Harry Callahan



  • Harry Callahan, nacido el 5 de enero de 1995, en la ciudad de San Francisco, al norte de California. Hijo de padres franceses, emigraron a EE.UU en los años 80.

    Su padre, Jean-Pierre Callahan fue un militar francés condecorado por su valía en el campo de batalla. Su madre Nicole Gaultier trabajaba como ama de casa en el hogar de un distinguido político republicano.

    La infancia de Callahan fue perfecta. Impulsado por el deseo de parecerse a su padre, desde muy joven se interesó en ser un soldado respetado. No podía ser menos, amaba y respetaba con todo su corazón a su valiente padre.

    A la edad de 8 años, Callahan se aficionó a las películas de ámbito militar: Commando, Apocalypse Now, La chaqueta metálica entre otras.

    Su madre recuerda con exactitud el carnaval de 1999, donde Callahan se disfrazó de John Matrix, protagonista de Commando.

    A los 12 años de edad se unió al grupo de los Boy Scouts donde se convirtió en una persona autosuficiente y madura.

    Nunca destacó en los estudios, pero sí en el deporte. Su padre le mostró el camino de las artes marciales. En el jardín de su casa, montó una especie de Dojo donde entrenaba con su hijo en su tiempo libre.

    Las artes marciales le cambiaron la vida. Aprendió el arte del Wing Chun, Kung Fu y Karate. Era un joven atractivo de tez blanca, ojos marrones y cabello negro. A los 16 años medía 1,92 m, y en ese mismo año fue campeón de Kárate juvenil en California y posteriormente en toda Europa. Logró llegar hasta el cinturón negro 4to Dan.

    Los años fueron transcurriendo con normalidad. Quería seguir el camino de su padre, por lo que puso toda la carne en el asador para llegar a ello. Al poseer doble nacionalidad, a los 20 años de edad entró como militar del ejército francés, más concretamente de la Legión Extranjera Francesa.

    Fue participando como apoyo en diversos conflictos de África. Pero un conflicto que realmente le marcó, fue a los 24 años de edad, donde participó en la intervención militar en Malí de 2013. Aquél mismo año, volvió a San Francisco. Esta vez quería servir al ejército de los EE.UU.

    Desgraciadamente, un acontecimiento cambió el rumbo de su vida. Su padre falleció en una operación militar en Siria, debido a la negligencia del alto Mando. Su confianza en el ejército estadounidense fue mermada notablemente. No sabía qué hacer, se encontraba perdido. Comenzó a beber asiduamente y a frecuentar bares nocturnos. Se volvió un joven problemático, debido a que provocaba a los clientes y les desafiaba a pelear.

    Con 26 años y una vida desechada, la dura vida volvió a golpearle sin piedad. Su madre padeció un cáncer terminal que acabó con su vida en cuestión de meses. Callahan pasó los últimos meses con su madre, agarrados de la mano y aferrándose al último resquicio de su vida.

    Cansado de malvivir, desempleado y de sus malas decisiones. En un intento de rescatar su vida, emigró a la ciudad de Los Santos. En el aeropuerto, conoció a un joven llamado David Harrington. Resultó ser de origen español, una gran persona con un gran corazón.

    No tardé mucho en congeniar con él, por lo que acabé contándole sobre mi vida. Me dijo que debía empezar de cero, formar una nueva vida con una nueva meta. Me ayudó a conseguir un trabajo en una residencia de mayores, donde cuidaba de ellos.

    Entabló una gran amistad con una mujer mayor llamada Bárbara, de unos 80 años de edad. Ella le contaba lo vivido en los viejos tiempos y el joven Callahan prestaba atención con interés.

    Un día, Bárbara decidió salir a pasear al parque en solitario. Mientras se dirigía hacia allí, un delincuente le intentó robar el bolso. En mitad del forcejeo, Bárbara cayó al suelo y sufrió una grave lesión.

    Al enterarse Callahan de esta noticia, decidió ir al hospital para verla. Paso los últimos días a su lado, hasta que acabó falleciendo en la UCI. En ese mismo instante, se sintió vacío, no pudo proteger a una persona tan importante como ella.

    Pasó el tiempo malviviendo y culpándose a si mismo de lo ocurrido. Pero sabía que no podía seguir así, por lo que cambió de imagen y se puso a buscar trabajo.


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