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Matthew Wilson nació el 28 de enero de 1993 en Route 68, condado de San Andreas, en una familia humilde compuesta por sus padres y dos hermanos. Aunque sus padres y hermanos adoptaron las costumbres rurales de la zona, Matthew siempre sintió una profunda curiosidad por la vibrante y fascinante vida urbana de Los Santos. Desde una edad temprana, se dio cuenta de que estaba destinado a algo más grande que el entorno en el que había crecido.
A pesar de que sus padres luchaban con problemas de adicción, Matthew se empeñó en ser diferente. A través de una persistencia inquebrantable y suplicando a sus padres, finalmente logró convencer a su padre, en una noche de borrachera, de permitirle acceder a la educación formal. Aunque sus padres no le prestaban suficiente atención, Matthew soñaba con que ellos cambiaran, aunque en ocasiones deseaba secretamente que desaparecieran, ya que caminar todos los días hasta la escuela era un sacrificio para él.
A pesar de que a los demás les parecía extraño que un niño tan joven se esforzara tanto en algo que otros odiaban, Matthew demostró de manera indiscutible su genialidad. Un día, al regresar a casa, descubrió a su padre fallecido. A pesar de todas las tensiones y resentimientos, Matthew sintió una oleada de emociones encontradas y un profundo deseo de llorar. Al día siguiente, se negó a asistir a clases, y así transcurrieron tres días. Fue entonces cuando los servicios sociales intervinieron y se percataron de la situación. Matthew fue trasladado a un centro de menores, aunque solo permaneció allí durante unos pocos días, ya que su madre se ofreció a llevarlo a la escuela a diario. Sin embargo, lamentablemente, esta promesa nunca se cumplió y las cosas volvieron a ser como antes.
A medida que Matthew crecía, se graduó de la escuela secundaria y comenzó a desarrollar un apasionado interés por el deporte y las armas. Sin embargo, cuando cumplió los 18 años, no tuvo los medios para continuar sus estudios. A pesar de las limitaciones, nunca abandonó su sed de conocimiento y siempre buscó oportunidades para aprender y mejorar.
La vida de Matthew dio un giro drástico cuando tenía 22 años y su madre falleció. Gracias a algunos trabajos ocasionales y el apoyo de sus vecinos, logró alquilar un modesto apartamento en la Torre Adams. Fue entonces cuando se dio cuenta, en retrospectiva, de cuánto quería a sus padres, aunque su relación había sido complicada. Con su pérdida, Matthew se aferró a sus recuerdos y sentimientos, y tomó una decisión trascendental: proteger el condado de San Andreas, un homenaje y un legado a lo único que le quedaba de ellos.
Decidido a hacer algo significativo con su vida, Matthew se embarcó en un camino de autodescubrimiento y autotrascendencia. Aprovechó su pasión por el deporte y las armas para formarse y entrenarse, adquiriendo habilidades físicas y mentales