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Eustaquio Fustin, un joven de 20 años, creció en un vecindario diverso de Los Ángeles, donde las luces brillantes de la ciudad contrastaban con las sombras de los desafíos cotidianos. Desde pequeño, Eustaquio había sido testigo de la lucha de su comunidad, pero también de la esperanza que emanaba de ella. Su madre, una enfermera dedicada, siempre le enseñó la importancia de ayudar a los demás, y su padre, un veterano del ejército, le inculcó valores de disciplina y servicio.
Desde que tenía uso de razón, Eustaquio soñaba con ser oficial de policía. Recorría las calles con su bicicleta, imitando a los oficiales que patrullaban su barrio, y se imaginaba haciendo una diferencia en la vida de las personas. A los 16 años, comenzó a involucrarse en programas comunitarios, donde ayudaba a organizar eventos para los jóvenes y promovía la convivencia pacífica. Su pasión por servir a los demás solo creció con el tiempo.
Al cumplir 20 años, Eustaquio decidió que era el momento de dar el siguiente paso y postularse a la LAPD. Se preparó meticulosamente, asistiendo a clases de preparación y entrenando en el gimnasio para asegurarse de estar en la mejor forma posible. Sabía que la competencia sería dura, pero su determinación era aún más fuerte.
El día de la prueba física llegó, y Eustaquio se sintió nervioso pero emocionado. Corrió, saltó y completó cada ejercicio con la esperanza de que su esfuerzo valiera la pena. Después de la prueba, se sentó en un parque cercano, reflexionando sobre su camino. Recordó las palabras de su madre: "Siempre da lo mejor de ti, sin importar el resultado". Esa frase lo llenó de confianza.
Semanas después, recibió la noticia que tanto había esperado: había sido aceptado en el proceso de selección de la LAPD. La alegría lo invadió, y no pudo evitar compartir la noticia con su familia y amigos, quienes lo apoyaron incondicionalmente. Eustaquio sabía que este era solo el comienzo de un viaje lleno de desafíos, pero estaba listo para enfrentarlos con valentía y dedicación.
Durante su formación, Eustaquio aprendió no solo sobre tácticas policiales, sino también sobre la importancia de la empatía y la comunicación.