James Callaghan



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    |=No sé cómo empezar a reflejar en palabras todo el legado que quiero dejar a los que vienen detrás de mí.
    Si esta carta le llega a alguno de mis hijos que sepan que su padre un día lucho para que fueran libres, aunque tuviera que pagar un precio muy alto a cambio.
    Pero antes que todo esto sucediera, que las garras de la violencia y el odio me apretaran con fuerza, antes de que la muerte me rondara en cada esquina tuve una infancia feliz, humilde pero feliz.
    Voy a presentarme mi nombre es James Callaghan y nací en Belfast el 27 de septiembre de 1978 concretamente en el barrio católico de Falls Road, justo al otro lado del muro que separa Belfast en dos.
    Mis padres Liam Callaghan y Alana O’Connor, eran de convenciones católicas y de sentimientos profundamente Irlandeses, se enamoraron y se casarón rápidamente, un amor de los de antes de esos que ahora no se llevan y a los 2 años de matrimonio nací yo en el seno de una familia humilde.

    Mi padre estibador del puerto, un hombre muy duro acostumbrado a luchar por traer comida a casa y mi madre ama de casa, intentaron durante un tiempo estar al margen del conflicto que existía en Irlanda pero una noche cualquiera, de esas noches que el conflicto a fuera parecía avivarse como una hoguera, entraron a la calle de mi casa un grupo de soldados del ejército británico, golpearon la puerta de mi casa con una intensidad que parecía que querían tirar la puerta abajo, yo estaba en mi cama debajo de ella como acostumbraba a hacer cuando fuera se oían explosiones y el silbido de las balas.

    Mi padre abrió la puerta seguro de sí mismo, no se había metido en líos e intentaba no mezclarse con las personas que todo el mundo sabía pertenecían al Ejército Republicano Irlandés también llamado I.R.A., menos con uno, menos con su compañero de trabajo, su amigo de la infancia Jimmy Fitzegerald este le insistía arduamente desde hace ya más de un año que se uniera a las filas, que le iban a proteger y que su futuro estaba garantizado si luchaba por la libertad de su país.

    Mi padre dijo que no, pero su negativa no fue porque no creyera en el I.R.A, su negativa fue por mí, por mí y por mi madre, pero eso, estaba a punto de cambiar quedaba un golpe más en la puerta antes de que mi padre abriera, antes de que todo mi mundo, toda la seguridad que mis padres habían construido en mis primeros 8 años de vida se derrumbara.

    Entraron a mi casa, golpearon a mi padre, mi madre fue corriendo a intentar auxiliarlo, pero un culatazo en la barriga le paralizó de dolor, no podía moverse estaba viendo como esos soldados entraban a mi casa y arrastrando a mi padre del pelo lo llevaban a una silla, le empezaron a interrogar y a golpear, cuando una respuesta no les gustaba, un golpe más y así durante 2 horas, al finalizar ese interrogatorio cogieron a mi padre y se lo llevaron, aún tengo grabado en mi cerebro esa última mirada…

    A mi padre se lo llevaron a prisión y mi madre y yo nos quedamos solos, mi madre estuvo 2 meses ganándose la vida como pudo, luchando para sacarme adelante, todavía en este tiempo no nos habían dejado ver a mi padre, intuíamos que seguía vivo pero no lo podíamos saber, en estos últimos tiempo era normal que el ejército ingles se llevara indiscriminadamente a uno de cada tres hombres que vivían en Falls Road y nosotros éramos de esas familias que les había tocado esa Lotería macabra.
    Un Domingo después de misa cuando nos disponíamos a volver a casa, un hombre llamo a mi madre

    • J.F.: Sra. Callaghan, soy Jimmy Fitzegeral, amigo de su marido de la infancia, me gustaría hablar con usted.

    • A.O.: Dígame Sr. Fitzgerald, que necesita de mí.
      No olvidare nunca la primera vez que vi a Jimmy, su cara daba miedo, estaba marcada por la viruela y tenia unos ojos negros penetrantes que parecía que estaba escrutando tu alma.

    • J.F.: Sra. solo le informaba de que su marido se encuentra bien y queríamos comunicarle que no va a necesitar trabajar más mientras que este permanezca en prisión, vamos a encargarnos de la educación de su hijo y de que no falte comida en su casa.

    • A.O.: Pero ¿Liam se encuentra bien?, porque quería usted ayudarnos en este momento.

    • J.F.: Su marido ahora mismo está bajó nuestra protección, no se preocupe por nada más.

    Se fue sin más, pero la promesa que hizo la cumplió a partir de ese momento no nos faltó de nada y al poco tiempo pudimos visitar a mi padre, nos mandaron a un sacerdote católico a casa que venía a visitarnos el Padre Ashby y se preocupaba de mi educación. Así paso mi infancia entre hombres que casi no conocía, pero cuidaban de mi familia, empezó a ser normal ver como se producían atentados en Belfast y la lucha se encarnizo entre los dos bandos día sí y día también, de una parte, del muro al otro había lluvia de cocteles molotov, lluvias de balas, muertes, coches bomba, una guerra civil en toda regla, protestantes contra católicos, irlandeses contra británicos.

    El Padre Ashby me recogió, se había ganado mi confianza, verdaderamente se había convertido en un padre para mí y un día me llevo a una ubicación en las afueras de Belfast era un convento, en el interior había chicos como yo de mi edad, entro Jimmy y nos dijo que podíamos ayudar a la libertad de Irlanda del norte, así es como entre en las filas del I.R.A siendo tan solo un niño de 8 años.

    Nuestros trabajos eran fáciles, nos regalaron una bici a cada uno de nosotros y nos daban paquetes pequeños que teníamos que transportar de un sitio a otro, empezaron a llamarnos los chicos de Jimmy en total éramos 6, Ted, Jack, Niam, Ryan, Ron y yo. Teníamos una sensación de poder, porque nadie se metía con nosotros mientras estuviéramos en Falls Road y además de vez en cuando Jimmy nos daba algo más de dinero, así pasaron los años de mi infancia, transportando armas de un lado a otro para el I.R.A.

    Pasaron 8 años haciendo recados por la libertad de Irlanda, teníamos 16 años y nos creíamos inmortales, un día estando en casa a punto de ir a hacer algún trabajillo, llego mi padre a casa después de todos estos años sin verle y fue un día feliz en medio de todo este infierno, sabía que mi padre trabajaba desde la cárcel para Jimmy y que se había ganado la confianza, por eso al salir le dieron un puesto de responsabilidad dentro de la organización, fueron años duros pero felices ,en mi casa entraba dinero, teníamos respeto entre los vecinos y por primera vez en 8 años parecíamos una familia, pero la paz duro poco, demasiado poco.

    Después del verano, me acuerdo del día como si fuera hoy, era un veintisiete de septiembre y empezaba una de esas tardes de disturbios entre el barrio católico y protestante, tiraban piedras y cocteles molotov de un lado a otro, Jimmy mando a buscarnos y nos dio la orden de vigilar la zona de entrada al barrio, fue una noche intensa tuve que sacar la navaja en alguna ocasión pero no hubo sangre, entonces en mitad de esta especia de lucha de territorio vino Ron corriendo desde la calle principal.

    • R: James, tu casa, tu tu madre….
    • J: Que cojones pasa que es lo que pasa con mi madre.

    Ron tenía una mirada de miedo, sabía que mi vida me había convertido en una persona violenta en determinadas ocasiones, pero en esta ocasión empecé a correr sin parar calle abajo, sin mirar atrás, sin ver si alguien me seguía, a los minutos empecé a ver humo negro en dirección a mi casa, llegué a mi casa y estaba ardiendo en llamas, toda la casa ardiendo.
    Entre en la casa, pero las llamas no me dejaron pasar más allá de la entrada, quise seguir a pesar de todo, pero una mano me agarro del brazo, era Jimmy, me dijo que mi padre venia para aquí en estos momentos le pregunte por mi madre no contesto, tampoco hacía falta en ese mismo momento me di cuenta de que no iba a ver más a mi madre.

    Me escape de las manos de Jimmy y me acorde que mi padre guardaba una pistola en uno de los maceteros del porche, la cogí y me dirigí dirección al barrio Ingles, cruce la puerta que separa los dos barrios, algo prohibido para cualquiera de nosotros en mitad de un conflicto, me escondí en un callejón, esperando a que la tormenta se calmara y en cuanto vi mi oportunidad fui hacia uno de los garitos donde se juntaban los amantes de Inglaterra, vi a cinco chicos fuera, no pensé vacíe el cargador, cayeron por lo menos tres, la gente tuvo miedo y no me persiguieron, cruce la calle que lleva a Falls Road y Jimmy me agarro, me dio una paliza que no olvidare y me recordó quien mandaba, no fue una paliza para hacerme daño, quería que aprendiera que todo acto tiene su consecuencia y la mía suponía más victimas en el barrio, más venganza y más muertes.

    Me perdono la vida por hacer lo que hice sin permiso, a cambio, me regalo “la sonrisa de Glasgow” una cicatriz en cada una de las comisuras de los labios y me llevo al puerto, me dijo que recibiría instrucciones cuando llegara allí, tantos recuerdos en ese puerto y ahora era lo último que vería de Irlanda.

    El barco llego a Liberty City, allí me recibieron unos tipos italianos, me pusieron a trabajar y no se portaron mal conmigo, aunque no eran muy habladores. Comenzaba mi vida adulta de un día para otro, tuve que aprender a desenvolverme en una sociedad totalmente distinta a la mía y aprender a sobrevivir.

    Estos italianos eran solo un enlace, cuando parece que todo se empezaba a calmar me llevaron a un club de boxeo, vi a unos tipos que me sonaban, alguna vez, había visto a Jimmy en Irlanda hablar con este tipo de gente, una vez me dijo que tuviera cuidado con ellos, en la forma en la que les hablaba o miraba, tipos duros con chalecos de cuero y tatuajes.

    Por lo que había oído en Irlanda trabajan repartiendo armas y protegiendo nuestros convoyes en distintas localizaciones. Lo que conocía es que no era gente muy sociable y que todos les tenían mucho respeto, el parche que tenían en a la espalda indicaba que se llamaban The Lost y que eran un Motor Club. Una de estas personas me hablo, me indico si era el chico de Jimmy y me dijo que tenia que ganarme el pan si quería un techo y comida.
    Se parecía a lo que hacia en Irlanda, Jimmy había llegado a un trato con ellos a cambio de mi protección yo trabajaba para ellos y a cambio ellos me daban techo y protección. La verdad que empezó a gustarme todo ese mundo eran tíos libres que hacían los que les salía de los cojones y nadie se metía con ellos, parecían una familia, se cuidaban unos a otros y si a uno le pasaba algo todos los demás lo defendían como una manada de lobos.
    Tenia una debilidad con todo esto, mi padre había faltado durante muchos años de mi infancia y casi no he tenido familia, lo único que tenia era mi madre y había muerto. Así empezó mi historia en The Lost, un día me acerque al que en uno de sus parches ponía President y le dije que me gustaría unirme a su club, de su boca solo salió una carcajada y me dijo anda limpia las motos de todos los chicos, cuando quiera que entres en el club te lo diré yo, hasta entonces ponte a trabajar muchacho.

    Jimmy me contactaba de vez en cuando, le mandaba dinero a la causa, Irlanda tendría que ser libre en algún momento y la única manera que funcionaba allí era con la violencia.
    No se si esto en algún momento podría salir bien o no, yo simplemente hacia lo que me ordenaban, limpiar motos, vigilar la entrada, pegar una paliza de vez en cuando a alguien y poco más, pensaba que nadie se fijaba en mí, pero un día después de una de esas reuniones que tenía el club y en la que nuca me dejaban entrar, se acerco a mi el presidente y me dijo muchacho, ha llegado la oportunidad que estabas esperando entra a la reunión.
    Nunca me habían dejado entrar en esa sala y al entrar tampoco me pareció algo del otro mundo, tan solo una mesa grande con el logo del club en el centro y a un lado de la sala un armario, me dijeron que me mantuviera de pie, todos se sentaron y el Presidente empezó a hablar, James los chicos estamos contentos contigo, has sido obediente en todo lo que te hemos pedido en este año que lleva viviendo con nosotros y después de la votación hemos decidido (todos me miraban fijamente), que formes parte de la familia, te vamos a dar una oportunidad como Prospect, ¿aceptas?.

    Mi respuesta demoro apenas cinco segundos, les dije que sí y empezaron a enumerarme todas y cada una de las reglas del club a continuación me dijeron la frase que marcaria mi vida, muchacho el club solo se abandona con los pies por delante, tampoco me daba miedo esto la vida que había elegido pendía de un hilo desde los 8 años.

    Mi inclusión en el club no se diferenciaba mucho de lo que, hacia anteriormente, solo que ahora llevaba un chaleco que ponía prospect y me dejaban enterarme de algunas cosas internas del club. Pasó otro año de recados para el club y de conocer el mundo desde dentro. El presidente a principios del verano se le empezó a ver preocupado durante bastante tiempo, su cara ya seria de por si había tomado una mueca que daba miedo, se acerco a mi una noche y me dijo J tienes que hacer algo por el club, si esto sale bien lo tendré muy en cuenta. Me puso en situación, necesito que vayas al club de moteros que se encuentra en State Hood, no preguntes mucho llévate un bidón de gasolina y quémale las motos que estén aparcadas, intenta no hacer mucho ruido.

    Estaba nervioso la verdad, compre un bidón en una de las gasolineras que se encontraban de camino y espere en mi coche hasta las cuatro de la mañana, a esa hora parecía que todo estaba tranquilo, fuera habían unas 12 motos y no parecía que hubiera nadie fuera, sin vacilar rocié de gasolina todas las motos y justo cuando me disponía a encender la gasolina vi a una persona asomarse por la puerta se quedo mirando como confundido, no lo dude fui corriendo hacia él y le pegue cinco puñaladas, en la cara, en el cuello y lleno de sangre encendí la gasolina, empezó a una llamarada enorme y corrí hacia el coche, lo encendí y con los ojos enloquecidos por la adrenalina empecé a correr por la carretera no miraba ni a un lado ni a otro, llegue al MC y algunos chicos me estaban esperando, nada más verme pensaban que estaba herido, tanta sangre no sabían de donde venia, me metieron dentro y comprobaron que estaba bien. Les detalle todo y al presidente empezó a tener en su cara una sonrisa de orgullo. Me acuerdo de sus palabras, tiene cojones el muchacho.
    Pasaron unos días antes de que hubiera otra reunión, me había ganado el parche de miembro y otro que solo tenían algunos miembros, en él ponía MEN OF MAYHEM, solo se lo daban a aquellos que habían matado en nombre del club.

    Bueno pues los siguientes años de mi vida transcurrieron ganándome confianza con el club, pasaron casi diez años y en el club me nombraron Sargento de Armas, la gente me tenia mucho respeto me lo había ganado después de muchos años de trabajo para el MC.
    Y cuando mi vida estaba mas o menos tranquila otra vez, llego la guerra con los Angels of Death, fue una guerra ensangrentada, muertos por todos los bandos, algún hermano murió en mis brazos y paso lo que en algún momento tendría que pasar la policía nos pillo a alguno de nosotros y a la Trena.

    En la trena nos protegimos entre los hermanos que habíamos entrado, y no nos fue mal, dentro de ella. Aunque perdimos 5 años de nuestra vida….
    Al salir ya tenia 30 años y me llamo Jimmy, gracias a mi nos pusieron como contacto del I.R.A en América y empecé a tener gente a mi cargo, nuestro trabajo se resumia en traer armas de Europa, casi todas venían de la antigua unión soviética y la revendíamos a diferentes grupos criminales que operaban en EEUU.

    La guerra se había extendido por todo EEUU así que un día vino mi presidente y me dijo, J necesito que te traslades de chapter, en Los Santos tienen muchos problemas y nos han pedido ayuda a algunos clubs cercano, para mandarles a algún hermano, te mando para que formes parte de la cúpula y puedas demostrar tu experiencia con nosotros, eres uno de los mas leales hombre que e conocido.

    Tocaba cambiar de aires, empezar a ganar dinero en otra ciudad, allí me disponía a dirigirme, que me depararía ese lugar, el futuro dirá.=|


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