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Jay Jackson creció en uno de los barrios más peligrosos de Los Ángeles. Sus padres, Maria y Thomas Jackson, eran personas trabajadoras y amorosas, pero el barrio estaba plagado de violencia pandillera. A la edad de 10 años, Jay vivió la tragedia que cambiaría su vida para siempre. Una noche, mientras volvían a casa de una cena familiar, sus padres fueron víctimas de un tiroteo entre pandillas rivales. Jay sobrevivió al ataque, pero sus padres no tuvieron la misma suerte. Después de la tragedia, Jay quedó al cuidado de su tía, Clara Jackson, quien se convirtió en su principal apoyo y guía. Clara trabajaba largas horas como enfermera para poder mantener a Jay y a sus dos hijos. A pesar de los desafíos y el entorno peligroso, Clara siempre insistió en la importancia de la educación y la honestidad.
Jay creció con un fuerte sentido de justicia y un deseo profundo de cambiar su comunidad para que otros niños no tuvieran que sufrir lo que él había sufrido. A medida que crecía, su determinación solo se fortaleció. En la escuela secundaria, Jay se destacó como un estudiante ejemplar y un atleta talentoso, particularmente en el equipo de fútbol, lo que le enseñó disciplina y trabajo en equipo.
Después de graduarse con honores, Jay decidió postular a la academia de Sheriff´s Department para cobrar venganza por la muerte de sus padres