Historia de Travis Becker



  • Historia de Travis Becker

    Travis Becker es un hombre de 25 años, nació en Ohio, Estados Unidos, el 28 de febrero del 1996, en un hospital a las afueras de la ciudad de Columbus, la capital del estado y lugar donde vivió su infancia, adolescencia y joven adultez, toda su familia era granjera y para él corría el mismo futuro.

    Su padre, llamado David Becker, era alcohólico y se dedicaba a cuidar las hectáreas de maíz que rodeaban la casa de la familia Becker. Su madre, llamada Elizabeth Becker, cuidaba de Travis y a veces trabajaba en una empresa de textiles local. Travis era un chico delgado, ojos verdes por su padre, de pelo rubio por su madre, fue muy tímido durante toda su vida escolar, de pocos amigos, tuvo problemas en la escuela por su timidez y era incapaz de pedir ayuda a los profesores y a sus compañeros.

    Desde muy pequeño fue instruido en el trabajo del campo, lo que le facilitó tener una buena condición física. Sin embargo, su padre era un hombre muy severo, mal humorado y poco expresivo. Era una de esas personas educadas a la antigua, que muy rara vez expresaba algún sentimiento de cariño, tomándolo como muestra de debilidad.

    Con este desapego por su hijo, la figura paterna de Travis se convirtió más en una imagen monstruosa, una autoridad a la que siempre tenía que obedecer o sufriría terribles consecuencias. Este tipo de educación, si bien le ayudo a obtener valores como la disciplina, responsabilidad y autoexigencia, lo llevó a ser un niño temeroso, entró a la escuela primaria a los 5 años, con problemas para relacionarse con sus compañeros de clase, así como hablar frente a grupos numerosos.

    En contraste, su mamá era un torrente de cariño, siempre que ella podía y tenía el tiempo le brindaba amor a su pequeño. Le dedicaba tiempo para inculcarle principios de bondad, amabilidad, buen trato hacia sus mayores y de ayudar a los necesitados. A pesar de esto, cuando su padre se daba cuenta de el trato que su madre le daba, este se molestaba de sobre manera, llegando incluso a gritarlos y a decir que el niño se iba a convertir en un afeminado débil por culpa de su mamá.

    Sus primeros años de escuela los pasó en soledad, sin ánimos de jugar con los demás, y permitiendo que los niños más grandes abusaran de él. Esto cambió en su último año de primaria, a los 10 años de edad Travis conoció a Daniel Portman. El chico fue de los pocos niños, por no decir que el único, que se acercaron a él, se hicieron los mejores amigos, eran inseparables y era a la persona en la que más tenía, tiene y tendrá confianza Travis.

    A pesar de que eran muy diferentes entre sí, la energía, carácter extrovertido e hiperactividad de Daniel logró ganarse poco a poco la amistad de Travis. Todo comenzó en un partido de baloncesto, Daniel vio a Travis sentado en la gradería del coliseo escolar y sin pensarlo corrió con la bola de básquetbol hacía él. ¿Quieres jugar? Nos falta uno en nuestro equipo, le decía un sonriente Daniel.

    Travis no sabía que responder, miraba a la bola y al extraño chico que se la ofrecía. Sin recibir respuesta, Daniel le puso la bola en sus manos y casi que a empujones lo llevó al centro de la cancha. Intentó enseñarle a Travis a llevar la pelota a través de la cancha haciendo un revote suave, pero lleno de temor, solo consiguió golpearse en la nariz y caer de espalda contra el piso.

    Las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de Travis mientras los demás se reían, Daniel no desistió de su intento y le ayudó a levantarse, le pidió que lo observaba mientras hábilmente éste llevaba la bola por el campo, saltaba y encestaba. Como si se tratara de un robot, Travis tomó la bola y emuló cada uno de los movimientos que su nuevo amigo había realizado, incluso los mejoró, encestando sin ningún problema.

    Los demás niños estaban atónitos, Daniel solo aplaudía en silencio, feliz y satisfecho de encontrar un talento oculto en otra persona.

    El tiempo vuela y a la misma velocidad crecían Travis y Daniel, eran los mejores de su clase, exponiendo temas eran la dupla perfecta ya que Travis organizaba el tema a exponer y Daniel descrestaba al público. A los 13 años tuvieron una graciosa, pero problemática anécdota. Daniel vivía más hacia la ciudad, y en contadas ocasiones visitaba la granja Becker, jugando entre matorrales y árboles, decidieron escalar un manzano con el fin de bajar algunos de sus dulces frutos.

    Ese día el padre de Travis no se encontraba, como cosa rara, se la pasaba gastándose las ganancias de la granja en el bar local. Los muchachos estaban en la copa del árbol, uno sentado en los hombros del otro intentando bajar la manzana más alto. Travis estiró su mano lo más que pudo y haló con fuerza el fruto hacía sí mismo, pero en ese movimiento perdió el equilibrio, haciendo tambalear a Daniel y terminando con los dos de bruces en el suelo.

    La sangre brotaba de la frente de ambos, la señora Becker estaba asustada e intentaba realizar curaciones, pero justo en ese momento apareció el padre de Travis. Encolerizado, tomó a su hijo del brazo, lo hizo sentir mal y le obligó a que fuera a la casa del padre de Daniel a disculparse.

    Al llegar a la casa de su mejor amigo, un hombre alto, de semblate amable los recibió. Era el Sargento Jeff Portman, ya conocía al padre de Travis por las quejas de gritos y peleas maritales que los vecinos le habían denunciado antes, sin embargo, y al no existir una demanda por parte de la señora Becker, Jeff poco podía hacer.

    Los niños se hallaban ante su puerta mientras David Becker vociferaba la travesura que habían hecho. El sargento solo decía que no le parecía para tanto, pero poco o nada escuchó el señor Becker, comprendió que era inútil tratar de convencer que solo gritaba y que su aliento apestaba a alcohol.
    Con una mirada severa, le aseguro que ambos tendrían su castigo si el señor Becker le permitía que Travis hiciera algunos trabajos en su casa. David Becker enmudeció y accedió al castigo. El señor Portman los hizo pasar, con mucha delicadeza terminó de limpiarles y sanarles las heridas, corroboró por medio de una linterna apuntando sus pupilas que ninguno de los dos tuviera conmociones y los dejo jugar tranquilos en el patio de su hogar.

    Como resultado de ese día, ambos terminaron con una cicatriz en la frente, Travis en el lado izquierdo y Daniel en el lado derecho, como si fuera un tatuaje de amistad y bonito recuerdo que los acompañaría durante el resto de sus vidas.

    Un día, cuando Travis tenía 15 años, vio cómo su padre agredía a Elizabeth, pero por el miedo que sintió en su interior decidió esconderse y solo escuchaba cómo su madre gritaba de dolor, con lágrimas en sus ojos, se prometió a sí mismo luchar para dejar de lado su timidez y temores internos, cuidar a su madre y a todas las personas que él pudiera.

    Después de ese suceso se refugió en el gimnasio, levantando pesas consiguió poco a poco un cuerpo fuerte y atlético, con ayuda de su mejor amigo, llamado Daniel Portman, pudo superar esa situación que lo traumó durante mucho tiempo. Su abusivo padre siguió encerrado en la bebida y descuidando la granja. Las deudas se acumulaban y al verse acosado por los acreedores, el patriarca de la familia Becker los abandonó. Travis asumió el rol de hombre de la casa, con el afán de cuidar de su madre mientras ella se hacía cargo de la granja Becker y pagaban las deudas. Los cambios en su personalidad se hicieron evidentes, con más seriedad, temple y fuerza de voluntad. Características que su amigo Daniel notaba y admiraba.

    Con el paso del tiempo, Travis fue recibido en la familia de su amigo casi como un miembro más de ésta, tanto era el cariño que celebró su cumpleaños 18 en la casa de Daniel y tuvo la oportunidad de conocer mejor y tener una conversación más formal con el padre de su mejor amigo, un hombre noble y gentil que se llamaba Jeff Portman, pero todos le decían “Mayor”. Era un sargento de la policía del estado de Ohio, ya retirado. Travis tuvo una conversación con Jeff bastante larga y le cogió tanta confianza que le contó lo que pasó hace unos años atrás, el abuso físico del que fue víctima su madre, a lo que Jeff le dijo: “Travis, sigue entrenando, coge disciplina, dedícate a los estudios y cuando termines la preparatoria, entra una academia policial y así podrás evitar que otros niños pasen por esas situaciones”, esas palabras para Travis fueron sagradas y nunca se salieron de su cabeza.

    Travis continuó con su pasión por el gimnasio, se aficionó por el estudio de las leyes y a la práctica de la natación con su gran amigo Daniel. Semanas después de la conversación que tuvo con Jeff, Travis empezó a trabajar de seguridad en una discoteca muy conocida de su ciudad, su corpulento cuerpo y su seriedad le ayudó a ser elegido por encima de los demás postulantes. En el trabajo le ofrecieron todo tipo de cosas, de índole ilegal, pero él se mantenía firme a su objetivo de ser policía, esto gracias a su disciplina y sentido del deber, de hacer el bien y no corromperse. Mientras trabajaba en la disco conoció a una chica, muy atractiva y atenta con él, llamada Paulina, con la cual siguió hablando y saliendo en repetidas ocasiones. El sentía que era la chica perfecta para él, ya que sentía que necesitaba apoyo y ella se lo daba, eso bastó para que Travis la escogiera como su compañera de vida. Una noche, la pareja se encontraba en la casa de Travis, se acostaron en la cama y empezaron a dialogar, charla que se prolongó durante toda la noche. Travis le contó que su sueño era ser policía, ella le dijo que había una ciudad muy conocida llamada Los Santos, y que allí estaban los mejores policías del país, prestó mucha atención a cada una de las palabras que salieron de esos labios que lo enloquecían, idea que caló profundamente en su ser.

    Al día siguiente, Travis visitó a Jeff con la idea de contarle los próximos pasos que iba a dar, al tocar la puerta lo recibió Daniel, con lágrimas en sus ojos le dijo a Travis que Jeff había sufrido un infarto, la noticia lo dejó en shock, lo único que pudo hacer fue salir de ahí y correr, llorando desconsoladamente.

    A partir de ese día se volvió distante con todos, se encerró en sí mismo cayendo en el temor y la timidez que lo acompañó durante su niñez, solo seguía enfocado en su entrenamiento, para no caer en el desespero. Tiempo después de la muerte de Jeff, poco a poco comenzó a superar su pérdida, de la mano del apoyo de su novia, de su madre, que le inculcó valores cívicos, su amigo Daniel y la familia de Jeff. Pensando en las palabras que éste le había dicho, Travis opositó para la academia de policía del estado de Ohio junto con su amigo Daniel, que quería seguir los pasos de su padre. Ambos pasaron las pruebas y continuaron estudiando sin descanso, con la ayuda de su novia Paulina, que había culminado sus estudios y ya era una abogada, y junto a sus conocimientos previos de estudiar leyes, se le hizo fácil pasar la academia. Travis, ya con 24 años, era un agente de la ley, se veía imponente por su gran físico, una seriedad envidiable y una capacidad de superar las cosas que a todas las personas les gustaría tener.

    Ya con una vida establecida en su ciudad natal, decidió pedir su traslado a Los Santos. Daniel, su gran amigo, tenía una carrera astronómica dentro del cuerpo, y sentía que la institución quedaría en muy buenas manos. Travis quería ser el mejor y él sabía que en Los Santos estaban los mejores, como su gran amor Paulina se lo había dicho años atrás. Poco a poco nuestro protagonista logró superar su pena, los recuerdos de su padre golpeando a la mujer que lo trajo a este mundo, y el fallecimiento de Jeff, cada vez dolían menos, motivándose cada vez más para cumplir su objetivo de ser policía en Los Santos, su herida cerraba. Travis visitaba la tumba de Jeff cada semana, al recordar todos esos consejos que él le dio, Travis pidió prestado el rifle y la pistola del difunto Jeff, mejoró sus habilidades que consiguió en la academia para estar preparado para el gran reto que venía de ser policía en Los Santos.

    Fruto de su trabajo como guarda de seguridad, y de policía durante algunos meses, tenía dinero ahorrado para el viaje a Los Santos junto a su amada Paulina, cuando estaban a punto de irse al aeropuerto, su abusivo padre David reapareció y le pidió perdón por todo el daño causado. Travis no creyó en lágrimas de cocodrilo y fue incapaz de perdonarlo, tomó a Paulina de la mano y se fueron al Aeropuerto Internacional de Puerto Columbus. Antes de coger el vuelo, y luego de una larga despedida con su madre, le hizo una última promesa de cumplir su sueño de ser el mejor policía en su próxima ciudad y de regresar algún día a visitarla, con el pecho lleno de honores. Con lágrimas cayendo por sus mejillas, el rostro de Paulina descansando en su hombro y dejando atrás, al menos momentáneamente, la granja y la ciudad que lo vio crecer, emprendió su viaje a Los Santos.

    Rasgos que afectan la personalidad de Travis:

    Educado en un ambiente familiar, Travis tiene principios morales incorruptibles, un sentido familiar muy profundo y de defender a los suyos, tanto amigos como familiares, así como personas que están bajo su mando. Disciplinado, casi rozando con la obsesión, logra lo que se propone a punta de perseverancia. Como defecto, Travis tiene el problema de que se frustra al pensar y ver que no siempre puede ayudar o proteger a todos los que él quisiera, por más que lo intente no es un súper hombre y en ocasiones esto lo deprime, sin embargo, ayudado por su disciplina, consigue seguir adelante y superarse.


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