The Hammer MC



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    Historia

    CAPÍTULO I

    The Hammer MC es un club originado en Sandy Shores, por un grupo de jóvenes con una enérgica iniciativa, quienes desde niños admiraron el mundo les rodeaba fuera de sus fatídicos hogares, y que ilusionados deseaban pertenecer. Aquella realidad era la que demostraban ciertos fanáticos del rugido y potencia de sus corceles de dos ruedas, vestidos de chaquetas de cuero con parches representativos, que conformaban distintivos grupos unidos desde su sentido de justicia, protección y lealtad tanto como a los suyos como a su tierra.
    Pero, dentro de aquella oscuridad en la que sus días se veían sumergidos, existía cierta esperanza que lo mantenía con vida, serían un grupo de chicos del barrio, que si bien, vivían problemas en sus hogares, de igual forma superaban sus pesadillas diarias compartiendo, y admirando su ciudad, viendo a sus héroes que superaban la ficción. Héroes que vestían de chaquetas de cuero con distintivos parches, y que cabalgaban sobre dos ruedas hasta el horizonte.
    Hicieron lo imposible por progresar, por conseguir de la forma que fuese sus objetivos, incluso si su misión los encaminara fuera de la ley, lo que, en cierto punto en su recorrido, los hizo perder el norte. Jacky, a sus 19 años, junto al resto del grupo, ya tenían experiencia hurtando, habían sido detenidos en repetidas ocasiones por robar tiendas o a gente que no era del pueblo, pero la mayoría de veces se salían con la suya, o lograban zafarse de la justicia. Conocían Sandy como la palma de su mano, y siempre podían ir con la excusa de que sus padres o abuelos eran generales del ejército, luciendo las medallas de sus familiares retirados de Vietnam. No era su mejor excusa, pero los salvó en ciertas ocasiones. Sin embargo, no todo saldría como ellos esperaban. Debido a la ambición del líder de este pequeño grupo de jóvenes, se vieron envueltos en un robo a una tienda alejada de su pueblo, mucho más cerca de la ciudad, por el deseo de obtener más ganancias, lo que, tal como Ícaro, les hizo perder todo lo que ellos habían logrado. Todo parecía ir como siempre, amenazaron a punta de pistola al vendedor tras el mostrador, le obligaron a entregar todo el dinero, a lo que su supuesta víctima, astutamente respondió que había más aún en la caja fuerte, lo que llamó la atención de Jacky, y le sugirió indicarle la ubicación de la misma. El vendedor, confiado, apuntó hacia una puerta entreabierta, que el joven no dudó en cruzar, encontrándose con la sorpresa de que la única caja que había tras esa puerta era la que podría haber sido su féretro si le hubiesen volado los sesos con la escopeta que estaba siendo apuntado en ese momento, por quien parecía ser el guardia de la tienda. A su vez Emily, preocupada, pierde de vista al astuto vendedor, que sin dudarlo un segundo la retiene desde el cuello amenazándola con un arma de fuego que escondía tras el mostrador. Elías apunta a la cabeza del sagaz sujeto, pero ve la clara desventaja de la situación, a lo que levanta las manos en señal de rendición. Esto parecía ser el fin de su cruzada, pero la situación se oscureció aún más a medida que pasaban los minutos.
    Los jóvenes estaban retenidos sentados en el suelo del local, tras la puerta que aquella falsa caja fuerte les sonreía burlescamente, amenazados por el guardia que parecía haber comido tantas hamburguesas a lo largo de su vida, que su grueso rostro parecía reducirle la visión, pero que no dejaba de ser una amenaza importante de la cual posiblemente ninguno de los jóvenes podría haber superado en un combate mano a mano. Mientras el vendedor llamaba a la policía, y hablaba con el Sheriff por teléfono como si fuese su amigo de toda la vida, Jacky no podía permitirse aquella humillación ocurrida por haber actuado ambiciosa y apresuradamente. El odio lo consumía, y esto no quedaría así.
    Los jóvenes, que no tenían ni un solo tipo de amarre que los detuviera, tenían la libertad de poder moverse, lo único que los limitaba eran los penetrantes ojos de aquella escopeta doble cañón que los observaba continuamente. Jacky imaginó mil realidades en su cabeza, y sólo una de ellas parecía tener sentido. Era arriesgada, improbable y posiblemente la peor, pero era la única que podía sacarlos de esta situación.
    Comenzó balbuceando insultos al guardia, para ver su reacción. Del obeso rostro no se lograban distinguir gestos que indiquen molestia o enfado, por lo que Jacky creyó fracasar en su plan, pero ya habiendo iniciado, debía de continuar con algo nuevo. Caminó hacia el guardia, obligándolo a enfocar la mirada de la temible escopeta al su pecho. Firme y sin temor alguno, exclamó acercándose al rostro inexpresivo “Si tienes huevos, adelante, dispara, porque yo me largaré de este lugar con las manos llenas de dinero, escuchándote a la distancia llorar porque tu dignidad y orgullo te los has tenido que comer al igual que las mil hamburguesas que cubren tu mórbido rostro”. El guardia finalmente demostró una expresión, sus ojos se abrieron de par en par mostrando enojo, con un leve dejo de sorpresa. Lentamente cambiaba de enfoque del arma, pasando del pecho hasta su rostro, pero el leve y disimulado temblor en las manos del guardia demostró su debilidad, de la que Jacky tomó ventaja. Sujetó el cañón de la escopeta desviándolo de su cabeza hacia la muralla que tenía a su lado, el guardia disparó, perdiendo todos los perdigones, y a su vez, la escopeta de sus manos, que le sería arrebatada por Jacky, quien ahora cargaba con el arma amenazando al disminuido guardia. Tomó a la sorprendida Emily de la mano en señal de salvación, y Elías sin pensarlo abrió la puerta para poder escapar, viendo que, frente a ellos, tras el umbral, estaba el sagaz vendedor apuntándolos con aquella pistola que le dio la ventaja en su momento, pero Jacky no cedería por segunda vez. El astuto vendedor y el joven valeroso se miraron a los ojos, ambos preparados para disparar. Jacky sabía que estaba en una clara ventaja, pero el ángulo que el vendedor poseía hacia su cráneo podía acabar rápidamente con su vida. No había tiempo que perder, la policía llegaría en cualquier momento, y sea como sea, había una tumba que cargaría con un cuerpo esa tarde. Jacky lentamente acercaría su dedo al gatillo, mientras que el vendedor parecía estar a milésimas de desatar el proyectil que atravesaría el cráneo de Jacky, hasta un potente disparo retumba en el lugar. Sangre, piezas de cráneo y músculo volaban delante del rostro de Jacky. ¿Eran de él mismo? ¿Había fracasado, y estaba observando segundos antes de morir como su rostro se despedazaba? De ser así ¿Por qué aún podía sentir su cuerpo? ¿Por qué aún tenía pensamientos si en el aire viajaba un trozo de lóbulo frontal?
    La conmoción del momento le impidió procesar su victoria, de la que los tres jóvenes e incluso el inexpresivo guardia quedaron completamente impactados al ver el cadáver del vendedor cayendo inerte al piso, expulsando una cantidad inmensurable de sangre por donde alguna vez hubo un rostro, que ahora estaba en distintos sitios de la tienda. Ninguno parecía reaccionar ante lo sucedido, Emily sólo atinó a percibir el peligro de quedarse en el lugar, sugiriéndole a Jacky que se marcharan del sitio. Elías tomó parte del dinero ensangrentado, guardando temblorosa y desesperadamente los billetes en sus bolsillos, rodeando el cadáver que parecía recubrirse en sus rojizos fluidos. Jacky avanzaba lentamente hacia la salida, sin pensar ni en la situación ni en los pasos que daba, sólo deseaba huir del lugar. Emily insistió en escapar, y los tres jóvenes salieron despavoridamente de aquel pesadillesco escenario, con un arma que los inculpaba de un grotesco asesinato, y dinero manchado que, tal como sus nombres, ya no podría ser limpiado.
    Se alejaron de la ciudad, aún sin poder asimilar lo ocurrido. Huyeron lo más lejos que pudieron, dejando de lado el arma y toda aquella evidencia incriminatoria. Se acercaron a la carretera, pidiéndole a un amable conductor que los llevara a Sandy, lo más cerca de un escondite que ellos solían frecuentar. Por desgracia, sus rostros ya habían sido identificados por la policía, la orden de búsqueda y captura sería inevitable, y esto los jóvenes lo tenían más que en mente. Jacky, tomando las riendas del asunto, consideró que la mejor opción para este pequeño grupo sería entregarse. No todos, él en particular, para evitar que el resto fuese perseguido. Emily y Elías no dejaban de ser cómplices, habían participado en aquella fatídica instancia, pero no fueron quienes jalaron el gatillo, tal como las cámaras del lugar evidenciaban del joven valeroso que ahora se convertía en un criminal buscado por un asesinato a un esforzado padre de familia. Jacky recomendó a Elías que cargara la culpa de su comportamiento delictual a su constante consumo de drogas, lo que Elías tomo en consideración. Emily, quien, según sus palabras, no quería caer en la cárcel, porque las consecuencias serían aún peores cuando tuviese que enfrentar a su familia si la viesen tras las rejas, insistía con mantenerse prófugos de la justicia, pero esto aumentaría su condena si es que alguna vez en su vida fuesen capturados. Por esto, Jacky le dio todo el dinero que tenía en su poder, con el objetivo de que pudiese huir y tener una nueva vida, alejada de este mundo criminal. Emily, admitiendo de que una de las razones principales por las cuales no quería ser encarcelada, era porque deseaba estar con Jacky, del cual siempre estuvo enamorada, provocó un profundo impacto en el ahora desconcertado corazón del valiente y temeroso muchacho. Aun así, el joven, con la impotencia de saber esto ya que, a pesar de su diferencia etaria, siempre sintió algo por la muchacha, sabía que debía asumir las consecuencias de sus actos. Besándola en la frente, le prometió volver por ella cuando todo esto acabase, y que contaría los días por ver aquellos ojos que le enamoraban, por aquel rostro que le hacía jurar que estaba en presencia de aquella doncella por la cual volvería luego de atravesar el bosque de la culpa y la redención que lo llamaba, y que salvaría en su acorazado corcel de dos ruedas que juraría encontrar una vez cruzado el umbral del castigo que debía de enfrentar. Elías y Jacky se despidieron de Emily, y se encaminaron al pueblo, para encontrarse cara a cara con su destino.
    Recorrieron las calles, conversando de todo lo que harían posterior a su condena. Parecía una charla de amigos cualquiera, como si nada hubiese ocurrido previamente. Llegaron a una botillería cercana, donde Jacky reconocería al vendedor, que lo saludaría amistosamente, pero con una extraña expresión de incomodidad. La noticia había llegado a los medios. La gente del pueblo sabía que aquellos niños que día a día rondaban las calles, felices y despreocupados, creciendo cada año, habían cometido un crimen atroz, pero del cual nadie quería delatarlos. Las miradas incómodas de quienes a diario compartían con ellos se percibían a la distancia, aunque los jóvenes asumían esto sin temor alguno. Pasaron días en los que nadie dijo absolutamente nada, ni una sola pista fue revelada sobre los sospechosos que recorrían visiblemente día y noche las calles de Sandy Shores. Incluso, en ciertas ocasiones, los mismos pueblerinos refugiaron en sus hogares a estos jóvenes, que se resistían a ser encubiertos, pero que quienes los conocían simplemente lo hacían como un gesto de amabilidad y protección a los de su misma tierra. Parecía que permanecerían en el pueblo guarecidos por la gente que los defendía, hasta que un día, en su ritual habitual de comprar alcohol, un sujeto con claro aspecto citadino que iba de paso por el lugar los observaba atentamente, cargando consigo la culpa que finalmente llegó hasta ellos. Debió de notar sus distintivas facciones, las que provocaron que de inmediato se alterara, gritando eufórico en medio del pueblo “¡Son ellos! ¡Los asesinos de la tele! ¡Los encontré! ¡Llamen a la policía!”. Todo el pueblo se sumió en un sepulcro silencio, del que los jóvenes sólo admiraron las reacciones de su gente, que los miraban con un tono de disconformidad por el bullicioso sujeto, pero a su vez resignación de lo que algún día debía de ocurrir. Estaban preparados, mucho había tardado ya en llegar el día, y en sus rostros se veía todo el agradecimiento sobre lo que el pueblo hizo por ellos. El molesto sujeto tomó su teléfono, y llamó apresuradamente a la policía. Su rostro mostraba una sensación de satisfacción y triunfo, mirando a la gente como si el oro hubiese descubierto, pero, contrario a su reacción, la gente lo observaba con desaprobación y desagrado. La policía llegaría al lugar, rodeando a los jóvenes y ordenándoles que coloquen sus manos sobre cabeza. Sin ni un tipo de resistencia, ambos llevaron las manos a la cabeza, esperando a ser detenidos. Su objetivo había sido cumplido, el destino se presentaría frente a ellos con un martillo en la mano, y un negro traje, que dictaminaría la sentencia que ambos enfrentarían por los crímenes cometidos.
    Elías acataría el consejo de su amigo, gracias a esto su condena se reduciría lo suficiente como para evitar estar tras una celda, pero debió de someterse ante un intensivo tratamiento para dejar el consumo de sustancias ilícitas, lo que lo retuvo bastante tiempo en un centro de rehabilitación bastante efectivo con sus pacientes. Tristemente para Jacky, las cosas serían diferentes. Desde el primer momento reconoció la culpabilidad, no negó ni uno de sus actos, relatando cada mísero detalle de lo ocurrido. Los medios lo describieron como un demente, un nuevo psicópata americano que destrozaba cráneos sin remordimiento alguno. Su despreocupado carisma acompañado de aquella seguridad con la que respondía en cada una de sus interrogaciones sorprendió a algunos, pero inquietó a muchos. La condena sería dictaminada, y diez años en prisión serían el siguiente paradero que aquella infortunada travesía lo encaminaba. Esto sólo sería el comienzo de su adentramiento por el bosque de la aventura e incertidumbre que pacientemente lo esperaba.

    Reglas

    Cualquier persona puede pertenecer al MC, siendo único requisito respetar las normas y cumplir con requisitos preestablecidos.

    • Para ingresar en el MC, solo hará falta ponerse en contacto y mandar los siguientes datos:
      ▸Nombre
      ▸Moto actual
      ▸Edad
      ▸Email
      ▸Aficiones
      ▸Teléfono de Contacto
      ▸Foto Personal
      ▸Foto de la Motocicleta

    • Siempre se debe respetar la jerarquía.

    • Siempre respetar las motos del resto.

    • Respeto constante a los diferentes miembros del club.

    • Proteger a todos los miembros por igual.

    • Todos por y para el Club.

    • Acatar las órdenes de los cargos superiores.

    • Nunca hablar con la policía.

    • Nunca revelar a nadie externo sobre las actividades del Club.

    • Cualquier sugerencia que pueda mejorar el funcionamiento del motoclub será bien recibida.

    • Para participar en las salidas se ha de cumplir una serie de recomendaciones:
      ▸Tener su licencia de moto al día.
      ▸Tener la moto revisada, para evitar males mayores.
      ▸No estar bajo los efectos del alcohol ni de sustancias nocivas.

    • Los miembros tendrán claro que el MC no se hace cargo de los accidentes, daños o averías que se puedan dar durante las salidas programadas, pero deberán apoyarse entre sí para dar una solución rápida y sobrellevar el percance apropiadamente.

    • Aquellos miembros que no cumplan estas normas, no tengan actividad ni en salidas, o su comportamiento en el grupo evidencie una falta grave de respeto hacia los demás miembros serán expulsados del Club

    • No puedes salir del Club evitando lo que se decida por tu vida.

    Jerarquía

    1. Presidente
    2. Vicepresidente
    3. Sargento de Armas
    4. Tesorero
    5. Secretario
    6. Capitán de Ruta
    7. Ejecutor
    8. Miembro
    9. Prospecto
    10. Hang Around

    Cómo Identificarlos

    Este Motor Club es identificable con sus parcheras, las que exponen cada vez que salen a rodar, y de las que sus parches lucen sus cargos y logros. Suelen ser bastante territoriales, por lo que no te acerques con aspecto sureño si no quieres malas palabras o una paliza por parte de The Hammer.
    Rondan por la zona Norte, siendo su sitio de preferencia el Yellow Jack, bar cual siempre parecen estar presentes.


  • Baneado

    @CallMeDickie estaría bien que subieran imágenes de ubicaciones o requisitos a tener en cuenta para aceptar miembros. Aunque luego se utilicen métodos IC para ingresar.



  • Ubicaciones

    Por lo general, el club no suele quedarse en un sitio, pero los miembros suelen estar presentes en el Yellow Jack, y en la característica torre de Paleto
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  • Desaparecidos

    Diario de Jacky Steele

    Hablemos de todo lo acontecido hasta la fecha.

    Luego de que nuestro capítulo en aquella ciudad maldita se disolviera, nos vimos obligados a escapar a California. Finalmente, llegamos a un sitio familiar alejado de los problemas, donde la gente nos esperó durante aquellos años en los que desaparecimos. Fuimos recibidos como si sus héroes hubiesen llegado para rescatarlos ante toda desgracia. Si bien mantuvieron el lugar con su esencia intacta, la reputación del club había decaído sustancialmente, ahora las bandas de la ciudad apuntaban a nuevos horizontes, y su siguiente destino eran nuestros hogares. Llegamos justo a tiempo para encomendarnos en nuestra nueva cruzada, recuperar nuestro honor, nuestro reconocimiento, nuestro areté que mantuvimos vigentes, y que de no ser por nuestra llegada, habría colapsado.
    Recuperamos la confianza de las familias acogidas en el pueblo de Slab City, quienes respetaban nuestro club, y anhelaban ansiosos nuestra llegada. Nuestra casa club se mantuvo intacta todos esos años, y en su interior se encontraba aquella mítica esencia de cada momento, de cada reunión, de cada día que nosotros entregábamos nuestra vida por el club. Ahí nos volvimos a establecer, reencarnando nuestro espíritu, sintiendo como los cálidos brazos de California nos acurrucaban. Estábamos en donde siempre debimos de estar.
    En nuestro regreso, Emily, Andri y yo comenzamos a montar todo de vuelta. Recuperamos nuestras respectivas parcheras, de las que sentíamos como finalmente recuperábamos la piel, nuestra coraza, y a su vez, nos reencontrábamos con los desgastados corceles que añoraban nuestro regreso. En medio de la nostalgia, la ausencia de Elias provocó una sofocante amargura de la que mi chica y yo nos devastamos. Los pesados recuerdos que nos acechaban nos detuvieron el paso, y por un par de minutos que trascurrieron como miles de horas, el lamento por la pérdida de nuestro hermano no tuvo piedad. Sólo... sufrimiento. Sólo... dolor...
    Él no debía de ser quien cayera a causa de nuestro actos. Nuestro hermano no tuvo la culpa... Nadie tuvo la culpa... Siempre tuvo aquella templanza como para hacer lo correcto, y a su vez, destruir aquel obstáculo que nos impidiera el paso. Te extraño, hermano, te necesito de vuelta con nosotros, pero sé que no volverás, sé que cada vez que recuerdo tu imagen estás acá para castigarme, para recordarme aquello que no conseguí, una vez más he perdido a quien quiero, y tú vienes a mi mente sólo para acecharme. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué sigues en mis pensamientos? Sólo eres un recuerdo, o al menos, así me gustaría que fuese, para poder olvidarte con el paso de los años.
    Joder, no puedo con esto. Sólo terminaré mi botella, y seguiré relatando esta puta historia.
    Proseguimos con la restauración de nuestro lugar, colgamos aquellas fotos que quedaron envueltas en el paso del tiempo. Una vez todo ordenado, debíamos de descansar, nuestro siguiente día sería largo, teníamos demasiado que organizar, demasiado que mentalizar.
    La mañana fue tranquila. Aquella foto de nuestros buenos tiempos me hizo viajar a esos momentos que con nostalgia me miran a la distancia. Tuve que levantarme, no podía quedarme postrado ante todo lo que el día nos esperaba, y si bien, la inmovilidad era satisfactoria, mucho más era pensar todo lo que podríamos llegar a conseguir en nuestra tierra.
    Compramos armamento, si, es verdad, pero como todo caballero, no es nada sin sus armas, sin su armadura, con la que ofrece seguridad y protección a quienes bajo su tutela defiende. Ahí nos reencontramos con nuestro colega Adrian, el armero, quien a pesar de no ser de nuestro club, siempre nos ha admirado y nos ha abastecido de armamento sin chistar. Compramos lo suficiente como para cada cabeza, así, una vez armados, ya podíamos movernos con seguridad por aquellos barrios abandonados que debíamos de recuperar, y a su vez, llegar con tranquilidad al puto sur que siempre odiaremos por su caos y desorden.
    Desde Slab City partimos hacia Los Ángeles. Una vieja van de The Lost la pintamos completamente de negro y por encima le pusimos nuestro sello, no podíamos permitir que este club se pasara de listo y, por mucho que nos hayamos perdido unos años, que tomen nuestro territorio, y le prometan a nuestra gente el mismo humo que han vendido siempre. Nosotros somos la real justicia, la verdadera protección, el estado de los Lost que rondan por el territorio no son más que vagos alcohólicos sin rumbo, no pueden ser ellos quienes velen por la seguridad del pueblo, no podemos permitirlo.
    Aprovechamos, y antes de que partiéramos, a nuestro colega le preguntamos sobre el estado actual de The Lost, y si habría alguna sede que nos hayan tomado. Justamente, nuestra sede de Los Santos estaba ocupada por un grupo de Lost que no tenían ni idea con quién indirectamente se estaban metiendo, asique por eso el motivo de nuestra visita a la puta ciudad. De verdad no soporto aquellas bulliciosas calles, llenas de monos sureños descontrolados, que creen que el mundo es suyo, mientras que no son más que mierda con pilchas de colores a las que les falta quien les de su merecido.
    Una vez llegados hasta nuestro viejo local infestado de Lost, conversé con un muchacho del lugar. Me llamó la atención que al lado había un casino remodelado, el cual siempre había visto, pero que ahora tenía vida, luces, colores, y mil cosas más que jamás creí ver. En fin, a quién le importa realmente esto. Le pregunté a este muchacho sobre qué se supone que había ocurrido, por qué un sitio con banderas de The Hammer estaba repleto de Lost, el muchacho no me supo que responder, parecía ser un simple taxista del puesto de enfrente, que un tanto atemorizado, sólo sabía un par de palabras "Debo volver al trabajo". Menudo idiota.
    No tuve más remedio que acercarme hasta el lugar, y hablar con un parchado de The Lost. Estaba volteado, por lo que procedí a tocarle el hombro para que me viera. Tal fue su sorpresa que se echó para atrás, como si hubiese visto a la muerte a los ojos. Corrió despavorido y llamó a sus colegas, y yo ya sabía lo que vendría. Preferí esperar a que alguien, cordialmente, se acercara a que me diera un par de explicaciones de porqué aún no se habían marchado del lugar, lástima que lo único que atinaron a hacer, fue a alertarse, y creer que con sus armas podrían sacarnos de nuestro hogar que ellos sólo aprovecharon de ocupar. No fue muy difícil acabar con cada uno de ellos, si bien, no se manejaban con las armas, tampoco parecían ser muy despiertos. Uno incluso le voló la cabeza a su amigo por tenerlo enfrente de su rango de tiro, lo que lo conmocionó de tal forma que lo paralizó al instante. No negaré que me aproveche de la situación, y le di plomo sin piedad alguna. Emily, Andri y yo logramos liberar el lugar de Losts, y cuando por fin no quedaba nadie, procedimos a entrar al taller.
    Lo mejor de todo fue ver que mantuvieron en buen estado el lugar, estaba un poco manchado de alcohol, y con sus banderas de mierda, pero nada que no se pudiera limpiar y quitar. Todo parecía ir bien. Los cadáveres tuvimos que meterlos dentro del taller, y disolverlos en el puto ácido con el que disolvimos a tanta escoria sureña en su tiempo, lo bueno es que con esto evitamos persecusiones y problemas en muchas ocasiones. El único problema fue que se nos acabó todo el ácido con estos mierdas, que incluso a uno lo tuvimos que trozar para tirarlo a un río.
    Todo parecía en orden, y por ese motivo, decidimos restaurar el taller que siempre fue un método seguro y eficiente de ingresos, los que en muchas ocasiones nos permitió utilizarlo como una tapadera limpia de sospechas. Policías, pandilleros, todos venían hasta nuestro taller, y nos veían como los "amigables mecánicos del Norte".

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    Una vez reestablecido, la gente comenzó a llegar al taller. Muchos citadinos vaciaron sus bolsillos por querer una simple modificación, o por un mísero detalle en sus vehículos, lo que nos regocijaba al ver como sus estúpidas mentes cegadas de competencia y capitalismo nos beneficiaba día a día.
    Aún así, esto no debía de ser todo lo que tuviesemos. Con Emily dialogamos en constantes ocasiones nuestros próximos pasos a seguir, de los que Andri poco a poco comenzaba a ser menos partícipe. Curiosamente, nuestro Sargento, se apartó, día a día, nunca supe sus motivos, pero creo que algo en él cambió luego de que el destino de Elías se distanciara del nuestro. No podríamos quedarnos atrás a pesar de su ausencia, teníamos que seguir adelante.
    Para mantener estable el taller, decidí optar por un trabajo part-time en una carnicería cercana, de la que jamás vi más allá que como un sitio en el cual sacar mis frustraciones trozando cadáveres con escusas consumistas. Aún así, este lugar contaba con una sorpresa de la que luego sería consciente.
    Un chico amigable, del que a la vista no le calculo más de 35 años de edad, día a día cooperaba conmigo en este trabajo. Compartíamos vivencias, ideales, visiones de mundo, y para ser un sureñito, tenía una mentalidad bastante propia de un joven entusiasta de Sandy Shores, claro que jamás entenderé su gusto por la ropa tan colorida de la que jamás compartiré.
    Pasaron los días y mi trabajo en la carnicería concluyó. De ahí saqué todos los beneficios que pude extraer, y me marché, pero sin antes comentarle de mi decisión al chico, Marvin Krauss, quien me dijo que se alegraba por haber logrado mis objetivos, pero que extrañaría compartir a diario en la carnicería. Yo le dije que podría acompañarnos, a mí y a mi pareja la cual vio un par de veces cuando mi jornada laboral concluía. Él parecía estar totalmente dispuesto a seguirnos en cualquier movida que fuese posible, por lo cual yo, sin obstáculo alguno, lo invité ese día a que me acompañara hasta el taller.
    Ahí el pareció quedar totalemente encantado. Siempre fue fanático de los motores, y parecía conocer más de lo que yo creía cada parte mecánica. Esto me vino como anillo al dedo, siempre necesité alguien que cubriera el trabajo del taller y que al mismo tiempo, tenga la lealtad y mentalidad que compartíamos. Si bien, en su tiempo esto se lo atribuía al Sargento, su distanciamiento me hacía verlo con otros ojos. Mi confianza hacia él se perdió completamente, por lo que ordené que se le capturara, en sea cual sea el rincón en el que se oculte.

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    Lo dejé a cargo de nuestro taller del sur, de lo que él se sintió totalmente agradecido. Yo y Emily, por mientras, veíamos todo lo relacionado al club. Muchos días pasaron, conocíamos a nuevos sureños, alguno que otro con mentalidades más certeras, y otros, como siempre, simples simios con colores tan jodidamente llamativos de los que me daban ganas de violentar sin piedad alguna. Sin embargo, uno de estos días, un oficial se nos acercaría. Un oficial con el que en muchas ocasiones compartimos, pero que nada más allá logramos conseguir. Su nombre era Simón, un joven entusiasta, esforzado y muy cuadrado de mente. Muchas veces logré sacarle alguna que otra palabra que revelaba intenciones que me sorprendían pasa ser un oficial, pero siempre mantenía esta rectitud que a mí me disgustaba.
    En más de una ocasión, con Simón debatí sobre asuntos morales, sobre cómo nuestra visión con la de él con respecto a la justicia no se distanciaba en gran medida. Era similar, pero la nuestra, desde su perspectiva, carecía de ética, de lo que a mí eso me importaba bien poco. Siempre defenderé el proteger a los míos a costas de la vida de quienes quieran joder tanto a los míos como a los que son importantes para mis cercanos. Él, en cambio, veía que en todos había algo que pudiese mejorar, siempre fue optimista, vio en el resto una luz de redención, de las que yo todas siempre vi apagadas frente al cañón de mi pistola.
    Pasaron los días. Muchas cosas pasaron por mi mente, y veía nuevas opciones. Un sujeto tenía en venta un taller que, curiosamente, a mis ojos tenía todas las de brillar, por lo que no dudé un segundo, y con las ganancias del sur invertí en la compra y refacción de este taller.
    Pronto quedó como un lugar de ensueño. Pedí que tuviera salas interiores para poder tener nuestra mesa del club, y a su vez, sitios ocultos que sólo nosotros supieramos que se encontraban en esos rincones. Una vez concluido el trabajo, era momento de llamar a un viejo conocido el cual dejé mucho tiempo de lado, pero era momento de que fuese partícipe en nuestras andadas.
    Conley Reid Johnston había finalmente salido de la cárcel, y había llegado hasta Sandy para reunirse con nosotros.
    Su clásica apariencia del Norte, su sombrero vaquero, sus jeans gastados, su particular acento, me hizo volver a mis días de cárcel, pero al menos no fue un mal recuerdo. Conversamos de todo lo ocurrido a la fecha: la partida de Elías, la inasistencia constante de Andri, la llegada del nuevo, Marvin Krauss, y los planes para el club que teníamos con Emily. A Conley mis palabras le parecían bendiciones, de las que se vio totalmente dispuesto a colaborar, por lo que sin gastar tiempo alguno, comenzamos nuestras nuevas movidas por el futuro del club.

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    Aún teníamos mucho que hacer, y nuestros números no eran favorables para todo lo que aspirabamos, por lo que contactamos a nuestros hermanos del capítulo aledaño de California para que nos apoyaran en todo lo que haríamos más adelante. Me contacté con quien más cercanía tuve de todos ellos, siendo más específicos, con Jackson Matthews, quien era el Sargento de tal capítulo. A pesar de estar en una posición bastante acomodada en California, nuestro hermano accedió totalmente, vio nuestra situación, y comprendió que necesitábamos apoyo urgente, tanto por los sureños, como por nuestras nuevas movidas, por lo que llamó a más de sus hermanos para que nos acompañasen en nuestra cruzada.
    Pasaron un par de días y los chicos llegaron hasta nuestro taller en Sandy, donde los recibimos hospitalariamente, muy agradecidos por su presencia. Dialogamos por horas, discutimos de nuestros nuevos movimientos y bebimos hasta el cansancio. Todo apuntaba a que este sería nuestro nuevo comienzo.
    Nos pusimos de acuerdo en establecer los cargos necesarios para todas las funciones del Club. Marvin, quien pasado ya los días ganó su parchera completa, y había demostrado su habilidad con los números, quedó establecido como Tesorero, mi amigo y hermano Conley ejercía el puesto de Vicepresidente, Jackson fue elegido por mi parte como Sargento en Armas, Owen Hills, uno de nuestros hermanos de California, posee el título de Secretario, y Rick Morrow luego de una intensa votación fue elegido como Capitán de Ruta.

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    Nuestros hermanos cooperaron con todo lo que se llevó a cabo como club, y dada la cantidad de miembros, decidimos abrir un nuevo capítulo, enfocado principalmente en las mujeres del club para que sintiesen un sentimiento de identidad. Esto hizo surgir el movimiento de The Justice, donde Emily finalmente pudo tener su parche de President, y tener a cargo a las chicas que nos acompañaron a lo largo de nuestra historia sin poder poseer la parchera por parte de las reglas principales de todo MC. Esto nos hizo crecer a la par. The Hammer y The Justice, un dúo casi poético de como la agresividad del martillo se ve medido y justificado a partir de la Justicia que nosotros perseguimos, con la muerte a nuestro lado como aliada y advertencia de cada paso que damos.

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    Todo parecía ir de maravilla... Pero... Algo faltaba.
    Nuestro territorio parecía estar desierto. Todo lo que conseguíamos parecía tener un valor nulo, y creíamos que estabamos dominando, pero realmente nos estábamos convenciendo de ser algo importante, mientras que gobernabamos en una ciudad muerta. Queríamos apuntar siempre a lo más alto, pero no podíamos apuntar a ciegas. Era tiempo de volver, no tan solo a nuestro hogar, si no que al lugar donde la tragedia nos rodeó. Tenemos mucho pendiente, necesitábamos ver más allá de esta realidad que nos estaba ofreciendo este lugar. No podíamos conquistar nada más allá, esta ciudad ya era nuestra, por lo que no había nada más por lo que luchar, ni por el martillo, ni por la justicia. Decidimos, finalmente, hacer un último trabajo para tener un beneficio económico, y partir de vuelta a nuestra ciudad.

    Decidimos volver por aquella lucha que jamás acabó y de la que debemos de tomar las riendas que otros dejaron sin control. Volveremos a Sandy, volveremos a aquella tierra de miseria, sufrimiento, traición, esfuerzo, valor y coraje.



  • Retorno

    Eventos transcurrieron luego de años de infortunios y desventuras, muchas vivencias de las cuales conocimiento y experiencia lograron extraer, y parte muy importante ellos lograron llevar a sus espaldas con gran valentía y coraje.
    The Hammer MC, club quien día a día conseguía tener una parte más de reconocimiento, poder y valía, progresaba sin un límite aparente. Sus filas se extendían, miembros parecían destacar y cada vez más en conjunto apuntaban a mantener este poderío que aspiraban, pero ya era tiempo de regresar a aquella tierra con la que tenían cosas pendientes.

    The Hammer regresó a Sandy Shores, regresó al norte, y consigo, trajo la justicia y el poder que buscaron siempre imponer y establecer.



  • Poniendonos al día

    Diario de Jacky Steele

    A lo largo de estos días, hemos buscado pistas de lo que ha ocurrido en los últimos años en la ciudad. Hemos notado que varios de nuestros conocidos ya no rondan las calles como antes lo hacían. Desconocemos el paradero de los Pagans, con quienes habíamos establecido bastantes lazos en nuestro pasado. Miserables MC parecen haber desaparecido, según tuvimos entendido, una vez terminada la guerra ellos no volvieron a aparecer. Nunca tuvimos mucha relación con los Dirty Bastards, pero según nuestro conocimiento mantenían el taller de la Ruta 68, que ahora parece ser de otro club que hemos reconocido como los "Sons of Hell".

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    Además, entre estos nuevos clubes, he visto mucho movimiento no tan solo joven, si no que carente de ideales. Sus parches no tienen sentido alguno, y otros ni siquiera parecen respetar los códigos de un MC.
    Muchas dudas surgen ante tanto cambio que ha ocurrido. El norte parece haber cambiado demasiado durante los últimos años, y algo que me ha llamado mucho la atención, son los valores de los clubes jóvenes que rondan por Sandy. En los tiempos que The Hammer rondaba por las calles, nada de crimen se veía porque los sureñitos no se atrevían a tocar el norte, sabían que el norte era protegido por su gente, pero uno de estos días vi lo más deleznable que para alguien de mi tiempo pueda llegar a verse. He visto como un grupo de sureños asaltaba una tienda, mientras que un club no hacía nada por proteger a la vendedora. Ni idea con qué valores o mentalidad se forman los chicos hoy en día, pero veo que han perdido el sentido de territorialidad, patriotismo y el sentimiento de justicia que nosotros siempre defendimos a capa y espada. Estos parecen ser nuevos tiempos, donde sureños se creen con el poder de hacer lo que sea sin un freno aparente, donde la gente del norte vive cambios que no les favorecen, donde el sentimiento patrio que antes era fuerte se ve opacado por la ambición, por la falta de valores y por la ignorancia ante los códigos que nos mantienen firmes a nosotros. Todos creen ser los reyes del mundo, pero no siempre será así.
    The Hammer ha vuelto y con nosotros, vendrán aquellos valores perdidos por los años, y aquel sentimiento que jamás debió de perderse.



  • Viejos Conocidos

    Diario de Jacky Steele

    Nuestro regreso ha sido marcado por lo desconocido, por los nuevos tiempos que ahora se perciben en el aire, en nuestras casas y en todo lo que nos rodea. Muchas dudas y pocas respuestas, pero siempre habrá quienes conocerán lo transcurrido en el tiempo de nuestra desaparición. Por ese mismo motivo, decidí buscar más allá, no tan solo en mi hogar. Decidí reencontrarme con aquellos que desde las sombras trabajaban, y quienes en su momento fueron un apoyo importante para nuestro club. En su tiempo, al igual que nosotros, si bien tenían bastantes más lujos, compartíamos nuestro estado, progresabamos poco a poco en este difícil mundo, y nuestra relación comenzó a forjarse. Muchos recuerdos felices vienen a mi mente, junto a nuestros amigos pasados y presentes, Emily, Elías... Andri...
    Me puse en contacto con quien siempre tuve mayor cercanía, Frank Connors, quien en su momento conocí por una simple compra de un par de planos para poder hacer unos cuantos trabajos. Este intercambio ahora lo recuerdo con nostalgia, pero en su momento ambos temíamos de que el otro estuviese planeando una trampa. Nada de eso pasó, al contrario, me volví su cliente habitual, donde en cada encuentro compartíamos cada vez más, y luego, empezamos a ganar confianza entre ambas partes, si uno necesitaba ayuda del otro, nos cubríamos las espaldas mutuamente.
    Y si, es verdad, son sureños, pero al menos tienen valores que no veo en todas escorias que abundan las calles.
    Frank parecía sorprendido, como si un muerto volviese de la tumba. Respondió mi mensaje dubitativo, pero feliz de reencontrarme. Le dije si nos podíamos reunir, y el sin duda alguna, aceptó.
    Lo que nunca sospeché, sería el nivel de todo lo que él había progresado desde el momento en el que me fui. Ni siquiera me dijo que nos juntaramos en un bar, o fuera de un lugar común y ordinario, él nos dijo "Esperen el mensaje. Les llegará una ubicación". Por poco me sentía como en las películas de agentes secretos contactados por la CIA. Obvio, deposité mi confianza en él, y una vez me llegó la ubicación, fui con mis chicos hasta el lugar. Allí nos esperaban 2 vehículos que nos llevarían hasta la base de Frank. Entramos, y nos transportaron. Sentía que iba a visitar al presidente.
    Una vez abierta una compuerta, e ingresado a un sitio totalmente oculto de la vista de cualquiera, frente a nosotros, estaba un grupo de gente, y en la mitad nuestro viejo conocido. Nos saludamos con nostalgia, ambos tenemos muchos recuerdos, y ahora, teníamos muchas historias que compartir.

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    Me mostró sus instalaciones, parecían de ensueño. Tecnología, recursos, cosas que jamás creí que vería. En cierto punto me hicieron probar ciertas sustancias que no había probado en la vida, de las cuales aún recuerdo lo alejado de la realidad que me dejaron en su momento... Una curiosa experiencia.
    Una vez completado el recorrido, nos sentamos en una barra que posee en el interior. Ahí hablamos de todo. Lo ocurrido en el norte, el cambio de ambientes, todo parecía ser cierto. Posterior a nuestra desaparición, pocos clubes de la vieja estirpe se mantienen vigentes, todos quellos que conocimos se desintegraron, se disolvieron, o ya nadie sabe nada, ni un solo rastro. El Norte ha perdido sus colores, su escencia, nuestro hogar a perdido lo que nos hacía sentir en casa, y eso se nota... Pero a Frank le he dicho, y a todo el mundo siempre le diré: The Hammer ha vuelto.
    Luego de una larga conversa, nos invitó a su vivienda. Es un bonito lugar en Vespucci. Claro, yo ni en broma viviría en eso, pero entiendo que sea cómodo para alguien como él. Ahí concluimos hablando de todas las cosas que vendrían para nuestro futuro, encaminando poco a poco más el resurgimiento a lo más alto de The Hammer, del Norte, y de todo lo que nuestra amistad con Frank y su gente nos ha otorgado. Esto es sólo el comienzo de una historia que vivirá por los siglos.

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