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Angelo Auditore
Vivía en un pequeño pueblo a las afueras de Italia. Allí era feliz, vivía junto a mi madre y mis hermanos. Figura paterna nunca tuve ya que él estaba metido en embrollos bastantes oscuros de los que me daría cuenta más adelante.
Mi sueño para cuando creciera era volverme soldado en el ejercito italiano. Aunque no me gustaban mucho los soldados normales, puesto que mi ambición siempre fue meterme en los Carabinieri y especializarme en la categoría de Francotiradores.
Antes de entrar al cuerpo, era un chaval muy engreído, presumido, adinerado por los negocios de mi padre, y frívolo. Pero accedí al cuerpo, mi actitud cambió por completo. Como bien me decía mi madre, "Una vez entras, sales hecho hombre y falta no te hace". Pasados unos años, mi personalidad la fui forjando poco a poco hasta volverme alguien recto, educado, respetuoso, formal... Pero lo frívolo nunca pude cambiarlo de mi.
Dentro, no sólo mejoré como persona, sino que me especialicé en la infiltración, en la modificación y fabricación de armas. Fui subiendo de rangos hasta llegar al rango de Colonello. Tener este rango, me otorgaba la oportunidad de acceder a los Carabinieri (Grupo de Operaciones Especiales) y mejorar mis dotes como francotirador especializado.
Cuando me retiré del ejército, ya formaba parte de los Carabinieri. Mi sueño se había cumplido, hasta que un día, como si de una cuenta atrás se tratara, llegó el momento en el que los negocios de mi padre me pringaban a mi. Yo, tras ver el panorama, decidí huir de Italia.
A día de hoy, a mis 27 años, me encuentro lejos de mi tierra y en busca de algún lugar para mí. En el cuerpo me enseñaron a adaptarme a todo tipo de situación y hacer lo que sea necesario cuando sea necesario.