Rubí Algora Rosé



  • Nombre del personaje: Rubí Algora Rosé.

    Rubí era una colombiana de 22 años de piel morenita, figura y apariencia física espectacular, una mujer de revista con mirada penetrante, ojos verdes claros que atrapaban en cada mirada, labios gorditos y belleza realmente desbordante, era de esas que cuando pasaban frente a la gente no paraban de mirarla a ella eso a veces la incomodaba bastante... Tenía un cabello castaño largo y ondulado precioso, y siempre cuidado, por que una puede ser pobre pero nunca descuidada.
    Sentía con ropa ligera, no era de las que iban precisamente tapaditas, no era nada discreta, tenía un estilo muy propio que la hacía lucir muy bien su cuerpo, y ella lo aprovechaba bien.
    Su personalidad era de mujer guerrera, de las que le ponían garras de fuego a cada situación y nunca, jamás se arrepentía de cada decisión que tomaba. Era una mujer creyente, pero de sus propias creencias. A ella no la mangoneaba ninguna religión, era muy suya para esas cosas, nadie le comía el tarro y tenía una forma de ver las cosas muy propia.
    Se defendía bien ante todo tipo de situaciones, pero tenía un carácter fuerte que a veces, no llegaba a controlar del todo, a veces chocaba con la gente que tenía ideas muy distintas a las suyas, pero tampoco le importaba, su alta personalidad no le permitía pensar en si esa forma de ser era la correcta, no le importaba cómo la veía el resto, por que sabía que quién realmente quisiera estar a su lado al final estaría y la querría tal y como ella es.
    Era una cubana muy pura, ella siempre agradecida por su tierra, siempre defendía su origen con la cabeza muy alta, le gustaba su país y se sentía cómoda en su lugar de origen, la Habana. Para ella era el mejor lugar de la tierra.
    Era una gran fan de las películas, cubanas de el mundillo se las escenas y los focos, le gustaría haber sido actríz, viajar, trabajar y triunfar en ese mundillo.
    Pero nada de eso se había presentado en su vida como oportunidad, ya que no pudo tener los estudios que ella habría deseado, le hubiera gustado estudiar arte escénica, pero nada de eso fué posible ya que tuvo que salir de el instituto a los 16 años, cuando se quedó embarazada de aquel hombre. Y desde entonces no conocío nada más que su pobre trabajo de mercadillo, de barrio en barrio.
    Vende fruta en un puesto de mercadillo a diario, consigue ganar la pasta justa para vestir, y comer, no podía permitirse muchos caprichos, ya que tenía mucho que mantener.
    Los findes vende por las calles su fruta exótica de un lado a otro para mantener a su hija de 3 años, la tuvo a los 17 años con un hombre alcohólico que no se preocupaba de ella ni de su hija, el no trabajaba se pasaba la vida moviendo gramos para gastarlos en sus vicios, y nunca pasaba tiempo con ellas.
    Dejaba a la niña con su madre durante la semana, a penas tenía tiempo para verla un par de horas a la noche, su madre René era una mujer de 45 años, viuda, una mujer de creencias que no a todo el mundo gustaban, practicaba ''brujería'' y la gente de el barrio pobre en el que vivían la llamaban la viuda negra, por que decía que hacía magia negra, algunos vecinos no creían nada de sus prácticas, otros creían en ello y la temían. Y es que la familia llevó realmente mal el fallecimiento de el hombre de la casa, la perdida de el padre de Ruby afecto mucho de todas las maneras que puede afectar la perdida de un cabeza de familia, pero en especial su madre fue la que más lo sufrió, ella fué enfermera y conoció a Roberto, un militar de la marina, que conoció en alta mar, el buque se dirigía hacia filipinas, tuvieron intensa relación, ambos eran nativo de la Habana, y tuvieron dos hijas. Él por motivos obvios y su compromiso con el ejercito de la marina no podía pasar grandes temporadas en casa, se pasaba la vida en el mar, lo daba todo por su trabajo, tanto que acabó dejandose el vida en un desembarco en el que el bando contrario les sorprendió y según le contaron a mi madre, unos francotirador le abatió a pocos metros de la orilla. Eso es lo último que pudimos saber de nuestro padre.
    Rubí, la niña y su hija vivían en aquella cutre choza de apenas 40 metros cuadrados.
    Pero nada de eso se había presentado en su vida como oportunidad, ya que no pudo tener los estudios que ella habría deseado, le hubiera gustado estudiar arte escénica, pero nada de eso fue posible ya que tuvo que salir de el instituto a los 16 años, cuando se quedó embarazada de aquel hombre. Y desde entonces no conoció nada más que su pobre trabajo de mercadillo, de barrio en barrio.
    En cuanto a relaciones era una mujer muy comprometida, pero sin suerte en el amor, no había conocido aún a nadie que realmente le diera lo que necesitaba, ella se valoraba mucho a sí misma y le costaba mucho entregarse a alguien al completo, por su anterior experiencia con el padre de su hija. Además de que dadas sus circunstancias, quién iba a arriesgarse a tener una relación seria con una una mujer que tenía bajo su responsabilidad a una hija de tres años...
    Un día vendiendo por la playa cansada de andar durante horas sin apenas vender una papaya tropezó con un bordillo al lado de una terraza en la que había muchísima gente trajeada, con apariencia de alta clase, al verla caer todos se rieron de ella, por suerte para ella un grupo de turistas, el guía era un chaval joven, el cual aparentaba una buena forma física a parte de un moreno que parecía atrapar cada rayo de sol en su piel, la cual brillaba por las altas temperaturas de aquel día, al ver como la gente se reía de ella, con mucha delicadeza y cara de sentir cierta lastima la ayuda a levantar y recoge la cesta y la fruta que aún rodaba por el suelo.
    Ruby en ese momento, avergonzada de la situación cogió la cesta y salió a toda prisa corriendo del lugar, el chaval salió detrás de ella dejando a el grupo de turistas con cara de no entender muy bien que ocurría en ese momento, pero a el chaval pareció no importarle demasiado.
    En ese momento sí se giró y se dirigió a el dandole las gracias por el bonito gesto, ambos sintieron un feeling en aquella conversación que no podían ignorar, tras acabar riéndose por la curiosa situación de pelicula anteriormente surgida, intercambiaron sus números de teléfono y se despidieron, con una abierta posibilidad de volver a verse quizá en otro momento y otra situación menos embarazosa.
    Él se alejó volviendo con su grupo de turistas, ella se quedó pensativa, y realmente mientras seguía su ruta con la cesta en la mano no podía evitar sentir curiosidad sobre el encantador chaval que la había ayudado en aquel mal trago.
    Lo que no sabían es que el destino cruzaría de nuevo sus caminos de forma imprevista de nuevo, pero esta vez en otro lugar muy distinto.
    Una mañana Rubí recibió una llamada de un desconocido, ofreciéndole verse con ella a las afueras de la ciudad, le dijo que quería hacerle una propuesta de trabajo, algo que podría llevarla a hacerse realmente de oro, pero que no era una oferta de trabajo común, y que si tenía dudas y no estaba dispuesta a tomarse totalmente en serio lo que le iba a ofrecer, que ni se presentara en ese lugar, ya que para ese trabajo necesitaba a gente realmente comprometida y gente que estuviera totalmente dispuesta a dejar de lado su vida, para aceptar todas y cada una de las condiciones y todo lo que aquello conllevaría.
    No le dio un no por respuesta, sabía que no podía dedicarse toda la vida a vender en ese jodido mercadillo, que apenas le dejaba unos 500$ para tirar a el mes. Aquello no era vida, además de que le cambió la cara al segundo de escuchar la idea de que podría hacerse de oro con esa oportunidad.
    Además, siempre había algo que la atormentaba y era pensar en que, realmente...
    ¿Qué futuro podría darle a su hija con tan pocos ingresos?
    Decidida aceptó, y ese mismo día a la noche se vio a las afueras de la ciudad con este misterioso hombre. Al llegar a aquel lugar se encontró con 3 hombres que vestían con ropas oscuras, según se iba acercando, no podía evitar sentir algo de miedo, no sabía realmente dónde se estaba metiendo, ni que intenciones reales tendrían estos sujetos.
    Al lado de ellos un grupo de gente con ropa de calle, no parecían ser lo mejor de le Habana, sus pintas hablaban por si solas, lo que me hizo pensar que quizá no debería estar en ese lugar. Pero aún así me planté enfrente de ellos, con toda la inquietud por escuchar la oferta de la que me había hablado aquel señor.
    Nada más llegar saludé, todos estaban sentados en semicírculo, y me senté sin casi mirar a la cara a la gente que tenía al rededor, entonces, en un momento de lucidez mientras los hombres hablaban, mi mente se quedó en blanco al girar la cabeza y ver a la persona que ví... No voy a mentir, creo que por un momento el corazón se me paró.
    Entre toda esa gente estaba él, el chaval que me ayudó en la playa con la fruta, mis ojos no lo creían, el me miró con cara de no entender cómo era que yo estaba ahí, y es que ni yo lo sabía. Miré al frente donde tenía a esos tres hombre y me centré en escuchar lo que nos tenían que ofrecer.
    En ningún momento dieron sus nombres, se limitaron a contar lo que tenían en mente, y nos explicaron la forma en la cual nos seleccionaron para este trabajo.
    Necesitaban a gente que estuviera tan jodida económicamente hablando que estuvieran dispuestos a todo lo que fuera necesario por cambiar sus vidas, y es que el plan, no era para nada legal.
    Nos propusieron dejar nuestra vida y todo lo que teníamos en la Habana para viajar a Los Santos, con una nueva identidad para poder llevar a cabo el pan sin dejar rastro de nuestras antiguas personas, ellos nos proporcionarían a todos los nuevos documentos de identidad, nos pagarían el billete de avión y a partir de ahi deberíamos empezar una nueva vida, tendríamos que pasar desapercibidos entre la gente, había condiciones, la primera, no contar a nadie bajo ninguna circunstancia los verdaderos motivos por los que habíamos viajado hasta allí y olvidarnos totalmente de quienes habíamos sido desde el momento que pisáramos el aeropuerto para emprender el viaje. Debíamos empezar como cualquiera que llega a una ciudad, trabajando de forma legal, como cualquier otro ciudadano normal, realizando cualquier trabajo por patetico que fuera, tendríamos que conseguir el dinero necesario para conseguir un coche con el que movernos por la ciudad, y pagarnos una habitación en cualquier cutre hotel.
    Debíamos infiltrarnos entre los altos cargos de la ciudad de Los Santos, conseguir entrar de lleno cada uno en distintas organizaciones ganarnos la confianza absoluta de esa gente y entonces cuando llegara el momento, tendríamos que contactar con un número de prepago a los jefes al mando de la operación.
    Tendríamos que llegar a ese momento para poder proponer a la organización el plan para el que nos habían contratado, esa organización debía ayudarnos a mover cargamentos de droga que los jefes nos harían llegar en lanchas dede la Habana hasta el muelle de Los Santos, droga que nos haría llegar un grupo de gente que según nos dijeron tenían la suficiente experiencia como para realizar este tipo de trabajo sin problemas.
    Los jefes nos dieron a cada uno de nosotros las llaves de un almacén en la ciudad, para que almacenáramos la droga en ese lugar, hasta empezar a moverla después de recoger la droga en el muelle, siempre por regla tendríamos que hacerlo con coches robados para evitar que la policía en el peor de los casos nos identificara. Y con la ayuda y los contactos de las organizaciones en las que ya estaríamos dentro como uno más de ellos, moveríamos los cargamentos de droga por la ciudad.
    El riesgo que suponía este trabajo me suponía hacer un gran esfuerzo...
    Dejar de lado a mi niña y todo lo que conocía como vida normal, todo eso sería complicado para mí pero sí, acepté, todos los que estábamos en aquel lugar esa noche aceptamos, dejando nuestra vida muy atrás, todo estaba a punto de cambiar para nosotros.
    El día 20 de Septiembre sin falta debíamos dejar todo listo para partir hacia Los Santos, a mi madre y mi hija no podía contarles la verdadera razón por la cual me marchaba, y les conté la mentira que más me dolió tener que soltar de toda mi vida. A ellas les conté que había postulado para un casting en Los Angeles, que era una oportunidad de oro que no podía rechazar, mi madre se alegró tanto por mi... Que de verdad mi alma sentía un dolor inmenso por tener que hacer aquello de esa forma, irme con una gran mentira, que sabía que me atormentaría durante todo el tiempo que pasara en la nueva ciudad, pero sabía que merecía la pena arriesgar, de esta forma podría mandar a mi madre una parte de el dinero que ganáramos con la droga, y mi hija podría estar bien alimentada en mi ausencia, en buenas manos, y podría estudiar, lo que yo nunca pude. Y eso fue realmente lo que me hizo aceptar aquella propuesta.
    El día 20 llegó rápido, preparé todo lo que tenía en el armario en maletas, y esa mañana recibí un mensaje de el chico de el grupo que conocía, me esperaría a las afueras de la ciudad para ir a el aeropuerto juntos. Me despedí de mi madre y mi niña, de verdad que fue realmente doloroso dejarlas, solo deseaba no tener que arrepentirme toda la vida de este viaje que estaba a punto de comenzar.
    Cogimos el vuelo hacia Los Santos con nuestras nuevas identidades, y emprendimos el que podría ser, el viaje de nuestra vida.


Accede para responder