Historia Lola Guzmán



  • Lola Guzmán.png PERSONAJE
    ➔ NOMBRE Y APELLIDO -------------------------------- Lola Guzmán Ciruelo
    ➔ FECHA DE NACIMIENTO ----------------------------- 07/01/1998
    ➔ EDAD ------------------------------------------------------- 23 años
    ➔ ORIGEN ---------------------------------------------------- Mexicano
    ➔ FAMILIA
    ◆ MADRE: Gabriela Guzmán Ciruelo (fallecida).
    ◆ PADRE: Desconocido.
    ◆ ABUELA: Lupita Ciruelo Prunes (fallecida).
    HISTORIA
    Lola Guzmán, nacida en el barrio de Ciudad de México de Chimalhuacán, un
    barrio pobre que simula una fabela brasileña, enclavada entre un cerro y una cárcel.
    Su madre, Gabriela, era una prostituta que se acostaba con todos los camellos de la
    zona para poder conseguir su dosis diaria. Cuando se enteró de que estaba
    embarazada de Lola se lo tomó como un castigo divino que le impedía seguir con su
    ritmo de vida. Al nacer Lola su madre la abandonó en manos de su abuela Lupita.
    Su madre iba y venía a casa de su abuela, dependiendo si ese día había
    conseguido algo para poder comer o no, y en ocasiones se llevaba semanas sin
    aparecer por casa, por lo que ella a la que consideraba su madre era a su abuela.
    Aunque en ocasiones no les llegaba ni para comer, y había días que lo único que se
    llevaba a la boca era algo que hubieran encontrado en la basura, Lola se sentía feliz
    de tener a alguien que la quisiera y se lo demostrara continuamente. El hecho de
    vivir en un barrio donde te sientes continuamente observada por alguien, y estar
    rodeada de miseria y desdicha, no interfirió para que tuviera un carácter alegre.
    A la edad de cuatro años, mientras caminaba con su abuela por la calle, dos
    grupos de hombres de bandas encontradas iniciaron un tiroteo, Lupita rápidamente,
    cubrió el cuerpo de su nieta con el suyo, eso le salvó la vida a Lola, pero a costa de
    su propia vida. Al cabo de un rato Lola supo cómo reaccionar y se zafó de los
    brazos de su querida abuela. Con ella, se fue la única persona a la que le importaba
    y sintió como el mundo le había arrebatado lo poco que tenía, se sentía
    triste,enfadada, pero sobre todo con un sentimiento de soledad que hasta ese
    momento no había conocido. Después de horas perdida por el barrio consiguió, sinsaber cómo, volver a casa. Cuando vio a su madre allí y le preguntó por la abuela,
    Lola le contó lo sucedido, esperando tal vez el abrazo de una madre que en sus
    cuatro años de vida jamás había recibido. En lugar de eso encontró a una mujer que
    sólo lamentaba tener que hacerse cargo de una niña que jamás quiso. Esto hizo que
    Lola empezara a forjar un carácter frío y calculador, analizada cada cosa que hacía
    y que veía.
    A los seis años Lola seguía viviendo en casa de su abuela con su madre,
    pero tuvo que empezar a salir para poder buscar algo que llevarse a la boca.
    Buscaba entre la basura y robaba cuando podía para poder comer. Al estar todo el
    día en la calle empezó a conocer a niños que como ella salían cada día de casa
    para poder buscar algo que llevarse a la boca. En su grupo de “amigos” estaba
    Enrique Leal, tres años mayor que ella y que decía que algún día la sacaría del
    agujero en el que vivían. Enrique le dijo a Lola que había conocido a unos hombre
    que le darían dinero a cambio de que él vendiera algo para ellos, y que si ella le
    ayudaba le daría parte de lo que él ganara. Así fue como empezó a ganarse la vida
    desde ese momento. Todos los días Enrique venía a buscarla a la puerta de casa, le
    daba la droga y la dejaba en la zona en la que debía vender su mercancía. Un día
    de vuelta a la calle donde se reunían todos los “amigos de la venta” apareció un tipo
    y a punta de pistola les robó todo lo que habían vendido. Lola sabía que si no le
    llevaban el dinero a los chicos que se la pasaban a Enrique tendrían problemas y
    así fue. Cuando vinieron por la recaudación, al no tener el dinero de lo que habían
    vendido, los chicos les propinaron tal paliza que se quedaron inconscientes,
    mientras aún estaba consciente Lola se juró a sí misma que si lograba salir de ahí
    con vida, no volvería a recibir una paliza como esa jamás. Cuando por fin consiguió
    despertar, sin saber que tiempo llevaba inconsciente, se dio cuenta que su amigo
    Enrique seguía allí tirado, Lola intentó despertarlo, pero no se movía y fue cuando
    recordó la expresión de su abuela al morir y así supo lo que le había ocurrido a
    Enrique. Pasó el tiempo y Lola había reemplazado a Enrique en la banda. Seguía
    vendiendo la droga para los mismos tipos que mataron a su amigo, pero cuando no
    tienes otra forma de ganarte la vida, al final cualquiera es buen patrón.
    A los ocho años Lola llegó un día a casa, su madre estaba allí con un tipo
    asqueroso. Ella se había acostumbrado a que su madre tajera tíos de ese calibre y
    los escuchaba mientras se acostaba con ellos. Pero ese día notó que pasaba algo
    raro. Tras entrar en la habitación que era su cuarto, en la que sólo había un colchón
    y una pequeña mesita, fue a cerrar la cortina que hacía las veces de puerta, en ese
    preciso momento su madre la volvió a abrir y le dijo que necesitaba que la ayudara
    en algo. Sorprendida por las palabras de su madre Lola no dijo una sola nada y
    esperó a ver que tenía que decir Gabriela. Lo que le pidió no fue otra cosa que
    dejara que ese hombre asqueroso, se acostara con ella, de lo contrario no
    conseguiría su dosis diaria. En ese momento, Lola le tiró a su madre una de las
    dosis que llevaba encima y le dijo que se deshiciera de ese tío. La madre de Lola al
    ver la actitud fría y cortante de su hija, sin saber bien por qué, la obedeció, viendoque tenía asegurada la droga que tanto necesitaba. Al intentar echar de casa a
    aquel tipo, se puso agresivo, Lola, sin saber muy bien cómo, agarró un cuchillo que
    estaba en la mesa al lado suya y empezó a apuñalarlo. Tenía tanta rabia y odio
    encerrado en ella, que a pesar de notar como la sangre de aquel bastardo la bañaba
    no podía parar de acuchillarlo, y cuanto más lo hería más poderosa se sentía.
    Cuando por fin su ira se apagó, vio como su madre la miraba con ojos desencajados
    y solo pudo decir tres palabras “eres un monstruo”. Lola se levantó lentamente y le
    dijo con ojos desafiantes “vete de la casa de mi abuela zorra drogata”, mientras que
    apretaba la empuñadura del cuchillo.
    A partir de ese momento su madre apenas pisaba la casa, solo iba de vez en
    cuando a pedir algo para comer o algo de droga para pasar el día. Un día cuando
    tenía nueve años, se despertó escuchando a dos mujeres hablando en su casa, una
    de las voces la reconoció de inmediato, pero la otra no sabía quién era. Lola por ese
    entonces ya se había hecho con un arma, y salió, pistola en mano, a ver que
    pasaba. Cuando vio a las dos mujeres una de ellas resultó ser una monja misionera
    que dirigía un colegio para niñas en las afueras del barrio. Extrañada por la actitud
    de Gabriela, Lola bajó el arma y a pesar de su desconfianza, escuchó lo que aquella
    mujer de apariencia tranquila y menuda, que debía rondar los 35 años, le tuvo que
    decir. Lo que Teresa le ofrecía, era irse a una casa de acogida de las Esclavas del
    Divino Corazón. Al principio estaba recelosa de tomar tal decisión, pero al final la
    Hermana Teresa consiguió convencer a Lola para que se fuera con ella. Le prometió
    enseñarle a leer y escribir, y a vivir como una niña, cosas que no hacía desde que
    vivía su abuela. Lo que Lola no sabía en aquel momento es que su madre no es que
    se estuviera preocupando de ella, sino que estaba buscando las formas para que
    Lola dejara la casa y pudiera quedarse con ella.
    A los once años y tras estar viviendo con la congregación de la Hermana
    Teresa, Lola cambió sus costumbres, pasó a apasionarse por la lectura y sentía un
    tremendo agradecimiento por sacarla de aquellas calles que estaban devorando su
    alma. Se había responsabilizado de algunas labores de la casa de acogida.
    Necesitaba sentir que no le estaban regalando todo aquello que no había tenido en
    su infancia y que aquellas Hermanas le habían ofrecido sin pedirle nada a cambio,
    como estaba acostumbrada a que le sucediera a lo largo de su vida. Un día,
    mientras lavaba los platos después de cenar, apareció el Padre Romero, un hombre
    orondo que tenía que estar rondando los 60 años. Mientras hablaba con Lola se le
    acercó disimuladamente y empezó a tocarle el trasero, a pesar de que Lola le pidió
    que parara insistentemente no lo hizo, y comenzó a manosearla por aquellas partes
    que más pudor le daban. Lola empezó a gritar y el Padre Romeró la agarró del
    cuello y la amenazó con sacarla de la casa de acogida si se le ocurría decirle algo a
    alguien, milagrosamente en ese instante apareció la Hermana Teresa y al ver lo que
    allí pasaba se llevó a Lola de la cocina. Mientras salía de la sala se dio cuenta que
    debía estar siempre alerta pasara lo que pasara y por muy a salvo que se sintiera,
    ya que siempre había alguien que quería hacerle daño de una forma u otra. Sólopasaría un año más en la casa de acogida, ya que sus instintos de supervivencia del
    barrio habían empezado a aflorar nuevamente y sentía que el estar en aquel lugar le
    hacía sentir menos ella.
    Con doce años decidió abandonar aquel lugar que durante tres años había
    sido su hogar, cuando se dirigía de nuevo a su casa se dió cuenta que a pesar de
    seguir sintiendo ojos en su espalda al caminar, todo estaba aparentemente igual y a
    la vez distinto. Cuando llegó a su casa todo estaba abrumadoramente deteriorado y
    había un olor inmundo por toda la sala. Mientras buscaba aquel olor pútrido y
    andaba por la casa, parecía que los años habían pasado por cinco en aquel lugar, y
    nada le recordaba al que había sido su hogar. Al pasar a la que fue su habitación se
    encontró a su madre tirada en el colchón, con una jeringa a su lado. Llevaba varios
    días muerta, y todo apuntaba a que la causa había sido una sobredosis. Lola
    empezó a buscar a los que habían sido sus amigos tres años atrás. Tras días
    buscando se encontró a Anita y su hermano pequeño Lucio, los dos le dijeron que
    estaban trabajando para los Kinkones una banda de secuestradores,
    extorsionadores y sicarios. Los dos se ofrecieron a presentarles a alguien que
    podría hacer que Lola trabajara para ellos, pero tendría que demostrar su valía y
    capacidad. Al día siguiente fue con sus amigos a hablar con JR, un tipo
    extremadamente delgado, iba sin camiseta y con la espalda llena de tatuajes. Lola
    sin ningún pudor le dijo que quería trabajar para ellos. Al ver su actitud, le dijo que
    tendría que ponerla a prueba. La mandó a darle un ultimátum a uno de los locales
    colindantes a su zona que llevaba varios días de demora en el pago por la
    protección. Lola le pidió los datos que necesitaba para poder realizar su prueba y se
    fue de allí. Al entrar en el local se encontró con el matrimonio que regentaba el bar.
    Ella entró y se dirigió hacia el hombre, cuando le pidió el pago por la protección, el
    hombre, al ver a Lola amenazarle empezó a reírse a carcajadas con las manos
    apoyadas en el mostrador, en ese instante Lola vió que llevaba una alianza de oro
    en el dedo meñique y con un movimiento rápido y seco le cortó el dedo y se lo
    guardó en su mano, miró al hombre a los ojos y le dijo “el pago de esta semana está
    hecho, prepara el de la que viene”, el hombre tenía el miedo dibujado en su cara y
    sólo fue capaz de asentir mientras gritaba de dolor a las palabras de Lola. Cuando
    volvió a la casa de JR, este al ver que venía sin el dinero se sacó el arma de la parte
    trasera de su pantalón. Pero Lola, sin cambiar el semblante, le mostró el dedo con la
    alianza y le dijo “ya le he avisado para que prepare el pago de la próxima semana”.
    Satisfecho con el resultado, Lola empezó a trabajar para ellos.
    Así fueron pasando los años, Lola se estaba especializando en extorsiones e
    interrogatorios, y se dio cuenta que el hacerle daño a alguien no le suponía ninguna
    carga, no sentía remordimientos. Simplemente en su mundo prevalecía la ley de la
    jungla, o devoras o terminas devorado, y ella no estaba dispuesta a caer. A los
    catorce años en la banda la conocían por su habilidad para conseguir todo aquello
    que fuera necesario. Capaz de no hacerse notar hasta que no era preciso. Empezó
    a tener a su cargo a otros chicos y chicas que como tiempo atrás le pasara a ella,necesitaban una familia que se hiciera cargo de ellos. Ya no se sentía sola y sabía
    que aunque fuera por el bien de la banda los suyos no la dejarían de lado. Esto la
    motivó para que se propusiera ser la mejor en todo aquello que le encomendaban y
    poco a poco así fue.
    Lola tenía 16 años cuando el hijo del jefe de la banda empezó a fijarse en
    ella. Rodrigo tenía apenas un año más que ella y sentía unos celos terribles por las
    cualidades que mostraba en todo lo que se le pedía que hiciera. Su padre tendía a
    compararla con él y este se sentía humillado cada vez que eso ocurría. Un día
    Rodrigo le dijo a Lola que quería hablar con ella para que llevara a cabo una misión
    que le había pedido su padre, y que necesitaba que ella le ayudara. Al ver que todo
    era parte de una trampa que había organizado el propio Rodrigo, se las ingenio para
    engañarlo y distraerlo. Lola le hizo creer que todo lo que hacía era para llamar su
    atención y que se fijara más en ella, cuando consiguió que Rodrigo bajara la guardia
    se acercó a él como si fuera a darle un beso y en lugar de eso le dió un tiro primero
    en el estómago, y a continuación en la cabeza. Sin tiempo a más y después de
    matar al hijo de su jefe, decidió salir de allí para proteger su vida.
    Se fue a la casa de la banda, y recogió en una bolsa las pocas cosas que le
    pertenecía. Salió con sumo cuidado del barrio y se puso a deambular por ningún
    sitio en concreto. De pronto, y buscando una posible salida, se le vino a la mente la
    Hermana Teresa, la única persona que le había dado algo de paz desde que murió
    Lupita. Sin pensarlo dos veces, se dirigió a la casa de acogida en la que había
    estado viviendo cuatro años atrás. Al llegar a la puerta y llamar abrió una mujer alta
    y corpulenta, con cara amigable y alegre. Lola preguntó por la Hermana Teresa y le
    dijo que necesitaba hablar con ella. La Hermana Mariló, que así se llamaba la mujer,
    le dijo que pasara, pero que la Hermana Teresa ya no se encontraba allí, había sido
    destinada cerca de la frontera americana. Desolada y sin saber muy bien que hacer,
    cuando se disponía a salir, la Hermana Mariló le dió una posible solución a sus
    problemas, le dijo que hiciera novicia de su congregación y que quizás así Dios le
    mostraría el camino y la solución a sus problemas. Lola pasó varios días en la casa
    de acogida pensando en la posibilidad que le habían ofrecido, no es que ella
    estuviera dispuesta a entregar su vida al servicio de Dios y de los demás, no se
    sentía en deuda con ellos, más bien pensaba que se habían olvidado de ella. Pero
    ciertamente era la mejor opción que tenía, de esa forma podría desaparecer para
    que, en caso de que la banda la relacionara de alguna forma con la muerte de
    Rodrigo, no pudieran dar con ella, o por otra parte para que pensaran que ella había
    corrido la misma suerte que él.
    A los pocos días Lola, salió de la casa de acogida para dirigirse al convento
    de la congregación. Era la primera vez que Lola salía de su barrio y los alrededores.
    Se dio cuenta en ese preciso instante que el mundo era mucho más grande de lo
    que ella tan siquiera imaginaba, y le entraron unas ganas inmensas de ver nuevos
    lugares. Cuando llegó al convento, conoció al resto de Hermanas y Novicias que seencontraban allí, eran en total unas 20 mujeres. Durante el tiempo que Lola estuvo
    en el convento se centró en hacer aquellas cosas que no había podido hacer antes.
    Se puso a leer todos los libros que iban cayendo en sus manos, se puso a estudiar
    idiomas y fue cuando descubrió lo increíble que podría ser vivir fuera de México.
    Lola empezó a ir olvidando el pasado y la idea de forjarse un futuro fuera de ese
    convento maceraba en su cabeza lentamente. Al mismo tiempo se dedicaba a las
    obligaciones del convento, entre las que se encontraba el dar charlas en una cárcel
    de mujeres para intentar que cambiaran su estilo de vida. Lola acudía para hablarles
    de su experiencia en el convento, pero no le gustaba alentar a las chicas a que
    cambiaran a una vida que incluso ella detestaba.
    Cuando Lola tenía 19 años se ofreció voluntaria para trabajar en un hospital
    de Ángeles para ayudar a las enfermeras en las labores de cuidado con los
    enfermos. Necesitaba salir de su rutina en el convento, y alejarse de lo que sus
    visitas en la cárcel de mujeres que tanto odiaba. Cuando la Superiora del convento
    le dijo que había sido aceptada en el programa de ayuda al Hospital, Lola suspiró de
    alivio. Sabía que podría conocer a gente nueva y esperaba su oportunidad para huir
    de aquel lugar. Se instala en una residencia de la congregación y comienza su
    trabajo en el Hospital. Llevaba en su nuevo trabajo 4 días, Lola se encuentra con
    Margarita González, una chica de su edad que trabajaba como auxiliar de
    enfermería. Lola y Margarita se hicieron amigas bastante pronto, y entablaron una
    gran amistad. Aunque tenía procedencias distintas y Margarita no había pasado por
    lo mismo que Lola, está sentía que Margarita era el aire fresco que necesitaba en su
    vida. Su nueva amiga empezó a contarle cosas de su vida y le dijo que su hermano
    Sultán era el que le estaba pagando los estudios y todo los gastos que tenía. Lola,
    extrañada, empezó a preguntarle de dónde sacaba el dinero y al ver que no tenía
    respuesta de su amiga, supuso que no podía ser nada legal, ya que la familia de
    Margarita era bastante humilde.
    Lola siguió buscando la forma de escapar de la congregación en la que se
    había metido, pero empezaba a disfrutar de la tranquilidad que le ofrecía y del
    trabajo en el Hospital. Lola tenía ya 21 años y en el fondo de su ser sentía que
    estaba dejando escapar su vida poco a poco. Un día de abril, apareció la policía en
    el Hospital con un hombre herido. Mientras las dos chicas atendían al hombre de
    sus heridas, hasta que llegara el médico, a las afueras de la habitación empezaron a
    escuchar tiros. De repente, entraron 7 hombres encapuchados, y cogieron al herido
    y a las 2 chicas. Cuando intentaban salir del Hospital, la policía empezó a disparar
    por la espalda a los asaltantes, se desató un terrible tiroteo, el hombre que llevaba a
    Lola cayó muerto al suelo y ella se quedó a cubierto tanto como pudo. Cuando todo
    se calmó un poco Lola corrió a buscar a Margarita, se la encontró cerca de la salida
    del Hospital, con una herida de bala en el abdomen, se estaba desangrando.
    Mientras Lola gritaba por ayuda para que salvara a su amiga, Margarita le hizo
    prometer que buscaría a su familia y que le diría que los quería y que les
    agradecería eternamente lo que habían hecho por ella todos estos años. Lolaprometió a su amiga que cumpliría con su promesa y vio como lentamente y
    mientras le agarraba la mano se le iban yendo su último aliento de vida.
    Ese fue el paso que Lola necesitó para abandonar la congregación. Habló
    con la Madre Superiora y le comentó su deseo de salir de allí, puso como pretexto el
    que quería cumplir con la última voluntad de su amiga Margarita. La superiora,
    conociendo el carácter de Lola, supo que no podría retenerla y le dio su bendición
    para que siguiera su camino fuera de la congregación.
    Liberada de la carga que llevaba sin saberlo, Lola pasó más de un año
    buscando a la familia de Margarita. Cuando finalmente consiguió dar con ellos vió
    que faltaba su hermano Sultán. Temiendo lo peor Lola le preguntó a los padres de
    Margarita por su hijo. Estos le dijeron que se había ido a buscar suerte con unos
    primos suyos a la ciudad de Los Santos. Después de hablar con los padres y haber
    intentado darles consuelo, sintió que no había cumplido del todo con la voluntad de
    Margarita. Su deseo de ver mundo fuera de México se hizo más fuerte y decidió
    viajar a Los Santos para dar con el hermano de su amiga, cumplir con su promesa y
    con la esperanza de encontrar un lugar donde volver a empezar de cero.
    PERSONALIDAD DEL PJ.
    Lola tiene un carácter fuerte, frío y calculador. Observadora de lo que sucede
    a su alrededor, tiende a desconfiar de primeras de las personas que conoce, siendo
    muy distante con todos. Una vez que Lola siente que puede tener plena confianza
    en la gente que la rodea es una persona leal que sería capaz de dar la vida por los
    que considera suyos.
    MIEDOS E INQUIETUDES
    El único miedo que realmente tiene Lola es la soledad. En cada paso que ha
    ido dado a lo largo de su vida sólo ha visto como los que la rodean desaparecen.
    Por ese mismo motivo su inquietud más relevante es encontrar un lugar donde
    poder encontrar personas que le hagan sentir que tiene una “familia”.APARIENCIA FÍSICA
    ● PIEL (COLOR) -------------------------------------------- Bronceada.
    ● ESTATURA ------------------------------------------------- 160 cm.
    ● COMPLEXIÓN -------------------------------------------- Delgada.
    ● OJOS -------------------------------------------------------- Azules grisáceos.
    ● PELO ------------------------------------------------ Negro, pero se puede teñir.
    ● TATUAJES------------------- Varios que le recuerda a sus seres queridos.
    METAS PROFESIONALES EN LA CIUDAD
    Lo que Lola pretende en la ciudad es encontrar un grupo de personas de su
    total confianza para poder asentarse. Está dispuesta a hacer todo lo que sea
    necesario para encontrar a su “familia” y hacerse un hueco en ella.
    HOBBIES
    A Lola lo que le encanta es leer, por muy extraño que parezca, cosa que le
    agradece a las Hermanas que cuidaron de ella cuando lo necesitó. Aparte de eso le
    gusta estar en forma y disfruta usando cualquier tipo de arma


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