Historia de Mason Jenkins



  • NOMBRE COMPLETO: Mason Jenkins
    EDAD: 22
    LUGAR DE NACIMIENTO: Manhattan
    NACIONALIDAD: Estadounidense
    SEXO: HombreAPARIENCIA
    APARIENCIA FÍSICA: 1,85 80kg Ojos marrones, pelo negro.
    Historia del personaje:

    En 2018, a los 19 años, se trasladó a Los Angeles, ciudad que no abandonaría sino hasta la década del sesenta. Trabajó como investigador de una compañía de seguros y luego, a las órdenes de Taggart Wilde, en la oficina del fiscal de distrito de Los Angeles, de donde fue despedido por insubordinación. En esos años, una de sus pocas amistades (de esas amistades anglosajonas que, como decía Borges, comienzan saltándose la confidencia y terminan obviando la charla) fue el jefe de Homicidios de la oficina del sheriff de Los Angeles, Bernie Ohls, quien intervendría en su favor todavía en la década del cincuenta.

    Desde 2019 tuvo una oficina ruinosa en el sexto piso del edificio Cahuenga, en el centro de la ciudad, al lado del cual funcionó durante algún tiempo la cafetería Mansion House. Allí recibía a sus ocasionales clientes: luego de su despido consiguió una licencia de investigador privado pero (a diferencia, por ejemplo, de Sam Spade) siempre se negó a integrar una compañía de seguridad privada de las muchas que proliferaban en Los Angeles en su momento (solía burlarse de su amigo George Peters, quien trabajaba para la Organización Carne, una de cuyos normas internas rezaba: “Los funcionarios de la Organización Carne se visten, hablan y se comportan como caballeros en todo lugar y en todo momento. No hay excepciones a esta regla”).

    Nunca aceptó casos de divorcio y, en general, siempre prefirió aquellos que lo pusieran en contacto con el “gran mundo”, debilidad enfermiza que en 2020 lo llevó a la playa de estacionamiento de The Dancers, un exclusivo club californiano donde conoció a Terry Lennox y, a partir de la aventura en la que se vio envuelto, a la que sería su única y tardía esposa.
    Vivió siempre en esa atmósfera, desgarrado, aprisionado en una dialéctica del ser y el parecer, que el existencialismo de moda en su época no hizo sino potenciar en él hasta la angustia: se consideraba un “dulce” pero necesitaba parecer “duro” (“Si no fuese duro, no estaría vivo. Si no pudiera ser dulce, no merecería estarlo”, le dijo a la que sería su esposa la cual murió


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