Alan Smith



  • Alan nació el 31 de mayo del año 1990 en la ciudad de Londres, Reino Unido; nació el
    día más lluvioso del mes en el Hospital de San Bartolomé (también conocido como Barts).
    Sus padres (a pesar de no tener planeada la llegada de un bebé) le recibieron con mucho cariño y estaban seguros que darían todo por ese pequeño.

    La familia Smith vivía en el barrio “Croydon” situado al sur de la ciudad y siendo uno de los más peligrosos de ella, durante el día era un lugar apetecible, pero a lo largo de la noche los delitos de robo y hurto eran preocupantes. Tanto Alexander como Isabel trabajaban duro día a día para que a Alan no le faltase nada, vivían en una casa muy antigua y apenas llegaban a fin de mes, pero ver a su hijo feliz les daba fuerza para seguir adelante. En el año 1993 su padre se dirigía a trabajar como un día cualquiera, Alexander era carnicero y se levantaba temprano diariamente para ir a Warrington, cerca de Liverpool, dónde se encontraba la carnicería. A primera hora de la tarde hubo una explosión, un niño murió en el acto y cinco personas resultaron gravemente heridas, siendo una de estas el padre de Alan. Tras cinco meses de dura lucha Alexander no pudo aguantar más y terminó falleciendo en el hospital mientras Isabel y el pequeño agarraban su mano.

    Los años pasaban y Alan ya iba a la escuela. Isabel tuvo que hacer un gran esfuerzo para poder sacar adelante a su hijo y no perder la casa, los únicos ingresos que tenían eran los de su paga por enfermedad y lo que aportaban algunos vecinos de sus ahorros. Ella había tenido una vida difícil, tuvo que irse de España y buscar una nueva vida en Londres, allí conoció a Alexander y terminó casándose con él. Alan era un chico tímido y en la escuela no conseguía hacer muchos amigos, en los descansos siempre utilizaba su MP3 para escuchar su canción favorita (Ace of
    Base - Beautiful Life), una canción que llegaba a cantar incluso en voz alta y que le hacía recordar lo bonito que es vivir independientemente de la situación económica en la que se esté.

    En el año 2001 comenzaba su etapa de educación secundaria en un nuevo centro y fue allí donde empezó a relacionarse con los demás y a hacer amigos. En casa todo iba como siempre, menos su madre, que se iba apagando con los años.

    Tras cumplir 17 años Alan tuvo que abandonar su etapa educativa para dedicarse a
    cuidar a su madre y poder sacar la casa adelante. Decidió que no se separaría de su madre en los pocos años que le quedaban de vida, tanto que decidió que ambos dormirían en la habitación de Alan; era un cuarto frío pero acogedor y siempre ordenado, como él. Encima del armario siempre tenía a Winnie (un furby), éste fue su juguete favorito durante la infancia. Al tener una habitación vacía decidió alquilarla para poder pagar los medicamentos que su madre necesitase.

    Finalmente, tras años de lucha contra su enfermedad Isabel terminó falleciendo el 20 de septiembre de 2009, pero antes de morir quiso confesarle a Alan algo que nadie más que ella y su padre sabían; se acercó a su oído y le dijo que tenía un hermano mayor, fruto de una relación anterior de su padre cuando era joven, “…su nombre es Sebastián Smith”, esas fueron sus últimas palabras.

    A pesar de tener un carácter optimista, tras la muerte de su madre, Alan con apenas 19 años se quedaba solo en la vida; éste fue el golpe más duro que podrían haberle dado nunca.
    Tras el paso de los meses solo tenía un objetivo, encontrar a su hermano. Con el paso de los meses y sin trabajo, Alan terminó perdiendo su casa y acabó en la calle con tres cajas en las que guardaba todos sus recuerdos. Terminó viendo como un gran empresario compraba la casa de toda su vida y la reformaba, en apenas unos meses había perdido a su madre y el no poder volver a ver cómo era el hogar donde había crecido, lo que no sabía Alan es que ese empresario con boina y bigote italiano era Sebastián, quien sí conocía bastante bien a su hermano pequeño.

    En el año 2010 y tras llevar 5 meses viviendo y ganándose la vida en la calle apareció
    alguien que cambiaría la vida de Alan. Un BMW de cuatro plazas negro y con nacarado rosa paró justo en la esquina dónde el pequeño Smith dormía sobre unos cartones, tocó el claxon y éste se despertó, al alzar la vista una chica morena con pelo largo y gafas de sol que vestía una camiseta rosa y leggins negros, bajaba del coche y se dirigía hacia él. “¡Vamos!” gritaba la chica mientras comenzaba a coger las cajas, Alan algo confuso cogió la última caja y subió al coche aún sin entender nada de lo que estaba sucediendo. Durante el trayecto Alan miraba a la chica
    por el retrovisor, ésta conducía con prisa hacia el destino (sonreía cuando ambas miradas coincidían). El coche se frenó en frente de unos pisos antiguos y la chica le entrego una carpeta a Alan y le dijo que se bajase del coche. Al abrir la carpeta cuando ésta se fue, se encontró las llaves de un piso y un contrato a nombre de Alan Smith para trabajar de minero.

    Unos meses más tarde Alan seguía sin saber de su hermano, ahora trabajaba de minero y podía mantenerse. Él no sabía nada sobre esa chica y apenas la conocía, pero ya la echaba de menos.

    El 12 de febrero de 2011 sonó el timbre de casa de Alan, abrió la puerta y volvió a
    aparecer ella, “¡Lola!, ese en mi nombre, Alan” (gritaba mientras se dirigía al sofá). Al cabo de tres horas de conversación y tras escuchar la historia que Lola le había contado, Alan creía estar soñando. Sebastián Smith era jefe de una empresa que se dedicaba al narcotráfico y ella y su primo Nicolás eran sus socios, al parecer Sebastián siempre había sabido sobre la vida de Alan y le había estado cuidando desde las sombras, de hecho, ella misma había aparecido ordenada por Sebastián.

    La casa de su vida había sido comprada y reformada por su hermano, por lo que
    él con sus propios ojos lo había visto. Según Lola él no quería que Alan tuviese una mala vida, pero tampoco quería formar parte de ella.

    Meses más tarde Alan terminó dejando el trabajo de minero y comenzó a trabajar con Lola, volviendo a su casa de la infancia para vivir. Ambos fueron los encargados de introducir una nueva droga en la ciudad de Londres. Todo consistía en traer la droga desde el norte de España (llegaba allí desde Colombia) por el Canal de la Mancha y por el Támesis hasta Londres.

    Juntos crearon algunos negocios para poder blanquear ese dinero y hasta el momento nadie sabía a qué se dedicaban, el nivel de vida de Alan aumentó considerablemente.
    A principios del año 2018 Alan fundó su propia empresa relacionada con el tráfico de drogas, en ella se trabajaba con marihuana, cannabis e incluso cocaína. Aquí empezó a tener graves problemas con la justicia.
    Estos últimos años fueron los más importantes de su vida, tanto a nivel profesional como personal. La timidez durante su infancia afecta a que ahora le resulte difícil tanto expresar sus sentimientos como el hablar de ellos. Alan sabe que no hay otra mujer para él que no sea Lola, de hecho, a ella siempre le ha demostrado el cariño de una forma especial y le ha cuidado en todo momento.

    El 25 de marzo de 2020 ante la durabilidad de la policía Alan acabó dejando todo tipo de trabajo ilegal, en el último año se había dedicado a trabajar duramente para poder cerrar y tener una gran cantidad de dinero para el resto de su vida. Siempre gastaba la mayor parte de su dinero en las personas a las que tenía mucho cariño, tanto para cuidarlas como para hacerlas feliz. Además, comprendió que llevaba enamorado de Lola desde el momento en el que ella se bajó del coche ese día. A pesar de que era una relación imposible ya que ella nunca había mostrado ningún tipo de acercamiento con él y sí con otras personas, Alan estuvo siempre cerca
    para cuidarla y que no le hicieran daño.

    Finalmente, y tras un mayor distanciamiento entre ambos, Alan decidió abandonar la ciudad en verano del año 2020. Lola le había hecho ser más fuerte, le enseñó a valorarse o tener más ambición para el futuro, confiar en sí mismo y, sobre todo ser paciente y saber esperar a cada momento. Días antes de su ida, Alan invitó a cenar a Lola a comer pasta en el mejor restaurante de la ciudad (era la comida favorita de Alan) y sin que ella lo supiese él se estaba despidiendo. La llevó a casa y la observaba mientras se dirigía a su puerta sabiendo que no la volvería a ver, dejó una carta de despedida en su bolso. Ésta comenzaba así: “Vivo enredado en adicciones que nada tienen que ver con lo material. Sino con la insatisfacción vital del que siente
    que lucha guerras ya perdidas…” y terminaba de esta manera: “…Te quiero, y te lo digo hoy por si un día se nos ha hecho demasiado tarde y es entonces cuando no puedo decírtelo


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