Bruno Luccione



  • Todo comenzó cuando mis padres me abandonaron cuando yo apena tenía meses de nacido, se lo dejaron a mi madre, una verdulera que vivía en pleno barrio de Los Santos, en East Los Santos. Doña Tita, una bella mujer inmigrante de italia, cuando me tomó entre sus brazos y sonrió lagrimeando ya estaba un poco anciana, me puso un nombre y su apellido. Yo nací, según ella, el 21 de marzo de 1997. Ella era una modesta anciana, con muy buenas costumbres y yo era un pequeño guanaco, que tenía un futuro incierto por delante. Cuando yo tenía seis años y ella fallece, el hermano mayor de mi amigo me lleva a su casa y me adopta legítimamente. Nunca la ley me buscó para saber mi paradero.

    Con mi amigo y su hermano nos divertíamos mucho, pero cuando llegué a la pre-adolescencia me di cuenta de todo y empecé a acostumbrarme. Perdón... me olvidé de decir que el hermano de mi amigo era uno de los jefes de la "Iberia Locos Salva trucha". Mi primer salto fue a los 12 años y mi primer tatuaje a los 14. Luego de eso seguí recibiendo saltos pero en forma de castigo, por todas las pendejadas que hacía, y así fue como aprendí todo lo que ahora sé. La Mara Salvatrucha fue mi verdadera familia, la que me protegió y al mismo tiempo enseñó a estar y defenderme en la calle, la que marcarían mis códigos y los valores que hoy en día ya no conservo.

    A past that few would want to have.

    Un Martes 13 desperté temprano, luego de una noche de puro alcohol, y estaba muy mareado. Cuando me fijé la hora no podía entender por qué me levanté tan temprano. Cuando voy al patio a fumar un cigarro de marihuana como todas las mañanas, siento que la brisa me acaricia mi cabello y me habla al oído. En ese momento había un charco, y me acerqué a mirarlo, Era yo, calvo, con los ojos perdidos, con tatuajes que me condenaban para toda mi vida, y lo peor de todo... con sangre en mis manos. Y no tenía las manos sucias literalmente, sino que ya había golpeado a tantas personas que no llevaba la cuenta. Me puse a pensar que nosotros no golpeabamos gente inocente pero sí lo hicimos. La vez que robamos el almacén yo mismo golpee hasta casi matarlo a uno de los guardias de turno, y él pudo haber tenido una buena vida.Si antes me odiaba a mí mismo por haber entrado a este mundo lleno de criminales y violadores, ahora me odiaba más porque me puse a pensar que el guardia que yo había golpeado sin saber yo como se encontraba hace unos meses, no me imagine el hecho que pudo haber tenido una familia e hijos. En ese momento mi cara se llenó de lágrimas y mi boca atrajo al puro de la marihuana como imán.


    Mientras espero algunas noticias para mi nuevo PJ, al saber resultados ire editando y ampliando la historia de mi personaje.



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