Odai Okoro



  • Odai Okoro nació en África en 1986. Su madre, Amara, solo se podía describir como una mujer bondadosa, empática y serena. Su familia siempre fue lo primero para ella. El padre de Odai, Damu, duro, estricto y seco, fue quien le enseñó a hacer sacrificios.

    Viniendo de una familia pobre, Odai aprendió desde temprana edad el verdadero significado del trabajo duro, aunque nada de eso le impedía mostrar el lado risueño propio de un niño. A los 9 años ya trabajaba ayudando a su madre a cargar, descargar y organizar mercancía para su tienda.

    A la edad de 16, su pueblo fue arrasado por una facción extremista de la región que lo único que buscaba era una fuente de diamantes y esclavos. Amara murió pero Damu, que no podía concebir para su hijo una vida de esclavitud, aunque parecía imposible, consiguió escapar con él y librarle de ese destino. Sin embargo, todo esto acabó con la chispa que le había caracterizado de niño. Se escondieron en el maletero de un avión de mercancías y volaron sin saber dónde terminarían. Su destino, tras tres breves aterrizajes durante el viaje, resultó ser Japón. Odai, con mucho esfuerzo consiguió aprender el idioma y trabajó durante unos años en varios empleos. Sin embargo el japonés seguía resultando indescifrable para su padre, que a duras penas mantenía los breves trabajuchos que le ofrecían.

    A los 23 años, los gastos de los dos eran demasiado para Odai solo, y, cuando le ofrecieron la rarísima y prácticamente imposible oportunidad para un extranjero de entrar en la Yakuza, aceptó con la única esperanza de mantener lo poco que le quedaba de familia. Sin embargo pronto descubrió que le habían engañado. Por supuesto, la única utilidad de alguien como él era la de realizar el trabajo sucio y algunos encargos específicos, pero ya no había modo de salir.

    5 años más tarde, su padre fue asesinado. La policía y la prensa reportaron que no se trataba de nada más que de un accidente extraño, pero Odai sabía que los responsables pertenecían a un bando rival con el que su grupo ya había tenido problemas. Devastado y temiendo por su propia vida, decidió reunir todos sus ahorros y comprar un billete de avión a un lugar lo suficientemente lejano y extraño.

    Así fue como Odai terminó trabajando como leñador a las afueras de una ciudad llamada Los Santos. En la actualidad se le percibe como un hombre indescifrable, tan silencioso como misterioso.

    Su estatura elevada y complexión fuerte, combinadas con la seriedad que le caracteriza y sus facciones duras, hacen que muchos rehuyan de su presencia o se sientan incómodos o intimidados. Sin embargo, los que nunca interactúan con él no llegan a conocer lo que en realidad alberga su mente.


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