como la Rusty Rebel se convirtió en polvo y acero renovado, nosotros también avanzamos, dejando huella en cada kilómetro, construyendo el futuro de la manada.
En cada kilómetro recorrido y en cada parada que hacemos, nos cruzamos con rostros nuevos, algunos de los cuales se convierten en aliados. La carretera tiene una forma especial de unir a quienes la respetan y la dominan. Conocemos moteros que comparten nuestra pasión y vecinos que nos abren sus puertas con genuina hospitalidad. Pero no solo son ruedas las que nos conectan: también encontramos personas fuera de este mundo de cuero y motores que, al conocer nuestra historia, nos miran con admiración y aprecio. Son amigos que, aunque no compartan nuestro estilo de vida, celebran nuestra hermandad y el espíritu libre que llevamos.
Pero el camino también nos enfrenta a la realidad de los conflictos. No todos ven con buenos ojos a las Bestias, ni a nuestra manera de vivir y crecer. Cada paso que damos hacia la cima incomoda a alguien, y las disputas son inevitables. En este mundo, las rivalidades pueden ser tan feroces como la amistad es leal. A veces nos encontramos lidiando con problemas que nacen del miedo o de la envidia, y otras, simplemente porque el destino lo quiso así. Pero siempre enfrentamos cada desafío con la cabeza en alto, porque sabemos quiénes somos y lo que representamos.
En medio de todo esto, buscamos momentos para olvidar. Nos reunimos en bares ruidosos y mesas de billar, con cervezas en la mano y risas que retumban más fuerte que el ruido de nuestros motores. Nos aferramos a la diversión para apagar por un rato las imágenes de cuerpos inmóviles y miradas vacías que la carretera a veces nos obliga a presenciar. Esa oscuridad nos persigue, pero no la dejamos consumirnos. Bailamos, bebemos y vivimos intensamente, como si el mañana no estuviera garantizado… porque, en realidad, no lo está.
Al final, eso es lo que define a una Bestia. Somos resilientes, porque la adversidad nos fortalece. La carretera nos pone pruebas constantemente, pero cada golpe que recibimos nos recuerda que nuestras garras no están hechas para ceder. Ser una Bestia no es seguir un camino fácil, sino enfrentarlo todo con valentía y determinación. Cuanto más duro se pone el camino, más fuerte rugimos. Porque en nuestro mundo, el desafío no es algo que evitamos: es lo que nos impulsa a seguir rodando.
[MENCIÓN ESPECIAL] Queremos dedicar un momento para agradecer sinceramente a los 250 lectores que hasta ahora nos acompañan en esta travesía. Cada uno de ustedes es parte esencial de esta historia, y nos llena de orgullo saber que siguen cada palabra, como si leyeran un cuento o una leyenda que busca mantener viva la esencia de las Bestias del Este. Nos esforzamos por mantenernos en constante actualización, narrando cada paso, cada victoria y cada desafío con la pasión que nos define. A los que nos han seguido desde el inicio, su lealtad es un motor que nos impulsa; y para quienes se suman por primera vez, los invitamos a retroceder y explorar nuestras primeras páginas. Descubrirán los orígenes, los momentos de gloria y las dificultades que nos han hecho lo que somos hoy. Esta es una historia que apenas comienza, y esperamos que sigan con nosotros en cada kilómetro y en cada aventura que está por venir. ¡Gracias por ser parte de nuestra manada!
Aquí empieza la historia de un muy esperado regreso.
Hace tiempo, la manada cayó en un sueño profundo, cada uno perdido en las sombras de la ciudad, atendiendo a sus propios asuntos, enfrentando desafíos que no podían esperar. El club no desapareció, pero permaneció latente, oculto, esperando su momento. Ese momento ha llegado. Hoy, las Bestias han despertado, renaciendo más fuertes, más fieras, más temibles que nunca.
Y lo hemos hecho de la forma más gloriosa posible: con nuevos miembros que traen fuego en las venas, con el alma dispuesta a dejar su marca en el asfalto. El día de hoy marca el principio de una nueva era, una etapa en la que Las Bestias del Este no solo regresan… sino que resucitan con una fuerza imparable.
...nuevos miembros que traen fuego en las venas, con el alma dispuesta a dejar su marca en el asfalto.
En este día de hoy, nuestro nuevo gran comienzo, encontramos con dos lanchas abandonadas, olvidadas por quienes no supieron ver su valor, y esas presas nos pertenecían. A medio día, la primera cayó a nuestras manos, y cuando la noche extendió su manto, la segunda fue nuestra bajo la luz fría de la luna.
Bestias de día, Bestias de noche. Implacables. Indomables. Ya no somos aquellos jóvenes que dudaban. Ahora, somos las Bestias del Este, y el miedo no tiene cabida en nuestro corazón.
Hoy, hemos demostrado que Las Bestias no solo regresan. Lo que antes nos parecía un camino largo y lleno de obstáculos ahora es solo una línea recta hacia nuestro objetivo. Nada nos detendrá. Nuestra fuerza, nuestra unidad, nuestro coraje, están listos para volver a hacer que los vecinos, amigos y rivales escuchen los rugidos de las bestias allá por donde pasen.
Por Grapeseed, por Blaine County, por Los Santos, por América. Porque siempre debe haber una bestia en la naturaleza. Y hoy, Las Bestias del Este han vuelto para quedarse. Y el mundo entero no está preparado para la tormenta que desatamos.
Cuaderno de Bitácora
Las Bestias del Este se reorganizan. No es solo un regreso, es una transformación. Volvemos con más fuerza, con más unión, con más hambre de asfalto. La carretera nos llama, y nosotros respondemos como siempre lo hemos hecho: juntos.
Los negocios siguen en marcha, y los motores no dejan de rugir. Hemos interceptado lanchas cargadas con buena mercancía, atrapado furgonetas repletas de promesas, pero seguimos con la mirada fija en aquella presa que aún se nos escapa. La que cada uno de nosotros sueña con interceptar, la que marcará un antes y un después en nuestra historia. Sabemos que llegará el momento, porque la paciencia es la virtud de las Bestias antes de lanzarse a la caza.
En la imagen se observan a Viktor y Javi, revisando la guantera de una lancha interceptada por las Bestias en plena noche
Pero no todo es trabajo. Entre un golpe y otro, nos encontramos en el Yellow Jack, compartiendo cervezas, historias y risas. Porque no solo somos un club, somos una manada. Unos buscan escapar de sus propios demonios, otros buscan un hogar donde ser comprendidos, donde sentirse protegidos. Aquí, entre nosotros, no hay farsas ni máscaras, solo hermanos que darían hasta el último tornillo de su moto por ti.
Juan, Alexander y Viktor, tranquilos ,echando unos tragos en el Yellow Jack
Alex, disfrutando de un placer de la vida, en la entrada del Yellow Jack.
Y la familia crece. No solo más grande, sino más fuerte. Gente con experiencia en el mundo de las motos, guerreros de la carretera que ya saben lo que significa el asfalto:
También están aquellos que guían, los que lideran con buen juicio, los que no solo piensan en la fuerza, sino en la estrategia. Mentes afiladas, capaces de ver más allá del momento y marcar el camino correcto para la manada. Los que saben que un verdadero líder no es el que manda, sino el que inspira:
Otros, con la voluntad de hierro para demostrar que están aquí por y para el club:
Y algunos, con ese espíritu que logra arrancar una sonrisa incluso en los más serios del grupo:
Cada uno suma, cada uno deja su huella en esta historia.
Grapeseed puede estar orgullosa. Un pueblo de agricultores que hoy retumba con el sonido de nuestras motos, con la vida que le inyectamos a cada rincón. Las Bestias del Este crecen, se expanden, se afirman. Aquí estamos, y no vamos a ninguna parte.
En esta imagen pueden ver a las Bestias juntas en Grapeseed, su pueblo, esperando a sus compañeros en el arcén, para iniciar una ruta programada.
Y para aquellos que sienten el llamado del motor, para los que entienden que la vida es una carretera sin final... las puertas de la manada están abiertas. No prometemos un camino fácil, pero sí un destino donde dejarás marca. Porque no hay nada más real que el rugido de una Bestia en libertad.
Finalmente, ayer, una furgoneta con un cargamento valioso se extravió en la ciudad. La noticia corrió como fuego entre los callejones, las radios ardieron con rumores, y las miradas se alzaron como las de los lobos al olfatear la sangre en el aire. Todos querían la presa. Pero solo uno estaba listo para cazar.
Las Bestias no improvisan, se preparan. Hemos interceptado furgonetas menores, aprendido de cada cacería, afilado nuestras garras en cada golpe.
Y ayer, cuando el momento llegó, nuestra organización no necesitó ensayos. Una llamada. Un contacto infiltrado entre los repartidores. Y luego, la señal que aguardábamos: "La presa está en posición."
Y entonces, ocurrió.
El sonido se fue. Un zumbido agudo perforó nuestros oídos, como si el mundo mismo contuviera la respiración. Un segundo de absoluto silencio, el tipo de vacío que precede a la tormenta. No existía el tráfico, ni el bullicio de la ciudad, ni siquiera el viento. Solo el pitido en nuestras cabezas y la presión en el pecho, el aviso de que algo estaba a punto de desatarse.
Y lo desatamos.
Los motores rugieron como si la tierra misma se partiera en dos. El asfalto tembló bajo el peso de nuestras ruedas. Cada giro de acelerador era un grito de guerra, una declaración de intenciones. El viento nos golpeaba el rostro, y las luces de la ciudad se volvían líneas borrosas a nuestro paso. Nadie podía detenernos. Nadie podía alcanzarnos.
Y entonces, entre la vorágine de velocidad y el estruendo de la estampida, una sola voz emergió, clara y poderosa, deteniendo el tiempo con una simple frase de nuestro querido Vakilla:
El mundo entero pareció frenarse en seco. El rugido de los motores quedó enmudecido por el viento, que sopló como un susurro solemne. La cacería había terminado. La presa era nuestra.
Escoltamos la furgoneta hasta un lugar seguro, formando un muro impenetrable sobre ruedas. Cuando las puertas traseras se abrieron, la luna iluminó el botín. El reflejo en los ojos de Javi y Vakilla lo decía todo: la espera había terminado.
Aquí demostramos quiénes somos. Hoy fue una furgoneta. Mañana puede ser un barco, un convoy blindado o lo que el destino ponga en nuestro camino. No importa el objetivo, ni el tamaño de la presa. Si lo queremos, lo tomamos.
Porque somos Las Bestias. Y cuando cazamos, no dejamos nada atrás.
Lo que antes nos parecía un reto hoy se ha convertido en rutina. Interceptamos furgonetas y barcos como si lleváramos haciéndolo desde siempre. Nos movemos con precisión, como una manada bien coordinada, donde cada Bestia sabe lo que tiene que hacer y cuándo hacerlo.
nos hacemos con todos los de la ciudad, manteniendo asi el orden y control del Norte, sobre todo en Grapeseed, seguimos encadenando cargamentos para hacer historia, un momento que quedará marcado con un antes y un después.
¿Y qué hacemos con el dinero que obtenemos de tan valiosa mercancía? ¿Gastarlo en cerveza y vicio? Ya habrá tiempo para eso. Por ahora, invertimos. Invertimos en el futuro, en el crecimiento del club, en convertirnos no solo en los más veloces sobre el asfalto, sino también en los más hábiles sobre las olas.
Hoy podemos decirlo con orgullo: Las Bestias del Este rugen por tierra... y ahora también navegan por agua. Con una nueva flota de barcos y motos acuáticas, el rugido del motor ya no se apaga al llegar a la costa.
Porque no podría ser de otra forma tratándose de nosotros. Somos Las Bestias. Y la naturaleza, entera, es nuestro territorio.
Siempre íbamos de ruta como de costumbre. Arrancábamos en Grapeseed, pasábamos por Sandy, cruzábamos la 68… y de ahí a Paleto Bay. Pero era en esta, la 68, donde siempre veíamos a lo que parecía un MC bastante numeroso, a la par que misterioso para nosotros. Día tras día, ahí estaban. Callados, firmes, observando.
Al principio, los pasábamos sin más, con esa desconfianza que se tiene ante lo desconocido. Pero empezamos a escuchar su nombre en boca de otros clubes, y la curiosidad fue creciendo. Algo nos decía que había más detrás de esa imagen silenciosa. Así que un día decidimos acercarnos, sin rodeos. Los motores se encendieron, y fuimos a ver qué clase de hombres eran.
Imágenes del encuentro entre los integrantes de Beasts of the East y Outlaw's MC
Y lo que encontramos fue respeto. Palabras tranquilas, trato firme y sin rodeos. Nos saludamos como se saluda entre hermanos de ruta.
Las Bestias no somos enemigos naturales. No nacimos para crear conflicto, pero tampoco rehuimos del mismo si se cruza en nuestro camino. Siempre lo decimos: por las buenas, los mejores... por las malas, los peores.
Este encuentro, aunque inesperado, puede que no haya sido casual. Lo que parecía un simple saludo puede dar pie a algo más grande…
Logan Ryder, de las Bestias, sobre su moto, mirando al horizonte en una noche estrellada.
Anticipamos una sorpresa que incluso a muchas Bestias ha dejado boquiabiertas. Se revelará en próximos cuadernos de bitácora.
Invitamos a los lectores a seguir esta publicación, a compartirla, votarla si es de su agrado, y a prepararse para lo que viene… Porque no todo está dicho. Y lo mejor, siempre está por llegar.
Estábamos en un día tranquilo. Cada Bestia en sus asuntos, como lobos dispersos pero nunca desconectados. Todo marchaba con calma hasta que Javi, Vakilla y Viktor decidieron bajarse al sur, algo inusual, pero no sin razón. Un bar de rock en Vinewood les llamó la atención, y como dicta el instinto, se dejaron llevar.
Allí, entre cervezas, humo de tabaco y cuerdas distorsionadas, algo detuvo a Viktor. La voz del vocalista —áspera, potente— le sonó demasiado familiar. En el descanso del show, Viktor se acercó... y el reencuentro fue tan inesperado como sincero. Un viejo compañero de mina, curtido por el trabajo y las calles, ahora convertido en músico. Entre tragos, aquel hombre le habló no solo de recuerdos, sino de historias: conocía a Las Bestias. Había escuchado relatos nuestros incluso allí, en el sur.
Pero lo que nadie esperaba vino después. El músico volvió al escenario, golpeó dos veces el micrófono, levantó la mano y señaló directamente hacia ellos. Y sin previo aviso, comenzó a tocar un tema. No era una canción cualquiera. Era un tributo. Un tema dedicado a Las Bestias del Este. No por fama ni por moda, sino por devoción.
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Hacía tiempo que no se notaba una chispa tan viva en la mirada de Viktor. No sonrió del todo —nunca lo hace—, pero sus ojos lo gritaban. Vaki y Javi lo sabían. Lo miraron, alzaron sus cervezas y lo animaron a celebrarlo. Quizá Viktor no bailó, pero esa noche, su alma vivía.
Y así, en un bar del sur, entre desconocidos y recuerdos, Las Bestias volvieron a sentirse inmortales. Porque cuando una canción nace como tributo, es porque las huellas que dejamos son imposibles de borrar.
Las Bestias hacen amigos. Nuevos, y también viejos conocidos. Tras ciertos sucesos recientes en el norte, los clubes decidieron juntarse al más puro estilo junta de vecinos, con cervezas en mano y el rugido de motores de fondo. El objetivo: hablar claro, poner rostro a los nuevos del condado y ver en qué dirección ruge el viento.
Aunque las Bestias siguen fieles a su estilo, rodando por su cuenta en Grapeseed y sus alrededores, disfrutando de rutas entre ellos, bares del norte, y encargándose de esas furgonetas y lanchas “casualmente extraviadas”, también estuvieron presentes en esa reunión. Y dejaron clara su postura: son parte del condado. De esta tierra. De este asfalto.
Las Bestias no son solo un grupo. Son un organismo completo: Con corazón,
cerebro,
músculo
y voluntad.
Y quieren que se sepa. Que Grapeseed no solo tiene un club. Tiene el club. Uno que la ama con cada gota de gasolina y cada kilómetro recorrido. Y Grapeseed, lo sabe... y les corresponde.
Cuaderno de bitácora
Hacía tiempo que nadie escribía. No porque no pasara nada, sino porque a veces hay tanto que vivir que contarlo se vuelve secundario. Pero hoy, con el aire pesado y el rugido de fondo, se hace justo parar un segundo, mirar atrás… y dejarlo escrito.
Las Bestias del Este no solo siguen vivas. Siguen creciendo. Ya no se trata solo de correr con el depósito lleno, ni de repartir el botín al final de la jornada. Ahora también se trata de construir algo más grande. Hemos encontrado la forma de que nuestros movimientos generen más que respeto… generan riqueza. Empresas montadas con el sudor de nuestras ideas. Ideas que lavan el barro, que limpian las manos pero no el alma. Y eso está bien. Porque seguimos siendo los mismos de siempre, con algo más en los bolsillos y el mismo fuego en la mirada.
Hace poco fuimos al sur. El plan no era gran cosa: cerveza, tabaco, y ver a otros partirse la cara en un ring mientras nosotros observábamos desde la grada. Íbamos con las chupas bien puestas, sin decir mucho… pero se notaba.
Y tal y como se nota una tormenta en el horizonte. No hizo falta hacer ruido. Nuestra presencia ya hablaba por sí sola. Los sureños nos vieron, y sabían quiénes éramos.
Y luego, sin previo aviso, llegó el día de la "nueva era", como decían los de Weazel News. Algunos se reían del titular, otros se ponían nerviosos. Pero nosotros hicimos lo que sabíamos hacer: reunirnos. En nuestro almacén, todos juntos.
No hubo discursos ni grandes gestos. Solo la sensación, compartida, de que algo estaba cambiando. Que la ciudad temblaba un poco distinto esa noche. Y ahí estábamos. Firmes. Unidos.
A veces la lucha es conflictiva. A veces es con paciencia. Pero Las Bestias seguimos. No hemos perdido el rumbo. Lo que antes nos costaba, ahora lo hacemos con los ojos cerrados. El dinero que llega no se malgasta: se invierte. En nosotros. En lo que viene.
Si el mundo quiere saber quién protege Grapeseed, que escuche. Porque no somos un club cualquiera. Somos Las Bestias del Este.
Un día tranquilo, sí, pero de esos que guardan el rugido justo bajo la calma. El tipo de día en el que las Bestias salen a respirar carretera sin mayor pretensión que dejarse llevar por el asfalto.
Pasamos a ver al viejo Murray, un veterano de los Desert, de esos que lleva la moto tatuada en el alma. Él y sus chicos nos recibieron con esa mezcla de respeto y confianza que solo se gana en la ruta. Compartimos humo, carcajadas y alguna historia vieja con olor a aceite quemado. La hermandad, sin firmas ni pactos, sigue viva en esos gestos.
Después de rodar un rato, con el sol dejando ya sombras largas sobre el camino, nos topamos con los Outlaw’s MC. Nada planeado, pero como pasa entre moteros de verdad, bastó una mirada, un gesto de cabeza, y ya estábamos rodando juntos. La caravana que se armó no pasó desapercibida. Hasta los Sheriff del condado, que normalmente miran desde lejos, se nos acercaron a charlar. Pero no con tensión —esta vez fue con sonrisas, con respeto. Por un momento, la ley y el cuero compartieron el mismo aire.
La tarde terminó con una barbacoa improvisada gracias a la invitación de los Outlaw’s. Carne, cerveza, música y buenas historias. La mezcla justa para cerrar un día que se sintió más como un tributo a la hermandad que como una simple reunión.
Y cuando la noche cayó del todo, como siempre, volvimos al almacén. Entre nosotros. Entre Bestias. Riendo, discutiendo, compartiendo lo que somos, desde lo más absurdo hasta lo más profundo.
Días de paz, también se quedan grabados.
Las Bestias del Este seguimos rugiendo, y por lo que se ve, rugimos acompañados.
A cada tiempo que pasa, más almas oyen el rugido de nuestras ruedas, más miradas se giran cuando pasamos como una tormenta roja sobre el asfalto. Las Bestias ya no son un mito, ni un murmullo en los bares del norte. Nos ven, nos sienten, y muchos quieren formar parte del rugido.
Los moteros solitarios, esos que rodaban sin rumbo, sin manada, nos observan desde las cunetas de la vida, y no los ignoramos. Al contrario, les tendemos una mirada, un gesto, una señal... para que escuchen la llamada de lo salvaje. Porque todos llevamos una bestia dentro, solo hace falta un club como el nuestro para despertarla.
Hacemos pactos de sangre salvajes con los nuevos miembros, que juran lealtad a las Bestias en el entorno más puro, más crudo, más real. Nada de discursos vacíos ni rituales de salón. Aquí se prometen cosas con gasolina en las venas y cicatrices en la piel.
Pero no todo es oscuridad o acero templado. Las Bestias no solo son macabras ni viven solo en la seriedad: también saben cómo pasarlo bien entre hermanos. Desde la calma de una cerveza en la cima de una colina hasta el más descontrolado de los espectáculos bajo la luna del norte. Ríen, pelean, cantan, y cuando toca, rugen como uno solo.
Hoy, el norte ruge con más fuerza. Hoy, nuevas bestias están naciendo.
Día extraño, día confuso. Tras una de nuestras rutas habituales, Las Bestias hicieron parada en el Yellow Jack, como tantas otras veces. Lo que no sabían es que esa parada rutinaria se tornaría en algo digno de escribir.
Allí coincidimos con los Desert Bastards y los Death Nation, los clubes "padre" de la ciudad, símbolos de respeto y trayectoria en este mundo. Entre cervezas, humo y palabras cargadas de historia, se tejían lazos y se compartían anécdotas como entre viejos camaradas.
Pero el ambiente cambió. De pronto, figuras del sur aparecieron entre las sombras del local. Vestían con ese aire característico: ropa deportiva, colores llamativos, mirada alerta. Se sentía la tensión en el aire, una de esas que puede cortarse con cuchara oxidada de cantina.
Sin embargo, lejos del conflicto, los sureños se acercaron y entablaron conversación. Cordial, incluso amable. Pero claro...
¿Qué hacían por aquí? ¿Qué buscaban tan lejos de su zona de confort? ¿Traían paz, o solo una máscara bien colocada?
No lo sabemos aún. Pero lo sabremos.
Seguiremos informando. Las Bestias no bajan la guardia.
En el mundo de los clubes moteros, los colores lo son todo. No hablamos solo de telas cosidas a una chaqueta de cuero, hablamos de identidad, de historia, de sangre. Los colores marcan el club al que perteneces, el lugar que ocupas dentro de él, y la filosofía que compartes con tu manada. Son sagrados.
Y todos los miembros los llevan de la misma forma: espalda bien alta, el nombre del club arriba, el logo en el centro y el territorio al que perteneces debajo. Son nuestra bandera, nuestra segunda piel.
Aparte de esos colores, existen los distintivos. Pequeños parches que se ganan, que no se piden ni se regalan. Hay quienes los portan por hazañas, por historia o por su propia filosofía de vida. Desde el clásico 1%, el ACAB, el cráneo con huesos o incluso símbolos más personales que dicen más de ti que mil palabras. Cada parche, una historia. Cada historia, una cicatriz.
Las Bestias del Este, aunque siguen la tradición del MC clásico, han querido crear algo propio, algo único, como lo somos nosotros. Por eso, nuestros distintivos han sido readaptados, llevados a un terreno más salvaje, más animal. Más nuestro.
Ahora, nuestras insignias representan eso que somos: instinto, manada, fuerza, lealtad. No llevan nombres comunes, pero su significado es igual o más profundo: la respiración del toro, una jaula abierta, la mirada del guepardo o el estrangulamiento de la víbora. Cada uno simboliza lo que has demostrado en la carretera, frente al peligro, junto a tu hermano.
Y como bien sabéis, no todos los días son de acción. A veces la rutina manda: unas rutas, unas cervezas, algún puño volando por ahí y de vuelta a la calma. Así que en esos días más tranquilos, aprovecharemos estas páginas para contaros, poco a poco, el significado de cada uno de nuestros distintivos.
Podríamos soltarlo todo hoy, pero… ¿dónde quedaría la intriga?
Tras casi cinco años surcando el asfalto del norte, nuestras ruedas ya no dejan solo huellas: dejan historia. Y hoy, una nueva página se escribe con letras de fuego.
Hace apenas unos días, nos lanzamos sobre El Burro como un enjambre letal y coordinado. Era nuestra primera conquista de un dealer, un proveedor vital en el tablero del tráfico que mueve esta ciudad. La estrategia fue precisa, el movimiento, fulminante. Nadie dudó, nadie titubeó. Fuimos rápidos, inteligentes y letales. En menos de lo que tarda en caer una colilla encendida, el dealer era nuestro.
Es por eso que hoy queremos hablar de un distintivo especial: El Guepardo. Las Garras Rápidas. Fast Claws.
Este parche no es solo símbolo de velocidad. Es reflejo de reflejos, de agilidad mental, de saber moverse en el momento exacto. No cualquiera lo porta. Solo quienes, como en esta hazaña, supieron cazar sin ser vistos, actuar sin ser frenados, y pensar sin ser vencidos.
El dominio del dealer fue limpio, fue total. Sin alardes, sin fallos. Lo hicimos con entereza y honor, como solo lo hacen los que entienden que la fuerza no está en gritar… sino en saber cuándo rugir.
Seguimos escribiendo esta historia. Y nos gustaría que más se atrevieran no solo a leerla… Sino a vivirla. Porque ser Bestia no se dice… se demuestra.
Hay días en los que no se trata de hablar, ni de negociar, ni de preguntar. Se trata simplemente de actuar. De moverse con firmeza, de tomar decisiones sin dudar, y de hacer lo que es necesario, aunque no sea bonito, aunque no se diga en voz alta.
Hay momentos en los que la calma no sirve, y la paciencia no alcanza. Donde ciertas acciones requieren respuesta, y ciertas señales no se pueden ignorar.
Hoy fue uno de esos días. Uno en los que no se espera permiso, ni se da explicación. Solo se camina recto hacia lo que debe hacerse, y se hace. Con eficacia, con claridad. Sin adornos, sin rodeos.
A veces no hay más. A veces, hay que hacer lo que hay que hacer. Y eso hicimos.
Escribo estas líneas desde un lugar especial, un lugar donde las Bestias del Este han vuelto, una vez más, a dejar huella. Hoy ha sido uno de esos días que merecen quedar grabados en este cuaderno.
Antes de nada, disculpas a quienes siguen esta bitácora por la breve inactividad. Hemos estado centrados, enfocando esfuerzos y resolviendo asuntos importantes del club. Prioridades. Las de siempre.
Hace no mucho tiempo conquistamos nuestro primer punto caliente: El Burro Heights. Allí, al sur, supieron nuestro nombre. Marcar territorio en zonas que no frecuentamos fue una advertencia silenciosa para el resto. No fue solo una victoria, fue una firma.
Pero esta vez jugábamos en casa. Paleto Bay, una tierra sin dueño, una zona libre que se había mantenido neutral durante mucho tiempo. Sin embargo, en este mundo, nada permanece vacío por mucho. Recibimos la llamada de nuestro contacto, y las cartas se pusieron sobre la mesa. Varios grupos querían hacerse con el control del dealer de la zona. Algunos del sur, otros sin cara conocida. Pero no íbamos a permitir que nuestro norte cayese en manos ajenas.
Dicen que antes de la tormenta, todo se queda en silencio. Y así fue. Durante días, las calles de Paleto estaban tranquilas. Demasiado tranquilas. Hasta que uno de los nuestros nos avisó de un soplo: había un sapo, un soplón, alguien que había estado ofreciendo información sobre nuestras rutas y nuestros movimientos. La descripción era clara, y el lugar donde esperaría a sus contactos, aún más.
Nos movimos como sabemos: rápido, sincronizados. Lo encontramos en un campamento de caravanas al borde del bosque. Iba a recibir refuerzos. Pero recibió cañones. Apuntándole a la cabeza.
Subió al coche sin chistar.
Tras unas palabras, y unas cuantas ausencias, como dientes o dedos hábiles, terminó hablando. Un mapa, un almacén, coordenadas. Información precisa. En cuestión de minutos ya estábamos recuperando la mercancía que la señora de Paleto nos había encargado, y entregándola a sus lacayos.
Ayer fue el sur. Hoy es el norte. Y como dice nuestro himno: "De norte a sur, sin detenernos jamás, las Bestias del Este, nadie nos puede parar."
Gracias a quienes leen estas líneas, y a quienes siguen esta historia. Que no solo la lean, sino que se atrevan a formar parte de ella. Aquí hay sitio para quienes no temen a la velocidad, al compromiso ni al nombre que llevamos con orgullo. Las Bestias del Este.
Anoche sonó el teléfono. Una vieja conocida de la isla de Paleto Cove, una distribuidora con más secretos que dientes, quería negociar. No con cualquiera: con nosotros, con Las Bestias.
La reciente conquista de Paleto no pasó desapercibida, y ahora esa isleña ve en Las Bestias del Este una vía rápida y segura para mover mercancía entre su terreno y el nuestro. Nos ofreció un acuerdo: ella pone el producto, nosotros lo hacemos volar sobre el asfalto.
No éramos los únicos interesados, pero como ya es costumbre, nos movimos antes, más fuerte y mejor. Ahora la isla también es nuestra. Y con ella, un nuevo punto en el mapa, un nuevo paso hacia lo más alto.
Esto apenas comienza. Las rutas se expanden. Los aliados crecen.
Este pasado viernes fue algo más que un día marcado en el calendario. Fue el momento en el que Las Bestias del Este, sin buscarlo, fueron reconocidas. No por un trofeo, ni por una pancarta... sino por algo mucho más valioso: respeto.
La Asociación de Moteros de Blaine County nos felicitó por cumplir cinco años de rodaje. Cinco inviernos rugiendo por el asfalto. Cinco años de rutas, choques, lealtades, traiciones, ingresos, pérdidas… y sobre todo, hermandad.
Ese día nos cayó como un trueno. Nadie lo esperaba. Ni Javi, ni Víctor, ni el resto de la manada, ni siquiera Vaky, que está en la península, se imaginaban algo así. Pero ahí estaba. Una señal de que todo este tiempo ha valido la pena. Que hemos dejado huella.
Javi recibiendo la llamada de la BCMA (Blaine County MotorClub Association).
Y lo celebramos como solo una manada sabe: rompiendo lo viejo, construyendo lo nuevo. Arrancamos nuestros parches. No por rechazo, sino por evolución. Cosimos nuevos símbolos. No copias, no inspiración: identidad. Porque ya no somos mezcla de otros. Ahora somos un referente.
Las Bestias estrenando sus nuevos chalecos, más personales, más icónicos, más bestias.
Nuestra nueva imagen refleja lo que realmente somos: moteros rurales, hijos del polvo, del campo y del bosque. No somos de ciudad, aunque en ella tengamos que hacer lazos. Nacimos para acampar, perdernos en lo salvaje, y volver cargados de historias.^
Este reconocimiento no es el final. Es el inicio de una nueva etapa. Una más intensa, más unida, más pura. Vamos a rodar más, a dejarnos ver, a levantar más polvo. Queremos que se note que Las Bestias no han hecho más que empezar.
Las Bestias celebrarán su 5º año en un evento organizado por ellos en Grapeseed, este Domingo 8 de Junio, a las 21:30. De la manera que a todo motero le encanta, motos, cerveza y dientes saltando a la lona
Y a ti, que nos lees, que has estado en la sombra o que todavía no has dado el paso: Las Bestias no somos un club exclusivo. Somos la jauría de los que no encajan. Aquí nadie es ignorado. Aquí nadie va solo. Si te hierve la sangre por dentro cuando escuchas un motor… sabes dónde estamos.
El rugido no termina. La historia continúa.